La historia aquí es mucho más movida y emocionante que la de la película anterior. Tenemos por suerte menos canciones y charlas filosóficas y mucha más acción. Bilbo (Martin Freeman) y la compañía de enanos liderados por Thorin (Richard Armitage) siguen su recorrido junto a Gandalf (Ian McKellen) tras haber escapado del feroz ataque de los orcos. Cuando llegan al bosque de Mirkwood, Gandalf debe tomar otro camino y ellos seguir para poder llegar hasta la ciudad del lago que se encuentra cercana a la Montaña Solitaria, antiguo reino de los enanos, hoy convertido en la guarida del temible Smaug (la voz del gran Benedict Cumberbatch). Allí será el momento en el que Bilbo deberá cumplir con su rol e intentar recuperar la piedra preciosa que tanto anhela Thorin para poder recuperar su hogar. Mientras tanto, Gandalf deberá seguir las huellas del misterioso Necromancer e intentar juntar todas las piezas para evitar que la Tierra Media caiga nuevamente bajo la oscuridad más absoluta.
Las actuaciones son muy buenas y cada uno de los protagonistas principales está a la altura de su nombre. Martin Freeman e Ian McKellen demuestran que son de esos actores que surgen una vez en muchos años. Sus papeles les sientan como anillo al dedo y se desenvuelven con mucha comodidad y compromiso. Orlando Bloom regresa como Légolas aunque en una clave muy diferente a la de The Lord Of The Rings. Aquí el elfo renegado e hijo del rey es mucho menos - si se quiere- humano y lucha con los sentimientos que genera en él la joven guerrera elfa Tauriel, interpretada por Evangeline Lily. Y debo decir que la ex protagonista de Lost lo hace con una fineza y una soltura envidiables, logrando la dura tarea de ingresar en la historia como un personaje que no existe en el libro y conformar a los más fanáticos de la saga. Elegancia y potencia tanto para Bloom como para Lily, cuyos roles prometen ser estelares en la tercera y última parte.
El dragón Smaug es imponente desde lo visual y la construcción vocal de Cumberbatch es excelente. De a ratos parece una copia masculina de la dragona de Shrek- con todo lo que esta comparación implica-, pero cuando saca a relucir toda su ferocidad y cinismo sin dudas da en la tecla. El 3D es ideal para el dragón, cuya cola se mueve delante de nuestros ojos como si estuviese a medio centímetro y cuyas llamas nos envuelven cada vez que escupe fuego. El filme no fue convertido al 3D luego de ser editado, lo cual lo hace muy recomendable en ese formato - chequeen la escena de las arañas que es maravillosa-. Todo lo que está grabado interacciona con nosotros en lo que es un espectáculo aparte.
The Hobbit: The Desolation Of Smaug es una gran película que confirma a Peter Jackson como el rey de la Tierra Media. El único que adaptó perfectamente a Tolkien al cine y la única voz autorizada para hablar del tema. Es una secuela llena de acción y que más allá de poseer un tono más lúgubre que el de su antecesora, nunca pierde el humor. Estamos ante la inminente culminación de otra saga y este intermedio es un aperitivo ideal para lo que se viene. Una tercera parte que ya tiene su título - The Hobbit: There And Back Again- y que promete ser a todo trapo.
Puntaje: 10/10
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