viernes, 31 de octubre de 2014

Edge Of Tomorrow


En una nueva incursión dentro del género de Ciencia Ficción, al que ayudó a revivir con la interesante Oblivion (2013), Tom Cruise da otro paso al frente en su ya muy exitosa carrera profesional. Si bien la idea de Edge Of Tomorrow no es para nada original - es más, considero que es un liso y llano choreo- al menos se puede decir que es un collage muy creativo y entretenido. Hay muchos críticos que mencionaron la similitud con la genial Groundhog Day (1993) donde mi ídolo Bill Murray es un periodista que muere al inicio de la historia, pero solo para vivir en un loop eterno el mismo día de su muerte. Esta analogía es correcta pues el corazón de la trama es justamente el mismo cuerpo pero con otros ropajes. Me atrevo a agregar un segundo robo, esta vez a uno de los filmes que más me gusta: la infame y hermosa Starship Troopers (1997) donde un grupo de jóvenes debía ponerse trajes mega equipados para enfrentar a una invasión a gran escala de bichos provenientes de otro planeta. Y si quieren seguir sumando a la polémica podemos agregar a The Matrix: Reloaded (2003) en lo que se refiere al diseño de los enemigos y de los trajes roboticos que tienen que operar los soldados. 


En Edge Of Tomorrow, Tom Cruise se pone en la piel de Cage un ciudadano sin aptitudes militares - su profesión es mecánico- que ante el fin del mundo termina siendo un Oficial en la lucha contra los invasores extraterrestres. Hasta allí todo bien, pero un día recibe el llamado del General Brigham (Brendan Gleeson) que lo envía al frente de batalla sin dejarlo siquiera quejarse. Tras una áspera escena de presentación con sus compañeros de batallón, todos un estereotipo del soldado curtido y de mil batallas, lo vemos ingresar en un traje mecánico de última generación.  Lo que iba a ser el Día D de esta guerra - no es chiste, es un calco del desembarco en Normandía pero con aeronaves- termina en tragedia y Cage muere tras avanzar unos pocos metros en la playa. Tras la oscuridad, despierta nuevamente en el día previo a la fallida invasión. Al comienzo esto lo desconcierta, pero a medida que pasan sus muertes empieza a memorizar la batalla y a llegar cada vez más lejos. A pesar de esto, nunca puede evitar morir y comenzar por enésima vez el ciclo, algo que lo pone de mal humor pero a lo que se acostumbra velozmente. Entrará en contacto casi accidentalmente con Rita (Emily Blunt) una especie de Super Soldado que es el emblema de la resistencia. De a poco los dos se darán cuenta de que si trabajan juntos, la posibilidad de ponerle fin a la guerra y salvar al ser humano de su inminente extinción dejará de ser tan solo una esperanza.
 
    
El guión es una mezcla de todas las películas que ya mencioné más arriba, pero posee su encanto. Es dinámico y muy divertido, con dos protagonistas muy ricos. Tom Cruise y Emily Blunt demuestran por qué se han ganado su actual reputación y hacen un dúo muy efectivo. Desde lo físico y desde lo emotivo, entregan dos performances que logran borrarnos de la cabeza esa vocecita que nos repite constantemente que estamos viendo una copia de productos con éxito ya probado hace mucho tiempo. Edge Of Tomorrow no apunta a ser una franquicia ni muchos menos, hasta podríamos decir que Doug Liman (Go, The Bourne Identity, Mr and Mrs Smith, Jumper) y los escritores pensaron en homenajear más que en tomar elementos de la trama y estéticos de esos filmes y esconderlos detrás de dos muy buenos intérpretes.


La repetición constante de los primeros minutos del filme se sostiene en base al oficio de Tom Cruise que demuestra ser un muy buen comediante y un manejo muy fino de la ironía. Tanto él como Emily Blunt poseen la espalda bien ancha y pueden sostener la tensión - y por ende la atención- de principio a fin en las casi dos horas de duración de la cinta. La trama supera ese fangoso comienzo y logra salir del loop para introducirse de una manera inteligente en la segunda parte. Es a partir de aquí donde Edge Of Tomorrow le agrega su propio toque a una trama con demasiados ingredientes ajenos. Y gracias a ese elemento de originalidad es que logra despegar de manera definitiva y redondear una muy buena historia.


La dirección de Doug Liman, alguien que algo sabe acerca de como filmar escenas de acción, es muy buena. Las cámaras poseen un movimiento frenético en el campo de batalla, casi como si estuviesen al hombro del protagonista pero sin jamás utilizar el plano subjetivo. La estética es muy buena y el CGI es el justo y necesario. El giro del final es bueno y logra darle conclusión a una historia que no parece realmente tener un punto donde frenar. Edge Of Tomorrow combina el humor, el drama, la acción y los engloba en una estructura de Ciencia Ficción. Queda en claro que es un pastiche de otros filmes, pero logra revertir la negatividad del término con ciertos agregados - muy importantes, pues cambian la historia- que logran distinguirla de todos ellos. Si a esto le sumamos que el cartel lo encabezan dos excelentes actores como Tom Cruise y Emily Blunt, no queda más que decir: "La mesa está servida". 



