miércoles, 29 de enero de 2014

The Wolf Of Wall Street

Muy pocas cosas son las que puedo agregar a todo lo que ya se ha dicho y escrito acerca de Martin Scorsese, quien a mi parecer es uno de los diez mejores directores de la historia del cine. Como fanático de este fenomenal director, me sigue sorprendiendo que al día de hoy en la industria se lo continúe mirando de reojo. Más allá de que todos los críticos hace rato que tuvieron que admitir que la mayoría de su filmografía es excelente - al fin y al cabo no se puede tapar la luna con la mano- cada vez que Scorsese estrena un nuevo filme nunca termina de conformar a todos. Son muy pocos los que se entregan por completo a la experiencia que nos propone en cada una de sus películas. La reticencia de la Academia a la hora de nominarlo y premiarlo es un claro ejemplo de los prejuicios que dominan a Hollywood. Cualquiera que tenga el mínimo conocimiento acerca de cine se puede dar cuenta que es una locura que Scorsese no haya ganado un Oscar como Mejor Director y por Mejor Película por enormes películas como Taxi Driver, Goodfellas, Casino, The Aviator, Raging Bull o su gran versión de Cape Fear y si por un muy buen filme como The Departed pero que sin dudas no está a la altura de todos los que acabo de mencionar. Nobleza obliga, el merecido reconocimiento llegó pero lo hizo demasiado tarde allá por el año 2006 y fue más que nada algo forzado, pues seguir ignorándolo era algo aún más loco que no haberlo premiado hasta ese momento. Sin dudas que no solo de reconocimientos viven los directores, aunque también es verdad que premios y menciones honoríficas no le han faltado a Scorsese a lo largo de su exitosa carrera. Dentro de los 55 filmes que ha dirigido nos encontramos con muchas opciones que capaces de satisfacer a todos los gustos, aún en sus producciones más recientes. Desde la ternura de Hugo (2011) hasta la oscuridad y la locura de Shutter Island (2009) pasando por sus geniales documentales Shine A Light (2008) y George Harrison: Living In A Material World (2011), no hay flanco que este gran director no se haya encargado de cubrir. Queda claro que sus obras maestras están entre los filmes que enumeré un poco más arriba en medio de mi diatriba en contra de la Academia por haberse hecho los boludos durante tanto tiempo, pero hay que reconocer que no hay ninguna película suya que este por debajo de lo que uno espera de esta leyenda viviente. A Scorsese siempre le gustó trabajar con un actor durante un período de tiempo determinado, siendo esta una de sus marcas registradas. Hasta aquí ha tenido dos profesionales fetiche y hay que decir que la elección no podría haber sido mejor. Robert De Niro protagonizó 8 películas junto a Marty - que fueron del mejor cine que se ha visto en décadas- y Leonardo Di Caprio quien ya lleva 5 filmes - si se cuenta el que aquí nos compete- bajo la dirección del oriundo de Nueva York, son sus dos grandes "amores". Es muy complicado elegir una sola entre tantas obras maestras, pero a mi de todas sus películas las que más me gustan son aquellas en las que se mete en el "Lado B" de la vida. En las miserias de lo cotidiano, en todo eso que nadie quiere mostrar pues dañaría la imagen del mundo perfecto e impoluto que desde ciertos reductos se quiere pasar como verdadera. No importa si es para retratar el bajo mundo criminal y toda su brutalidad asesina o para mostrarnos la retorcida y perturbadora mente de un taxista con insomnio que vaga por Nueva York en las noches o para contarnos el ascenso y caída de un boxeador que alguna vez supo ser leyenda, es mi opinión que en este tipo de filmes se puede ver sin distorsiones el alma, la esencia de Martin Scorsese. Cuando salió a la luz el proyecto que tenía junto a Di Caprio para filmar la vida de Jordan Belfort, un broker que amasó fortunas en los 90' en base a acciones inexistentes y un carisma e inteligencia arrolladores - y que cayó más rápido de lo que tardó en llegar a la cima-, mi entusiasmo se fue por las nubes. The Wolf Of Wall Street debe ser sumado a la extensa lista de Greatest Hits de Marty y debería llevarse el gran galardón de la industria - seamos honestos, solo se lo podría sacar la brutal y desgarradora Dallas Buyers Club-. Pero nuevamente la crítica, si bien en general ha sido positiva, fue muy dura desde lo moral y no toleró los innumerables excesos que se ven en pantalla. Han preferido alabar obras mediocres como 12 Years A Slave y American Hustle, siendo esta última una pésima imitación del cine de Scorsese. Ojalá esté equivocado pero por como vienen las cosas creo que vamos derechito a una nueva injusticia en la nueva edición de los Premios Oscar.


The Wolf Of Wall Street posee un guión brillante redactado por Terence Winter que se basa en las memorias homónimas de Jordan Belfort. Este era el apodo que le colocó la revista Forbes tras realizarle aquella famosa entrevista que terminó por catapultarlo a la cima de Wall Street y hacer que su firma "Stratton Oakmont" se convierta en la gran tendencia de aquellos locos años 90'. La voz de Belfort (Di Caprio) es la que nos guía a lo largo de la película en un recurso ya clásico del director y que nuevamente prueba ser 100% efectivo. Le imprime una dinámica especial a la trama y logra de manera magistral que los momentos en los que el protagonista le habla directamente a la cámara se acoplen de manera perfecta a este intenso flujo de escenas donde predominan las drogas - nunca antes se había visto tanta droga en pantalla-, el sexo bien explícito - con desnudos masculinos y femeninos sin culpa alguna-, el dinero en cantidades pornográficas y la ilegalidad absoluta, cuatro cosas que eran la única ley para este pintoresco delincuente. El filme abre y vemos como Belfort llega a Wall Street en los turbulentos años 90' sin nada más que su maletín y su traje barato. Ingresa en la prestigiosa compañía LF Rothschild donde recibe el padrinazgo y el consejo de Mark Hanna (Matthew McConaughey) quien durante un almuerzo - y en una escena memorable que incluye un muy divertido canto tribal con golpes en el pecho y sonidos guturales- le explica como funciona el sucio sistema en el que quiere adentrarse. De una manera muy didáctica se expone la manera en la que operan los brokers de las compañías más poderosas del mundo y como se enriquecen a costa de empobrecer a los inversores mediante falsas promesas. Aún así Belfort en ese momento todavía cree que lo correcto es hacer dinero pero solo si también se hace ganar a los clientes, algo con lo que Hanna claramente no comulga. Pero este ambicioso joven guarda la enseñanza - que incluye también la recomendación de tomar mucha cocaína para mantener el ritmo, tener mucho sexo con prostitutas y masturbarse dos veces al día como mínimo- en el bolsillo para terminar usándola un poco más adelante en el tiempo. En su primer día en la planta principal de esta poderosa empresa, se produce el infame Black Friday y Rothschild quiebra. Los corredores de bolsa pierden su prestigio y Belfort se encuentra viviendo con lo justo cuando hace pocos meses contrajo matrimonio con su esposa Teresa Petrillo (Cristin Milioti). Un buen día consigue empleo en una agencia de poca monta que funciona en uno de esos típicos paseos de compra suburbanos de los Estados Unidos. Allí entra en contacto por primera vez con las Penny Stocks, esas acciones que apenas si valen centavos por ser de empresas sin valor real. El escenario parece desolador, pero en muy poco tiempo la bondad de las Pink Sheets (las hojas donde están listados estos negocios de pacotilla) queda expuesta ante el deseo que tiene Belfort por hacer dinero rápido: la comisión por cada inversión es del 50% cuando en Wall Street cobraba como mucho un 10%. En su primer llamado consigue una ganancia de 2.000 dólares y en unos pocos meses logra hacer una pequeña fortuna, llegando a facturar casi 100.000 dólares mensuales. En medio de esta buena racha conocerá mientras almuerza a Donnie Azoff (Jonah Hill), un extravagante y particular vendedor de muebles que a los pocos minutos de conocerlo deja su trabajo y se pone a sus órdenes. Juntos comenzarán a darle forma a la empresa que los convierta en millonarios y los catapulte al centro del escenario financiero del país. Nace así "Stratton Oakmont", un jugador inicialmente marginal que comienza sus operaciones en un galpón abandonado y al que se suman como entusiastas empleados-fundadores Chester Ming (Kenneth Choi), Nicky "Rugrat" Kosoff (P.J Byrne) y Manny Riskin (Jon Favreau) entre otros. De a poco Belfort los irá moldeando a imagen y semejanza, enseñándoles con un guión como se debe - y puede- vender de manera convincente hasta el mismísimo aire. La lluvia de dinero no se hará esperar y con ella vendrán todos los excesos de quienes se piensan impunes y que se sienten en la cima del mundo. A medida que "Stratton Oakmont" genera ganancias millonarias deja de ser un simple paria en la bolsa logrando llamar la atención de todas las grandes firmas, a las que Belfort delezna con el alma. Su personalidad comienza a cambiar y de ser una persona con valores pasa a ser alguien amoral - al que solo le importa el dinero- y sin límites. Engaña a su esposa con Naomi Lapaglia (Margot Robbie), a quien conoce en una de sus infames fiestas en su mansión y comienza a recorrer un riesgoso camino de decadencia. Los radares del FBI se encienden tras el perfil que publica Forbes y cuando los excesos - desde afeitar la cabeza de una empleada enfrente de todos por diversión hasta una competencia de lanzamiento de enanos, pasando por sexo desenfrenado en el medio de la oficina- salen del ámbito laboral para conformar una leyenda urbana que le da a "Stratton Oakmont" un aura mucho mayor que la que realmente merece. La espiral de descontrol, codicia y delito arrastra a estos perfectos estafadores hacia un punto del que por lo general no hay regreso y donde ellos no serán la excepción a la regla.


