miércoles, 26 de marzo de 2014

300: Rise Of An Empire

A contramano de lo que la mayoría de la crítica y público general opina, no creo que 300 (2006) sea la obra maestra de la que todos hablan. Es innegable que la genial novela gráfica de Frank Miller (un imprescindible a la hora de hablar del universo de los comics) es trasladada a la pantalla grande con mucha efectividad. La historia - una versión muy libre del mito de los 300 Espartanos- y el formato original son respetados a rajatabla. Los efectos visuales son impactantes - inaugurando un nuevo estilo que al poco tiempo fue imitado por todo el que tuviese un estudio dispuesto a financiarlo- y la línea que separa lo mítico de lo real es demasiado difusa como para tildar al filme de ser pura y estrictamente mitología griega. La sangre corre a borbotones y es tan espesa y oscura que uno siente que puede tocarla a través de la pantalla. Pero lo que al parecer más le ha gustado a todo el mundo son los discursos enfervorizados del Rey Leonidas (Gerry Butler, que a decir verdad está muy bien) para arengar a sus 300 leales soldados que deciden con mucho placer acompañarlo a luchar contra el Imperio Persa entero (ergo, a morir). Lo que en mi opinión hace que 300 no funcione de manera perfecta son las constantes declamaciones, los exagerados gritos de guerra y ese erotismo bizarro que se produce entre los Espartanos. La palabra "BRO-MANCE" tomada del slang norteamericano es sin dudas la que mejor describe a la mayoría de las escenas del filme. Su esperada secuela fue criticada de manera despiadada aunque al día de hoy sigue batiendo récords de taquilla a diario en todo el mundo - y habiendo sido estrenada hace ya más de 2 semanas-. Todos los dardos apuntaron a que era una mala imitación de su antecesora y a que la sangre y la violencia eran demasiado excesivas (?) algo que bien podría desconcertar a cualquier espectador. Justamente por elegir un camino diferente es que 300: Rise Of An Empire es un filme muy superior a su predecesor. Es decir: por no ahondar en interminables e insoportables discursos, por la increíble estética - que renovada supera con creces a la de 300 (2006)-, por su nivel pornográfico de violencia y por la genial y talentosa Eva Green. Ahora sí, vayamos a las cuestiones específicas que justifican mis argumentos.


300: Rise Of An Empire no se plantea como una secuela tradicional. De a momentos es una precuela, luego los hechos que narra transcurren en paralelo a la lucha de los 300 contra los Persas y recién sobre el final se coloca temporalmente después de los sucesos de la primera película. La narración es llevada adelante por Gorgo (Lena Headey), Reina de Esparta y esposa de Leonidas, que le habla a toda la flota de su nación en pleno océano. A pesar de su estructura llena de flashbacks y flashforwards, el círculo es perfecto pues todas las piezas terminan encajando en el lugar que corresponde. Hay tres personajes centrales en la trama: Themistocles (Sullivan Appleton), Xerxes (Rodrigo Santoro) y Artemisia (Eva Green). Primero vamos a conocer la historia de Xerxes, hijo del legendario Rey Darius, que ve como su padre es herido de muerte por Themistocles en la legendaria batalla de Marathon en el año 490 A.C. El Almirante griego luego terminará lamentando el no haber terminado con la vida de Xerxes en ese mismo instante. Su posterior transformación de un joven inexperto lleno de dudas y de miedos en un semi-Dios todopoderoso y sin ningún atisbo de humanidad llegará de la mano de la implacable Artemisia (Eva Green), que es la verdadera y única dueña del circo. Nacida en Grecia, de muy pequeña presenció el brutal asesinato de su familia en manos de sus propios compatriotas cuando atacaron su pueblo en uno de los habituales conflictos entre cada una de las naciones y pueblos que convivían dentro del territorio griego para ese entonces. Fue abusada sexualmente y traficada como esclava hasta que un guerrero persa la encontró en la calle a punto de morir tras una brutal golpiza propinada por uno de tantos hombres que la sometieron durante toda su adolescencia. Tras curarla, este emisario persa - al que todos ya tenemos visto en 300- decide entrenarla para aprovechar el odio que tiene dentro suyo. La venganza y su habilidad son lo que la llevan a ser la preferida del Rey y la Comandante de la monstruosa flota naval de Persia. Artemisia es una mujer sin miedo, una estratega brillante y una luchadora invencible tanto sobre un barco como en la lucha cuerpo a cuerpo. Su sed de sangre y muerte la llevan a poner en acción la maquina de guerra para vengar la muerte de Darius, a quien ella consideraba un padre. Si - como este le dijo antes de morir- solo los dioses podían vencer a los griegos, entonces Xerxes debía convertirse en uno. Veremos como lo manipula de una manera asquerosa y maravillosamente - miren que paradoja- inhumana para lograr sus dos objetivos: tener un títere en el trono y que el infierno se desate y caiga con toda la furia contra Grecia. En paralelo, Themistocles intenta en vano convencer a los espartanos de luchar codo a codo para salvar - y de paso crearla, porque hasta allí no existía- a su patria. Tras fracasar rotundamente, el ateniense decide luchar con las pocas naves que logra reunir mientras ruega que los 300 puedan unificar a todo el país con su inevitable y doloroso sacrificio. Por un tiempo mantiene a raya a la armada de Artemisia, ganándose su respeto y su odio al mismo tiempo, pero bien sabe que por una simple cuestión matemática la caída de Atenas es solo cuestión de días.


300: Rise Of An Empire está dirigida por Noam Murro, a quien no se le conoce ningún trabajo previo de gran envergadura. Zack Snyder esta vez decidió atenerse a solo redactar el guión y a producir el filme, algo que no fue bien visto de entrada. Por suerte el director israelí, y sin siquiera ser 1/4 de lo que es Snyder, logró ponerse a la altura de las circunstancias y llevar adelante una película que tiene mucha más acción y menos palabras que su predecesora. El guión es un laberinto que llega a buen puerto y - como ya mencioné- la imagen es más que excelente. Hay una predominancia de tonos oscuros y el que casi toda la acción suceda en altamar hace que el clima sea el de una tormenta perfecta. Las coreografías son muy buenas y los barcos persas son unas gigantes y admirables máquinas asesinas. Si ya en 300 (2006) había toneladas de sangre, aquí se puede decir que hay un festival de esta veinte veces mayor. La intensidad del filme es tal que no hay momento en el que uno pueda distraerse ni que no este al borde de la butaca. El 3D sin dudas que ayuda a generar toda esta tensión pues 300: Rise Of An Empire nació tanto para ese formato como para el IMAX. Los chorros de sangre siempre bañan al espectador y los espadazos y hachazos parecen destinados a quien está mirando y no para los personajes. 


