The Wolf Of Wall Street posee un guión brillante redactado por Terence Winter que se basa en las memorias homónimas de Jordan Belfort. Este era el apodo que le colocó la revista Forbes tras realizarle aquella famosa entrevista que terminó por catapultarlo a la cima de Wall Street y hacer que su firma "Stratton Oakmont" se convierta en la gran tendencia de aquellos locos años 90'. La voz de Belfort (Di Caprio) es la que nos guía a lo largo de la película en un recurso ya clásico del director y que nuevamente prueba ser 100% efectivo. Le imprime una dinámica especial a la trama y logra de manera magistral que los momentos en los que el protagonista le habla directamente a la cámara se acoplen de manera perfecta a este intenso flujo de escenas donde predominan las drogas - nunca antes se había visto tanta droga en pantalla-, el sexo bien explícito - con desnudos masculinos y femeninos sin culpa alguna-, el dinero en cantidades pornográficas y la ilegalidad absoluta, cuatro cosas que eran la única ley para este pintoresco delincuente. El filme abre y vemos como Belfort llega a Wall Street en los turbulentos años 90' sin nada más que su maletín y su traje barato. Ingresa en la prestigiosa compañía LF Rothschild donde recibe el padrinazgo y el consejo de Mark Hanna (Matthew McConaughey) quien durante un almuerzo - y en una escena memorable que incluye un muy divertido canto tribal con golpes en el pecho y sonidos guturales- le explica como funciona el sucio sistema en el que quiere adentrarse. De una manera muy didáctica se expone la manera en la que operan los brokers de las compañías más poderosas del mundo y como se enriquecen a costa de empobrecer a los inversores mediante falsas promesas. Aún así Belfort en ese momento todavía cree que lo correcto es hacer dinero pero solo si también se hace ganar a los clientes, algo con lo que Hanna claramente no comulga. Pero este ambicioso joven guarda la enseñanza - que incluye también la recomendación de tomar mucha cocaína para mantener el ritmo, tener mucho sexo con prostitutas y masturbarse dos veces al día como mínimo- en el bolsillo para terminar usándola un poco más adelante en el tiempo. En su primer día en la planta principal de esta poderosa empresa, se produce el infame Black Friday y Rothschild quiebra. Los corredores de bolsa pierden su prestigio y Belfort se encuentra viviendo con lo justo cuando hace pocos meses contrajo matrimonio con su esposa Teresa Petrillo (Cristin Milioti). Un buen día consigue empleo en una agencia de poca monta que funciona en uno de esos típicos paseos de compra suburbanos de los Estados Unidos. Allí entra en contacto por primera vez con las Penny Stocks, esas acciones que apenas si valen centavos por ser de empresas sin valor real. El escenario parece desolador, pero en muy poco tiempo la bondad de las Pink Sheets (las hojas donde están listados estos negocios de pacotilla) queda expuesta ante el deseo que tiene Belfort por hacer dinero rápido: la comisión por cada inversión es del 50% cuando en Wall Street cobraba como mucho un 10%. En su primer llamado consigue una ganancia de 2.000 dólares y en unos pocos meses logra hacer una pequeña fortuna, llegando a facturar casi 100.000 dólares mensuales. En medio de esta buena racha conocerá mientras almuerza a Donnie Azoff (Jonah Hill), un extravagante y particular vendedor de muebles que a los pocos minutos de conocerlo deja su trabajo y se pone a sus órdenes. Juntos comenzarán a darle forma a la empresa que los convierta en millonarios y los catapulte al centro del escenario financiero del país. Nace así "Stratton Oakmont", un jugador inicialmente marginal que comienza sus operaciones en un galpón abandonado y al que se suman como entusiastas empleados-fundadores Chester Ming (Kenneth Choi), Nicky "Rugrat" Kosoff (P.J Byrne) y Manny Riskin (Jon Favreau) entre otros. De a poco Belfort los irá moldeando a imagen y semejanza, enseñándoles con un guión como se debe - y puede- vender de manera convincente hasta el mismísimo aire. La lluvia de dinero no se hará esperar y con ella vendrán todos los excesos de quienes se piensan impunes y que se sienten en la cima del mundo. A medida que "Stratton Oakmont" genera ganancias millonarias deja de ser un simple paria en la bolsa logrando llamar la atención de todas las grandes firmas, a las que Belfort delezna con el alma. Su personalidad comienza a cambiar y de ser una persona con valores pasa a ser alguien amoral - al que solo le importa el dinero- y sin límites. Engaña a su esposa con Naomi Lapaglia (Margot Robbie), a quien conoce en una de sus infames fiestas en su mansión y comienza a recorrer un riesgoso camino de decadencia. Los radares del FBI se encienden tras el perfil que publica Forbes y cuando los excesos - desde afeitar la cabeza de una empleada enfrente de todos por diversión hasta una competencia de lanzamiento de enanos, pasando por sexo desenfrenado en el medio de la oficina- salen del ámbito laboral para conformar una leyenda urbana que le da a "Stratton Oakmont" un aura mucho mayor que la que realmente merece. La espiral de descontrol, codicia y delito arrastra a estos perfectos estafadores hacia un punto del que por lo general no hay regreso y donde ellos no serán la excepción a la regla.