Martin Scorsese regresa a las bases y lo hace de una manera magistral. Su trabajo es impecable y consigue atar al espectador a la butaca por más de tres horas. Y lo interesante es que uno se queda con ganas de ver mucho más, algo que parece estar solucionado pues se anunció que el DVD y el Blu-Ray vendrán con una hora extra en lo que asumo que es el corte del director. Scorsese nunca juzga cuando hace este tipo de filmes sino que se limita a mostrar los hechos. Nos abre la puerta del mundo loco de Jordan Belfort, nos deja allí dentro con él y tira la llave muy elegantemente. Se lo ha acusado de entronizar y alabar al protagonista, algo que no posee el más mínimo sentido pues entonces se lo debería acusar de hacerle loas a la mafia o a los psicópatas. En cuanto a la droga y el sexo que se ven sin ninguna censura, lo único que tengo para decir es que encajan a la perfección en una película que es un hermoso y arrollador exceso en sí misma. The Wolf Of Wall Street es un retrato preciso de una sociedad que se cae a pedazos y de Wall Street y su corrupción, pero por sobre todo es una enorme comedia negra llevada con un ritmo perfecto que no se detiene en ningún momento. Muchos críticos dijeron que la historia tenía muchos baches y que era repetitiva, algo que no noté mientras la miraba. Otro comentario fue que el trabajo de edición fue digno de un principiante, afirmación que es cualquier cosa menos verdadera y en la que no vale la pena detenerse más que para reírse un buen rato. La película tiene varias escenas memorables - la charla entre Belfort y Hanna del comienzo, el hundimiento del yate, la destrucción de la Ferrari bajo pleno efecto de la droga, el canto tribal en la oficina, todas las arengas a micrófono en mano de Belfort, el intento de soborno a bordo del yate, etc.- que son para poner en un cuadro, una dirección magistral (y tan desenfrenada como el filme) y unas interpretaciones maravillosas que rompen todo tipo de molde y límite existente.


Ya no quedan dudas acerca de que Leonardo Di Caprio es un gran actor. Es de los mejores de su generación y también es uno de esos que van a pasar a la historia dorada del cine - y que también la escriben-. Más allá de que la Academia siempre lo ignore es una realidad que desde This Boy's Life (1993) - en la que casualmente compartió cartel con Robert De Niro-, este talentoso californiano no ha dejado de entregarnos excelentes actuaciones. El perfecto combo de este año formado por The Great Gatsby y The Wolf Of Wall Street fue demasiado grande como para ser dejado de lado por enésima vez (piensen que para estos tipos lo que hizo en J. Edgar no fue suficiente, así que era posible que mirasen para otro lado de nuevo). Su quinta colaboración con Scorsese es lo mejor que ha filmado en su carrera, algo que es muy elogioso si se considera que su nivel siempre se mantuvo en un nivel muy alto desde sus primeros protagónicos. Aquí logra seducir por completo y acaparar la atención durante cada escena del filme - presten atención a esa memorable en la que intenta comprar a los agentes del FBI a bordo de su lujoso yate- para terminar de consagrarse aún ante sus detractores más férreos. Con una preparación física impecable logra personificar de manera más que ideal a Jordan Belfort en ese momento en el que su vida era una fiesta interminable. Nos transmite toda su fuerza, su ego, su machismo, su degeneración, su exceso permanente y su lucha por sostener algo por lo que considera que trabajó duramente y que por ende merece. Di Caprio da en la tecla otra vez y logra una maravillosa transformación de su personaje desde la timidez e ingenuidad iniciales hasta la locura, el mesianísmo - él y sus acólitos conforman una secta de manual en la que él es el líder adorado por sus agradecidas masas- y el sentimiento de invencibilidad desaforados que lo posesionan a medida que llega el éxito. Este Self-Made Man, de los pocos en Wall Street que no nació en una cuna de oro, encuentra quien lo interprete a la perfección en un Leonardo Di Caprio que merece ganar de una vez por todas el Oscar como Mejor Actor Principal para poder sacarse de encima ese lastre y seguir adelante con lo suyo.


¿Que decir del resto del casting? Primero que es brillante y que la selección no podría haber sido mejor. Jonah Hill sigue demostrando que además de ser un comediante espléndido es también un actor - y con el perdón por el término- de puta madre. Su dupla con Di Caprio es hilarante a la hora de la diversión y muy profunda en los momentos más oscuros de la película, que es los que sale a relucir su habilidad para pasar de un género a otro en una misma escena. En varios tramos del filme es quien lleva la voz cantante y nos entrega las escenas más divertidas con ese oficio y talento que lo caracterizan desde su genial irrupción con Superbad (2007). Su personaje es en apariencia inofensivo y simpático pero con el correr del filme demuestra ser igual o más amoral que Belfort llegando a exhibir niveles de inhumanidad realmente escalofriantes. A Margot Robbie no la conocía y a decir verdad esta australiana no desentona. Al principio parece ser solamente una rubia tonta, un estereotipo clásico, pero termina desenvolviéndose como una mujer con mucho carácter que no tiene problema alguno en plantarle cara al desastre que tiene como marido. En una carrera que viene en franco ascenso, Robbie se anota muchos porotos con esta muy buena interpretación bajo la dirección de un mito como Scorsese. Matthew McConaughey posee una muy breve intervención pero esta merece ser resaltada porque es más que excelente y además un delirio astronómico. Los primeros minutos del filme son propiedad de este enorme intérprete y sinceramente me hubiese encantado verlo un poco más en pantalla, más allá de que su personaje tiene un rol específico pero clave en la historia. Jean Dujardin renueva credenciales tras The Artist y está perfecto en la piel de un banquero suizo con menos escrúpulos - pero más experiencia, conocimiento y sentido común- que Belfort. La química con Di Caprio es también muy buena y los pasos de comedia que tira dan justo en el blanco. Rob Reiner como el preocupado y malhumorado padre de Jordan, P.J Byrne como un socio bastante pelotudo y exhibicionista (FUCKING RUGRAT, frase que no puedo parar de repetir), el genial Jon Bernthal como el contacto que los ayuda a lavar dinero desde afuera y Kyle Chandler como un honesto y trabajador agente del FBI que da caza a Belfort son los otros actores que con menos protagonismo - y con mucho brillo- llevan adelante a la película. Como partenaires nunca están desubicados y cada uno de ellos posee su gran momento dentro de la trama.


The Wolf Of Wall Street es una excelente comedia negra de Martin Scorsese con el agregado de que todas las situaciones bizarras, delirantes, asquerosas y violentas que vemos pasar frente a nuestros ojos no son un invento del director. Todas las situaciones sucedieron y por eso me pareció muy particular que la sala - llena hasta el último asiento- se riese a carcajadas en escenas realmente jodidas y que retratan lo peor del ser humano como la de la violación a la azafata en pleno vuelo. Un ejercicio social más que interesante que deja al desnudo la hipocresía de una sociedad cada día más podrida y que nunca aprende de sus errores. Esto es lo que Scorsese trata de explicarnos con esta montaña rusa imparable y salvaje: que los culpables de la decadencia somos nosotros y no Jordan Belfort pues él es el producto lógico de algo que no anda para nada bien. Ese deseo irrefrenable de ser como él, de obtener fortunas sin importar a quienes debamos dejar en el camino para lograrlo es lo que nos ha arruinado por completo. Esa pérdida de humanidad que el director nos tira en la cara con esa impresionante escena del final en la que cientos de clasemedieros que viven con lo justo pagan para asistir a las conferencias motivacionales que Belfort da luego de su breve paso por la cárcel. Él les pide lo mismo que le pidió a sus socios antes de armar su empresa: que le vendan una lapicera. Ese esfuerzo por lograr ese objetivo tan simple en los papeles pero tan complicado en la realidad y esas caras llenas de ilusión por ser el próximo elegido son el mensaje que The Wolf Of Wall Street nos deja. Y es sencillamente devastador. De pie señores.


