miércoles, 8 de enero de 2014

Prisoners

Si tuviese que armar una lista con las veinte mejores películas del año pasado, en los primeros lugares colocaría a Prisoners. Sin dudas que fue una de las revelaciones del 2013 pues partiendo de una fórmula ya repetida hasta el hartazgo, logró construir un escenario de tensión y desesperación absolutas que se corrió unos carriles de aquello a lo que estamos habituados dentro del género. Apoyándose en el excelente trabajo de sus dos protagonistas principales y en un escenario plagado de oscuridad y desesperanza, el director canadiense Denis Villenueve - que el mismo año sorprendió con Enemy, otro thriller realmente bueno el cual recomiendo fervorosamente - nos entregó uno de los mejores filmes de la temporada.

Keller y Grace Dover (Hugh Jackman y María Bello) son una familia tipo de los Estados Unidos. Viven con sus hijos Ralph y Anna (Dylan Minette y Erin Gerasimovich) en un suburbio tranquilo y seguro, donde todas las casas son muy similares y nada parece alterar el ambiente. Cuando se dirigen a festejar el día de acción de gracias a la casa de sus vecinos y amigos Frank y Nancy Birch (Terrence Howard y Viola Davis) su pequeña desaparece junto a Joy (Kyla Drew Simmons), la hija de ellos, mientras jugaban en el parque. El pánico comienza a adueñarse de ambos matrimonios pues quien fuere que se llevó a las dos niñas no han dejado ningún rastro y la única pista es una casa rodante vieja que esa mañana lluviosa apareció estacionada en el barrio. Sabemos que alguien observaba a las dos niñas mientras inspeccionaban el vehículo, pero nunca vimos su rostro. La policía aprehende rápidamente al principal sospechoso, pero esto solo trae más problemas: es un joven con un serio retraso mental que le da en sus más de veinte años la inteligencia de un niño de diez. El escenario está armado: dos familias totalmente desesperadas y un Detective - que ostenta un récord perfecto en resolución de casos- llamado Loki (Jake Gyllenhall) que se hace cargo de la investigación. Pero este crimen es muy dudoso, un rompecabezas muy difícil de armar ya que no existe la más mínima chance de que este muchacho llamado Alex Jones (Paul Dano) haya llevado adelante una operación tan perfecta. Aparecerá también en escena la tía del chico, Holly Jones (Melissa Leo) que lo protege a sobremanera desligándolo de toda responsabilidad aún ante la constante presión de Keller Dover. La búsqueda se hace frenética y la pregunta pasa a ser si uno está dispuesto a romper todos los límites para poder llegar a la verdad y salvar a lo que más ama en el mundo.


La tensión entre Loki y Keller es la que lleva el ritmo de Prisoners. Los dos son personas con muchos fantasmas internos que buscan conseguir lo mismo pero a través de medios completamente inversos. Todas las miserias humanas quedan expuestas de manera cruda y brutal. En situaciones límite, todo es válido aunque el argumento de va desdoblando de a poco mostrándonos que no todo es tan simple como nosotros creemos. Y lo peor de todo es que una vez que se cruza ese límite, se hace muy difícil volver a ser la persona que uno solía ser. La vida de todos los personajes va a dar un giro de 180° a medida que los días pasan y no hay noticias de las niñas.


La resolución de la historia es francamente impactante. El guión es muy inteligente ya que nos lleva por varios caminos, nos convence de que cada uno de ellos es el definitivo y luego desemboca en uno que nunca vimos venir siquiera. El mensaje lleno de moralina barata y de fanatismo religioso en el culpable de tanto dolor es asqueroso y lo convierte en uno de los grandes monstruos que se vieron en pantalla en estos años. La atmósfera de la película está muy bien lograda y nos mantiene al borde de la butaca desde el primer minuto. Sin dudas  que ayuda que la historia haya sido situada en pleno invierno y que en ninguna de las escenas salga el sol - algo habitual- pero estos factores por sí solos no aseguran el éxito. Se necesita de un gran guión y de sólidas actuaciones para conseguir un producto como Prisoners. Aquí el guión, como ya dije, es impecable y posee una gran cantidad de giros en la trama que consiguen darle fluidez a la historia y mantenernos siempre enganchados. Y las actuaciones son muy buenas en general, pero los dos protagonistas principales llevan a cabo una labor magistral.


Jake Gyllenhall y Hugh Jackman se sacan chispas cada vez que comparten una escena y llevan adelante de manera más que óptima un antagonismo memorable. Los dos expresan el dolor, cargan con él en sus cuerpos cansados y en sus miradas llenas de furia. No hay fisura alguna en el trabajo de estos dos grandes actores. Sobresale también Melissa Leo en otro papel que a simple vista parece fácil pero es mucho más complicado que el de la tía simpática y afligida por su sobrino. Sin embargo es Paul Dano quien debe bailar con la más fea y sale más que airoso en su poderosa interpretación de un pobre muchacho al que circunstancias ajenas a su persona lo han privado de una vida normal.


Prisoners es uno de los mejores filmes del año pasado y una bocanada de aire fresco dentro de un género que parecía imposible de resucitar. Ya hemos tenido varias películas que involucran a hijos secuestrados y familias desesperadas, pero ninguna había logrado ser tan original, cruel y conmovedora a la vez como Prisoners. Demás está decir - y lo voy a repetir todo el tiempo que sea necesario- que las actuaciones por sí solas pagan la entrada. No se pierdan esta joya del siglo XXI.


Puntaje: 10/10
 

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