lunes, 29 de diciembre de 2014

Fury

Fury es uno de los filmes que se filtraron en la red tras el escandaloso ataque virtual sufrido por Sony. Si bien se había estrenado en algunos festivales, la compañía estaba a punto de lanzarlo para la temporada de los Oscar justo cuando fue atacada por vaya uno a saber quien - el sentido común dice "Corea del Norte", pero nunca se sabe-. Las primeras críticas no fueron demasiado bondadosas con el filme escrito y dirigido por David Ayer y protagonizado por Brad Pitt, el gran nombre que brilla en el póster promocional que sirve al día de hoy como fondo de este blog. Lo que se repitió hasta el hartazgo era que Fury no superaba la media de cualquier otro filme de guerra y que no por ser bien explícito y sangriento dejaba de ser plano y aburrido. Siendo una de las películas que más esperaba para esta excitante parte de la temporada, las malas críticas me dieron muchas más ganas de verla. En especial si en algunos de los sitios que más respeto y leo a diario, a pesar de ser duros en varios aspectos centrales de la trama, terminaron dándole el sello de aprobado al filme.

Estamos en Abril de 1945, en los últimos suspiros de la Segunda Guerra Mundial. Las Fuerzas Aliadas pelean en el corazón de Alemania, buscando eliminar los focos finales de resistencia en los pueblos que aún confían en su salvador y líder, por lo que tratan de expulsar al enemigo a sangre y fuego. Hitler declara la "Guerra Total" y con esto da pie a la movilización masiva de toda la población alemana - sean hombres, mujeres, niños o ancianos- a defender a la Patria (es decir, a él y a sus delirios). Los tanques Aliados que recorren el interior del país no son mejores que los alemanes, siendo más pequeños y mucho menos avanzados en el aspecto tecnológico. Aquí nos encontramos con un pelotón que se encuentra varado tras líneas enemigas y sin demasiadas proyecciones de supervivencia. Uno de los tanques está muy averiado y se encuentra bajo consistentes bombardeos. Los miembros de esa compañía son Don "Wardaddy" Collier (Brad Pitt), Boyd "Bible" Swan (Shia LaBeouf), Trini "Gordo" García (Michael Peña) y Grady "Coon-Ass" Travis (Jon Bernthal) y a cada segundo se debaten entre la posibilidad de morir en esa expedición.


Logran sobrevivir con mucha pericia y regresan a la improvisada base como los únicos que pudieron salir de todo el batallón que fue a luchar a aquella zona. Entrará en escena Norman Ellison (Logan Lerman) un joven tipista con apenas ocho semanas en el Ejército de los Estados Unidos. Tras la muerte del conductor de la compañía de "Wardaddy", es asignado como reemplazo ante la inexistencia de soldados más capacitados en ese momento. El muchacho será tratado hostilmente por sus nuevos compañeros, que lo consideran demasiado flojo para la guerra. Ellos conocen la cara del horror y de la muerte, del conflicto bélico en su máxima dimensión, y él apenas si sabe algo de la vida misma debido a su corta edad. Al estar en territorio enemigo, las hostilidades pueden venir desde casi cualquier punto cardinal lo cual torna la situación mucho más complicada que lo que de por sí ya es. La compañía es velozmente asignada en una nueva misión y tras un error de Norman, su tanque terminará siendo la punta de lanza para barrer con las milicias locales y los resabios de las SS y llegar a Berlin para terminar con la guerra.


Fury posee una ambientación sublime y un vestuario esplendido. Las batallas están filmadas con una crudeza absoluta, esa que muestra la realidad de la guerra sin ahorrarse nada ni auto censurarse: la sangre, los cuerpos mutilados por las balas y aplastados por los tanques, la desesperación e incertidumbre que genera cada disparo que pasa cerca...Demás está decir que la parte técnica en lo que respecta a los enfrentamientos es impecable, muestra de una gran habilidad con las cámaras y de un gran trabajo de edición.