Puntaje: 8/10 
    

martes, 28 de octubre de 2014

Annabelle

Como ya hemos dicho repetidas veces en este blog, James Wan es el gran director del género de terror contemporáneo. Con unas claras - y eficaces- marcas de estilo y la inteligencia y habilidad suficiente como para retrotraer a sus orígenes a un género que se había consumido en el debate entre ese desastre llamado Paranormal Activity (y todas sus secuelas y filmes espejo derivados) y el horror más facilista que en lugar de construir un ambiente y llevarte de a poco hasta las profundidades se había conformado con lanzar un susto tras otro. Tampoco existía la originalidad en las tramas, casi todas orientadas a lo sobrenatural, mezcla de Rosemary's Baby y The Exorcist o directamente un choreo sin vergüenza alguna a esa maravilla llamada The Blair Witch Project. Miren lo mal que estaba todo hasta la llegada del director malasio, que ya no entusiasmaba ni siquiera ese terror que elegía jugar con lo que no se ve antes que con el primer plano fulminante.

Con The Conjuring, el año pasado Wan había conseguido sostener y hasta aumentar la intensidad - y a calidad- de sus recientes muy buenas películas que lo lanzaron al centro de la escena de una forma tan definitiva como veloz. Lamentablemente en Annabelle - en la que participa como productor solamente, aunque es muy visible su mano como guía- se comienzan a ver las grietas lógicas de un estilo que si no se quiere convertir en un cliché deberá cambiar algunos elementos secundarios (no su base que es perfecta). No significa esto que el filme sea malo, pues consigue su cometido que es asustar y llegar hasta la meta sin problemas, pero es una realidad que Annabelle carece de la sorpresa y la novedad que los más recientes productos de la Factoría Wan nos habían entregado (y con los que nos habíamos entusiasmado tanto). Vayamos a las razones por las cuales el cine de James Wan se ha encontrado con su primer bache.


Annabelle funciona como una precuela de The Conjuring, que en su primera escena había abierto la puerta para que la maléfica muñeca que los Warren guardan bajo llave en su museo tenga su propio largometraje. El éxito de la película hizo que al poco tiempo se comenzase a trabajar en este proyecto que se planteaba arriesgado desde el comienzo. La trama comienza con el relato de las dos enfermeras que ya habíamos visto, diciendo que la muñeca que la madre de una de ellas había traído a la casa estaba poseída y buscaba algo más que comunicarse con sus nuevas dueñas. De inmediato se produce un salto temporal y nos encontramos un año antes con Mia (Annabelle Warris, juro que no es un chiste el nombre) y John (Ward Horton), una joven pareja que vive en Los Ángeles en una casa en los suburbios. Hace no mucho tiempo sucedió la matanza perpetrada por Charles Manson y sus seguidores y todo se encuentra muy caldeado. Las miradas de desconfianza, las puertas que ahora se cierran cuando uno no está en la casa, las calles vacías cuando cae el sol...Y como si esto fuera poco, ambos esperan su primer hijo. Tras una pelea por la distancia que se está generando por las presiones que tiene él en su trabajo - un médico a punto de ingresar en la residencia-, aparece en sus vidas la muñeca en cuestión. Mia es coleccionista y necesitaba la última pieza de una antigua serie y John tras mucho buscar consiguió dar con ella.


Hasta allí todo más que normal, pero esa misma noche sus dos amables vecinos aparecen asesinados brutalmente. Mientras John investiga en la casa y ella llama a la policía, aparecen una mujer y un hombre fuera de sí que la atacan y apuñalan en el estómago. El segundo es abatido por un oficial y ella se corta la garganta en el cuarto contiguo. La escena es terrorífica y recuerda al caso "Tate-La Bianca": una sigla escrita con su propia sangre en la pared y la muñeca en sus brazos. El nombre de la muerta era Anabelle y era la hija de sus vecinos, que hacía dos años había huido a una comunidad hippie. Mia logra sobrevivir y el bebé no sufre daños, pero en su reposo obligatorio hasta el final de su embarazo las cosas comienzan a ponerse extrañas en la casa. Comenzará a sentir que algo la observa, la acecha, esperando el momento para salir de las sombras.


El manejo de la tensión es impecable, como siempre, de la mano de una sucesión de primeros y medios planos que se amalgaman a la perfección con la banda sonora. El Giallo (y su creador Dario Argento) sin dudas ha sido una de las grandes inspiraciones de James Wan y esos saltos agudos del volumen se han convertido en una constante. La escena de los pochoclos cocinándose es uno de los tantos ejemplos que prueban la habilidad del director. Y perdonen que hable siempre del malasio y no de John Leonetti quien es el que firma en la dirección, pero está claro que quien dirigió todo el proceso fue el productor. Otro efecto muy bien manejado es el de la aceleración en sincronización con los picos sonoros, primero ralentizando todo y terminando con un susto a máxima velocidad. Siempre es notable también la capacidad que posee para colocar escondido a simple vista los elementos que en un abrir y cerrar de ojos nos hacen saltar de la butaca. Si hay alguien que sabe jugar con los sentidos, con como percibimos las cosas en la pantalla grande, es este realizador.


