viernes, 3 de octubre de 2014

X-Men: Days Of Future Past

A Bryan Singer le tenemos que perdonar Superman Returns (2006) y agradecerlede por vida, ya que fue quien le dio a Marvel su primer éxito verdadero en la industria cinematográfica. Las primeras dos - y muy buenas- películas de la saga X-Men significaron un cambio inconmensurable dentro de una empresa que tenía mucho éxito en los cómics pero que en el mundo del cine y la televisión no lograba insertar sus productos de forma definitiva. Tras el desastre desde todo punto de vista que fue X-Men: The Last Stand (2006) con Brett Ratner a la cabeza y la regular X-Men Origins: Wolverine (2009), dos filmes que tenían un único punto positivo en Hugh Jackman, la decisión de correr la línea temporal hacia atrás fue más que correcta. X-Men: First Class (2011) explicó con paciencia los orígenes de la rivalidad y odio entre Charles Xavier y Erik Lehnsherr (mejor conocido como Magneto) y también sus historias y las de muchos de los personajes centrales del cómic antes de ser los héroes que nosotros conocemos. La fórmula fue interesante y abrió paso a la adaptación que todo fanático esperaba. X-Men: Days Of Future Past es uno de los mejores cómics que se han escrito y si bien su paso a la pantalla grande no iba a ser simple, era necesario para abrir el universo una vez más y poder dejar atrás el mal trago de 2006 que estuvo a punto de clausurar la saga para siempre.


X-Men: Days Of Future Past borra (para bien) casi por completo a su predecesora y regresa a la vida a Charles Xavier (Patrick Stewart), que se encuentra en un futuro lejano y oscuro junto a Magneto (Ian McKellen) y un grupo de mutantes que han sobrevivido a la guerra. Todavía perseguidos por los prácticamente invencibles Centinelas, un arma perfecta creada por el científico Bolívar Trask (Peter Dinklage), ven como el poder aplasta a sus hermanos sin piedad. El mundo se ha consumido en una guerra entre mutantes y humanos desatada tras el asesinato de Trask en manos de Mystique (Jennifer Lawrence) en 1973, acto que convenció al gobierno de los Estados Unidos de comenzar el proyecto que derivó en la creación de los Centinelas. Los campos de concentración se extienden por todo el mundo y albergan a millones de mutantes. La victoria de la raza humana es una realidad, pero al costo de haber terminado por completo con lo que conocíamos como el planeta tierra. La introducción viene de la mano de una brillante escena de acción pura y dura en la que vemos como 3 Centinelas ingresan al escondite de la resistencia y aniquilan a todos. En ese momento todo vuelve atrás y descubrimos que gracias a la posibilidad de dar saltos temporales, nada de lo que acabamos de ver realmente sucedió. Lo que Xavier y Magneto planean es que uno de ellos viaje en el tiempo para evitar que suceda la muerte de Trask así como la captura de Mystique, cuyo ADN fue el impulso final para la creación de estas máquinas letales que se adaptan al poder de todo mutante que enfrenten, lo mejoran y lo usan a su favor. Logan (Hugh Jackman) será quien regrese a esos complicados años y su misión no será nada fácil: deberá convencer a un joven, desmoralizado y sin esperanza Xavier (sumido en una profunda depresión tras el choque con Eric que lo dejó paralítico) de rescatar a su enemigo y tratar de cambiar el futuro. Es la última chance que tienen los mutantes para sobrevivir y para evitar un baño de sangre que destruya todo.


