jueves, 16 de enero de 2014

Las Brujas de Zugarramurdi

¿Que más se puede decir acerca de Alex De La Iglesia? Es cierto que se pueden comentar muchas cosas, pero es muy probable que ya hayan sido dichas a lo largo de todos los años que lleva en actividad. En estos últimos tiempos ha tenido un solo resbalón - The Oxford Murders, en especial por Elijah Wood- y dos películas muy buenas e interesantes que no han llegado al mainstream como Balada Triste de Trompeta y La Chispa de la Vida (que es de 2011 pero recién se estrenó en el país este año). Lo que siempre me gustó de De la Iglesia son la locura y la sangre presentes en su cine. Muy pocos directores pueden manejar tan astuta y efectivamente - y con semejante maestría- un género tan intrincado y difícil de lograr como la comedia negra. Se ha dicho que en Las Brujas de Zugarramurdi, el nacido en Bilbao eligió regresar a sus orígenes, algo con lo que voy a disentir, pues creo que este niño terrible del cine jamás ha abandonado - por suerte- sus orígenes. Si uno mira el filme se va a dar cuenta que la estética y el estilo son los mismos que los de Balada Triste de Trompeta aunque debo decir que en esta nueva película hay una predominancia del humor que aquella tragedia casi ni poseía.


Tras una presentación muy creativa y dinámica, nos encontramos en el centro de Madrid. Un grupo de personas disfrazados - desde un soldado de juguete hasta Bob Esponja- está a punto de ejecutar un robo a una joyería. La secuencia está muy bien filmada y es hilarante al punto de incluir al hijo de nueve años de uno de los asaltantes (un simpático Gabriel Delgado) que por estar con su padre ese día, actúa como cómplice del asalto y con mucha alegría. Sangre y fuego desde el comienzo, marca registrada del director. Dos de los ladrones José (Hugo Silva) y Antonio (Mario Casas) secuestran un taxi y huyen hacia Francia. A mitad de camino son perseguidos por un auto de la Guardia Civil y toman un desvío para dejarlos atrás. Llegan a un extraño motel regenteado por una aún más extraña anciana llamada Maritxu (Terele Pávez), donde conocen también a su hija Graciana (Cármen Maura). Piden información acerca del pueblo más cercano y son colocados camino a Zugarramurdi. La leyenda dice que allí comenzó lo que se conoce como la brujería y que luego se expandió por todo el mundo. En medio de este lugar tan temido y lleno de brujas, Graciana los frena a la mitad del camino y les pide que la lleven a su casa. Cuando llegan, se encuentran con una mansión gigante pero en un estado de destrucción y podredumbre absoluta que los motiva a irse rápidamente. La llegada de la hija de Graciana, Eva (Carolina Bang) una joven desfachatada con estilo punk funciona como un imán para los dos hombres que se quedan para tratar de conquistarla. De a poco comienzan a ingresar en un territorio muy oscuro, plagado de referencias religiosas y de brujas caníbales, del cual será muy difícil escapar con vida. Mientras todo esto sucede, la ex mujer de José intenta encontrar a su hijo de manera desesperada. Seguida hasta Zugarramurdi por dos policías muy torpes, también deberá encontrar la manera de salir viva de allí con su hijo.


El trasfondo de la crisis española está siempre presente en la historia. El atraco es ejecutado por un grupo de personas que no se conocía pero que siempre coincidía en la joyería para empeñar alguna que otra reliquia y así poder sobrevivir. José es el retrato vivo del hombre medio víctima de la crisis económica. Separado y en conflicto con su esposa tras una serie de fracasos personales y financieros que terminaron por destruir su vínculo. El aquelarre es un delirio absoluto. Unas brujas feministas con un mensaje contrario a la religión y todos los valores que se imparten desde la Iglesia Católica. También despotrican contra la globalización y contra el consumismo que gobierna nuestras vidas, planteando una especie de apocalípsis que comience todo de nuevo.

Las actuaciones son muy buenas y divertidas. Hugo Silva, Mario Casas y Jaime Ordóñez (el taxista) hacen un trío muy gracioso que posee una química envidiable. A Silva ya lo vimos en Los Amantes Pasajeros de Pedro Almodovar donde también realiza una gran labor. Carolina Bang - la nueva estrella del cine ibérico-, que ya había protagonizado Balada Triste de Trompeta, es lo mejor de la película con su locura y su salvajismo. Vuelve a probar que no sirve solo para hacer de doncella en apuros sino para todo tipo de actuaciones oscuras y potentes. Cármen Maura y Terele Pávez son dos leyendas del cine español y habitúes de Alex De La Iglesia. No decepcionan para nada, como siempre, y poseen las intervenciones más desquiciadas de la película como la escena donde Graciana habla por teléfono caminando por el techo. Ellas dos son las que llevan la voz cantante en Las Brujas de Zugarramurdi y allanan el camino para que los demás actores y actrices se relajen y disfruten del show.


La estética es excelente, muy parecida a la de Balada Triste de Trompeta - deprimente, sucia y decadente- y el guión es dinámico. Entretiene a sobremanera de a ratos y la previsibilidad de la historia encaja a la perfección dentro de una película que nunca se toma en serio a sí misma. Las Brujas de Zugarramurdi es una efectiva comedia negra que reflexiona acerca de la crisis española y la podredumbre de la sociedad occidental, entregada al consumismo y a lo material. Todo esto con el sello inconfundible de Alex De La Iglesia que con sus excesos, humor y locura logra que nos riamos a carcajadas aún en medio de un baño de sangre.


Puntaje: 7/10

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