Las actuaciones son buenas en general. Sullivan Appleton se ve afectado por la siempre presente sombra de Gerard Butler - que aparece en algunas escenas- pero logra que su Themistocles tenga toda la racionalidad y humanidad que aquel valiente guerrero espartano jamás tuvo. Hijo de la democracia, parte de una sociedad civilizada y opuesta a la de Esparta, intenta por todos los medios convencer a los suyos que si no pelean todo arderá. Que esta vez no hay negociación que valga, que hay que salir a responderle a la muerte con más muerte. Esto no lo exime de sentir el peor de los miedos ante el poder de Artemisia y sus barcos ni de dudar acerca de la posibilidad de conseguir un triunfo en condiciones tan adversas y disparejas. Me gustó que hayan puesto en la boca de Themistocles una de mis frases preferidas: "Preferimos morir de pie antes que vivir de rodillas". Rodrigo Santoro repite como Xerxes y si bien se profundiza mucho más en la historia de este particular rey, no es mucho lo que transmite en su nueva performance. Claro que la esencia de este persa es justamente no ser humano pero un poco más de carisma no mataría a nadie. Eso sí, desde lo físico no hay queja posible pues el imponente físico de esta estrella brasileña es ideal para ser exhibido con apenas un poco de ropa y muchas joyas encima. Lena Headey aparece poco y es quien realiza la narración del filme. Logra dar con el tono duro y autoritario del espartano aunque su presencia en un punto parece demasiado forzada. Me queda la sensación de que buscaron colocar una figura fuerte y femenina para rivalizar con Eva Green, cuestión absolutamente innecesaria e inútil pues superar el trabajo de esta enorme actriz es una tarea imposible.


Y entonces, por fin, llegamos a Eva Green. No hay mucho más que se pueda agregar a la tonelada de elogios y alabanzas que su trabajo  ha recibido. Artemisia es un personaje moderno dentro de un filme que se sitúa varios años antes de cristo. Si bien este hecho podría ser algo que interfiera con la trama, gracias a la versatilidad de Green no lo hace en lo absoluto y a decir verdad no hay momento en el que 300: Rise Of An Empire no se mueva alrededor de ella. Con una mirada de piedra y una personalidad avasallante, cada vez que aparece en escena el aire se corta con un cuchillo. No le va a temblar el pulso a la hora de asesinar a los Generales que le fallen ni se va a preocupar demasiado porque se pierdan las vidas de sus soldados y esclavos. Todos hablan de la ya famosa escena de sexo - que más bien es una pelea entre dos enemigos acérrimos- en la que utiliza su cuerpo para cooptar a Themistocles y hacerlo traicionar a su pueblo. Pero esto no es lo esencial de la actuación de Eva Green y es más bien machista centrar todo en ese momento que apenas si dura unos minutos. Desde un tono de voz lúgubre, una postura corporal firme pero que denota sus mil batallas peleadas y un vestuario que descolla por lo copado (no se pierdan la armadura con las espinas en la espalda), esta actriz francesa se roba la totalidad del filme. La verdadera cabeza del Imperio Persa es ella y no va a dejar que nada interfiera con su tan ansiada venganza. Se podría creer que Artemisia siempre se guió por los impulsos debido a su historia personal y a como se definió la Batalla de Salamina pero esto es una visión errónea. La gran escena en la que le enrostra a Xerxes que él es Rey solo por obra y gracia de ella y en la que además le advierte que con su ensañamiento con los 300 de Leonidas y la quema de Atenas solo ha logrado unificar a una nación, es la prueba de que detrás de ese deseo por matar a todo el que se interponga en su camino también había una mente maestra. Ah y cuando le dice a Themistocles, tras recibir un golpe suyo, que "peleas mucho más duro de lo que coges" se encarga de ganarle al machismo por K.O en el primer round. La elección de Eva Green para este papel no podría haber sido más acertada. 


300: Rise Of An Empire se alza con el premio mayor de esta primera parte del año. Supera a un filme que se creía imposible de vencer como 300 (2006) y eleva los niveles de violencia y sangre hasta el infinito. Cierra todos los baches que habían quedado abiertos en el filme previo y se dedica a explicar muy detalladamente la historia de sus personajes principales. Sus vaivenes temporales dotan a la trama de un factor clave: la sorpresa. El espectador nunca sabe para que momento de la historia va a salir la próxima escena y la muy buena edición impide que uno se pierda entre tanta vuelta. El CGI es despampanante y por suerte Snyder eligió bajarle un par de tonos a la imagen hasta sumirla en una oscuridad digna del fondo del amenazador océano sobre el que griegos y persas batallan sin cesar. El "BRO-MANCE" queda descartado para siempre y espero que si hay una tercera entrega - algo que se cae de maduro - no regrese nunca. Los discursos se ven reducidos al mínimo, algo que se agradece con todo el corazón y la dirección de Noam Murro es buena. El elenco es regular y se presta a la épica que plantea la película. Pero quien se lleva todas las palmas es Eva Green con su sádica y brillante Artemisia. Y en esto último hubo consenso hasta en los más críticos del filme. Cualquiera podrá realizar una crítica muy diferente a esta, pues la crítica de cine es una profesión demasiado subjetiva lo cual es sumamente positivo. Pero hay ciertas cuestiones que no pueden ser ignoradas haya gustado o no la película. 


Puntaje: 8.5/10  
      


      

lunes, 24 de marzo de 2014

I, Frankenstein

Frankenstein no es uno de mis monstruos preferidos. Si bien su historia es interesante y muy oscura, nunca lo encontré tan atractivo como a Drácula, al Hombre Lobo y a otras bestias del universo de la literatura. De la mano de Stuart Beattie, más que nada conocido por su labor como guionista en la saga Pirates Of The Caribbean, llega una total reinvención de la leyenda de Victor Frankenstein y su criatura infernal que fracasa desde casi todo punto de vista. No era necesario volver a incursionar en un personaje que ya ha tenido varios intentos fallidos y que es mejor dejarlo tal como nos lo cuenta la maravillosa novela de Mary Shelley.

Beattie decidió imaginarse la historia de Frankenstein en clave Underworld. Para sazonarla un poco le agregó una pequeña pizca de Constantine resultando I, Frankenstein en un mero pastiche de estas dos películas, en una burda imitación plagada de CGI y líneas bastante estúpidas. La trama se puede explicar en unas pocas líneas: tras un breve resumen del derrotero del monstruo - narrado por él mismo- tras asesinar a su creador nos adentramos en la típica lucha entre el bien y el mal que definirá el destino de la humanidad, que a su vez no está ni enterada de lo que sucede enfrente de sus ojos a diario (uno no puede considerar el ver a una gárgola peleando con un demonio como un evento cotidiano o normal). En paralelo un - si se quiere- diablo muy malvado (Bill Nighy, que también es el más malo de los malos en Underworld) intenta dar con el diario de Victor Frankenstein para poder utilizar su experimento y revivir a los millones de cuerpos humanos que tiene estoqueados en la parte de abajo de su fortaleza. Una vez que tengan pulso nuevamente podrán ser poseídos por millones de diablos, conquistar el mundo de una vez por todas y cargarse a las gárgolas (los Ángeles) que los vienen manteniendo a raya hace varios siglos. Mientras la lucha se desarrolla, Frankenstein (Aaron Eckhart) debe encontrarse a sí mismo y encontrar a alguien que confíe en él, pues tanto los ángeles como los demonios le realizan jugadas tramposas para utilizarlo a su favor y luego asesinarlo. 