Tal vez lo que a muchos les molestó es que no hubiese lugar en ningún momento - ni siquiera un simple minuto- para ningún tipo de debate moral. Todo es matar o morir, la famosa "Ley de la Selva" y - por qué no- de la vida misma. El enfoque es similar al de Platoon (1986), esa obra maestra de Oliver Stone que tampoco se andaba con rodeos éticos y mostraba lo que la muerte, la contradicción y la locura de una guerra pueden hacerle a un hombre. Decimos que es parecido porque Norman es también un muchacho muy joven que llega desde la burocracia misma y con una batería de nociones y valores que poco le servirán si desea llegar al otro día con vida. Los ideales y la historia se enfrentan en Fury, la utopía y la esperanza contra la violencia descarnada e irracional - porque lo es, en todas sus formas y no necesariamente solo en una guerra- de la realidad misma.


Fury es por sobre todas las cosas un drama humano, y ciertamente uno de los peores como lo es la guerra. Las miserias de cada uno de los personajes está muy bien retratada, luces y sombras en cada uno de ellos que a su manera intenta manejar el sufrimiento y el miedo de no saber si van a poder contarle la historia a sus hijos y a sus nietos. Claro que también es un cuadro de la hermandad que se genera en una situación tan angustiante y extrema, de como más allá de todo nunca nadie es dejado atrás. A la hora de transmitirle al espectador todo esto, Fury se muestra muy eficaz y es por ello que me sorprendió que muchos la desecharan como "otro filme bélico". Sabemos que lo es, pero no por ello es chato y poco interesante, algo que se justifica en la manera en la que exhibe y cuenta la historia. Sin solemnidad barata ni discurso pro Norteamérica; simplemente la lucha de un grupo de valientes, cansados y asustados soldados por tratar de llegar al día siguiente vivos.


Las actuaciones son excelentes y resaltan Brad Pitt y Shia LaBeouf por sobre el resto. Pitt se pone en la piel de un soldado de mil batallas que maneja a la perfección a sus compañeros y subordinados y que ha pasado por todos los escenarios de la batalla contra los Nazis. Nos muestra dos caras: la de la frialdad absoluta y la del buen hombre cuyo máximo objetivo es preservar las vidas de los miembros de su compañía. LaBeouf vuelve a demostrar que el chiste sobre su protagónico en Transformers ya quedó muy viejo, pues es un excelente actor. Su soldado es alguien muy sensible y con las emociones a flor de piel que al mismo tiempo utiliza el miedo para seguir adelante. Todas las escenas que lo tienen como protagonista son de una profundidad tal que no hace falta que el resto del guión sea demasiado filosófico (algo que se cumple). Jon Bernthal sigue dando buenos pasos tras el éxito que le trajo The Walking Dead y compone a una máquina de matar llena de contradicciones y dudas, que se esconde tras una fachada de amargura y pesimismo pero que no hace más que mostrar todas sus debilidades.


Más allá de estas menciones particulares, lo que los cinco actores logran transmitir - cada uno desde lo que su personaje le plantea- es el sufrimiento absoluto, el dolor, la naturalización de la masacre, la parcial deshumanización en la que todo soldado suele recaer tras vivir una larga experiencia en el frente de batalla. No tendrán demasiados matices y de a ratos podrán caer en el arquetipo que ya hemos visto decenas de veces en filmes de este género, pero es innegable que la potencia que tienen termina por hacerlos salir de la pantalla para que los sintamos al lado nuestro y nos internemos en el duro proceso que están viviendo.


Fury se trata de todo esto que acabo de mencionar. Más allá de algún que otro lógico cliché, el filme tiene muy buenas secuencias de combate, está actuado maravillosamente y explora la naturaleza humana en su punto más salvaje. El guión no es digno de enaltecimiento pero sin ningún golpe bajo logra llegar hasta el final sin baches ni incongruencias. La dinámica es muy buena, no hay un segundo en el que la película no se mueva pues hasta los momentos más tranquilos - como la comida en la casa de la madre y la hija- el conflicto sigue moviéndose. Muchos especularon con que este filme y The Interview serían los dos últimos de Sony. De haber sido así, no les quepa duda de que se habrían retirado con dos explosiones bien contundentes y soberbias. Busquen Fury online o esperen que en el algún momento se la estrene por estos pagos - creo que será a mediados de Enero-. Háganme caso que prometo no los voy a defraudar.



