lunes, 1 de julio de 2013

Olympus Has Fallen

Olympus Has Fallen es un filme típico de los Estados Unidos en el peor de los sentidos. Está plagado de patrioterismo barato, de efectos especiales realmente innecesarios y de actuaciones tan desganadas que es justo preguntarse si cobraron por su labor. Junto a White House Down otra película que está en vísperas de estreno, forman parte de una nueva oleada de productos que intentan repetir el éxito de Die Hard, la mejor película de acción de la historia. Queda claro que este primer intento es un fracaso absoluto como película y que no deja mucho para analizar. Un breve repaso por algunos puntos esenciales dejará en claro mi postura.

Antoine Fuqua es un buen director que nos supo entregar muy buenas películas. En su palmares se encuentran Shooter (2007), Tears Of The Sun (2003) y la maravillosa Training Day (2001) donde Denzel Washington- que se llevó un merecido Oscar por su performance- y Ethan Hawke - nominado como mejor actor de reparto por el mismo filme- se sacan chispas y nos entregan una de esas películas que quedan grabadas en la historia. Pero nada de esto se ve en los dos últimos productos de la factoría Fuqua. Brooklyn's Finest (2009) con el cartón Richard Gere a la cabeza es un bodrio por donde se lo mire y Olympus Has Fallen (2013) es como mucho un show de disparos y fuegos artificiales. El guión es muy primario y bastante incoherente, rozando lo estúpido. Unos terroristas norcoreanos toman la Casa Blanca para activar todas las cabezas nucleares y hacerlas explotar para convertir a Estados Unidos en un "reino de miseria y desesperación" (como venganza por lo que los norteamericanos hacen en Corea del Norte hace 50 años). Pero lo más desopilante es la manera en que toman la casa de gobierno: se infiltran en la delegación de Corea del Sur que viaja a reunirse con el Presidente de los Estados Unidos. Una vez que atacan por aire y tierra la imponente Casa Blanca, matando a toda persona que se cruce en su camino, los políticos huyen al bunker presidencial bajo tierra. El Presidente insiste con que los coreanos los acompañen, algo que por seguridad no se debe hacer, pero los agentes acceden. Y como era lógico, una vez encerrados y aislados, los terroristas revelan su identidad y toman de rehenes al Presidente y a la Secretaria de Estado. Comienza la ejecución masiva de colaboradores presentes y llega el pedido de retiro de las tropas de la frontera Coreana. Pero detrás de este objetivo, hay uno aún más complejo y macabro.


Aquí entra en acción Mike Banning - un aceptable y potente Gerard Butler- un ex guardaespaldas del gobierno que ahora está guardado en funciones administrativas tras un atentado donde no logra salvar la vida de la Primera Dama. Es llamativo que un Presidente de los Estados Unidos sea tan poco conocedor de los protocolos de seguridad básicos. La casualidad es que Banning trabaja justo enfrente de la Casa Blanca y decide ir a ayudar cuando ve que la situación está fuera de control. Logra ingresar a sangre y fuego al ahora destruido lugar y comienza a pulular por los pasillos matando a cuanto terrorista se le cruce. Sus líneas son similares a las de John McClane y su personaje es prácticamente un calco. Pero Butler no es Bruce Willis ni Olympus Has Fallen es Die Hard. Aún así, es el único personaje que nos entrega algo de acción y dinamismo en una película que esta plagada de efectos especiales y que se da el lujo de destruir por completo la Casa Blanca, pero que no se mueve.


Aaron Eckhart personifica a Benjamin Asher uno de los Presidentes más ridículos que haya dado el cine. Pero su pésima y exagerada actuación es superada con creces por el desgano total de Morgan Freeman. Parece que estuviese actuando a beneficio, y de algo acerca de lo que no se encuentra muy convencido de apoyar. Al ser el Speaker del Gobierno, queda al mando del país cuando toman de rehén al Jefe de Estado. Hay tan solo una escena donde se parece al menos al Freeman que todos conocemos: aquella en la que confronta con el jefe del ejército que busca imponerle su plan. Rick Yune interpreta a Kang, un terrorista tan enigmático como su nombre. Toda la película insinúa con despegarse del estereotipo de terrorista norcoreano que predomina en los EEUU, pero no lo hace y para colmo termina entregando una aburrida pelea final donde da el brazo a torcer velozmente. Gerard Butler se lleva el único aplauso, ya que pone el cuerpo e intenta, con razonables resultados, exprimir al máximo un guión que es más recto y aburrido que el de G.I Joe: The Rise Of Cobra.


El patrioterismo burdo de este filme se puede resumir en una escena que haría a cualquiera levantarse e irse de la sala donde se realiza la proyección debido al ataque de risa. Tras ser brutalmente golpeada, la Secretaria de Estado es arrastrada de los brazos hacia la puerta de la Casa Blanca para ser ejecutada frente a todas las cámaras. En el camino, mientras parece que agoniza del dolor comienza a gritar (en inglés claro): "juuuuuuuroooooo...leeeaaaalllllttaaaaddd...aaaa laaaa bandeeeerrraa...deee loooss Estados Uniiidooooos...de...Merica". Agregamos a la lista el discurso de "aunque caiga nuestra bandera, nos vamos a levantar como Nación porque somos los mejores del mundo" que nunca falta en estas películas norteamericanas de pésima calidad (y que por suerte no está en la mayoría de las que realmente valen la pena de Hollywood, que son muchas). Creo que no queda nada más para decir de una película pretenciosa, engreída, llena de estereotipos típicos de los red-necks y que al fin y al cabo no es efectiva ni siquiera en los exagerados y fastuosos efectos especiales. Con lo único que va a poder regodearse Fuqua es con haber podido destrozar la Casa Blanca por completo. Demás está decir que su intento de refundar el estilo de las Die Hard no tuvo éxito en ningún sentido. El puntaje que le doy es obra y gracia de Gerard Butler, ya que sin él hubiese sido aún más bajo.

Puntaje: 4/10

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