I, Frankenstein está plagada de efectos especiales que son bastante malos, aunque gracias al generoso presupuesto del filme nunca quedan por debajo de la media de decencia. Aaron Eckhart es lo más rescatable de un filme para el olvido. Su preparación física es excelente, le pone muy bien el cuerpo a las escenas de acción y cuando es necesario le da humanidad al monstruo. Es el único que no luce forzado de todo el elenco principal, aunque Bill Nighy está - as usual- deliciosamente macabro y canchero. Estos dos buenos actores son lo único que vale la pena de este ensayo fallido. El único acierto de Beattie fue el centrar la historia en el debate interno que tiene Frankenstein entre su lado humano y su lado monstruo. En su incesante búsqueda de identidad y por ende de humanidad, algo que respeta bastante al libro original. El típico dilema de la inmortalidad que es demasiado tentadora desde afuera pero de adquirirla puede convertirse en la peor de las maldiciones. Tal vez la veta del bueno de Stuart esté más del lado de los guiones, porque queda bien claro que detrás de cámaras es un desastre. 


I, Frankenstein es un filme que debe ser dejado atrás lo más pronto posible. La modernización del cuento que ejecuta este inexperto director nunca encuentra forma siquiera y termina colgada de las anchas espaldas de Aaron Eckhart que - junto a los ratitos de Bill Nighy, que por mala suerte para nosotros y la película son muy pocos- es la razón por la que no voy a colocar una puntuación aún más baja que la siguiente.


Puntaje: 3/10

martes, 18 de marzo de 2014

Robocop

A sabiendas del éxito y la consideración en la que se tiene al filme original de 1987, se puede decir que la jugada fue más que arriesgada. Hacer una remake de Robocop no es un emprendimiento en el que muchos directores se han querido embarcar pues todos sabemos que las comparaciones si bien son odiosas también son inevitables por naturaleza en un caso como este. El brasileño José Padilha, a quien conocemos por haber dirigido Bus 174 (2002), Tropa De Elite (2007) y Tropa de Elite 2 (2010) - tres excelentes filmes ambientados en su país natal, llenos de violencia y de conflictos sociales y políticos- decidió aceptar el desafío. Su estilo está presente a lo largo y ancho del filme y logra salir triunfante de una tarea más que complicada. Lo primero que tengo para decirles es que no piensen en la Robocop original cuando la vean y libérense de todo prejuicio típico de fanático. Segundo que, si pueden, la vean en el IMAX pues es una película hecha para este formato. Ahora vayamos a ver de que se trata la nueva Robocop.

La columna vertebral de la historia es la misma que en la cinta de 1987. Alex Murphy (Joel Kinnaman) es un Oficial honesto y trabajador que junto a su compañero mete las narices donde no debe. A punto de dasarmar una red mafiosa que llega hasta la mismísima Policía de Detroit sufre un atentado en la puerta de su casa y queda en coma, con su vida pendiendo de un hilo. En paralelo una infernal maquinaria política y económica que gira alrededor del reemplazo de los soldados y policías con máquinas de guerra está puesta en marcha hace mucho tiempo. Raymond Sellars (Michael Keaton) es el dueño de OmniCorp y está buscando la oportunidad de venderle sus robots asesinos al pueblo norteamericano. Contrata al Doctor Dennett Norton (Gary Oldman) para poder llevar adelante su nuevo plan: crear un híbrido entre humano y máquina para poder seducir al país entero. Su idea es poderosa: mitad humano, mitad máquina. Un robot con todos los beneficios de la tecnología y con el privilegio de la razón humana. La realidad es que Alex Murphy se está muriendo y su mujer Clara (Abbie Cornish) acepta que su marido ingrese en este programa sin tener una idea muy clara de lo que le van a hacer. Lo que sigue es más que conocido y se centra en el debate interno de Murphy, en la lucha por no perder lo poco que le queda de humano y al mismo tiempo resolver el caso que había quedado trunco tras el atentado que casi lo mata.


Robocop tiene un guión adaptado que si bien mantiene el espíritu originario, es bastante libre. Se toma varias licencias y reinventa la manera en que Murphy es asesinado. Esa escena yo recuerdo que me impactó mucho cuando vi por primera vez Robocop (1987) y me decepcionó que no se la haya calcado - y hasta mejorado, pues era posible- en esta película. Aún así también hay que remarcar que toda la sangre que se ahorra en esa escena es compensada en un final que está plagado de disparos y muerte. Esto marca una pauta: la violencia está bien dosificada por Padilha que bien sabe como hacer que lo político se transforme en una parte vital de cualquier filme cuestión que aquí no es la excepción. Pero lo que lo lleva adelante es el drama que significa para Alex Murphy entender su nueva vida y aceptarla por lo que es: una nueva oportunidad - o al menos eso le dicen Sellars y Norton-. Hay un significativo énfasis en lo humano de esta máquina asesina, que era un tema tratado muy brevemente en la primera versión y que celebro que se haya ampliado.


Estamos ante un claro debate acerca de la conveniencia o no de que dejemos que los robots hagan las tareas que le corresponden a un ser humano, como por ejemplo ser policía o soldado que si bien son profesiones extremadamente peligrosas también requieren de la razón para que el desempeño sea el correcto. La lucha se da entre la razón y la efectividad absoluta. La balanza se inclina claramente para un lado que ustedes ya se imaginarán cual es. La escena que cierra Robocop es más que reveladora así que no esperen que les cuente más que lo que menciono en estas líneas. El lobby armamentístico queda expuesto de manera más que contundente y también la estrecha colaboración de los medios con ciertos intereses económicos. El gran negocio que se monta alrededor de Robocop - y en un hecho que es paradójico- termina siendo más inhumano que un robot. Todos quieren sacar su tajada sin importar el coste y para ello manipularán a través de los medios utilizando la paranoia pos 9/11 que se generó en el pueblo norteamericano y que está lejos de haber desaparecido.


En lo referido a las escenas de acción, son impactantes y están muy bien filmadas. Técnicamente son impecables pero también ayudó mucho a formar mi opinión el haberla visto en el IMAX. Tuve la posibilidad de verla en los Estados Unidos el día de su estreno y el formato - al cual no asistía desde que tenía 9 años- me voló la cabeza. Como ya explique al comienzo de la crítica, Robocop es una película hecha para el IMAX. El 3D también es una buena opción, aunque no esté hecha específicamente para este sino convertida pos edición.