Puntaje: 11/10 (No es un error de tipeo sino una pequeña licencia que me tomo para este caso especial. Si pudiese le pondría infinito sin dudarlo por siquiera un segundo...) 














      

jueves, 23 de enero de 2014

American Hustle

Es indudable que David O. Russell ha logrado un gran prestigio en el universo cinematográfico. Con filmes interesantes y potentes como Three Kings, The Fighter (ganadora de dos premios Oscar y 42 premios más) y Silver Linings Playbook (que por su parte cosechó 1 Oscar y otros 61 premios) ha convencido a Hollywood de que es uno de los directores más completos y vibrantes del momento. A mi parecer esto no es así. David O. Russell está demasiado sobreestimado por la crítica cinematográfica y personalmente no logro entender que es lo que la mayoría ve en él para alabarlo tan exageradamente. Dejemos en claro una cosa: sus películas en sí mismas no son malas - lo mejor de ellas son las relaciones planteadas entre los personajes- pero tampoco son la gran maravilla del séptimo arte que se anuncia siempre. Su nuevo filme American Hustle ha sido rápidamente elevado al nivel de obra maestra por parte de la crítica a lo largo y ancho del mundo. En sitios como Rotten Tomatoes y Metacritic - que marcan el termómetro del cine- ha alcanzado niveles superiores al 92%, un privilegio al que acceden muy pocos largometrajes en los tiempos que corren. Tras haber sobrevivido - y a duras penas- a sus dos horas y casi quince minutos mi disconformidad con el trabajo del director y el de los actores es muy grande si se lo compara con todo lo que se infló a esta película desde antes de su fecha de estreno.


La década del 70' es una época que fascina a David O. Russell y él mismo se ha encargado de decirlo en todas las entrevistas que le han hecho. Tal vez sea por eso que la recreación que lleva adelante es impecable, en especial en lo que respecta al vestuario. Este es hermoso, siendo el femenino aquel que sobresale ya que mezcla lo clásico, lo lujoso y lo osado sin jamás llegar a ser vulgar. El guión está basado en una conocida operación llevada a cabo por el FBI a fines de los años 70' para poner tras las rejas a una serie de políticos corruptos, entre los que había un Alcalde y varios congresistas de renombre. Irving Rosenfeld (Christian Bale) es un estafador de poca monta que un buen día conoce a Sydney Prosser (Amy Adams) en la fiesta de un amigo suyo. Al poco tiempo se hacen amantes y él logra convencerla de trabajar junto a él estafando a todas las personas que se presten a ello. Ella inventa una falsa identidad y se presenta como una Lady británica que posee contactos con los bancos e inversores más importantes de su país. De a poco estos dos busca vida comienzan a ver como su negocio pasa de ser discreto a muy exitoso - hola The Wolf Of Wall Street ¿Que tal?- reportándoles mensualmente grandes cantidades de dinero. Queda claro que la base de sus ganancias es ilegal - pues venden acciones bancarias que no poseen- y al poco tiempo se encuentran en el radar del FBI. Este es el momento en el que entra en el juego un alocado e impulsivo Agente del FBI llamado Richie DiMaso (Bradley Cooper) que - a cambio de no ir a la cárcel- les propone ser parte de un elaborado plan para hacer que Carmine Polito (Jeremy Renner), el Alcalde de Nueva Jersey, muerda el anzuelo y acepte un millonario soborno de parte de un Jeque inexistente para lograr atraparlo "con las manos en la masa". Se adentran en un ambiente donde tendrán que vérselas con la mafia y con empresarios realmente poderosos para poder llegar a su objetivo. El operativo es más bien complicado y no está exento de riesgos. Pero el intrincado juego entre sexual y romántico que se da entre los tres personajes y la potente entrada a este juego de Rosaline Rosenfeld (Jennifer Lawrence) - la mujer de Irving, madre de su hijo- van a ser los factores que lo coloquen al borde del fracaso.


La historia es razonable y más allá de no ser impresionante y/o novedosa, tiene todos los ingredientes para interesar al espectador. El problema es que la cocción es defectuosa y por ello el resultado final no logra ni divertir, ni entretener ni sorprender. La conclusión es que estamos parados frente a un filme demasiado largo que antes de haber superado su primera hora de duración, se convierte en un tedio insoportable cuyas escenas nos remiten a varios filmes que ya hemos visto hace tiempo. Hilemos un poco más fino para dejar este punto bien en claro: American Hustle es un pastiche Boogie Nights (lo que fue el despegue estelar de Paul Thomas Anderson), The Departed, Casino y Goodfellas (tres grandes filmes de Martin Scorsese, el maestro de este género). El caso que hace de fondo de la trama es el MacGuffin que el director utiliza para desarrollar en un plano principal las relaciones enfermizas entre los cuatro protagonistas, algo que también hizo en Silver Linings Playbook aunque con mayor efectividad en aquella cinta. En American Hustle el director apuesta por un sentimentalismo berreta que a esta altura de las cosas solo es utilizado como cliché en filmes parodicos o que directamente son muy malos. Es innecesario decir - pero se aclara por la dudas- que todo está muy forzado, es demasiado artificial y que por estas dos cosas no logra convencer en ningún momento.


Los guiños para la Academia están todos presentes y son tantos que lastiman los ojos. Hagamos un veloz repaso: un Christian Bale deformado, con una panza tamaño ballena y un peluquín ridículo; la escena en la que Jennifer Lawrence canta a viva voz "Live And Let Die" en su casa; el calculado destape de Amy Adams; el cameo no acreditado de Robert De Niro - que es lo mejor de la película sin dudas- en la piel de un mafioso muy poderoso y sanguinario. Ustedes dirán que esto es algo irrelevante pero aunque parezca mentira son detalles que los "prestigiosos" miembros del jurado de los premios Oscar toman en consideración para decidir quien gana y quien se va a casa con el mote de "gran perdedor".


Las actuaciones son un tema aparte. En general están bien, pero me atrevo a discrepar con la mayoría de los críticos que vieron trabajos deslumbrantes y muy divertidos. Christian Bale es un gran actor, uno de mis preferidos ya que no le teme a ningún papel, pero que aquí se encuentra atrapado por un rol que es muy chato y nada fuera de lo común. El cambio físico está sin dudas logrado pero su performance no es para nada descollante - ni mucho menos siquiera- con lo que es evidente que no estoy de acuerdo con su presencia en la terna para Mejor Actor Principal. Bradley Cooper está demasiado forzado y muy por debajo de su reconocido talento. Se empecina en exhibir de manera casi pornográfica la locura de su excéntrico DiMaso y se olvida de actuar, con lo que todo en él - hasta las partes donde debería ser gracioso, que es su zona de comfort- está fuera de lugar. Amy Adams viene ganando un premio tras otro por su interpretación y a su favor tengo que decir que incursiona sin miedo en un tipo de personaje del que no es habitué. En los papeles su Sydney Prosser es el más completo e interesante de todos los personajes, pero la de Adams no es una de esas actuaciones que encandila - y que hace ganar un Oscar- sino más bien una que bordea muy peligrosamente lo insulso. Jennifer Lawrence redondea un muy buen trabajo pero tiene-  y en una pésima decisión de O. Russell- un rol demasiado secundario que le reserva muy pocos minutos en pantalla. La presencia de su personaje es muy importante para el desarrollo de la historia, pero al ser tan marginal nos deja pensando en el porqué de sus esporádicas intervenciones ya que cada una de estas corrige el bajo vuelo de American Hustle. Por último llegamos a Jeremy Renner, otro de los grandes intérpretes de su generación que aquí también se encuentra con un registro muy distinto a los que nos tiene acostumbrados pero que sale con la frente muy en alto. Una nominación para Mejor Actor Secundario hubiese sido más que merecida y correcta.


Con American Hustle, David O. Russell no nos muestra nada que no hayamos visto ya de la mano del gran Martin Scorsese a quien imita de manera descarada y - como si con esto no fuese suficiente- de una manera digna de un amateur recién salido de la escuela de cine. La trama, además de no poseer ni sorpresa ni movimiento, está llena de huecos y de incoherencias que sumadas a la poca profundidad de las actuaciones - solo se salvan Jennifer Lawrence y Jeremy Renner- dan como resultado un producto por sobre todo mediocre que no es ni por asomo ese trabajo brillante del que todos hablan. Entonces ¿Para que gastar nuestro preciado tiempo en ver American Hustle? Mejor miremos los filmes originales de Scorsese y no esta copia de muy dudosa calidad que nos llega de la mano de un director que, a fin de cuentas, no es gran cosa.


