Todo comienza con un rescate explosivo (cuando no) en un tren. El objetivo es rescatar a Doc (Wesley Snipes), un viejo amigo de Barney (Sylvester Stallone) para así poder sumarlo a una muy complicada misión: darle muerte a un traficante de armas muy poderoso. Hasta allí nada nuevo, pero los problemas comienzan cuando Barney se da cuenta que su blanco es nada más ni nada menos que Stonebanks (Mel Gibson), uno de sus más viejos y sanguinarios enemigos a quien creía muerto. El enfrentamiento es inevitable y nuevamente la tragedia golpea la puerta del equipo: Caesar (Terry Crews) queda malherido y al borde de la muerte. Mientras Drummer (Harrison Ford) - su nuevo superior- los critica por haber desperdiciado una oportunidad única e irrepetible, Barney decide vengar a su compañero. Pero esta vez le comunica a los suyos que The Expendables ya no existen más pues no quiere arrastrar a las personas que más quiere hacia una muerte segura. En su lugar elegirá a un grupo de jóvenes que cumplen con todos los requisitos necesarios para como mínimo dar una buena pelea. Con sus nuevos reclutas, Barney se embarca en la misión más difícil de su vida de la que tiene muchas probabilidades de volver en un ataúd.
Las actuaciones de Stallone, Schwarzenegger, Statham, Lundgren y demás del elenco estable son maravillosas. Puras, bien físicas y llenas de humanidad, sabiendo hasta como hacer que hasta los clichés del género no aburran. Ya fue dicho muchas veces, pero vale la pena repetirlo: aquí el cliché no es más que un elemento muy bien colocado dentro del guión pues sirve como una parodia. Los nuevos miembros de The Expendables realizan una buena tarea, que es por sobre todo física aunque se supone que con el correr de los filmes tendrán un poco más de protagonismo. La salida de Bruce Willis, enojado por un par de dólares que no recibiría en su ya muy gordo cheque, no se siente porque en su lugar colocan a uno de los mejores: a Harrison Ford, que no desentona en lo absoluto y da la impresión de haber estado esperando toda su exitosa carrera para jugar este rol. Y ni que hablar de Mel Gibson quien como el nuevo malvado de turno es realmente hilarante y seductor, a tono con el rol que interpretó en la genial- y despreciada por no haber sido comprendida por casi nadie- Machete Kills. Hollywood se pierde mucho renegando a este increíble y políticamente incorrecto actor, y es más bien lógico que Stallone y sus muchachos hayan salido a su rescate para colocarlo como centro de un producto que va contra la corriente hollywoodense. Mención de honor para Antonio Banderas, que se sale de su zona de confort y compone a un asesino muy peculiar y en extremo gracioso exagerando al máximo el estereotipo del latino.
The Expendables 3 no es cine arte, pero no por ello no es cine. Más bien todo lo contrario, ya que reúne todas las cualidades que llevaron a muchas generaciones a enamorarse de la pantalla grande. Posee la, en mi opinión, magnífica cualidad de nunca querer ser otra cosa que una gran película de acción pero con la firma de los clásicos, lo cual la hace realmente buena. No importa si el guión es lo más predecible del universo, ya que lo que el espectador quiere ver cuando paga la entrada en este caso es un recital de trompadas, sangre y mucha adrenalina. En eso y mucho más, Stallone y sus colegas son 100% eficaces y entregan lo esperado. La violencia está redoblada en esta tercera parte y los fanáticos lo agradecemos con mucha fuerza. El traspaso generacional se encuentra muy bien logrado, aunque no se trata de un pase de antorcha sino de abrir la puerta al trabajo conjunto entre los que no se terminan de ir y los que están llegando. Por el bien del cine y por su salvación, que nunca pero nunca se nos vayan estos fenómenos.
Puntaje: 9/10
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