Joel Kinnaman, el nuevo chico estrella de Hollywood, está bien en su rol de Alex Murphy pero no es ninguna maravilla. Posee tan poca expresividad que lo mejor de su performance se ve cuando adhieren lo poco que queda de su cuerpo a la estructura robótica que lo acompañará por el resto de su vida. Abbie Cornish es otra actriz que está ganando lugar en la industria norteamericana pero en este caso es puro relleno. Aprueba raspando solamente por agregarle emotividad y sufrimiento a la trama en la incesante lucha de una mujer desesperada por reecontrarse con su marido y por llegar hasta el fondo de la situación. Gary Oldman vuelve a deleitarnos con otra gran actuación y encima hecha casi de taquito - ¿Vieron que se puede hacer algo bien y de pasada?-. Su Dr. Norton es un profesional prestigioso y un buen hombre que se debate entre dejar su nombre en la historia de la medicina o hacer lo correcto. Michael Keaton vuelve al ruedo - y las Grandes Ligas que ya lo extrañaban bastante- como un empresario sin ningún tipo de escrúpulos que solo busca poder y dinero en grandes cantidades. Va a usar a Murphy como un medio para sus fines y no va a dejar que nadie se interponga en su camino. Es el típico lobbysta político y Keaton logra jugarlo con humor y oscuridad en idénticas cantidades. Demás está decir que las mejores escenas de Robocop son aquellas en las que estos dos enormes actores comparten pantalla. Se sacan chispas y logran hacer valer la entrada.


Párrafo muy aparte - pero muy muy- para quien se roba el show por completo desde un sector marginal en la trama: Samuel L. Jackson. Esta vez el actor al que vimos en casi todas las buenas películas de estos últimos 20 años se pone en la piel de Pat Novak, un host televisivo extremadamente carismático que tiene intereses concretos - tanto ideológicos como financieros- en OmniCorp. Es una excelente parodia del típico presentador de Fox News y cada una de sus intervenciones es un delirio en sí misma. Su cierre es con toda la MOTHERFUCKING furia. No se lo pierdan por nada en el mundo.


Robocop es una bastante decente remake en una era de remakes fallidas y aburridas. La reescritura del guión no es mala pues conserva el espíritu del largometraje original. Las actuaciones son buenas en general pero los que saben de verdad son Gary Oldman, Michael Keaton y Samuel L. Jackson y eso se nota en demasía. El nuevo traje es muy cool y el negro le sienta muy bien al Robocop de nuestro siglo. Los efectos especiales son muy buenos y la acción que entrega puede satisfacer hasta al espectador más puntilloso. Robocop es un gran espectáculo lleno de fuegos artificiales que entretiene más allá de algún que otro bache en la trama. Mi recomendación es que vayan a verla sin realizar comparaciones y buscando pasar un buen rato de acción pura y dura con aderezo político.


Puntaje: 7.5/10


 



jueves, 13 de marzo de 2014

Thor: The Dark World

Thor (2011) fue un muy buen paso dado por Marvel. No solamente porque es mi personaje preferido dentro del Marvel Universe o porque estuviese dirigida por Kenneth Brannagh, uno de los directores más talentosos del mundo - y que sin dudas está dentro de mi lista de los diez mejores de la historia- sino por el hecho de que traer a la pantalla grande una historia como la de Thor no es simple. Y Brannagh con sus habituales elementos shakespeareanos, una preciso manejo de cámaras, una batería impresionante de CGI, mucho humor y buenas actuaciones logró condensar todo eso que uno se encuentra cuando hojea un cómic protagonizado por este Dios Nórdico. Para la segunda parte titulada Thor: The Dark World, el estudio eligió contratar a otro director tal vez asustados por las ambivalentes críticas que Thor cosechó. Mi decepción fue grande pero cuando dijeron que el nuevo director sería Alan Taylor, me quedé un poco más tranquilo. Su trabajo en series que han sido - y muchas de ellas aún lo son- enormes éxitos de audiencia y aclamadas por la crítica mundial como Game Of Thrones, Boardwalk Empire, Mad Men, The Sopranos Nurse Jackie entre otras es una carta de presentación más que positiva. Thor: The Dark World es diametralmente opuesta a su predecesora pero no por ello es mala. Se sube a caballito del fenómeno Loki y sale airosa con su épica, sus escenarios majestuosos y un guión un poco más entretenido que el anterior.


Thor: The Dark World abre con una escena de guerra realmente bien filmada, con una espectacularidad e imagen que se condesan en la entrada épica de Thor (Chris Hemsworth) quien con un solo martillazo soluciona un conflicto que venía complicado. La aparición de su hermano Loki (Tom Hiddleston) es opuesta: caído en desgracia tras los eventos sucedidos en Nueva York, es apresado por su padre y Rey de Asgard - y Dios Supremo, ya que estamos- Odin (Anthony Hopkins). Mientras Thor lucha contra los enemigos de su pueblo con arrogancia y majestuosidad, Loki se dirige a rendir cuentas encadenado y rodeado por guardias. La vida le sonríe al otrora hijo engreído y desterrado por su imprudencia y está a pocos pasos de tomar su lugar legítimo en el trono. El gran problema es que desde que regresó a su hogar no puede dejar de pensar en Jane (Natalie Portman), a quien vigila día y noche a millones de años luz de distancia. El centro de la trama es el "Eter", una sustancia muy poderosa que yace escondida en algún lugar remoto del universo debido al peligro que encarnaría de caer en las manos incorrectas. Un buen día Jane está investigando la convergencia en un viejo galpón y da por accidente con este líquido que se instala en su cuerpo poniendo su vida en peligro, pues no es mucho el tiempo que un humano puede resistir la presencia de este misterioso elemento. A todo esto, la actividad del "Eter" ha despertado de su larga hibernación a Malekith (Christopher Eccleston) y a sus Elfos Oscuros, que deciden atacar Asgard con todo su ejercito y así matar dos pájaros de un tiro. De triunfar, obtendrían su venganza por una derrota que los marcó de por vida y además pondría en manos de su líder aquello que necesita para ser invencible. Mientras la gran ciudad está bajo ataque, Thor ve como su madre es asesinada a sangre fría por Malekith y decide luchar contra este poderoso enemigo. Para ello necesitará la ayuda de Loki, en quien no confía en lo absoluto - su historial respalda esto pues es: haberlo intentado matar varias veces y estar a medio minuto de destruir el mundo- pero es el único que puede acompañarlo para vengar la muerte de su madre.


Thor: The Dark World es una muy buena secuela. Y como tal logra rellenar algunos baches de su antecesora de una manera más bien elegante. La relación entre Thor y Odin está mucho más desarrollada y permite así entender la arrogancia absoluta del joven Dios pues sin dudas que tiene a quien salir. Odin es un Rey guerrero muy valiente pero al mismo tiempo es un ególatra y un gobernante autoritario. Todas las conexiones con el Marvel Universe están realizadas en tiempo y forma siendo The Avengers central para entender la trama y todo lo que se viene en estos próximos años. El trabajo de Alan Taylor es muy bueno y por sobre el festival de CGI hay una gran escena en la que Thor y compañía planean un ataque en la clandestinidad alrededor de una mesa redonda y en paralelo a cada paso vemos las acciones que ellos mismos relatan. En este caso estamos hablando de cine clásico en estado puro, algo que merece ser celebrado y que jamás viene mal. Los efectos especiales demás está decir que son despampanantes. Los diversos mundos y sus respectivas criaturas son creaciones hermosas. La imagen es preciosa y está llena de colores y de cielos que al verlos uno desea que existiesen. El vestuario es impecable y demasiado cool como para ser cierto. La pelea que da cierre a la película es épica - a tono con el producto en general- y está filmada con gran maestría de parte de Taylor.  