Puntaje: 5/10

miércoles, 22 de enero de 2014

12 Years A Slave

Este filme dirigido por el genial Steve McQueen (Shame, Hunger) es el gran ganador de lo que va de la temporada de premios y es un firme candidato a quedarse con el Oscar a Mejor Película en un mes y monedas. Yo espero que esto no suceda, pues es una de las películas más chatas del año pasado. Tuvo un gran operativo publicitario que ha embelesado a toda la crítica, que la considera una obra maestra, aunque la realidad es otra. Hay una expresión que me encanta: "vendehumo". Los argentinos usamos mucho para describir a las personas que se inflan demasiado a sí mismos para luego demostrar que detrás de todo ese discurso no hay nada fuera de lo común o - mucho peor- algo realmente mediocre. 12 Years A Slave ha sido vendida como EL filme definitivo acerca de la esclavitud, al punto de ser glorificada por todos los progres de nuestras pampas. Se nos dijo que por primera vez se hablaba en Hollywood en serio y de una manera profunda acerca de un tema tan molesto para los norteamericanos aún al día de hoy. Si le agregamos a esto la envergadura del profesional que se colocó detrás de las cámaras, era muy difícil creer que el producto final podía ser malo. Si bien no es un pésimo filme, tampoco es la maravilla de la que tanto nos hablaron. Apenas si supera - y solo de ratos, más que nada por algunas actuaciones- la media general de las películas acerca de este tema y nunca logra convencer del todo. Se puede decir, y retomando el concepto que acabo de enunciar, que emana una masiva cantidad de humo.


El guión está basado en la historia real de Solomon Northup, un hombre libre que vivía en Nueva York con su familia cuando fue secuestrado por dos oportunistas y vendido como esclavo con una identidad falsa. La historia nos sitúa en los años previos a la Guerra de Secesión y es un preciso retrato de lo que era el Sur de los Estados Unidos. Solomon (Chiwetel Ejiofor) primero pasará por la plantación de un hombre noble y lleno de buenas intenciones llamado Ford (Benedict Cumberbatch) en la que recibirá todo su apoyo e incentivo. Tras un incidente con uno de sus cuidadores, es vendido a Edwin Epps (Michael Fassbender) un cruel, sádico e hipócrita millonario que disfruta con el sufrimiento de sus esclavos. Si bien su padecimiento es total es en este lugar donde conocerá a una persona que va a ser clave para su futuro, un canadiense llamado Bass (Brad Pitt) que es un activo militante anti-esclavitud y con el que traba una buena relación. En este arduo y épico recorrido, cruzara caminos con una esclava llamada Patsey (Lupita Nyong'o) que también marcará su vida para siempre.


La historia busca ser épica y en líneas generales lo consigue. El material original es muy interesante y en buenas manos es muy difícil que derive en un filme de mala calidad. Más allá de estar bien desarrollado, el enfoque que elige McQueen no es para nada novedoso. Como ya expliqué, se muestra como vivían los esclavos en los Estados del Sur en los años anteriores a la guerra. El elemento central es el secuestro de hombres de color libres y su posterior venta a traficantes de esclavos. No es una arista que el cine haya abordado en profundidad, es verdad, pero no nos cuenta nada que no sepamos. Sin lugar a dudas que al ser una historia real - y encima acerca de un tema tan sensible- logra conseguir el interés del espectador de manera inmediata. Es imposible no conmoverse y enojarse ante la inhumanidad a la que fue sometido Solomon Northup por doce años consecutivos. Esto el director oriundo del Reino Unido lo sabe y por ello mismo hay que remarcar que fue muy inteligente al elegir la manera en la que cuenta la historia. La combinación entre sendos flashbacks y flashforwards le agregan un poco de dinamismo a un guión estático que en varios momentos se torna tedioso y demasiado moralista.


Las actuaciones de Chiwetel Ejiofor y Lupita Nyong'o son buenas pero no se acercan ni un poco a todo lo que se dice de ellas. No son maravillosas y de a ratos parecen bastante forzadas. Chiwetel se desenvuelve bastante bien pero no logra imprimirle a su personaje toda la emoción necesaria, aunque si su fuerza de voluntad (esa cara de sufrido que tan bien le sale). Redondea un buen trabajo pero este no termina siendo del todo creíble. El caso de Lupita a mi me desconcertó pues no entiendo que es lo que hay para alabar de su performance. Cumple con su rol de manera efectiva, pero no deslumbra en ningún momento. Lo mejor de la película viene de la mano de las tres estrellas (Pitt, Fassbender y Cumberbatch) que aquí tienen roles secundarios y que entre los tres suman como mucho 35 minutos de pantalla. 12 Years A Slave es un monólogo de su protagonista principal que solo toma un poco de aire cuando llegan a relevarlo estos tres grandes actores.


La dirección de Steve McQueen y la recreación de la época son perfectas. Pero si a mi me dan a elegir,  a la hora de ver un filme que vaya a fondo con el tema de la esclavitud en los Estados Unidos  yo me quedo con la genial y políticamente incorrecta Django Unchained del maestro Quentin Tarantino. Su manera de abordar el tema es entretenida, sangrienta y dinámica pero no por ello poco profunda o poco seria - más bien todo lo contrario-. 12 Years A Slave es un drama bien filmado pero que carece de movimiento y novedad. No merece ninguno de los premios que ha cosechado hasta el momento y mucho menos el Oscar. Pero con la Academia uno nunca sabe.


Puntaje: 6.5/10 




martes, 21 de enero de 2014

Dallas Buyers Club

La historia de Ron Woodroof es conmovedora por donde se la mire. Es imposible no ser alcanzado por la potencia y el dolor de su lucha en simultáneo contra una enfermedad como el SIDA y contra los negociados que las compañías farmacéuticas llevan a cabo jugando con la vida de los pacientes. Esta biopic titulada Dallas Buyers Club - nombre de la empresa mediante la cual Woodroof distribuyó medicamentos no aprobados por la FDA al ver que los que tenían su sello solo empeoraban la salud de los infectados con el virus del HIV- es un impactante tour de force que nos lleva por la vida de una persona que de un día para el otro vio como su mundo se derrumbaba a pedazos. Dirigida por Jean-Marc Vallée (The Young Victoria) - cuando no, otro olvidado por la cada año más chistosa Academia- es un excelente y polémico filme que no deja lugar incómodo por tocar. Que dispara allí donde más duele, donde la hipocresía de la sociedad queda al descubierto.

Estamos en el año 1985, pleno auge del SIDA. Ron Woodroof (Matthew McConaughey) es un Red Neck típico del Sur de los Estados Unidos. Reside en Dallas, Texas donde se gana la vida siendo electricista y ocasionalmente participando en los campeonatos semanales de rodeo. Tras una escena inicial cargada de voltaje - gran cámara subjetiva- nos encontramos ante una persona que lucha con una molesta tos que a esa altura parece una neumonía mortal. Cada día más débil, continúa fumando, tomando y drogándose sin cesar. La vida es una fiesta para este texano lleno de asco y odio contra los homosexuales. Un buen día cae desmayado y va a parar a un hospital estatal. Allí le hacen unos análisis de sangre y tras repetirlos varias veces llegan a la conclusión de que posee el virus del HIV. Tras la negación inicial, Woodroof se da cuenta que le quedan como mucho treinta días de vida - es lo que los médicos le diagnostican-. Entonces comienza a buscar desesperadamente una nueva droga que, según le contó la doctora Eve Saks (Jennifer Garner), está siendo probada por la compañía en el mismo hospital. Ron soborna a un enfermero que le consigue todas las dosis que el le exige, pero su salud no hace más que empeorar pues además de llenarse de ese medicamento él tampoco cambia su salvaje estilo de vida. Cuando lo internan nuevamente, comienza a hablar con Rayon (Jared Leto) un transexual que es su compañero de cuarto y también está infectado con el virus. Con el dato del enfermero que lo provee, viaja a México para ver a un médico apellidado Vass que - según su contacto- puede darle más AZT. Llega en paupérrimas condiciones y lo primero que escucha de boca de este profesional de la medicina es que el AZT en realidad es veneno. Allí es tratado por unos meses con DDC y Péptido T - que no son legales en Estados Unidos- y logra una milagrosa recuperación. Aquí es el momento en el que Ron decide cruzar la frontera con un gran cargamento de estas dos drogas y comenzar a venderlas a los otros pacientes con HIV del hospital. Lo que empieza como un simple negocio, de a poco va convirtiéndose en algo muy diferente. Comienza una dura y valiente lucha, una que fue dada por Woodroof hasta la última de las consecuencias.


