No debe haber persona en el mundo que no sepa quien es Julian Assange o que al menos no haya oído hablar de él. Amado y odiado en iguales cantidades, este Cypher-Punk - él creó este movimiento- es uno de los fundadores de Wikileaks, sitio web desde donde se llevó adelante la mayor filtración de documentos secretos de la historia. Todo comenzó con el video crudo de unos soldados norteamericanos asesinando a sangre fría a varios civiles en Afganistán y luego la escalada se tornó incontenible. Estados Unidos lo considera un criminal sin escrúpulos que haciendo públicos millones de registros puso en peligro la vida de miles de informantes y gran parte de la izquierda internacional lo ve como la persona que le hizo jaque al imperio. La realidad es más bien diferente, pues como todos sabemos nada en el mundo es blanco o negro sino más bien gris. No es ni una cosa ni la otra y hay demasiadas sombras sobre su persona como para mirarlo con excesiva simpatía. Este filme llega en un momento en el que Assange se encuentra exiliado en Londres, más precisamente en la Embajada de Ecuador donde hasta aquí ha evitado ser deportado hacia Suecia donde lo espera un juicio por supuesta violación. Hubo mucho run-run mediático desde que el estreno de este filme se hizo inminente. Y dentro de todo este "ruido" se destaca la carta que el mismo Assange envió al protagonista que lo interpreta en la pantalla, Benedict Cumberbatch, diciéndole que el guión era una difamación contra su persona y contra lo que realmente sucedió. Allí muy amablemente le pide que por favor de un paso al costado y de paso le expresa su ferviente admiración por su trabajo. Cumberbatch se lamentó por no haber podido entrevistarse con su "objeto de estudio" y le quitó relevancia a la carta. El filme es lo mismo que su protagonista: posee tonos más bien grises, aunque el enfoque es acertado y las dos actuaciones centrales son maravillosas.
Dirigida por Bill Condon, la película comienza con la primera gran filtración del sitio Wikileaks que ya mencioné en el párrafo anterior. 5 de los periódicos más importantes del mundo publican parte de los documentos que les llegan por mail tras analizarlos y seleccionarlos cuidadosamente. Un flashback nos traslada a los inicios de este portal web para explicarnos como fue realmente su ascenso. Daniel Berg (Daniel Bruhl) es un brillante hacker que lleva una vida más bien aburrida y rutinaria. Su día transcurre sin pena ni gloria en el cubículo de una oficina. Establece comunicaciones con una persona llamada Julian Assange (Benedict Cumberbatch) que le explica acerca de su proyecto logrando así captar su interés. Tras varios meses de conversaciones vía chat, ambos deciden encontrarse para darle el impulso definitivo a esta atrevida e innovadora idea. Ambos deciden embarcarse en la empresa aún a sabiendas de que el trabajo será muy duro y que no estará exento de costos y riesgos. Al principio no muchas personas le prestan atención a un excéntrico australiano que habla de una plataforma que permita a quien quiera filtrar información confidencial pueda hacerlo sin quedar expuesto ante la opinión pública y los gobiernos. Pero a medida que la idea se va corporizando, la fila para trabajar en Wikileaks crece de manera exponencial. El escenario es ideal pero la obsesión de Berg con el sitio - llega al punto de cortar todos sus lazos con el mundo real- y la cada vez más invasiva, posesiva y mesiánica personalidad de Assange amenazan con romper la tensa calma. A esto se le suma que del cielo les cae la mayor filtración de documentos secretos del gobierno de los Estados Unidos que jamás se haya visto. El dilema moral ante semejante responsabilidad es lo que los va a terminar enfrentando y es lo que pondrá en riesgo todo el trabajo realizado hasta ese momento.