Martin Scorsese regresa a las bases y lo hace de una manera magistral. Su trabajo es impecable y consigue atar al espectador a la butaca por más de tres horas. Y lo interesante es que uno se queda con ganas de ver mucho más, algo que parece estar solucionado pues se anunció que el DVD y el Blu-Ray vendrán con una hora extra en lo que asumo que es el corte del director. Scorsese nunca juzga cuando hace este tipo de filmes sino que se limita a mostrar los hechos. Nos abre la puerta del mundo loco de Jordan Belfort, nos deja allí dentro con él y tira la llave muy elegantemente. Se lo ha acusado de entronizar y alabar al protagonista, algo que no posee el más mínimo sentido pues entonces se lo debería acusar de hacerle loas a la mafia o a los psicópatas. En cuanto a la droga y el sexo que se ven sin ninguna censura, lo único que tengo para decir es que encajan a la perfección en una película que es un hermoso y arrollador exceso en sí misma. The Wolf Of Wall Street es un retrato preciso de una sociedad que se cae a pedazos y de Wall Street y su corrupción, pero por sobre todo es una enorme comedia negra llevada con un ritmo perfecto que no se detiene en ningún momento. Muchos críticos dijeron que la historia tenía muchos baches y que era repetitiva, algo que no noté mientras la miraba. Otro comentario fue que el trabajo de edición fue digno de un principiante, afirmación que es cualquier cosa menos verdadera y en la que no vale la pena detenerse más que para reírse un buen rato. La película tiene varias escenas memorables - la charla entre Belfort y Hanna del comienzo, el hundimiento del yate, la destrucción de la Ferrari bajo pleno efecto de la droga, el canto tribal en la oficina, todas las arengas a micrófono en mano de Belfort, el intento de soborno a bordo del yate, etc.- que son para poner en un cuadro, una dirección magistral (y tan desenfrenada como el filme) y unas interpretaciones maravillosas que rompen todo tipo de molde y límite existente.
Ya no quedan dudas acerca de que Leonardo Di Caprio es un gran actor. Es de los mejores de su generación y también es uno de esos que van a pasar a la historia dorada del cine - y que también la escriben-. Más allá de que la Academia siempre lo ignore es una realidad que desde This Boy's Life (1993) - en la que casualmente compartió cartel con Robert De Niro-, este talentoso californiano no ha dejado de entregarnos excelentes actuaciones. El perfecto combo de este año formado por The Great Gatsby y The Wolf Of Wall Street fue demasiado grande como para ser dejado de lado por enésima vez (piensen que para estos tipos lo que hizo en J. Edgar no fue suficiente, así que era posible que mirasen para otro lado de nuevo). Su quinta colaboración con Scorsese es lo mejor que ha filmado en su carrera, algo que es muy elogioso si se considera que su nivel siempre se mantuvo en un nivel muy alto desde sus primeros protagónicos. Aquí logra seducir por completo y acaparar la atención durante cada escena del filme - presten atención a esa memorable en la que intenta comprar a los agentes del FBI a bordo de su lujoso yate- para terminar de consagrarse aún ante sus detractores más férreos. Con una preparación física impecable logra personificar de manera más que ideal a Jordan Belfort en ese momento en el que su vida era una fiesta interminable. Nos transmite toda su fuerza, su ego, su machismo, su degeneración, su exceso permanente y su lucha por sostener algo por lo que considera que trabajó duramente y que por ende merece. Di Caprio da en la tecla otra vez y logra una maravillosa transformación de su personaje desde la timidez e ingenuidad iniciales hasta la locura, el mesianísmo - él y sus acólitos conforman una secta de manual en la que él es el líder adorado por sus agradecidas masas- y el sentimiento de invencibilidad desaforados que lo posesionan a medida que llega el éxito. Este Self-Made Man, de los pocos en Wall Street que no nació en una cuna de oro, encuentra quien lo interprete a la perfección en un Leonardo Di Caprio que merece ganar de una vez por todas el Oscar como Mejor Actor Principal para poder sacarse de encima ese lastre y seguir adelante con lo suyo.