Chris Hemsworth y Tom Hiddleston están maravillosos. La rompen y se complementan de una manera perfecta. Parecen hermanos de verdad y su química es ideal. Hemsworth es Thor en persona, no hay nadie más perfecto que él para ocupar este rol. Pero quien se roba - nuevamente- el show con su maldad y su fino humor negro es Hiddleston. Loki no iba a aparecer originalmente, pero la continua presión de los fans desembocaron en la reescritura del guión para incluir al hermano maligno en esta secuela. El desarrollo y la profundidad del personaje es mucho mayor que en sus dos apariciones previas - Thor y The Avengers- y logra ser sensible y macabro al mismo tiempo. Natalie Portman y Kat Dennings componen otra dupla realmente divertida y que posee demasiado humor. Logran arrancar carcajadas en dos papeles que son más bien relajados. Párrafo aparte para Stellan Skarsgard que siguiendo el delirio en el que cayó su personaje en The Avengers gracias a Loki, aquí nos muestra una nueva vuelta de tuerca para el personaje del "científico loco" divirtiendo en cada escena en la que aparece.  


Thor: The Dark World es un filme potente y entretenido que de a ratos supera al que lo antecedió. No posee la profundidad ni la complejidad de este pero es un espectáculo visual digno de ser visto. Los escenarios y las luchas son excelentes y los dos protagonistas principales se sacan chispas y forman uno de los mejores team-ups que se hayan visto. Alan Taylor tenía unos zapatos más bien grandes para llenar y se puede decir que consiguió pasar el examen y con creces. Más que aprobada y ya estamos esperando la tercera parte con los brazos abiertos. 


Puntaje: 8.5/10  

  

jueves, 6 de marzo de 2014

Riddick

Riddick es el retorno con gloria de Vin Diesel a uno de sus roles más emblemáticos. Es justo decir que nadie más que él podría interpretar a este particular mercenario que vaga de planeta en planeta huyendo de la ley y de los caza recompensas deseosos de entregarlo al mejor postor. Pitch Black (2000) fue el comienzo de esta saga que con este ya va por su tercera parte. La introducción de Riddick fue auspiciosa y el filme tuvo bastante éxito. Lamentablemente su secuela, The Chronicles Of Riddick (2004), no estuvo a su altura y tuvieron que pasar casi diez años para que se estrenase otra aventura de nuestro anti-héroe preferido. Dirigida nuevamente por David Twohy - que también estuvo detrás de cámaras en las dos precuelas-, Riddick retoma el hilo argumental desde el final de la segunda parte y se configura como un efectivo retorno a la fórmula que hizo de Pitch Black un filme exitoso: puro Diesel con un reparto más bien regular alrededor que solo sirve para acompañar su labor.

Narrado en primera persona, Riddick abre con su protagonista buscando refugio en un desolado y peligroso planeta. Velozmente da cuenta de todo su derrotero tras haberse alzado con el liderazgo de los Necromangers en la película anterior y vemos como milagrosamente logra escapar de un intento de asesinato tras un complot interno. Es dado por muerto tras el ataque final que se lanza contra su persona. Queda gravemente herido y sin recursos por lo que comienza a moverse por toda la superficie de este nuevo mundo para comenzar a conocer sus peligros. No tarda mucho tiempo en encontrarlos pues salvajes y asesinas criaturas de todo tipo y especie lo rodean a cada movimiento. Logra activar una señal de emergencia y atrae a dos naves: una capitaneada por un hombre al que Riddick conoce muy bien y otra con un equipo de mercenarios dispuestos a todo con tal de cazar a la presa más importante con la que se han enfrentado. La cacería humana ha comenzado y la única manera de sobrevivir será generando un baño de sangre.


Como ya dije en el primer párrafo, Riddick es un más que bienvenido regreso al primer filme que sin dudas es la mejor de la trilogía. El esquema es exactamente el mismo: un grupo de caza recompensas que persigue a nuestro protagonista en un terreno hostil y desconocido para todos ellos, Riddick incluido. Los efectos especiales son excelentes y superan a los de sus dos antecesoras. El nuevo planeta está bien construido y sus monstruosos habitantes son creíbles y amenazantes. Las batallas son intensas y el trabajo físico de los actores es sobresaliente. Vin Diesel está muy bien y en ningún momento decepciona. Es él quien lleva adelante la película y aquel que en los baches se la sube al hombro con mucha entereza y flexibilidad. El resto del casting, bien gracias. Pero para beneficio de Riddick, hace largo rato que las espaldas de este actor todo-terreno son más que anchas y sinceramente no parece que hayan pasado ya nueve años desde la última vez que interpretó al hombre que puede ver en la oscuridad.


Riddick es un back to basics recargado que posee un guión muy parecido al de Pitch Black pero que por suerte mejora la fallida segunda parte. La historia es más bien chata y va directo a lo que nos interesa, que es verlo a Vin Diesel luchar a mano limpia contra todo - sea humano o alienígena- lo que se interponga en su camino hacia una libertad que a cada filme parece más lejana. Vale agregar también que el guión es por lejos el más potente de la trilogía y que ata todos los cabos que habían quedado sueltos en la segunda cinta, con lo que el director - que además es el guionista- suma varios puntos a su favor. Speaking of which, David Twohy redondea un buen trabajo y recupera esa esencia que la franquicia parecía haber perdido. El tono épico es menor al de The Chronicles Of Riddick pero esto no es una mala noticia. Twohy hace lo correcto: prende la cámara y deja que Vin Diesel haga lo suyo. Ya van dos veces sobre tres que lo pone en práctica y ahora el saldo es positivo. El camino a seguir está señalizado, solo hay que tomarlo.


