viernes, 24 de octubre de 2014

White Bird In A Blizzard

White Bird In A Blizzard es uno de los mejores estrenos de este 2014. Cuando uno se encuentra ante un filme de mucha calidad, es necesario ser así de categórico y conciso. No conozco absolutamente nada del trabajo previo a esta película del director Gregg Araki, que también oficia de escritor aquí. Si puedo hablar un largo rato de las dos actrices principales, que son en extremo talentosas y las más importantes en este momento dentro de la industria cinematográfica. Shailene Woodley, una de las más talentosas nuevas actrices - a quien hoy vemos hasta en la sopa (por suerte)- y Eva Green, a la que se aplica lo recién dicho acerca de su colega - excepto la parte de "nueva actriz"-, representan a dos generaciones muy diferentes. Era lógico que en algún momento trabajasen juntas, pero lo que no era tan seguro era que fuese a ser un éxito lo que de allí resultase. Ya saben lo que dicen acerca de los talentos que se juntan...Pero evidentemente todo esto era un mero prejuicio pues su primer filme como cabeza de cartel es excelente merced no solo de sus brillantes actuaciones sino de un guión sólido que se va desenvolviendo con inteligencia hasta llegar a un final muy particular.

La historia está enteramente narrada por Kat Connor (Shailene Woodley) que nos explica en la primera línea que su madre desapareció de un día para el otro sin dejar rastros cuando ella apenas tenía 17 años. Lo que sigue es la parábola que su madre Eve (Eva Green) recorre desde una joven radiante e ilusionada por el comienzo de su vida junto a su pareja Brock (Christopher Meloni) a una ama de casa infeliz, sumida en una existencia gris y enojada con el mundo. Sus constantes peleas con Kat son una descarga para ella y logran resentir por completo una relación que de por sí nunca fue buena. Todos sus fracasos maritales, personales y sexuales son espejados en ella y eso hace que por momentos parezca una acosadora obsesionada por el hecho de que su hija ha crecido y es mucho más atractiva para los muchachos que ella jamás volverá a ser. Cualquiera que hable de psicopatía para darle una descripción médica a esto no estará muy lejos de la verdad.


La trama obviamente gira alrededor de esta misteriosa, inquietante y trágica desaparición. La vida de Kat cambiará para siempre desde ese día y constantemente sentirá la sombra de su madre que la acecha en los sueños, como intentando decirle donde está. A medida que va creciendo y se prepara para ingresar a la universidad, las dudas que la carcomen acerca del paradero de Eve comienzan a transformarse en certezas. Con decisión buscará descubrir que fue lo que le sucedió aquella tarde de 1988 a su mamá y por qué nunca más regresó.


El guión esta muy bien llevado y tiene varios picos de tensión interesantes. Woodley y Green hacen suya la cinta y son el soporte de un producto que se muestra como uno trillado pero que sorprende con una importante cantidad de pliegues - y sus subsecuentes giros sorpresa- que lo tornan atrapante. Todo lo que parece obvio desde la frase que abre la película es en realidad solamente la punta del iceberg, y esto es lo que permite que el espectador nunca se desconecte. El desenlace es realmente bueno no por ser una genialidad sino por que es tan simple como inesperado. Todo se resuelve en una escena luego de que nos enteramos de la suerte de Eve y no deja de ser impactante porque da vuelta todo lo que habíamos visto hasta ese momento.


La banda sonora es muy copada, bien ochentosa con The Cure a la cabeza. No puede hacer más que recordarme a Adventureland que junto a Guardians Of The Galaxy y The Social Network forman parte de mi podio con las mejores musicalizaciones de esta década. La recreación de época es lograda, aunque no sea una tarea tan complicada encontrar la ropa que se usaba hace 20 años. Si se agrega que todo sucede en el típico suburbio norteamericano, queda más en evidencia que este punto lo podría haber logrado bien casi cualquiera de nosotros. No confundan esto con una descarnada crítica negativa. Entiendan que lo considero algo que solo debería ser remarcado si el director y los productores no hubiesen podido llevarlo a cabo.    


White Bird In A Blizzard es una de las revelaciones de este 2014. Con las dos mejores actrices del momento y un muy buen libro consigue atraparnos y entregar todo lo que promete. El manejo de cámaras de Gregg Araki es muy bueno y un punto clave pues ayuda a que los gestos y las miradas de Eva Green y Shailene Woodley sean apreciados en su total magnitud. Green utiliza más que nada esa expresión lúgubre que es tan natural en ella y que para esta caracterización le viene como anillo al dedo. Pero su compañera es la que sobresale en todo momento, pues logra transmitir esa angustia que la ha poseído aun en los momentos en los que se encuentra feliz y relajada. Gran performance de ambas que sin dudas le sube y mucho el precio al filme que sin ellas sería tan solo bueno.


Puntaje: 9/10

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