El guión como bien se dijo en el primer párrafo no es demasiado original y parece un rejunte de viejos filmes de Wan y los más grandes clásicos del terror de los últimos 60 años. La conexión con Rosemary's Baby se hace evidente en la estética (coinciden en época, una real y la otra recreada) y en todo lo que sucede tras el nacimiento de la niña. La maldad que la rodea y algún que otro guiño al filme de Polanski. Más allá de todo esto, la historia es más bien floja y parece hecha de apuro para vender entradas. Es la peor de todas las que forman parte de este círculo interminable que comenzó con Insidious en 2010 y que parece que durará por mucho más tiempo a juzgar por el éxito de cada filme. Lamentablemente Annabelle se termina recostando en la eficacia y la gran calidad de sus antecesoras, lo que equivale a un relajamiento que es lógico pero que a la larga puede tornarse muy negativo.


Eficaz cuando busca asustar y con un espíritu Clase B innegable pero al mismo tiempo con demasiados clichés en su trama y demasiado previsible en casi todo momento, Annabelle falla no por ser una mala cinta sino porque es síntoma de un problema mayor. Las secuencias donde se provocan los quiebres de a poco comienzan a ser medibles a ojo, señal de que el estilo necesita una lavada de cara urgente. En el cine, si una fórmula se hace repetitiva y aburrida al mismo tiempo, debe ser reformulada antes de que el público comience a darle la espalda. El cierre es bueno y no deja cabos sueltos, más allá de no ser en absoluto sorprendente. Ayuda el cartelito de "basado en los archivos de los Warren", que es el "basado en una historia real" del hoy productor. Las actuaciones son buenas, nada muy diferente a lo que acostumbramos a ver en estos productos. Sin ser un desastre pero sin tampoco descollar, Annabelle es la prueba viva de que James Wan - uno de los mejores profesionales de la industria sin duda alguna- ha llegado al punto donde necesita reinventarse para no quedar en el camino.



Puntaje: 6/10     



      

viernes, 24 de octubre de 2014

White Bird In A Blizzard

White Bird In A Blizzard es uno de los mejores estrenos de este 2014. Cuando uno se encuentra ante un filme de mucha calidad, es necesario ser así de categórico y conciso. No conozco absolutamente nada del trabajo previo a esta película del director Gregg Araki, que también oficia de escritor aquí. Si puedo hablar un largo rato de las dos actrices principales, que son en extremo talentosas y las más importantes en este momento dentro de la industria cinematográfica. Shailene Woodley, una de las más talentosas nuevas actrices - a quien hoy vemos hasta en la sopa (por suerte)- y Eva Green, a la que se aplica lo recién dicho acerca de su colega - excepto la parte de "nueva actriz"-, representan a dos generaciones muy diferentes. Era lógico que en algún momento trabajasen juntas, pero lo que no era tan seguro era que fuese a ser un éxito lo que de allí resultase. Ya saben lo que dicen acerca de los talentos que se juntan...Pero evidentemente todo esto era un mero prejuicio pues su primer filme como cabeza de cartel es excelente merced no solo de sus brillantes actuaciones sino de un guión sólido que se va desenvolviendo con inteligencia hasta llegar a un final muy particular.

La historia está enteramente narrada por Kat Connor (Shailene Woodley) que nos explica en la primera línea que su madre desapareció de un día para el otro sin dejar rastros cuando ella apenas tenía 17 años. Lo que sigue es la parábola que su madre Eve (Eva Green) recorre desde una joven radiante e ilusionada por el comienzo de su vida junto a su pareja Brock (Christopher Meloni) a una ama de casa infeliz, sumida en una existencia gris y enojada con el mundo. Sus constantes peleas con Kat son una descarga para ella y logran resentir por completo una relación que de por sí nunca fue buena. Todos sus fracasos maritales, personales y sexuales son espejados en ella y eso hace que por momentos parezca una acosadora obsesionada por el hecho de que su hija ha crecido y es mucho más atractiva para los muchachos que ella jamás volverá a ser. Cualquiera que hable de psicopatía para darle una descripción médica a esto no estará muy lejos de la verdad.


La trama obviamente gira alrededor de esta misteriosa, inquietante y trágica desaparición. La vida de Kat cambiará para siempre desde ese día y constantemente sentirá la sombra de su madre que la acecha en los sueños, como intentando decirle donde está. A medida que va creciendo y se prepara para ingresar a la universidad, las dudas que la carcomen acerca del paradero de Eve comienzan a transformarse en certezas. Con decisión buscará descubrir que fue lo que le sucedió aquella tarde de 1988 a su mamá y por qué nunca más regresó.


El guión esta muy bien llevado y tiene varios picos de tensión interesantes. Woodley y Green hacen suya la cinta y son el soporte de un producto que se muestra como uno trillado pero que sorprende con una importante cantidad de pliegues - y sus subsecuentes giros sorpresa- que lo tornan atrapante. Todo lo que parece obvio desde la frase que abre la película es en realidad solamente la punta del iceberg, y esto es lo que permite que el espectador nunca se desconecte. El desenlace es realmente bueno no por ser una genialidad sino por que es tan simple como inesperado. Todo se resuelve en una escena luego de que nos enteramos de la suerte de Eve y no deja de ser impactante porque da vuelta todo lo que habíamos visto hasta ese momento.