Puntaje: 7/10  

miércoles, 5 de marzo de 2014

The Fifth Estate

No debe haber persona en el mundo que no sepa quien es Julian Assange o que al menos no haya oído hablar de él. Amado y odiado en iguales cantidades, este Cypher-Punk - él creó este movimiento- es uno de los fundadores de Wikileaks, sitio web desde donde se llevó adelante la mayor filtración de documentos secretos de la historia. Todo comenzó con el video crudo de unos soldados norteamericanos asesinando a sangre fría a varios civiles en Afganistán y luego la escalada se tornó incontenible. Estados Unidos lo considera un criminal sin escrúpulos que haciendo públicos millones de registros puso en peligro la vida de miles de informantes y gran parte de la izquierda internacional lo ve como la persona que le hizo jaque al imperio. La realidad es más bien diferente, pues como todos sabemos nada en el mundo es blanco o negro sino más bien gris. No es ni una cosa ni la otra y hay demasiadas sombras sobre su persona como para mirarlo con excesiva simpatía. Este filme llega en un momento en el que Assange se encuentra exiliado en Londres, más precisamente en la Embajada de Ecuador donde hasta aquí ha evitado ser deportado hacia Suecia donde lo espera un juicio por supuesta violación. Hubo mucho run-run mediático desde que el estreno de este filme se hizo inminente. Y dentro de todo este "ruido" se destaca la carta que el mismo Assange envió al protagonista que lo interpreta en la pantalla, Benedict Cumberbatch, diciéndole que el guión era una difamación contra su persona y contra lo que realmente sucedió. Allí muy amablemente le pide que por favor de un paso al costado y de paso le expresa su ferviente admiración por su trabajo. Cumberbatch se lamentó por no haber podido entrevistarse con su "objeto de estudio" y le quitó relevancia a la carta. El filme es lo mismo que su protagonista: posee tonos más bien grises, aunque el enfoque es acertado y las dos actuaciones centrales son maravillosas.


Dirigida por Bill Condon, la película comienza con la primera gran filtración del sitio Wikileaks que ya mencioné en el párrafo anterior. 5 de los periódicos más importantes del mundo publican parte de los documentos que les llegan por mail tras analizarlos y seleccionarlos cuidadosamente. Un flashback nos traslada a los inicios de este portal web para explicarnos como fue realmente su ascenso. Daniel Berg (Daniel Bruhl) es un brillante hacker que lleva una vida más bien aburrida y rutinaria. Su día transcurre sin pena ni gloria en el cubículo de una oficina. Establece comunicaciones con una persona llamada Julian Assange (Benedict Cumberbatch) que le explica acerca de su proyecto logrando así captar su interés. Tras varios meses de conversaciones vía chat, ambos deciden encontrarse para darle el impulso definitivo a esta atrevida e innovadora idea. Ambos deciden embarcarse en la empresa aún a sabiendas de que el trabajo será muy duro y que no estará exento de costos y riesgos. Al principio no muchas personas le prestan atención a un excéntrico australiano que habla de una plataforma que permita a quien quiera filtrar información confidencial pueda hacerlo sin quedar expuesto ante la opinión pública y los gobiernos. Pero a medida que la idea se va corporizando, la fila para trabajar en Wikileaks crece de manera exponencial. El escenario es ideal pero la obsesión de Berg con el sitio - llega al punto de cortar todos sus lazos con el mundo real- y la cada vez más invasiva, posesiva y mesiánica personalidad de Assange amenazan con romper la tensa calma. A esto se le suma que del cielo les cae la mayor filtración de documentos secretos del gobierno de los Estados Unidos que jamás se haya visto. El dilema moral ante semejante responsabilidad es lo que los va a terminar enfrentando y es lo que pondrá en riesgo todo el trabajo realizado hasta ese momento.


Más allá de que el verdadero Assange patalee, su personalidad queda expuesta a la perfección en la película. Si bien hay que atender que el guión se basa en el libro que Daniel Berg (el verdadero) escribió luego de romper su sociedad con él, no cabe duda de que el creador de Wikileaks es una persona más bien compleja. Hay varios calificativos que le caben y cada uno de ellos fue corroborado por las diversas personas que trabajaron bajo sus órdenes. Mesiánico, autoritario, posesivo, paranoico, obsesivo, amoral - o al menos con muy pocos escrúpulos a la hora de exponer vidas humanas a una muerte casi segura- y demás palabras que todas juntas forman el gran y contradictorio conglomerado que es Julian Assange. Claro que también es un genio y que ayudó a crear uno de las herramientas más ambivalentes de estos tiempos. Se la puede ver como revolucionaria porque expuso los secretos más oscuros de la mayoría de los gobiernos del mundo o como un elemento de desinformación pues es más bien claro que ninguna persona normal cuenta con el tiempo para leer tantos documentos que, dicho sea de paso, son publicados en su forma original (cables) sin ningún análisis mediante.


Volviendo a lo estríctamente cinematográfico, The Fifth Estate es una explicación dinámica y muy didáctica de como funciona Wikileaks. La dirección de Bill Condon es buena y le imprime al filme un ritmo frenético que nos hace sentir dentro de la gran red de información. La musicalización es impecable y la imagen es futurista, muy al estilo de las ideas que los Cypher-Punks pregonan. He leído algunas críticas y coincido con ellas en que hay alguna que otra similitud con The Social Network en lo que respecta a la imagen y la velocidad, pero agrego que no alcanza ni por asomo el nivel de perfección del filme de David Fincher. Su principal falencia es que de a ratos se estaciona demasiado en las rencillas entre los protagonistas y con esto le quita interés a un producto que apunta sobre todo a explicar el ascenso (¿Y caída?) de Wikileaks. Otro punto a destacar es que se hace mucho hincapié en el importante papel que jugaron lo medios tanto en la difusión de los cables como en la protección de miles y miles de nombres que debían permanecer anónimos ya fuesen informantes del Ejército de los Estados Unidos o los famosos "whistleblowers" como Manning, por ejemplo. La hipocresía del país del Norte también es una parte relevante de la trama y podemos ver como quedando su poca moral ante los ojos del mundo utilizan argumentos morales para escudarse. Parte del delirio esquizofrénico en el que vivimos hace ya varias décadas.


La turbulenta relación que unió a Berg con Assange es representada de manera impecable por Benedict Cumberbatch y Daniel Bruhl que cada vez que tienen la posibilidad (y por suerte para nosotros esto sucede muy seguido) demuestran que son dos excelentes actores. Lo de Cumberbatch es para aplaudir de pie pues uno siente que se encuentra frente al polémico hacker en cada una de sus escenas. Y más todavía si tenemos en cuenta que lo consiguió basándose solo en las entrevistas que Assange dio en televisión desde su irrupción mediática hace unos años. Todas sus características personales se dan reunión en este británico que va camino a ser uno de los grandes intérpretes de toda la historia. Lo de Bruhl es otra maravilla que se suma a su impresionante caracterización de Niki Lauda en la espléndida Rush (2013). Su Daniel Berg es la contraparte humana de Assange y es quien se hace la pregunta moral cuando llega el momento más importante de su vida. El talento de Bruhl es algo muy difícil de conseguir en el mercado actual, pero sus dos actuaciones del año pasado no lograron convencer a casi ningún jurado de los más importantes premios de que al menos merecía una nominación o una mención especial. Claro que esto no tiene que sorprender a nadie, pero nunca es malo remarcar las injusticias si uno las tiene al alcance de la mano y puede denunciarlas.


The Fifth Estate es una película con muy buen ritmo y con un guión sólido que no debe ser tomado a pies juntillas pues es solo una parte de la historia. Las actuaciones de Cumberbatch y Bruhl son brillantes y sostienen la cinta aún en sus momentos más flojos. Bill Condon redondea un buen trabajo aunque se nota demasiado que su modelo de referencia es The Social Network. Y lamentablemente para él, ese tipo de filmes es una excepción que se da cada muchos años. Si les interesa la historia de Wikileaks, esta es su película. Y si no mírenla solo por el placer de ver a Bruhl y a Cumberbatch sacarse chispas.


