
La trama es muy sencilla, un relato de Western clásico: estamos ante la historia de un granjero
cobarde llamado Albert (Seth Mc Farlane)
que está en pareja con la joven Louise (Amanda
Seyfried). Ella lo abandona cuando él decide no confrontar a uno de los
pobladores en un duelo a muerte. Sus razones son como mínimo comprensibles y se
basan en su odio al Far West. Considera que todo el mundo muere por las razones
más inverosímiles, algo que se comprueba en una sucesión ridícula de
fallecimientos presentados al espectador. Mientras Albert trata de digerir su
reciente separación, llega al pueblo un bandido muy peligroso llamado Clinch (Liam Neeson) con sus socios y su mujer
Anna (Charlize Theron). Un día ella
conoce a Albert y decide entrenarlo para un duelo a muerte con el nuevo novio
de su ex mujer. Lo que en realidad busca es un contendiente que termine de una
vez por todas con su abusivo esposo, pero de a poco los dos se van a ir
enamorando el uno del otro.
Desde el vamos, el creador de Family Guy se despacha con su batería habitual de chistes llenos de
sarcasmo, sexualidad, religión, escatología, racismo, los referidos a todo tipo
de enfermedad y los infaltables: los de época. También están sus típicos
personajes extraños y muy graciosos que le dan un poco de aire a la trama. El
mejor ejemplo son la pareja del zapatero y la prostituta, un dúo brillante que
es lo mejor de la película. El cruce entre el pasado y el presente está bien manejado y
la química entre McFarlane y Theron es fenomenal. Si bien los gags y
los cameos son efectivos al comienzo, su uso exagerado termina siendo contraproducente
ya que le quita el ritmo a una historia que decae tras la primera media hora.
Al estar estructurado como una sucesión de situaciones graciosas – con un
mínimo enlace entre sí- el interés de quien está observando se encuentra en
peligro. El homenaje y burla - al mismo tiempo- al Western es correcto más que
nada en el manejo de los planos y la edición final.
Liam Neeson, Amanda Seyfried y Charlize Theron están bien pero demasiado chatos. Se nota que
buscaron subirse a la “Ola Pos-Ted” y trabajar en lo que sea con McFarlane. La nula profundidad de sus
interpretaciones es compensada por el histrionismo del director que, a pesar de
no conocer todavía el límite justo en este formato, se roba el show con su
carisma. Aunque gracioso, lamentablemente no alcanza para hacer de A Million Ways To Die In The West un
filme siquiera potable.
A Million Ways To Die
In The West apunta al homenaje burlón a un género legendario como el
Western y elige el camino correcto para lograrlo: la no idealización del
pasado. Pero se queda solamente en eso, en la idea de base. Esto porque, si
bien gracioso, no puede evitar caer en el lugar común y terminar siendo una
repetición mecánica de chistes. Y algunos de ellos de muy dudoso gusto, aún
para alguien como Seth McFarlane. Le
sobran como mínimo 30 minutos y bien podría haber sido un capítulo de Family Guy. Segundo paso no tan bueno
para alguien que hoy por hoy es uno de los centros gravitacionales de
Hollywood. Lo que sigue – al parecer es Ted
2- tendrá que ser mucho mejor sin lugar a dudas si el deseo es volver a
cautivar y divertir a los espectadores.
Puntaje: 4.5/10
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