La banda sonora es muy copada, bien ochentosa con The Cure a la cabeza. No puede hacer más que recordarme a Adventureland que junto a Guardians Of The Galaxy y The Social Network forman parte de mi podio con las mejores musicalizaciones de esta década. La recreación de época es lograda, aunque no sea una tarea tan complicada encontrar la ropa que se usaba hace 20 años. Si se agrega que todo sucede en el típico suburbio norteamericano, queda más en evidencia que este punto lo podría haber logrado bien casi cualquiera de nosotros. No confundan esto con una descarnada crítica negativa. Entiendan que lo considero algo que solo debería ser remarcado si el director y los productores no hubiesen podido llevarlo a cabo.    


White Bird In A Blizzard es una de las revelaciones de este 2014. Con las dos mejores actrices del momento y un muy buen libro consigue atraparnos y entregar todo lo que promete. El manejo de cámaras de Gregg Araki es muy bueno y un punto clave pues ayuda a que los gestos y las miradas de Eva Green y Shailene Woodley sean apreciados en su total magnitud. Green utiliza más que nada esa expresión lúgubre que es tan natural en ella y que para esta caracterización le viene como anillo al dedo. Pero su compañera es la que sobresale en todo momento, pues logra transmitir esa angustia que la ha poseído aun en los momentos en los que se encuentra feliz y relajada. Gran performance de ambas que sin dudas le sube y mucho el precio al filme que sin ellas sería tan solo bueno.


Puntaje: 9/10

viernes, 17 de octubre de 2014

Transformers: Age Of Extinction

No hay que ser demasiado inteligente o fanático del cine para darse cuenta que Michael Bay no es un director que ame las sutilezas. Tampoco para afirmar que lo mejor que ha hecho en su vida es todo aquello que se encuentre bien alejado de los shows de efectos especiales. Si no, miren la brillante Pain & Gain en la que se despacha crudamente contra el sueño americano retratando la historia - real- de tres fisicoculuristas de Miami que planearon y ejecutaron tal vez el más ridículo secuestro extorsivo de la historia del crimen. Todos sabemos que la saga Transformers es un producto muy particular, que solamente le puede volar la cabeza a los que son verdaderamente fanáticos de la eterna lucha entre los Autobots y los Decepticons. Desde la primera entrega, que lograba llegar a la meta con aire de sobra, el nivel fue bajando sobre todo en la historia que justificaba la presencia de Optimus Prime y compañía en la pantalla. Y esto es importante, porque la parte del CGI y las consecuentes peleas bien surrealistas siempre fue muy entretenida y de calidad (visual). Pero en lo que fallaba era en todo lo demás; para decirlo más claro: su grave error era no ser una película en sí, sino más bien un showroom de autos de marca - un chivo viviente, diríamos en la Argentina- que se convertían en hermosos y trabajados robots de guerra.

A 3 años de la muy fallida Transformers: Dark Side Of The Moon", Bay decidió ir al frente sin reservas y poner en pantalla - una media verdad, como verán más adelante- a los Dinobots. Todos los nostálgicos, entre los que me incluyo, nos vimos inevitablemente arrastrados a ver la película. Más allá de que la saga es realmente dispareja, tiene una virtud que la hace gigante: el no querer ser otra cosa que un festín de CGI, explosiones, protagonistas humanos forzados y los Transformers como el centro del espectáculo. La propuesta es esa y cuando uno se dispone a verla debe hacerlo con anteojos diferentes a los que, por ejemplo, usaría si ve un filme de Truffaut, Hitchcock, Godard, Polanski, Scorsese, Woody Allen y cualquier otro gran director.


La línea argumental nunca fue ni relevante ni el fuerte de esta saga, así que lo primero que notamos es que el protagonista principal no es más Shia LaBeouf sino el fenomenal Mark Wahlberg. No digo esto porque no me guste el primero - es más, me parece un excelente actor- sino porque esa mezcla de looser y héroe que encarnaba Sam Witwicky parecía menos real que cualquiera de los robots digitales que adornan estas películas. Ahora sí, lo básico y letal respecto de la trama: el mundo nuevamente el peligro, los Autobots perseguidos por los humanos - algo siempre inentendible pues nos viven salvando- y la mención constante a la "Batalla de Chicago" en un muy ridículo intento de darle al filme un poco del "Marvel Mojo" que tanto nos gusta. En el camino habrá políticos y agentes federales y nacionales corruptos que buscan hacer dinero a costa de destruir a Optimus Prime y sus compañeros, todos acompañados por el resurgimiento de un viejo enemigo - que no parece querer morirse nunca- y el ingreso de varios nuevos personajes en su mayoría simpáticos (los buenos) o maquiavélicos (los malos). Todo este combo explosivo deberá ser detenido a tiempo por nuestros héroes de siempre con el grupo de humanos de turno que, como de costumbre, desde su imposibilidad total para siquiera rasguñar a quienes buscan matarlos logran ser clave en la resolución de la pelea final. Como pueden ver nada en la estructura de Transformers: Age Of Extinction ha variado respecto de sus antecesoras.