Más allá de que el verdadero Assange patalee, su personalidad queda expuesta a la perfección en la película. Si bien hay que atender que el guión se basa en el libro que Daniel Berg (el verdadero) escribió luego de romper su sociedad con él, no cabe duda de que el creador de Wikileaks es una persona más bien compleja. Hay varios calificativos que le caben y cada uno de ellos fue corroborado por las diversas personas que trabajaron bajo sus órdenes. Mesiánico, autoritario, posesivo, paranoico, obsesivo, amoral - o al menos con muy pocos escrúpulos a la hora de exponer vidas humanas a una muerte casi segura- y demás palabras que todas juntas forman el gran y contradictorio conglomerado que es Julian Assange. Claro que también es un genio y que ayudó a crear uno de las herramientas más ambivalentes de estos tiempos. Se la puede ver como revolucionaria porque expuso los secretos más oscuros de la mayoría de los gobiernos del mundo o como un elemento de desinformación pues es más bien claro que ninguna persona normal cuenta con el tiempo para leer tantos documentos que, dicho sea de paso, son publicados en su forma original (cables) sin ningún análisis mediante.
Volviendo a lo estríctamente cinematográfico, The Fifth Estate es una explicación dinámica y muy didáctica de como funciona Wikileaks. La dirección de Bill Condon es buena y le imprime al filme un ritmo frenético que nos hace sentir dentro de la gran red de información. La musicalización es impecable y la imagen es futurista, muy al estilo de las ideas que los Cypher-Punks pregonan. He leído algunas críticas y coincido con ellas en que hay alguna que otra similitud con The Social Network en lo que respecta a la imagen y la velocidad, pero agrego que no alcanza ni por asomo el nivel de perfección del filme de David Fincher. Su principal falencia es que de a ratos se estaciona demasiado en las rencillas entre los protagonistas y con esto le quita interés a un producto que apunta sobre todo a explicar el ascenso (¿Y caída?) de Wikileaks. Otro punto a destacar es que se hace mucho hincapié en el importante papel que jugaron lo medios tanto en la difusión de los cables como en la protección de miles y miles de nombres que debían permanecer anónimos ya fuesen informantes del Ejército de los Estados Unidos o los famosos "whistleblowers" como Manning, por ejemplo. La hipocresía del país del Norte también es una parte relevante de la trama y podemos ver como quedando su poca moral ante los ojos del mundo utilizan argumentos morales para escudarse. Parte del delirio esquizofrénico en el que vivimos hace ya varias décadas.
La turbulenta relación que unió a Berg con Assange es representada de manera impecable por Benedict Cumberbatch y Daniel Bruhl que cada vez que tienen la posibilidad (y por suerte para nosotros esto sucede muy seguido) demuestran que son dos excelentes actores. Lo de Cumberbatch es para aplaudir de pie pues uno siente que se encuentra frente al polémico hacker en cada una de sus escenas. Y más todavía si tenemos en cuenta que lo consiguió basándose solo en las entrevistas que Assange dio en televisión desde su irrupción mediática hace unos años. Todas sus características personales se dan reunión en este británico que va camino a ser uno de los grandes intérpretes de toda la historia. Lo de Bruhl es otra maravilla que se suma a su impresionante caracterización de Niki Lauda en la espléndida Rush (2013). Su Daniel Berg es la contraparte humana de Assange y es quien se hace la pregunta moral cuando llega el momento más importante de su vida. El talento de Bruhl es algo muy difícil de conseguir en el mercado actual, pero sus dos actuaciones del año pasado no lograron convencer a casi ningún jurado de los más importantes premios de que al menos merecía una nominación o una mención especial. Claro que esto no tiene que sorprender a nadie, pero nunca es malo remarcar las injusticias si uno las tiene al alcance de la mano y puede denunciarlas.
The Fifth Estate es una película con muy buen ritmo y con un guión sólido que no debe ser tomado a pies juntillas pues es solo una parte de la historia. Las actuaciones de Cumberbatch y Bruhl son brillantes y sostienen la cinta aún en sus momentos más flojos. Bill Condon redondea un buen trabajo aunque se nota demasiado que su modelo de referencia es The Social Network. Y lamentablemente para él, ese tipo de filmes es una excepción que se da cada muchos años. Si les interesa la historia de Wikileaks, esta es su película. Y si no mírenla solo por el placer de ver a Bruhl y a Cumberbatch sacarse chispas.
Puntaje: 6.5/10
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