El personaje principal es realmente interesante. Verlo ser víctima de los mismos prejuicios que conformaban su sentido común - encima recibiendo el rechazo de parte de sus amigotes de toda la vida- es tremendo. En un solo movimiento pasa a ser un paria absoluto, un renegado en una sociedad que hasta hacía muy pocos días lo consideraba uno de los suyos. El juego de las corporaciones está muy bien explicado y retratado así como cuan podrido está el sistema económico y legal como para permitir que esto nunca pare. Su dinero son las vidas de los pacientes y ellos no tienen ningún problema en apostarlas cuando hay una posibilidad de ganar millones y millones de dólares. El AZT fue aprobado aún con la mayoría de resultados negativos en sus pruebas y se convirtió en la droga más cara de la historia de la medicina. La pelea dada por Ron y Rayon - quien pasó a ser su socio y mejor amigo- desde el "Dallas Buyers Club" es digna de aplauso y no debe ser olvidada nunca. Ambos se dieron cuenta de que la cura milagrosa que se vendía no existía ni iba a existir por décadas. Que estaban casados con la enfermedad y que lo que debían hacer era lograr alargar y mejorar la vida de todos los que la padecían. Es una tarea muy compleja la que se propuso el director, pero logró dar en el centro gracias a un excelente guión y a las maravillosas interpretaciones de sus dos enormes y talentosos protagonistas principales.


La carrera de Matthew McConaughey es algo pocas veces visto. Lo que comenzó siendo un anda más bien irregular, donde más que nada se dedicaba a mostrar sus trabajadísimos abdominales, ha derivado en la definitiva consagración como uno de los mejores actores de su época (privilegio que comparte con otro de los nominados al Oscar como Mejor Actor, Leonardo Di Caprio). Sus últimos 6 filmes sirvieron como el trampolín que lo impulsó hacia el estrellato, hacia el favor y gracia - bien merecidos- de Hollywood y el resto del universo cinematográfico mundial. Su Ron Woodroof es su mejor interpretación hasta el momento y a decir verdad coloca la vara demasiado alta. Va a ser complicado que algún actor supere este trabajo, al menos por los próximos años. El cambio físico que lleva adelante es maravilloso, solo igualado por el de Christian Bale en The Machinist, y lo que le agrega desde lo interpretativo es sensacional. Debería ganar el Oscar a mejor actor, aún por sobre Di Caprio pues está un pequeño escalón por encima de este. Ya se verá, pero por lo pronto lo que hace en Dallas Buyers Club es una gema.


Jared Leto es uno de esos actores que saltó del mundo de la música hacia el del cine. Pero es de los pocos que lo hizo con éxito y que consiguió continuidad y fama. Su cambio corporal también es increíble - recordar su interpretación de Chapman, donde tuvo que engordar más de 40 kilos- y además de bajar de peso de una manera muy peligrosa le suma un trabajo lleno de angustia y desencanto que lo deja a uno con un nudo en la garganta. El dolor y la necesidad de ser amado que posee Rayon pueden hacer llorar hasta a las piedras.


Ambos actores llevan el filme a la perfección y su química es simplemente espectacular. Jennifer Garner se ve opacada por tanto brillo, pero se acomoda en su rol secundario para acompañar de una manera más que óptima. Su Eve Saks es una profesional intachable que se debate entre su obediencia hacia su superior en el hospital y su deber profesional como médico y moral como ser humano.


Dallas Buyers Club es una película que va directo a convertirse en un clásico. Está muy bien dirigida, posee un guión magistral que maneja equitativamente las emociones, tiene a dos actores principales que hacen el trabajo de sus vidas y plantea un interesante debate acerca de la amoralidad de la industria farmacéutica. Es el desgarrador de un hombre que ante una circunstancia trágica eligió luchar para mejorar la vida de los que también vieron como su existencia cambiaba para siempre con la llegada de esta agresiva y misteriosa enfermedad, de la que casi nada se sabía en los 80'. Ron Woodroof fue un luchador que no se dejó vencer por nada ni nadie y que merecía un homenaje como este. Uno que estuviese a su altura.


Puntaje: 10/10


domingo, 19 de enero de 2014

The Family

Durante los últimos 15 años no he hecho más que escuchar quejas y críticas muy duras - e infundadas- contra Robert De Niro. Nunca nadie se atrevió a negar su enorme talento - es quizás el actor más talentoso de su época y uno de los más grandes de la historia sin dudas- pero el argumento repetido a mansalva era que "actúa de taquito". Es decir que elige papeles que no son muy exigentes y que puede lograr con el mínimo esfuerzo requerido. Yo pienso que de las últimas películas que protagonizó, la que fue realmente mediocre es Killing Season (2013) pero no por él sino por una historia bastante mala y un guión que limitaba al máximo a su personaje. Si uno mira su larga filmografía se va a dar cuenta muy fácilmente que no hay un filme que haya sido un desastre ni que haya destruido siquiera un poco su impresionante reputación. El año pasado, el neoyorquino fue nominado nuevamente a los Premios Oscar como Mejor Actor Secundario por su gran interpretación en Silver Linings Playbook de David O. Russell. De a poco algunas voces comenzaron a decir que en realidad lo que pasaba era que los papeles que le ofrecían no estaban a la altura de su leyenda, algo con lo que coincido de manera parcial. En estos últimos 15 años, él decidió participar en ciertos proyectos con la saga de The Fokkers o Machete con el mero objetivo de divertirse y hacernos reír un poco. Incursionó en el género policial nuevamente con Freelancers, Righteous Kill (reunido con Al Pacino una vez más, para nuestro deleite) y Red Lights que fueron más bien regulares pero en las que sus performances fueron más que óptimas. En Killer Elite se metió a jugar de Stallone un ratito acompañado por Jason Statham y tenemos su más reciente gema escondida que es Being Flynn, una película que voló por debajo del radar pero que es excelente. Cuando estrenó hace unas semanas The Family, esas inquietantes y molestas voces críticas volvieron a escucharse aunque esta vez con mucha menor fuerza y fiereza. Robert De Niro ha ganado una batalla y por knock out en el primer round.


The Family está dirigida por el francés Luc Besson (un aficionado al cine cargado de adrenalina y emociones fuertes) y es un gran homenaje - con tono de parodia- a las películas acerca de la mafia. Giovanni Manzoni (Robert De Niro), un ex Capo caído en desgracia, viaja de manera constante con su familia bajo identidades falsas. Se encuentran dentro del sistema de protección de testigos del FBI luego de que él entregó a varios de sus viejos socios en el crimen. Llegan al pequeño pueblo de Normandía en Francia y bajo el apellido Blake se disponen a iniciar una nueva vida. El problema es que la cotideaneidad del pueblo se torno insoportable tanto para sus dos hijos (John D'Leo y Dianna Agron) como para su mujer (Michelle Pfeiffer). El choque cultural, plagado de clichés, con los franceses se produce desde el primer momento. A su manera todos logran llamar la atención y meterse en problemas en su primer día como habitantes de Normandía, demostrando que los viejos hábitos nunca mueren. En paralelo, una de las personas que está presa debido a la ayuda que prestó Giovanni al FBI emprende una búsqueda incesante para dar con aquel que arruinó su vida y sus negocios.  Para ello deberá quebrar el cerco establecido por el Agente Robert Stansfield (Tommy Lee Jones) que cuida de él siguiendo cada uno de los pasos que da hace varios años, aunque casi nunca logra que se mantengan fuera del foco de atención.


La trama está llena de lugares comunes - algo que en este caso no molesta en lo absoluto- y hasta posee un homenaje muy divertido al mismo De Niro cuando este ex Capo Mafia va a al club de cine local como invitado de honor a la proyección de una cinta norteamericana. Cuando la copia se pierde, el que maneja el club consigue solucionarlo pasando otro filme: Goodfellas. La referencia a Married To The Mob en lo que respecta a Michelle Pfeiffer es inevitable y no por ello es algo negativo. The Family es una comedia negra que funciona como una muy buena parodia de las películas que retratan a la mafia y que fueron protagonizadas por sus dos actores principales. 


Robert De Niro está genial y en plena forma. No actúa "de taquito" en ningún momento y a cada acción que realiza exuda talento. Tommy Lee Jones y Michelle Pfeiffer está muy bien y su química con De Niro es lo que le da gasolina a The Family. Nadie puede dudar tampoco del talento de estas dos estrellas consagradas hace décadas, pero aquí se encargan de decirnos que todavía vamos a ver mucho de ellos en la pantalla grande. La sorpresa la aportan los jovenes John D'Leo y Dianna Agron que se acoplan a la perfección a un elenco lleno de grandes nombres y le agregan lo suyo a la película. Él como un pequeño mafioso en potencia y ella como una mujer con carácter demasiado fuerte y una sensibilidad extrema al mismo tiempo, dejan su huella y le suman otra perla a su sorpresivamente extenso collar de filmes en los que participaron y/o fueron protagonistas.