Los nuevos intérpretes hacen que la ejecución de la partitura sea de lo más efectiva que hemos visto hasta el momento. Mark Wahlberg toma todo su talento natural para hacer comedia y lo eleva a la máxima potencia. El resultado es una especie de Tony Stark fracasado, un inventor brillante que no tiene ni una pizca del reconocimiento que merece. Y para colmo de males vive en los Estados Unidos profundos, algo que lo frustra más a la hora de pensar en pagarle la universidad a su hija de 17 años. Respecto a la protagonista femenina, Nicola Peltz, se pude decir que es la primera vez que el director no pone a la protagonista femenina en una constante pose sexy, pero su rol es más o menos el mismo que tuvieron todas las que pasaron por ese personaje: una rebelde con daddy issues que durante la batalla termina siendo un show de primeros planos de cara sufrida y/o llorando. La inclusión de dos pesos pesados como Kelsey Grammer y Stanley Tucci sirve para que el peso se termine repartiendo equitativamente entre ellos y Wahlberg. Sus personajes son opuestos (el corrupto y el idealista, respectivamente) y en cada escena logran sacarle agua a la piedras, pues el guión - como siempre- es muy limitado.


Párrafo central para los Transformers, que están mejor que nunca. Las adiciones al equipo Autobot son muy buenas, principalmente esa especie de Fidel Castro con mucha panza que gana un protagonismo similar al de Optimus Prime. En cuanto a los Dinobots solamente decir que están perfectamente diseñados y que su breve tiempo en pantalla es suficiente para destrabar el conflicto central. El líder de los Autobots brilla como siempre y más para los que adoramos su sacrificio y sus discursos con el planeta tierra como paisaje.


Transformers: Age Of Extinction es un clásico producto de Michael Bay. Su frenético manejo de cámara y las explosiones 100% imposibles están a la orden del día. Puro fuego artificial que será un lujo para los que gustan de la saga y más de lo mismo para los menos entusiastas. Más allá de todas las críticas negativas, la película ha recaudado millones a lo largo y ancho del mundo (con China como su gran fuente de ingresos, algo que también pasó con Godzilla y Pacific Rim, lo que habla de un desplazamiento interesante del mercado). Su objetivo está más que cumplido y además lo consigue mejorando notoriamente al filme anterior que era realmente malo. Para ser un producto que está hecho con la menor seriedad posible y que solo quiere entretener, es una muy buena película. Como ya dije unos párrafos más arriba: todo siempre depende de los anteojos con los que se lo mire.



Puntaje: 7.5/10  

  

lunes, 13 de octubre de 2014

The Purge: Anarchy


Si The Purge (2013) había sido una película muy acertada en su concepción pero bastante errada en la ejecución, podemos decir que su secuela titulada The Purge: Anarchy logra darle continuidad a su buena idea de base y mejorarla de manera considerable en lo referido a la trama. A esta prometedora pero insulsa primera parte, también dirigida por James DeMonaco, le faltaba salir de la casa. No alcanzó con tener a Ethan Hawke y a Lena Headey como cabeza de cartel para hacer sobresalir un producto que por no ir más allá de lo situacional dejaba demasiados interrogantes. Tal vez haya sido una movida maestra de los productores y el director - algo que dudo- pero el resultado de ese experimento inicial es una segunda parte que completa bastante satisfactoriamente el camino iniciado un año antes.

El argumento se repite una vez más, aunque hay algunos detalles que exhiben que algo ha cambiado. La activa resistencia de parte de una guerrilla anti sistema y anarquista contra la Purga Anual ha logrado que una gran porción de la población tome conciencia de la atrocidad que este evento significa y de como solamente sirve para que los privilegiados mantengan su dominio sobre aquellos excluidos de todo beneficio y progreso (es decir, los pobres). El gran acierto es tomar varias historias que no poseen ninguna conexión inicial y hacerlas confluir en la calle, mostrando todo lo que no se vio en la entrega previa. Un policía que sale a vengar la muerte de su hijo, una madre y una hija que viven en los suburbios y escapan de un ataque de parte del cobrador de la renta y una pareja de clase media/alta que en pleno regreso a casa, ve como su auto se descompone a tan solo minutos de que comience la Purga. Todos ellos cruzarán sus caminos y deberán sobrevivir en ese infierno de 12 horas que se sucede año a año. 


Como espectadores, podemos presenciar en primera persona las atrocidades que se cometen durante esta actividad que según el nuevo gobierno es "sanadora" y "sostiene a la Nación". El funcionamiento del sistema se hace visible y hay varios giros inesperados que muestran hasta que punto el ser humano puede llegar con tal de mantener una posición social - o de simplemente dar rienda suelta a sus fantasías clasistas/racistas de aniquilación de todo el que sea diferente-. El mensaje sigue siendo el mismo: sin que una mayoría acate y lleve a cabo su trabajo durante la Purga, el gobierno jamás se podría sostener en la cúspide de la pirámide. Es interesante ver también como se puede producir una cooperación entre los ricos y los pobres, donde ambos salen beneficiados mientras un grupo de víctimas paga el precio de tan alianza. El sistema necesita de todos, de esto no cabe duda alguna y el filme lo muestra con ese grupo de enmascarados que esperan amenazantes a que la Purga comience ante la horrorizada mirada de la joven pareja que sabe que posiblemente no salgan vivos esta vez.  

