La columna vertebral de la historia es la misma que en la cinta de 1987. Alex Murphy (Joel Kinnaman) es un Oficial honesto y trabajador que junto a su compañero mete las narices donde no debe. A punto de dasarmar una red mafiosa que llega hasta la mismísima Policía de Detroit sufre un atentado en la puerta de su casa y queda en coma, con su vida pendiendo de un hilo. En paralelo una infernal maquinaria política y económica que gira alrededor del reemplazo de los soldados y policías con máquinas de guerra está puesta en marcha hace mucho tiempo. Raymond Sellars (Michael Keaton) es el dueño de OmniCorp y está buscando la oportunidad de venderle sus robots asesinos al pueblo norteamericano. Contrata al Doctor Dennett Norton (Gary Oldman) para poder llevar adelante su nuevo plan: crear un híbrido entre humano y máquina para poder seducir al país entero. Su idea es poderosa: mitad humano, mitad máquina. Un robot con todos los beneficios de la tecnología y con el privilegio de la razón humana. La realidad es que Alex Murphy se está muriendo y su mujer Clara (Abbie Cornish) acepta que su marido ingrese en este programa sin tener una idea muy clara de lo que le van a hacer. Lo que sigue es más que conocido y se centra en el debate interno de Murphy, en la lucha por no perder lo poco que le queda de humano y al mismo tiempo resolver el caso que había quedado trunco tras el atentado que casi lo mata.
Robocop tiene un guión adaptado que si bien mantiene el espíritu originario, es bastante libre. Se toma varias licencias y reinventa la manera en que Murphy es asesinado. Esa escena yo recuerdo que me impactó mucho cuando vi por primera vez Robocop (1987) y me decepcionó que no se la haya calcado - y hasta mejorado, pues era posible- en esta película. Aún así también hay que remarcar que toda la sangre que se ahorra en esa escena es compensada en un final que está plagado de disparos y muerte. Esto marca una pauta: la violencia está bien dosificada por Padilha que bien sabe como hacer que lo político se transforme en una parte vital de cualquier filme cuestión que aquí no es la excepción. Pero lo que lo lleva adelante es el drama que significa para Alex Murphy entender su nueva vida y aceptarla por lo que es: una nueva oportunidad - o al menos eso le dicen Sellars y Norton-. Hay un significativo énfasis en lo humano de esta máquina asesina, que era un tema tratado muy brevemente en la primera versión y que celebro que se haya ampliado.
En lo referido a las escenas de acción, son impactantes y están muy bien filmadas. Técnicamente son impecables pero también ayudó mucho a formar mi opinión el haberla visto en el IMAX. Tuve la posibilidad de verla en los Estados Unidos el día de su estreno y el formato - al cual no asistía desde que tenía 9 años- me voló la cabeza. Como ya explique al comienzo de la crítica, Robocop es una película hecha para el IMAX. El 3D también es una buena opción, aunque no esté hecha específicamente para este sino convertida pos edición.
Joel Kinnaman, el nuevo chico estrella de Hollywood, está bien en su rol de Alex Murphy pero no es ninguna maravilla. Posee tan poca expresividad que lo mejor de su performance se ve cuando adhieren lo poco que queda de su cuerpo a la estructura robótica que lo acompañará por el resto de su vida. Abbie Cornish es otra actriz que está ganando lugar en la industria norteamericana pero en este caso es puro relleno. Aprueba raspando solamente por agregarle emotividad y sufrimiento a la trama en la incesante lucha de una mujer desesperada por reecontrarse con su marido y por llegar hasta el fondo de la situación. Gary Oldman vuelve a deleitarnos con otra gran actuación y encima hecha casi de taquito - ¿Vieron que se puede hacer algo bien y de pasada?-. Su Dr. Norton es un profesional prestigioso y un buen hombre que se debate entre dejar su nombre en la historia de la medicina o hacer lo correcto. Michael Keaton vuelve al ruedo - y las Grandes Ligas que ya lo extrañaban bastante- como un empresario sin ningún tipo de escrúpulos que solo busca poder y dinero en grandes cantidades. Va a usar a Murphy como un medio para sus fines y no va a dejar que nadie se interponga en su camino. Es el típico lobbysta político y Keaton logra jugarlo con humor y oscuridad en idénticas cantidades. Demás está decir que las mejores escenas de Robocop son aquellas en las que estos dos enormes actores comparten pantalla. Se sacan chispas y logran hacer valer la entrada.
Párrafo muy aparte - pero muy muy- para quien se roba el show por completo desde un sector marginal en la trama: Samuel L. Jackson. Esta vez el actor al que vimos en casi todas las buenas películas de estos últimos 20 años se pone en la piel de Pat Novak, un host televisivo extremadamente carismático que tiene intereses concretos - tanto ideológicos como financieros- en OmniCorp. Es una excelente parodia del típico presentador de Fox News y cada una de sus intervenciones es un delirio en sí misma. Su cierre es con toda la MOTHERFUCKING furia. No se lo pierdan por nada en el mundo.
Robocop es una bastante decente remake en una era de remakes fallidas y aburridas. La reescritura del guión no es mala pues conserva el espíritu del largometraje original. Las actuaciones son buenas en general pero los que saben de verdad son Gary Oldman, Michael Keaton y Samuel L. Jackson y eso se nota en demasía. El nuevo traje es muy cool y el negro le sienta muy bien al Robocop de nuestro siglo. Los efectos especiales son muy buenos y la acción que entrega puede satisfacer hasta al espectador más puntilloso. Robocop es un gran espectáculo lleno de fuegos artificiales que entretiene más allá de algún que otro bache en la trama. Mi recomendación es que vayan a verla sin realizar comparaciones y buscando pasar un buen rato de acción pura y dura con aderezo político.
Puntaje: 7.5/10
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