The Family es una muy buena comedia negra. Hace reír a carcajadas a todo momento y se ríe sin ningún complejo de sí misma. La dirección de Luc Besson es digna de sus antecedentes aunque - y para bien- la acción, las explosiones y los disparos llegan recién al final. Más allá de estar amontonados en los diez minutos finales, funcionan perfectamente y le dan un cierre lleno de velocidad y sangre al filme. 


Puntaje: 8/10

sábado, 18 de enero de 2014

Escape Plan

Sylvester Stallone está nuevamente nominado en los premios Razzie (los anti-Oscar, la gran pelotudez de Hollywood después de los mismos Oscar) por su rol en Escape Plan. Imaginemos que un buen día de estos el gran Sly nos entrega el mejor filme de la historia con el agregado de su interpretación física y razonable de siempre. Ni aún así dejarían de nominarlo ya que hay un ensañamiento entre los críticos "gourmet" (lease: pajeros) de cine contra todo lo que Stallone representa y que a mi me encanta. Escape Plan es otro filme clásico de este gigante del cine de acción con el agregado de que su co-protagonista es Arnold Schwarzenegger, la otra gran estrella de este viejo y entrañable género que tuvo su edad de oro en los 80'. Solamente busca entretener y, por suerte, no posee ningún tipo de pudor al respecto. Estamos ante el renacimiento de este tipo de películas y lo único que hace la mayoría es quejarse. Todo lo que Sylvester Stallone protagonizó desde su estelar regreso al género con Rambo (2008) hasta este filme - y no se olviden que se viene Grudge Match con Robert De Niro- sin dudas que ha sido de lo mejor del genero en estos últimos 10 años. Estamos hablando de los productos más sinceros y brutales que hemos visto pasar por la pantalla grande. El prejuicio general es que estos actores nunca pudieron despegarse de la sombra de los roles que los llevaron a la fama y que se pasan de filme en filme repitiéndose como un cliché eterno. Este tipo de pensamientos es un insulto a la inteligencia de cualquier espectador y de estos dos fenómenos.


Escape Plan posee un guión que sorprende y mucho. Un equipo especial dirigido por Lester Clark (Vincent D'Onofrio) y Ray Breslin (Sylvester Stallone) se encarga de probar si las prisiones de máxima de seguridad de los Estados Unidos son en realidad a prueba de escape. Junto a Abigail (Amy Ryan) y Hush (50 Cent) son un grupo muy eficaz y trabajador que lleva adelante todos los encargos de manera perfecta. Breslin ha elegido pasar una vida dentro de las cárceles más seguras del país y ha escrito libros al respecto, convirtiéndose en un gurú para los constructores de estas instalaciones. En la secuencia inicial, se nos explica muy didácticamente cual es el ABC de toda fuga y a decir verdad lo hacen parecer demasiado fácil. Unas semanas después de su último trabajo, al empresa es contratada por una prisión de la que no reciben muchos datos más que un jugoso cheque. Cuando se dispone a ir hacia este misterioso lugar, y ya situado en el punto donde pautaron que se lo recogería, es atacado brutalmente por unos hombres enmascarados y sedado. Le quitan el rastreador que lleva bajo la piel y así sus compañeros quedan completamente desconectados. Cuando Ray despierta, se va a dar cuenta de dos cosas: que está aislado y que se encuentra encerrado en un lugar que supera el ideal del panoptismo. Su tarea ahora será sobrevivir a la brutalidad y la vigilancia extrema de Hobbes (Jim Caviezel), su sádico director y en el medio intentar escapar de un lugar que parece infranqueable. Para ello contará con la ayuda de otro prisionero llamado Emil Rottmayer (Arnold Schwarzenegger) con el que hace buenas migas de entrada.


La química entre Stallone y Schwarzenegger no puede ser mejor, al punto que conforman una dupla muy divertida que nunca se pisa entre sí. Intercambian el protagonismo de una manera muy coordinada, aunque nada puede evitar que nos demos cuenta que Arnie es mucho más carismático y mejor actor que Sly que más allá de esto lleva el protagonismo sin ningún problema. Y claro que los dos hacen los infaltables chistes sobre ellos mismos y sus anteriores papeles, pero son pocos y bastante graciosos a decir verdad. Los dos le ponen el cuerpo a todas las escenas de acción, que tampoco son pocas, lo cual sirve para probar que sus estados físicos son 100% resistentes al paso del tiempo. Jim Caviezel está muy bien como un director muy hijo de puta y Vinnie Jones - un tipo que me encanta, por más que siempre haga lo mismo- le suma su locura enfermiza y su violencia habitual.


La trama de Escape Plan es inteligente y se basa en un juego de alianzas cambiantes donde cada detalle es importante. Los giros sirven para destrabar algunos momentos en los que sobran las trompadas y los tiros y se necesita con urgencia un poco de diálogo - que no falta, tranquilos-. La resolución de la historia es excelente y con sus actuaciones estos dos viejos, pero no oxidados, héroes de acción prueban que pueden hacer mucho más que pegar, disparar y mostrar sus gigantescos músculos. La dirección del sueco Mikael Hafstrom es frenética y logra transmitir al espectador esa escalofriante sensación de encierro que sienten los personajes. Estamos ante el verdadero cine de acción de los 80'- y encima de la mano de sus dos más grandes exponentes- pero actualizado y mejorado técnicamente. Coincidan conmigo en que no se puede pedir nada más.


Puntaje: 8/10

jueves, 16 de enero de 2014

Carrie

Con la versión cinematográfica de Carrie dirigida por Brian De Palma, que tuvo su estreno en el año 1976, era más que suficiente. Una remake no era necesaria en lo absoluto pues no había mucho más que agregar, aún con las libertades que De Palma se tomó respecto al libro de Stephen King. Es verdad que esta nueva versión dirigida por Kimberly Peirce (directora de la muy buena Boys Don't Cry) se apega un poco más al libro, pero no llega en ningún momento a igualar a la película que busca imitar y/o homenajear. Las actuaciones son chatas y la tensión y violencia presentes en la película original brillan por su ausencia.

La historia de Carrie White la conocemos todos. Esa adolescente reprimida por una madre religiosa hasta el extremo, que la golpea y la encierra en un cuarto debajo de la escalera para que rece y reflexione acerca de sus acciones o pensamientos - da lo mismo- impuros que ella considera que ofenden al Señor. Víctima de un abuso casi criminal en la escuela, un buen día a Carrie le viene por primera vez. La mala suerte es que el momento ocurre en las duchas de la escuela, con todas sus compañeras allí. Al no saber que es lo que le sucede, comienza a gritar pensando que se está desangrando viva. Pasa a ser - como si no fuese poco con lo que ya venía cargando- la gran broma de la escuela a medida que la anécdota se dispersa entre todo el alumnado. En medio de todo esto el muchacho más guapo y popular de la secundaria la invita al baile de graduación. Ella va ilusionada, asegurándose de una manera muy creativa que su madre no arruine su noche especial, pero todo termina en una tragedia de gran magnitud con sangre y fuego por doquier. Un espectáculo visual que funciona como una sinfonía perfecta para cerrar una historia más bien macabra y retorcida.


Sissy Spacek era ideal para este papel y su interpretación le valió un Oscar. La historia contenía varios elementos no aptos para menores de edad que en esta nueva versión desaparecieron por completa, quitándole todo sentido. De entrada no se la ve muy cómoda a la talentosa Chloe Grace Moretz en un papel que está muy por debajo de sus capacidades. Es una mucho mejor actriz que Spacek y también es mucho más agradable a la vista que ella. Estos dos factores la colocarían del lado de las chicas que le hacen la broma en el baño a Carrie y no en el de la santurrona - no por elección, claro está- que es objeto de las crueles burlas.


En cuanto a la organización de la trama, todo sucede demasiado rápido y se amontona en los primeros minutos con lo que se pierde todo el suspenso y la intriga. Ese efecto sorpresa que tenía la versión de De Palma. La escena de la menstruación es mala por donde se la mire y no se asemeja en lo absoluto a la original. La locura religiosa de la madre (una razonable Julianne Moore, más allá de no ser su mejor actuación) está bastante bien lograda aunque de a ratos parece muy forzada. El descubrimiento de los poderes psíquicos es muy divertido. Parece salido de la serie televisiva Heroes antes que del filme en el que se está basando. Todo lo que sucede en el baile de graduación es de lo mejorcito de Carrie, más allá de que la duración de esa escena sea considerablemente más corta - ay el PG-13- y que en un momento la protagonista parezca Marilyn Manson haciendo movimientos extraños arriba de uno de sus sangrientos escenarios. Pero en líneas generales hay que decir que la recreación es buena y que se le agregan los recursos tecnológicos de nuestros días con lo que se pueden ver algunas muertes bastante más creativas en comparación a lo que se puede ver en el filme anterior.