¿Que decir del resto del casting? Primero que es brillante y que la selección no podría haber sido mejor. Jonah Hill sigue demostrando que además de ser un comediante espléndido es también un actor - y con el perdón por el término- de puta madre. Su dupla con Di Caprio es hilarante a la hora de la diversión y muy profunda en los momentos más oscuros de la película, que es los que sale a relucir su habilidad para pasar de un género a otro en una misma escena. En varios tramos del filme es quien lleva la voz cantante y nos entrega las escenas más divertidas con ese oficio y talento que lo caracterizan desde su genial irrupción con Superbad (2007). Su personaje es en apariencia inofensivo y simpático pero con el correr del filme demuestra ser igual o más amoral que Belfort llegando a exhibir niveles de inhumanidad realmente escalofriantes. A Margot Robbie no la conocía y a decir verdad esta australiana no desentona. Al principio parece ser solamente una rubia tonta, un estereotipo clásico, pero termina desenvolviéndose como una mujer con mucho carácter que no tiene problema alguno en plantarle cara al desastre que tiene como marido. En una carrera que viene en franco ascenso, Robbie se anota muchos porotos con esta muy buena interpretación bajo la dirección de un mito como Scorsese. Matthew McConaughey posee una muy breve intervención pero esta merece ser resaltada porque es más que excelente y además un delirio astronómico. Los primeros minutos del filme son propiedad de este enorme intérprete y sinceramente me hubiese encantado verlo un poco más en pantalla, más allá de que su personaje tiene un rol específico pero clave en la historia. Jean Dujardin renueva credenciales tras The Artist y está perfecto en la piel de un banquero suizo con menos escrúpulos - pero más experiencia, conocimiento y sentido común- que Belfort. La química con Di Caprio es también muy buena y los pasos de comedia que tira dan justo en el blanco. Rob Reiner como el preocupado y malhumorado padre de Jordan, P.J Byrne como un socio bastante pelotudo y exhibicionista (FUCKING RUGRAT, frase que no puedo parar de repetir), el genial Jon Bernthal como el contacto que los ayuda a lavar dinero desde afuera y Kyle Chandler como un honesto y trabajador agente del FBI que da caza a Belfort son los otros actores que con menos protagonismo - y con mucho brillo- llevan adelante a la película. Como partenaires nunca están desubicados y cada uno de ellos posee su gran momento dentro de la trama.
The Wolf Of Wall Street es una excelente comedia negra de Martin Scorsese con el agregado de que todas las situaciones bizarras, delirantes, asquerosas y violentas que vemos pasar frente a nuestros ojos no son un invento del director. Todas las situaciones sucedieron y por eso me pareció muy particular que la sala - llena hasta el último asiento- se riese a carcajadas en escenas realmente jodidas y que retratan lo peor del ser humano como la de la violación a la azafata en pleno vuelo. Un ejercicio social más que interesante que deja al desnudo la hipocresía de una sociedad cada día más podrida y que nunca aprende de sus errores. Esto es lo que Scorsese trata de explicarnos con esta montaña rusa imparable y salvaje: que los culpables de la decadencia somos nosotros y no Jordan Belfort pues él es el producto lógico de algo que no anda para nada bien. Ese deseo irrefrenable de ser como él, de obtener fortunas sin importar a quienes debamos dejar en el camino para lograrlo es lo que nos ha arruinado por completo. Esa pérdida de humanidad que el director nos tira en la cara con esa impresionante escena del final en la que cientos de clasemedieros que viven con lo justo pagan para asistir a las conferencias motivacionales que Belfort da luego de su breve paso por la cárcel. Él les pide lo mismo que le pidió a sus socios antes de armar su empresa: que le vendan una lapicera. Ese esfuerzo por lograr ese objetivo tan simple en los papeles pero tan complicado en la realidad y esas caras llenas de ilusión por ser el próximo elegido son el mensaje que The Wolf Of Wall Street nos deja. Y es sencillamente devastador. De pie señores.
Puntaje: 11/10 (No es un error de tipeo sino una pequeña licencia que me tomo para este caso especial. Si pudiese le pondría infinito sin dudarlo por siquiera un segundo...)
No hay comentarios:
Publicar un comentario