Las actuaciones son buenas en general, aunque no son descollantes ni mucho menos. Sin grandes estrellas en cartel, sobresale la siempre bienvenida presencia del genial Michael Kenneth Williams como el líder de la revolución que amenaza con destruir los cimientos de un sistema opresivo que se mantiene con la sangre de los más necesitados. Es bueno que no haya ninguna estrella como protagonista principal, pues es lo que le da ritmo a un  guión que se muestra superador respecto de su techo a perforar.


The Purge: Anarchy es un filme muchísimo más dinámico y entretenido que el anterior y por ello da pie a una posible trilogía. Hay acción al por mayor y se lleva el choque social y racial al extremo absoluto, mostrando que en sí mismos no son tan distintos el uno del otro. Más allá de algunas obviedades políticas - que no por ello dejan de ser ciertas- el cierre es muy bueno. Las escenas finales son un manual explícito - y detallado- de como funciona el sistema político desde el comienzo de la historia: nos pone buena cara y nos confirma que somos libres, pero en realidad la única libertad que poseemos es la de elegir ser sometidos (lo que ayuda a que este esquema se reproduzca ad eternum). Lamentablemente no estamos tan lejos de un escenario cuasi apocalíptico como el que se plantea aquí, y el que el espectador se preocupe por esto significa que la película ha cumplido con uno de sus más importantes objetivos. Se puede hablar siglos de la famosa hipocresía de Hollywood, que suele criticar ferozmente al sistema del que se nutre sin problema alguno de moral ¿Pero saben qué? A mi me encanta y no hay nada que vaya a cambiar esto. Al fin y al cabo, es tan solo una película y no se puede negar el hecho de que entrega lo esperado. 



Puntaje: 7.5/10   

sábado, 4 de octubre de 2014

The Expendables 3

Si hay una saga que me gusta al punto de hacerme emocionar cada vez que veo uno de sus filmes, es la de The Expendables. A esta altura del partido, creo que se va a convertir en una sucesión eterna de películas en las que el cartel no va a alcanzar para colocar los nombres de todas las estrellas que las protagonizan. Ya para la segunda parte la cuestión se había tornado complicada para los publicistas, pero para esta tercera entrega fue necesario disponer de carteles al estilo pancarta donde cupiesen las fotos y nombres de todos los actores involucrados. Este gran proyecto que inició Sylvester Stallone ha mutado de un experimento lleno de violencia, disparos, sangre y viejas leyendas del cine de acción a...Exactamente lo mismo pero multiplicado por diez en cada nueva película. A lo que debe sumarse un gran trabajo físico, puro oficio para sostener una trama que suele ser básica - pero no por ello "mala" o "aburrida"- y mucha capacidad en la siempre difícil tarea de reírse de uno mismo.

Todo comienza con un rescate explosivo (cuando no) en un tren. El objetivo es rescatar a Doc (Wesley Snipes), un viejo amigo de Barney (Sylvester Stallone) para así poder sumarlo a una muy complicada misión: darle muerte a un traficante de armas muy poderoso. Hasta allí nada nuevo, pero los problemas comienzan cuando Barney se da cuenta que su blanco es nada más ni nada menos que Stonebanks (Mel Gibson), uno de sus más viejos y sanguinarios enemigos a quien creía muerto. El enfrentamiento es inevitable y nuevamente la tragedia golpea la puerta del equipo: Caesar (Terry Crews) queda malherido y al borde de la muerte. Mientras Drummer (Harrison Ford) - su nuevo superior- los critica por haber desperdiciado una oportunidad única e irrepetible, Barney decide vengar a su compañero. Pero esta vez le comunica a los suyos que The Expendables ya no existen más pues no quiere arrastrar a las personas que más quiere hacia una muerte segura. En su lugar elegirá a un grupo de jóvenes que cumplen con todos los requisitos necesarios para como mínimo dar una buena pelea. Con sus nuevos reclutas, Barney se embarca en la misión más difícil de su vida de la que tiene muchas probabilidades de volver en un ataúd.


El choque generacional está encarado de una manera muy distinta al filme previo, pues aquí se confronta directamente a un grupo de jóvenes sanguinarios y talentosos contra la vieja escuela. Esta oposición oculta dentro de sí una reflexión acerca de como el cine de acción ha evolucionado con el paso del tiempo. Demás está decir que lo hizo para mal, pero The Expendables 3 intenta mostrar que el músculo y la tecnología pueden trabajar juntos en pos de conseguir muy buenos productos. Es la más política de la - hasta el momento- trilogía y a pesar de ser bastante más prolija en el guión (ay, la industria y sus vicios), esa hermosa esencia suya no se pierde por el camino. Creo que ni en 50 secuelas de aquí en más se podría lograr arruinar el espíritu de esta saga, en la que todo gira alrededor del compañerismo, de dar todo por el otro sin cuartel ni intereses de por medio. Que haya un filme dispuesto a sostener esa bandera bien en alto en estos tiempos donde el cine en su mayoría no es más que efectos especiales y fórmulas efectistas, es más que admirable y emotivo.