La interpretación de la historia es libre y elige ser un poco más fiel a la obra de Stephen King. Chloe Grace Moretz es sin lugar a dudas lo mejor de Carrie aún en un rol que no le sienta para nada bien y que la limita en todo sentido. El gran problema de esta remake es que, en la era de las remakes innecesarias, viene a ser la Reina. No se necesitaba otra versión del clásico que significó un quiebre y un despegue en la carrera de un enorme director como Brian Di Palma. Es muy complicado estar a la altura de un trabajo tan bueno. Cuando la vean les aseguro que se van a encontrar diciendo, a medida que pasa cada escena, que la versión original es mucho mejor o que esta nueva no le llega ni a los talones. Allí es el momento en el que uno se da cuenta que una nueva versión ha fallado por completo: cuando lo único que hace el espectador es hablar sin cesar de la película original. Más allá del buen susto del final, este filme es un gran fallido.


Puntaje: 3.5/10

Las Brujas de Zugarramurdi

¿Que más se puede decir acerca de Alex De La Iglesia? Es cierto que se pueden comentar muchas cosas, pero es muy probable que ya hayan sido dichas a lo largo de todos los años que lleva en actividad. En estos últimos tiempos ha tenido un solo resbalón - The Oxford Murders, en especial por Elijah Wood- y dos películas muy buenas e interesantes que no han llegado al mainstream como Balada Triste de Trompeta y La Chispa de la Vida (que es de 2011 pero recién se estrenó en el país este año). Lo que siempre me gustó de De la Iglesia son la locura y la sangre presentes en su cine. Muy pocos directores pueden manejar tan astuta y efectivamente - y con semejante maestría- un género tan intrincado y difícil de lograr como la comedia negra. Se ha dicho que en Las Brujas de Zugarramurdi, el nacido en Bilbao eligió regresar a sus orígenes, algo con lo que voy a disentir, pues creo que este niño terrible del cine jamás ha abandonado - por suerte- sus orígenes. Si uno mira el filme se va a dar cuenta que la estética y el estilo son los mismos que los de Balada Triste de Trompeta aunque debo decir que en esta nueva película hay una predominancia del humor que aquella tragedia casi ni poseía.


Tras una presentación muy creativa y dinámica, nos encontramos en el centro de Madrid. Un grupo de personas disfrazados - desde un soldado de juguete hasta Bob Esponja- está a punto de ejecutar un robo a una joyería. La secuencia está muy bien filmada y es hilarante al punto de incluir al hijo de nueve años de uno de los asaltantes (un simpático Gabriel Delgado) que por estar con su padre ese día, actúa como cómplice del asalto y con mucha alegría. Sangre y fuego desde el comienzo, marca registrada del director. Dos de los ladrones José (Hugo Silva) y Antonio (Mario Casas) secuestran un taxi y huyen hacia Francia. A mitad de camino son perseguidos por un auto de la Guardia Civil y toman un desvío para dejarlos atrás. Llegan a un extraño motel regenteado por una aún más extraña anciana llamada Maritxu (Terele Pávez), donde conocen también a su hija Graciana (Cármen Maura). Piden información acerca del pueblo más cercano y son colocados camino a Zugarramurdi. La leyenda dice que allí comenzó lo que se conoce como la brujería y que luego se expandió por todo el mundo. En medio de este lugar tan temido y lleno de brujas, Graciana los frena a la mitad del camino y les pide que la lleven a su casa. Cuando llegan, se encuentran con una mansión gigante pero en un estado de destrucción y podredumbre absoluta que los motiva a irse rápidamente. La llegada de la hija de Graciana, Eva (Carolina Bang) una joven desfachatada con estilo punk funciona como un imán para los dos hombres que se quedan para tratar de conquistarla. De a poco comienzan a ingresar en un territorio muy oscuro, plagado de referencias religiosas y de brujas caníbales, del cual será muy difícil escapar con vida. Mientras todo esto sucede, la ex mujer de José intenta encontrar a su hijo de manera desesperada. Seguida hasta Zugarramurdi por dos policías muy torpes, también deberá encontrar la manera de salir viva de allí con su hijo.


El trasfondo de la crisis española está siempre presente en la historia. El atraco es ejecutado por un grupo de personas que no se conocía pero que siempre coincidía en la joyería para empeñar alguna que otra reliquia y así poder sobrevivir. José es el retrato vivo del hombre medio víctima de la crisis económica. Separado y en conflicto con su esposa tras una serie de fracasos personales y financieros que terminaron por destruir su vínculo. El aquelarre es un delirio absoluto. Unas brujas feministas con un mensaje contrario a la religión y todos los valores que se imparten desde la Iglesia Católica. También despotrican contra la globalización y contra el consumismo que gobierna nuestras vidas, planteando una especie de apocalípsis que comience todo de nuevo.

Las actuaciones son muy buenas y divertidas. Hugo Silva, Mario Casas y Jaime Ordóñez (el taxista) hacen un trío muy gracioso que posee una química envidiable. A Silva ya lo vimos en Los Amantes Pasajeros de Pedro Almodovar donde también realiza una gran labor. Carolina Bang - la nueva estrella del cine ibérico-, que ya había protagonizado Balada Triste de Trompeta, es lo mejor de la película con su locura y su salvajismo. Vuelve a probar que no sirve solo para hacer de doncella en apuros sino para todo tipo de actuaciones oscuras y potentes. Cármen Maura y Terele Pávez son dos leyendas del cine español y habitúes de Alex De La Iglesia. No decepcionan para nada, como siempre, y poseen las intervenciones más desquiciadas de la película como la escena donde Graciana habla por teléfono caminando por el techo. Ellas dos son las que llevan la voz cantante en Las Brujas de Zugarramurdi y allanan el camino para que los demás actores y actrices se relajen y disfruten del show.


La estética es excelente, muy parecida a la de Balada Triste de Trompeta - deprimente, sucia y decadente- y el guión es dinámico. Entretiene a sobremanera de a ratos y la previsibilidad de la historia encaja a la perfección dentro de una película que nunca se toma en serio a sí misma. Las Brujas de Zugarramurdi es una efectiva comedia negra que reflexiona acerca de la crisis española y la podredumbre de la sociedad occidental, entregada al consumismo y a lo material. Todo esto con el sello inconfundible de Alex De La Iglesia que con sus excesos, humor y locura logra que nos riamos a carcajadas aún en medio de un baño de sangre.


Puntaje: 7/10

lunes, 13 de enero de 2014

Red 2

Dean Parisot es un director relativamente conocido que hizo una de las más divertidas comedias que vi en mi vida. Galaxy Quest es una excelente parodia de Star Trek y de todo lo que esta legendaria serie generó en cuanto a fanatismo. Lo divertido es que las aventuras son vividas por unos actores infelices que hace años lo único que hacen es ir de convención en convención sin poder despegarse nunca de su gran éxito del pasado. El director tuvo a su cargo a talentos como Tim Allen, Alan Rickman (Snape, in da house!), Sigourney Weaver, Tony Shalhoub (el genial Adrian Monk de la serie Monk, que deben ir a ver ya mismo si es que nunca escucharon de ella), un joven Sam Rockwell y Justin Long consiguiendo que ninguno estuviese por sobre el otro. La armonía en las interpretaciones es muy buena y el resultado final es un filme explosivo, muy simpático y extremadamente gracioso. En Red 2 vuelve a trabajar con grandes estrellas - todas las de la primera parte menos Morgan Freeman y varios más que se sumaron al proyecto- en lo que resulta ser un filme bastante más fresco y con mayor ritmo que su antecesor.

Red 2 es más violenta y más dinámica que Red (2010). Los motivos son fáciles de identificar: el director decidió apegarse más a la novela gráfica original y los nuevos actores que ingresaron terminaron por redondear un producto más interesante.En esta secuela nos encontramos con Frank (Bruce Willis) que tras los sucesos vividos un tiempo atrás lleva una vida tranquila junto a su esposa Sarah (Mary-Louis Parker). El problema es que ella no soporta esta nueva vida sin ningún tipo de aventuras y peligros. Aquí entra en juego Marvin (John Malkovich) para convencer a Frank de regresar al juego una vez más pues una amenaza nuclear tiene al mundo en vilo. Pero esto no termina aquí, ya que Wikileaks ha revelado una serie de documentos que revela que estos viejos agentes participaron en el misterioso proyecto Nightshade - el arma nuclear más poderosa que se haya construido- lo cual ha desatado una cacería humana en la que ellos son la presa. Ahora el equipo reunido nuevamente deberá rescatar de su encierro en un psiquiátrico al Doctor Bailey (Anthony Hopkins), el creador de Nightshade y el único que conoce el lugar exacto en el que se encuentra escondida desde hace varias décadas.