Puntaje: 6.5/10 





martes, 4 de marzo de 2014

Grudge Match

Este filme protagonizado por Robert De Niro y Sylvester Stallone fue demolido por la crítica internacional y la nacional en mayoría de casos. Muy pocos críticos lograron captar la esencia de una película que más que nada es una entretenida auto-parodia en la que ambos actores repiten sus roles en los clásicos Raging Bull y Rocky respectivamente. Lo que pareció haber molestado a los "calificados" profesionales que viven de analizar películas es que Stallone y De Niro la pasan a lo grande. Se divierten y se ríen de ellos mismos sin ningún tapujo pero no por ello el resultado final es tonto o de mala calidad. Grudge Match nunca se toma en serio a sí misma y es una estupidez supina que como espectadores hagamos lo mismo. Estas dos leyendas del cine nos invitan a pasar un buen rato y a recordar viejas épocas. Y a decir verdad, yo me entretuve en demasía. Mucho más de lo que esperaba.

En una cosa coincido con los que más la atacaron: la historia es más bien un cliché en sí misma. Pero eso por sí solo no significa nada. Henry "Razor" Sharp (Stallone) y Billy "The Kid" McDonnen (De Niro) fueron en su momento los dos mejores boxeadores del mundo. Tuvieron dos enfrentamientos que hicieron historia en los que cada uno se llevó una victoria. Sorpresivamente tras la segunda pelea, "Razor" se retiró del boxeo tras vencer categóricamente a su eterno rival. Por una cuestión personal decide alejarse de los primeros planos y regresa a su pueblo natal a trabajar en una fábrica de hierro. McDonnen queda con la sangre en el ojo y más allá de tener éxito en su vida personal tras su retiro - es dueño de un restaurant exitoso- se pasa 30 años esperando su tan ansiada revancha. En paralelo aparece Dante Slate Jr. (Kevin Hart) un representante de medio pelo que intenta convencer a ambos ex pugilistas que graben sus movimientos para un video juego. Tras mucho insistir a Sharp, logra convencerlo pero este le dice que solo bajo la condición de que en ningún momento se cruzará con McDonnen. Pero el choque se da y en condiciones realmente particulares. Verlos a los dos actores pelear enfundados en enteritos verdes apretados (hasta la cabeza, como si fuesen aliens), con los sensores de movimiento incrustados y unos guantes gigantes es hilarante. Uno de los técnicos presentes graba la ridícula pelea en su celular y la sube a Youtube donde logra millones de views en menos de un día. La curiosidad comienza a crecer y 30 años después el reencuentro sobre el ring pasa a ser una realidad. Esta revancha histórica en un principio no capta la atención de nadie pues los dos se encuentran sin ningún entrenamiento y hace tiempo que pasaron los 60 años de edad. Su trabajo va a ser lograr que vuelvan a creer en ellos y al mismo tiempo despejar todos los fantasmas que nunca dejaron de acecharlos.


Como se puede ver, el guión es más bien simple y está lleno de auto-referencias. Remite sobre todo a Rocky antes que a Raging Bull pero el personaje de De Niro tiene el alma de su enorme Jake LaMotta. Los comentarios acerca de la edad no faltan pero en este caso - a diferencia de en Last Vegas, por ejemplo- funcionan a la perfección. Demás está decir que el choque estelar es más bien épico, a tono con lo que ambos personajes representan. La edición es muy buena y tiene el mismo estilo que las increíbles y deliciosamente surrealistas peleas de todas las Rocky.


Robert De Niro y Sylvester Stallone se divierten a lo grande y se los ve relajados y comprometidos a la vez. La dupla que conforman es muy graciosa y se sacan chispas cada vez que están frente a frente. Físicamente la preparación de Stallone siempre fue maravillosa y aquí lo vuelve a probar. De Niro era quien tenía la tarea más complicada en este rubro y aprueba con creces. Bajó varios kilos y logró un muy buen peso y musculatura para no desentonar en lo absoluto. Kim Bassinger con su Sally (la ex mujer de Sharp) le suma al filme un poco más de ese mojo de los 80' y nos prueba que aún está viva (yo no había visto nada suyo en mucho tiempo). Kevin Hart le inyecta al filme su delirio habitual y arranca muchas carcajadas. Su personaje es un busca vida muy simpático que se encuentra con esa oportunidad que tanto estaba buscando y hará todo lo posible para que las cosas salgan a la perfección. John Bernthal interpreta a B.J, el fruto de la relación extra matrimonial de Sally con McDonnen, y hace que la parte más emocional de Grudge Match no sea un cliché aún más profundo que el que ya es. Alan Arkin en la piel de Louis "Lightning" Conlon es otro de los pilares del filme y está realmente divertido. Su personaje es un Mickey versión siglo XXI y a decir verdad honra a aquel entrañable y duro entrenador.


Grudge Match está hecha solamente con el propósito de hacer reír a los espectadores. Es una película ideal para pasarla bien y ver a dos grandes nombres (uno del cine en general y otro del cine de acción) burlarse de sí mismos. Y no es solo eso, pues tanto Stallone como De Niro rinden homenaje a sus personajes y al de su compañero. Me hubiese encantado que la mayoría de los críticos que fue a ver Grudge Match la hubiese podido entender para así poder reír sin reservas ni prejuicios. Pero bueno, nada se puede esperar de quienes vieron en un filme como American Hustle una obra maestra. Mi recomendación es que vean Grudge Match pero sin pretender encontrarse con una obra técnica y compleja del séptimo arte. No se van a arrepentir.


Puntaje: 8/10
   

lunes, 3 de marzo de 2014

The Hunger Games: Catching Fire

La saga de The Hunger Games es de las más interesantes y, si se puede, adultas dentro del género de novelas juveniles. Los tres libros de Suzanne Collins poseen un carácter más bien político y social que supera la media habitual que se resume en chicos andróginos como héroes y jovencitas que terminan siendo heroínas pero básicamente solo por haber corrido detrás de estos muchachos y tropezarse con la tarea de salvar al mundo o a algo/alguien. Twilight y The Mortal Instruments son los dos ejemplos más acabados de esta tendencia y dentro de pocas semanas - como para no cortar con la onda- se estrena Divergent. El primer libro de Collins (The Hunger Games) fue llevado al cine por el director Gary Ross y consiguió críticas más bien disparejas. Si bien el filme es entretenido - más que nada por el brillo de la gran Jennifer Lawrence y algunos de los actores secundarios- el problema reside en que está despojado de la esencia política que recubre a la obra literaria. Claro que se incluye el centro de la problemática, que es político, pero lamentablemente se terminó edulcorando una película que de ser más cruda hubiese sido mucho mejor. No se si iba a atraer a la misma cantidad de espectadores pero como producto artístico habría sido infinitamente mejor. Para la segunda parte (Catching Fire) se contrató a Francis Lawrence para que se coloque detrás de las cámaras. Este director y productor nacido en Viena es conocido por las extremadamente violentas y apocalípticas Constantine (2005) y I Am Legend (2007) además de la oscura Water For Elephants (2011). El dato interesante es que los tres productos - que son muy buenos- son adaptaciones de una novela (gráfica en el caso de Constantine y papel en los otros dos). Según sus antecedentes parecía ser el hombre ideal pues hasta aquí había respetado casi a rajatabla a los textos originales con los que trabajó. Y The Hunger Games: Catching Fire no fue la excepción.