Las actuaciones de Stallone, Schwarzenegger, Statham, Lundgren y demás del elenco estable son maravillosas. Puras, bien físicas y llenas de humanidad, sabiendo hasta como hacer que hasta los clichés del género no aburran. Ya fue dicho muchas veces, pero vale la pena repetirlo: aquí el cliché no es más que un elemento muy bien colocado dentro del guión pues sirve como una parodia. Los nuevos miembros de The Expendables realizan una buena tarea, que es por sobre todo física aunque se supone que con el correr de los filmes tendrán un poco más de protagonismo. La salida de Bruce Willis, enojado por un par de dólares que no recibiría en su ya muy gordo cheque, no se siente porque en su lugar colocan a uno de los mejores: a Harrison Ford, que no desentona en lo absoluto y da la impresión de haber estado esperando toda su exitosa carrera para jugar este rol. Y ni que hablar de Mel Gibson quien como el nuevo malvado de turno es realmente hilarante y seductor, a tono con el rol que interpretó en la genial- y despreciada por no haber sido comprendida por casi nadie- Machete Kills. Hollywood se pierde mucho renegando a este increíble y políticamente incorrecto actor, y es más bien lógico que Stallone y sus muchachos hayan salido a su rescate para colocarlo como centro de un producto que va contra la corriente hollywoodense. Mención de honor para Antonio Banderas, que se sale de su zona de confort y compone a un asesino muy peculiar y en extremo gracioso exagerando al máximo el estereotipo del latino.


The Expendables 3 no es cine arte, pero no por ello no es cine. Más bien todo lo contrario, ya que reúne todas las cualidades que llevaron a muchas generaciones a enamorarse de la pantalla grande. Posee la, en mi opinión, magnífica cualidad de nunca querer ser otra cosa que una gran película de acción pero con la firma de los clásicos, lo cual la hace realmente buena. No importa si el guión es lo más predecible del universo, ya que lo que el espectador quiere ver cuando paga la entrada en este caso es un recital de trompadas, sangre y mucha adrenalina. En eso y mucho más, Stallone y sus colegas son 100% eficaces y entregan lo esperado. La violencia está redoblada en esta tercera parte y los fanáticos lo agradecemos con mucha fuerza. El traspaso generacional se encuentra muy bien logrado, aunque no se trata de un pase de antorcha sino de abrir la puerta al trabajo conjunto entre los que no se terminan de ir y los que están llegando. Por el bien del cine y por su salvación, que nunca pero nunca se nos vayan estos fenómenos.


Puntaje: 9/10


viernes, 3 de octubre de 2014

X-Men: Days Of Future Past

A Bryan Singer le tenemos que perdonar Superman Returns (2006) y agradecerlede por vida, ya que fue quien le dio a Marvel su primer éxito verdadero en la industria cinematográfica. Las primeras dos - y muy buenas- películas de la saga X-Men significaron un cambio inconmensurable dentro de una empresa que tenía mucho éxito en los cómics pero que en el mundo del cine y la televisión no lograba insertar sus productos de forma definitiva. Tras el desastre desde todo punto de vista que fue X-Men: The Last Stand (2006) con Brett Ratner a la cabeza y la regular X-Men Origins: Wolverine (2009), dos filmes que tenían un único punto positivo en Hugh Jackman, la decisión de correr la línea temporal hacia atrás fue más que correcta. X-Men: First Class (2011) explicó con paciencia los orígenes de la rivalidad y odio entre Charles Xavier y Erik Lehnsherr (mejor conocido como Magneto) y también sus historias y las de muchos de los personajes centrales del cómic antes de ser los héroes que nosotros conocemos. La fórmula fue interesante y abrió paso a la adaptación que todo fanático esperaba. X-Men: Days Of Future Past es uno de los mejores cómics que se han escrito y si bien su paso a la pantalla grande no iba a ser simple, era necesario para abrir el universo una vez más y poder dejar atrás el mal trago de 2006 que estuvo a punto de clausurar la saga para siempre.


X-Men: Days Of Future Past borra (para bien) casi por completo a su predecesora y regresa a la vida a Charles Xavier (Patrick Stewart), que se encuentra en un futuro lejano y oscuro junto a Magneto (Ian McKellen) y un grupo de mutantes que han sobrevivido a la guerra. Todavía perseguidos por los prácticamente invencibles Centinelas, un arma perfecta creada por el científico Bolívar Trask (Peter Dinklage), ven como el poder aplasta a sus hermanos sin piedad. El mundo se ha consumido en una guerra entre mutantes y humanos desatada tras el asesinato de Trask en manos de Mystique (Jennifer Lawrence) en 1973, acto que convenció al gobierno de los Estados Unidos de comenzar el proyecto que derivó en la creación de los Centinelas. Los campos de concentración se extienden por todo el mundo y albergan a millones de mutantes. La victoria de la raza humana es una realidad, pero al costo de haber terminado por completo con lo que conocíamos como el planeta tierra. La introducción viene de la mano de una brillante escena de acción pura y dura en la que vemos como 3 Centinelas ingresan al escondite de la resistencia y aniquilan a todos. En ese momento todo vuelve atrás y descubrimos que gracias a la posibilidad de dar saltos temporales, nada de lo que acabamos de ver realmente sucedió. Lo que Xavier y Magneto planean es que uno de ellos viaje en el tiempo para evitar que suceda la muerte de Trask así como la captura de Mystique, cuyo ADN fue el impulso final para la creación de estas máquinas letales que se adaptan al poder de todo mutante que enfrenten, lo mejoran y lo usan a su favor. Logan (Hugh Jackman) será quien regrese a esos complicados años y su misión no será nada fácil: deberá convencer a un joven, desmoralizado y sin esperanza Xavier (sumido en una profunda depresión tras el choque con Eric que lo dejó paralítico) de rescatar a su enemigo y tratar de cambiar el futuro. Es la última chance que tienen los mutantes para sobrevivir y para evitar un baño de sangre que destruya todo.