El gran protagonista de Red 2 es Bruce Willis y su performance es convincente. Si hay algo que le sale bien a este icono del cine de acción es justamente ser un héroe de acción a la antigua. Nada de aparatos futurísticos y tecnología, lo único que necesita son sus puños y una buena pistola - John McClane va a ser su legado-. Su faceta cómica es también algo a destacar, en especial en los momentos que interacciona con los personajes de Malkovich y de Parker (que es por lejos la más hilarante de todos). Catherine Zeta-Jones interpreta a Katja una agente rusa que tuvo en el pasado una fogosa relación con Frank y que está dispuesta a todavía pelear por su amor. Anthony Hopkins deja por un rato el modo Hannibal e interpreta a un médico brillante y que está completamente loco. Si bien es una de esas famosas actuaciones "de taquito", el galés le suma un poco de descontrol - algo poco habitual en él- para así acoplarse al ritmo frenético de la película. John Malkovich y Helen Mirren están geniales, probando que para los grandes actores el paso de los años es algo positivo. Pasan por todos los registros, siendo el cómico el central de todos estos, y se desenvuelven a la perfección en cada uno de ellos. Le ponen el cuerpo a las escenas de acción y no le temen a la auto parodia en ningún momento.  Y no me quiero olvidar del gran Byung Hun Lee que a ustedes les debe sonar por su papel en las dos G.I Joe, pero que aparte de esa locura pochoclera es uno de los mejores actores del ascendiente cine coreano. Este surcoreano ha protagonizado varios filmes que pueden ser catalogados como obras maestras como MasqueradeA Bittersweet Life, la muy buena remake coreana de The Good, The Bad and The Weird y la escalofriante hasta la médula Three...Extremes. Aquí, lamentablemente y por cuestiones de guión, repite un poco lo que vimos de él en G.I Joe pero lo hace con humor y con mucha más libertad que en la rígida saga financiada por Hasbro.


Red 2 funciona como una divertida y violenta parodia de los filmes clásicos de espionaje de los 60'/70' y de acción de los 80'/90'. Es mucho más dinámica y entretenida que la primera parte, que pecaba por poseer un guión demasiado hablando y melodramático y muy poquita acción. Aquí - y para nuestro regocijo- hay tiros, sangre y Guerra Fría en grandes cantidades. Reina un hermoso clima de descontrol que hace de Red 2 un filme incorrecto que nunca deja de reírse de si mismo. El elenco está plagado de estrellas consagradas hace mucho tiempo y ninguna de ellas decepciona. Todos funcionan como un equipo compacto bajo las órdenes de un director que tuvo su momento de gloria hace más de una década. Tal vez este sea un nuevo comienzo para Dean Parisot o tal vez tan solo sea un espejismo. Por sobre estas cuestiones, que no tienen la mayor relevancia, les recomiendo verla tanto si les gustó la primera película como si son del club de los que la detestan. En cualquiera de los dos casos, les prometo que van a salir muy conformes.


Puntaje: 7/10

domingo, 12 de enero de 2014

The Hobbit: The Desolation Of Smaug

Peter Jackson es uno de esos directores intocables a esta altura del partido. Se codea con leyendas vivas como Steven Spielberg, Martin Scorsese y Francis-Ford Coppola sin lugar a dudas. A mi me gusta mucho su primera etapa, esas películas como Heavenly Creatures y Bad Taste que están llenas de violencia y sangre. Que no tienen miedo de ser políticamente incorrectas ya que - así de brutales y en apariencia desprolijas y todo- es imposible negar su influencia dentro de los géneros slasher y zombie. Desde que filmó la primera parte de The Lord Of The Rings, el oriundo de Nueva Zelanda dio un paso más allá y se recibió de creador de mundos. Logró llevar a la pantalla grande un libro muy complejo como el de J.R.R Tolkien y darnos los paisajes que todos nos imaginamos mientras leíamos los tres libros. La trilogía de Tolkien fue su Santo Grial y lo catapultó al éxito y la masividad que viene con este. Ganó una enormidad de premios y en el medio estrenó dos filmes: la muy buena King Kong, que fue atacada injustamente por todos los flancos posibles y la mediocre The Lovely Bones que mereció todos los dardos venenosos que recibió - es el peor filme de su carrera sin duda alguna-. Cuando parecía que Jackson se había quedado y que esa chispa de sus inicios ya no existía, decidió llevar a la pantalla grande el libro The Hobbit. Tras muchas vueltas de parte del estudio y del director original - Guillermo Del Toro, que se terminó bajando debido a los retrasos y problemas con el presupuesto-, el bueno de Peter se sentó nuevamente en la silla de director. Desempolvó los apéndices del libro - que es muy corto para dividirlo en tres grandes partes- y le agregó mucha oscuridad además de entregarnos nuevamente su hermosa creación visual llamada Tierra Media. El primer filme fue muy bueno y muy divertido, aunque de a ratos la trama se estanca y parece necesitar una inyección de adrenalina para revivir. Agreguemos que sus tres horas de duración fueron demasiado, pero ya estamos acostumbrados a esta metodología en Peter Jackson. Piensen que las cintas sin cortes de las tres cintas de The Lord Of The Rings suman como mínimo una hora más en cada película. Tras la aprobación general que tuvo The Hobbit: An Unexpected Journey - y alguna que otra crítica por su decisión de hacer otra gran y pomposa trilogía con un libro demasiado corto- este año se estrenó la segunda parte titulada The Hobbit: The Desolation Of Smaug. En la taquilla y en la crítica, fue un éxito.


La historia aquí es mucho más movida y emocionante que la de la película anterior. Tenemos por suerte menos canciones y charlas filosóficas y mucha más acción. Bilbo (Martin Freeman) y la compañía de enanos liderados por Thorin (Richard Armitage) siguen su recorrido junto a Gandalf (Ian McKellen) tras haber escapado del feroz ataque de los orcos. Cuando llegan al bosque de Mirkwood, Gandalf debe tomar otro camino y ellos seguir para poder llegar hasta la ciudad del lago que se encuentra cercana a la Montaña Solitaria, antiguo reino de los enanos, hoy convertido en la guarida del temible Smaug (la voz del gran Benedict Cumberbatch). Allí será el momento en el que Bilbo deberá cumplir con su rol e intentar recuperar la piedra preciosa que tanto anhela Thorin para poder recuperar su hogar. Mientras tanto, Gandalf deberá seguir las huellas del misterioso Necromancer e intentar juntar todas las piezas para evitar que la Tierra Media caiga nuevamente bajo la oscuridad más absoluta. 


Las actuaciones son muy buenas y cada uno de los protagonistas principales está a la altura de su nombre. Martin Freeman e Ian McKellen demuestran que son de esos actores que surgen una vez en muchos años. Sus papeles les sientan como anillo al dedo y se desenvuelven con mucha comodidad y compromiso. Orlando Bloom regresa como Légolas aunque en una clave muy diferente a la de The Lord Of The Rings. Aquí el elfo renegado e hijo del rey es mucho menos - si se quiere- humano y lucha con los sentimientos que genera en él la joven guerrera elfa Tauriel, interpretada por Evangeline Lily. Y debo decir que la ex protagonista de Lost lo hace con una fineza y una soltura envidiables, logrando la dura tarea de ingresar en la historia como un personaje que no existe en el libro y conformar a los más fanáticos de la saga. Elegancia y potencia tanto para Bloom como para Lily, cuyos roles prometen ser estelares en la tercera y última parte. 


El dragón Smaug es imponente desde lo visual y la construcción vocal de Cumberbatch es excelente. De a ratos parece una copia masculina de la dragona de Shrek- con todo lo que esta comparación implica-, pero cuando saca a relucir toda su ferocidad y cinismo sin dudas da en la tecla. El 3D es ideal para el dragón, cuya cola se mueve delante de nuestros ojos como si estuviese a medio centímetro y cuyas llamas nos envuelven cada vez que escupe fuego. El filme no fue convertido al 3D luego de ser editado, lo cual lo hace muy recomendable en ese formato - chequeen la escena de las arañas que es maravillosa-. Todo lo que está grabado interacciona con nosotros en lo que es un espectáculo aparte. 


The Hobbit: The Desolation Of Smaug es una gran película que confirma a Peter Jackson como el rey de la Tierra Media. El único que adaptó perfectamente a Tolkien al cine y la única voz autorizada para hablar del tema. Es una secuela llena de acción y que más allá de poseer un tono más lúgubre que el de su antecesora, nunca pierde el humor. Estamos ante la inminente culminación de otra saga y este intermedio es un aperitivo ideal para lo que se viene. Una tercera parte que ya tiene su título - The Hobbit: There And Back Again- y que promete ser a todo trapo.


Puntaje: 10/10