Las actuaciones son fenomenales y el cruce pasado-presente es perfecto. La reconocida mundialmente química entre Patrick Stewart e Ian McKellen se traslada de forma idéntica a la que tienen entre sí James McAvoy y Michael Fassbender, quienes los personifican en sus años mozos una vez más. Lo poco que están en escena los dos primeros es suficiente para que sigan demostrando que la calidad es inoxidable en ellos, ciento por ciento resistente al paso del tiempo. El trabajo de McAvoy y Fassbender en la saga vuelve a ser muy bueno y eso que aquí la dificultad era aun mayor, ya que debían mostrar a sus personajes en el paso previo a quedar completamente separados por sus ideas acerca de la relación entre los mutantes y la humanidad. Lo mejor de esta dupla aflora en los momentos donde muestran esa complicidad que los llevó a ser alguna vez mejores amigos, una que nunca pierden a pesar de que la beligerancia entre ellos crece a cada minuto. Hugh Jackman vuelve a desplegar con mucha comodidad todas sus armas conocidas y esto le sobra para brillar, pues él es Wolverine. No se podría siquiera pensar el que otro actor para este papel pues la identificación es muy fuerte. Jennifer Lawrence es una enorme actriz y aquí ve ampliado exponencialmente su protagonismo como Mystique. La joven e insegura Raven queda atrás y ahora le pone el cuerpo a este camaleón lleno de odio y sed de venganza contra Trask por haber sometido a miles de mutantes a innumerables torturas con el fin de construir el arma perfecta. Peter Dinklage es la cara de este brillante, ambicioso y asesino científico que considera a los mutantes como la amenaza más grande de la humanidad. Lo que desea va más allá de sus ganancias personales, él solamente busca proteger a los suyos aunque termina cruzando demasiadas líneas morales y legales en pos de conseguir su objetivo final. Su trabajo es brillante una vez más, dejándolo en el centro de la escena como uno de los actores más interesantes y talentosos de estos años. Mención de honor para Evan Peters, que en los minutos que tiene como Quicksilver deslumbra con su sentido del humor.


La esencia del cómic se encuentra muy bien plasmada en la película. La acción es la justa y necesaria, pero cuando llega lo hace con una explosión gigante. La imagen está muy lograda y las escenas impactan por sus colores, siendo pura belleza y detalles. Los 70' están recreados a la perfección y no faltan sutiles chistes políticos y sociales de época que hacen reír con ganas. Lo que más importa de la trama es la pelea que deben realizar los personajes del pasado contra sí mismos para cambiar su propio futuro. Todos sus fantasmas y su dolor tienen que ser superados o al menos dejados a un lado para pelear por una causa que los supera por completo. La misión es imposible en su concepción porque además de ponerse de pie y dejar atrás el pasado reciente, tendrán que caminar a ciegas sabiendo que la mínima falla podría derivar en algo mucho peor que lo que les cuenta Logan.


El antagonismo entre odio y esperanza, entre aniquilación y convivencia, que representan Magneto y Xavier se puede ver muy claramente. Sirve que se cierre la puerta que X-Men: First Class había dejado abierta tras su escena final para poder seguir adelante con un producto que francamente parecía archivado. En Bolívar Trask reside el mensaje de que hasta las ideas más nobles están impulsadas por una motivación más oscura de lo que el discurso aparenta. El caos puede salir de las mejores intenciones, una lección que hemos aprendido con mucho dolor  y sangre a lo largo de nuestra historia.


X-Men: Days Of Future Past es un excelente filme y su maravillosa dirección en manos de Bryan Singer es la prueba viviente de que él y solo él tiene que estar a cargo de esta saga. La adaptación de la historia original es muy buena y logra capturar los puntos clave que la llevaron a ser, a mi parecer, el mejor cómic de todos. Con actuaciones antológicas - el cruce generacional entre el cuarteto principal es un lujo- , efectos especiales cautivantes y un manejo perfecto de las transiciones espacios-temporales, este filme le devuelve la vida a los X-Men. El cierre es a toda orquesta y la reflexión final muestra como algunas piezas pueden quedar en orden tras un trabajo minucioso, pero que hay ciertas cosas que jamás cambiarán. El próximo paso es X-Men: Apocalypse - un aplauso para quien elige las historias, un lujo- que tiene fecha de salida para 2016 y a decir verdad promete demasiado. Será cuestión de estar a la altura, pero el prestigio ha sido recuperado.



Puntaje: 10/10       


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