Situada espacio-temporalmente justo después del final de su antecesora, nos encontramos con Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) y Peeta Mellark (Josh Hutcherson) siendo perseguidos por los fantasmas de los que murieron en la pasada edición de los Juegos del Hambre en la que en un hecho sin precedentes se consagraron campeones en conjunto. El Presidente Snow (Donald Sutherland) los pasea por todos los Distritos en el "Tour de la Victoria" para exhibir su falsa historia de amor y así calmar a las masas empobrecidas que de a poco comienzan a ver como su conciencia despierta. Toda bomba de humo que lanza Snow no sirve y los disturbios aumentan sin cesar. La distancia centro-periferia se agranda cada vez más y no hay nada que pueda tapar tamaña realidad. En el palacio todos los ricos viven como reyes en su comunidad paralela bajo la tutela del Presidente y en los Distritos las familias,que son explotadas y pisoteadas, luchan por sobrevivir día a día. Katniss se va a convertir en el símbolo de una revolución que avanza a pasos agigantados y es por esto que el poder central decide actuar y destruir su reputación. La opción es eliminar a todos los Victors o contener a la muchacha y convertirla en una de ellos alejándola del pueblo. El plan ideado por el nuevo y ambivalente Game Maker, Plutarch Heavensbee (Phillip Seymour Hoffman) en ese sentido es perfecto. Ante la represión desatada por el gobierno que deriva en un estado de sitio con muerte a todo opositor en el Distrito 12, se lanzan los "Third Quarter Hunger Games" para honrar el 75° aniversario de la victoria del poder sobre los rebeldes. Entre todos los ganadores de las ediciones anteriores se elige a dos por Distrito que son forzados a participar nuevamente en este juego a muerte. Si bien ninguno de ellos respeta a Snow ni lo ve como la autoridad, la realidad es que - y sin importar si todos deciden unirse en contra de esta maniobra- cuando termine el conteo el baño de sangre deberá comenzar.


Primero voy a remarcar que la nueva Arena es hermosa. Un festival de colores y paisajes hermosos e impactantes. Segundo que la relación Peeta-Katniss es central y es llevada adelante de una manera seria sin nunca caer en lo fácil (es decir, lo cursi). La química entre ambos actores es más que óptima y esto permite que la conexión sea real. En tercer lugar voy a felicitar al director y al guionista por haberle dado al filme toda la dimensión política del libro. El mensaje anti-sistema y en favor de la democracia real es claro y está presente en cada una de las escenas. Una adaptación perfecta que por ello es 100% política. La idea de que una revolución comienza con tan solo una pequeña chispa es lo que le da cuerpo a la película. Un cuarto elemento a destacar es que al haber tomado por completo el espíritu de la historia original, vemos como todos los personajes como por ejemplo el presentador del talk show (el brillante Stanley Tucci) y la empleada asignada por el gobierno para preparar a los dos protagonistas antes de los juegos (Elizabeth Banks quien cubierta de pintura y vestidos estrambóticos y llenos de colores brillantes) dejan de lado la farsa y se muestran muy humanos. Ni ellos - que viven de la cruel maquinaria que son los Juegos sin aparente culpa- toleran lo que se está haciendo y se los ve realmente preocupados por la suerte de los jóvenes Victors al punto de hacer todo lo posible por ayudarlos. Si bien es algo que está pautado en el libro, no deja de ser una imagen del quiebre con su predecesora que parecía mucho más forzada y artificial. 


Jennifer Lawrence además de ser una gran actriz y ya hoy día una estrella consagrada con todo el mundo por delante, también es Katniss Everdeen. Ha logrado captar a la perfección la esencia de esta compleja heroína y la ha trasladado de manera maravillosa a la pantalla grande. Me queda la sensación de que en esta segunda parte Lawrence ya estaba más cómoda con el rol y por ello tiene una mayor profundidad. Josh Hutcherson le agrega varias expresiones faciales más a su Peeta Mellark y juega muy bien la parte romántica con su co-protagonista. Woody Harrelson y Lenny Kravitz vuelven a brillar nuevamente en sus roles secundarios y por suerte los dos tienen una cuota mayor de pantalla con lo que el disfrute está más que asegurado.


Párrafo apartey mención especial para alguien que falleció hace muy poco y que por suerte podremos ver en una de las dos partes que restan para completar esta saga. Hablo de el mejor actor de su generación y uno de los - en mi humilde opinión- 5 grandes de la historia del cine: Phillip Seymour Hoffman. Su presencia como el misterioso Plutarch Heavensbee es un lujo para The Hunger Games: Catching Fire y cada escena en la que está presente es absolutamente suya. Como nos acostumbró a lo largo de su carrera, ya sea en roles secundarios o principales, cada vez que aparece frente a nosotros la sala entera queda a sus pies. La historia se frena y todo comienza a girar alrededor de su personaje. En el final se vislumbra el rol clave que este tiene para la historia y es realmente una lástima que Seymour Hoffman no haya podido completar este papel al cual apenas le faltaban unas 7 escenas. Su Plutarch Heavensbee es ambíguo y complejo con muchas facetas que se contradicen entre sí. Recuerdo haber visto la película hace unas semanas y anotar esto en la libreta de apuntes. Cuando falleció además de la profunda tristeza que sentí también me quede contento porque supe que este comentario de su actuación aquí no estaba generado por su muerte (el famoso: "todos hablan de él cuando muere") sino por otra clase de actuación que no es entregada por esta leyenda.


The Hunger Games: Catching Fire es una muy buena y entretenida película que logra una intensidad y una seriedad que su antecesora no poseía. Con un ritmo frenético el director Francis Lawrence le devuelve su gen político y logra que la historia de amor entre Katniss y Peeta se convierta en un cliché de esos que ya nos tienen hartos. Las actuaciones son todas muy buenas aunque solamente Lawrence, Kravitz, Harrelson y Seymour Hoffman se llevan las palmas por sus fenomenales y sentidas interpretaciones. El CGI es impecable y hay momentos en los que la paleta de colores que se ven en pantalla es demasiado linda como para ser cierta. La apuesta funcionó ya que el alto grado de política que se le sumó al filme no espantó a los fanáticos, más bien todo lo contrario. El lavado de cara le vino bien a esta saga que ya tiene anunciadas Mockingjay: Part 1 y Part 2, sus dos películas finales (en esto son todas iguales, no hay caso) y que promete terminar con aún más épica que la de los libros de Collins.


Puntaje: 8.5/10