Las actuaciones son fenomenales y el cruce pasado-presente es perfecto. La reconocida mundialmente química entre Patrick Stewart e Ian McKellen se traslada de forma idéntica a la que tienen entre sí James McAvoy y Michael Fassbender, quienes los personifican en sus años mozos una vez más. Lo poco que están en escena los dos primeros es suficiente para que sigan demostrando que la calidad es inoxidable en ellos, ciento por ciento resistente al paso del tiempo. El trabajo de McAvoy y Fassbender en la saga vuelve a ser muy bueno y eso que aquí la dificultad era aun mayor, ya que debían mostrar a sus personajes en el paso previo a quedar completamente separados por sus ideas acerca de la relación entre los mutantes y la humanidad. Lo mejor de esta dupla aflora en los momentos donde muestran esa complicidad que los llevó a ser alguna vez mejores amigos, una que nunca pierden a pesar de que la beligerancia entre ellos crece a cada minuto. Hugh Jackman vuelve a desplegar con mucha comodidad todas sus armas conocidas y esto le sobra para brillar, pues él es Wolverine. No se podría siquiera pensar el que otro actor para este papel pues la identificación es muy fuerte. Jennifer Lawrence es una enorme actriz y aquí ve ampliado exponencialmente su protagonismo como Mystique. La joven e insegura Raven queda atrás y ahora le pone el cuerpo a este camaleón lleno de odio y sed de venganza contra Trask por haber sometido a miles de mutantes a innumerables torturas con el fin de construir el arma perfecta. Peter Dinklage es la cara de este brillante, ambicioso y asesino científico que considera a los mutantes como la amenaza más grande de la humanidad. Lo que desea va más allá de sus ganancias personales, él solamente busca proteger a los suyos aunque termina cruzando demasiadas líneas morales y legales en pos de conseguir su objetivo final. Su trabajo es brillante una vez más, dejándolo en el centro de la escena como uno de los actores más interesantes y talentosos de estos años. Mención de honor para Evan Peters, que en los minutos que tiene como Quicksilver deslumbra con su sentido del humor.


La esencia del cómic se encuentra muy bien plasmada en la película. La acción es la justa y necesaria, pero cuando llega lo hace con una explosión gigante. La imagen está muy lograda y las escenas impactan por sus colores, siendo pura belleza y detalles. Los 70' están recreados a la perfección y no faltan sutiles chistes políticos y sociales de época que hacen reír con ganas. Lo que más importa de la trama es la pelea que deben realizar los personajes del pasado contra sí mismos para cambiar su propio futuro. Todos sus fantasmas y su dolor tienen que ser superados o al menos dejados a un lado para pelear por una causa que los supera por completo. La misión es imposible en su concepción porque además de ponerse de pie y dejar atrás el pasado reciente, tendrán que caminar a ciegas sabiendo que la mínima falla podría derivar en algo mucho peor que lo que les cuenta Logan.


El antagonismo entre odio y esperanza, entre aniquilación y convivencia, que representan Magneto y Xavier se puede ver muy claramente. Sirve que se cierre la puerta que X-Men: First Class había dejado abierta tras su escena final para poder seguir adelante con un producto que francamente parecía archivado. En Bolívar Trask reside el mensaje de que hasta las ideas más nobles están impulsadas por una motivación más oscura de lo que el discurso aparenta. El caos puede salir de las mejores intenciones, una lección que hemos aprendido con mucho dolor  y sangre a lo largo de nuestra historia.


X-Men: Days Of Future Past es un excelente filme y su maravillosa dirección en manos de Bryan Singer es la prueba viviente de que él y solo él tiene que estar a cargo de esta saga. La adaptación de la historia original es muy buena y logra capturar los puntos clave que la llevaron a ser, a mi parecer, el mejor cómic de todos. Con actuaciones antológicas - el cruce generacional entre el cuarteto principal es un lujo- , efectos especiales cautivantes y un manejo perfecto de las transiciones espacios-temporales, este filme le devuelve la vida a los X-Men. El cierre es a toda orquesta y la reflexión final muestra como algunas piezas pueden quedar en orden tras un trabajo minucioso, pero que hay ciertas cosas que jamás cambiarán. El próximo paso es X-Men: Apocalypse - un aplauso para quien elige las historias, un lujo- que tiene fecha de salida para 2016 y a decir verdad promete demasiado. Será cuestión de estar a la altura, pero el prestigio ha sido recuperado.



Puntaje: 10/10