Puntaje: 9/10


viernes, 26 de diciembre de 2014

Palo Alto

No hay que ser muy inteligente ni saber demasiado de cine para darse cuenta que James Franco es uno de los mejores actores de la industria hace largo rato. Su estilo delirante y libre de prejuicios y ataduras, tanto delante como detrás o afuera de las cámaras, es una marca registrada que hemos sabido disfrutar en innumerables comedias que marcaron época para el género, como esas gemas que son Pinneaple Express y This Is The End. Pero cuidado, pues esto no nos debe llevar hacia conclusiones apresuradas respecto de un posible encajonamiento de este talentoso intérprete, ya que ha mostrado con creces habilidad para moverse con mucha comodidad en filmes de tono más serio. Hablamos del rango que va desde su oscuro Harry Osbourne en las 3 Spider Man, pasando por sus intensos e inquietantes roles en 127 Hours, Homefront y Spring Breakers, doblando en la festividad con sombras de Oz, The Great And Powerful y terminando en sus más recientes papeles en Child Of God, The Sound And The Fury y Good People. Claro que no podemos dejar de lado la polémica The Interview, pero está será reseñada aquí dentro de unos días. Hay una cuestión innegable: James Franco es un actor, director, escritor y productor en constante proceso de creación. Con decirles que en este momento entre grabaciones, post producción y proyectos terminados tiene 15 nuevos filmes en su maravilloso currículo, creo que dejo en claro mi punto. Nunca para de moverse y de buscar nuevas ideas, que pueden quedar plasmadas en un papel o resultar en un corto o hasta terminar siendo una película que juega en las grandes ligas viniendo desde el Indie más puro. Palo Alto es uno de los ejemplo más claros de lo bueno que es el trabajo de Franco, comenzando por el hecho de que el filme se basa en un libro de historias cortas suyo que es altamente recomendable. El nacido en justamente Palo Alto, California es un protagonista secundario en un filme que nos muestra lo que es crecer en los suburbios de los Estados Unidos, una especie de Lado B del American Dream que puede sonar a cliché pero que como veremos no lo es en absoluto. Podemos decir que estamos ante la gran película acerca de lo que significa - y se siente- ser un adolescente. Veamos de que se trata y si podemos comprobar esta pequeña hipótesis. 


Palo Alto narra dos historias en paralelo que son el motor del filme. Dentro de ellas habitan varios personajes que pintan un retrato perfecto de lo que es la adolescencia en la típica clase media norteamericana. Claro que los dos protagonistas centrales son los ejes de ambos relatos y su relación es lo más importante. Por un lado está April (Emma Roberts), una alumna de quinto año que aún es virgen y que posee una relación doble muy complicada con su entrenador de fútbol Mr. B (James Franco) y un compañero suyo llamado Teddy (Jack Kilmer) que no es una combinación entre un buen muchacho y una inseguridad notable. Los dos se gustan y mucho, pero no es fácil para ellos poner sus sentimientos sobre la mesa; hablar francamente sobre lo que sienten respecto del otro. Los dos elementos que nos alistan para el desastre aparecen velozmente en escena: Emily (Zoe Levin), una chica que se ofrece sexualmente a todo lo que le pase por enfrente (Teddy incluìdo, así que imaginen lo que desata) y Fred (Nat Wolff) un alma en pena que vive al extremo cada momento de su vida y que no posee ningún filtro a la hora de actuar y de hablar. Tras una fiesta más bien salvaje que termina muy mal, las vidas de estos cuatro chicos cambiará para siempre dirigiéndolos hacia un muro que no todos podrán esquivar. 


Palo Alto es una brillante exposición de las miserias de cada uno de los personajes involucrados en su historia. La vida en los suburbios de Palo Alto es todo lo contrario a lo que las hermosas imágenes y reality shows de California nos muestran y la directora Gia Coppola junto con James Franco se encargan de dejarlo muy en claro. Lo que nos dicen es que la realidad es todo lo que escapa a nuestros ojos, que tenemos que vivirla para poder entenderla de manera íntegra. La visión es muy personal y al mismo tiempo estilística, escapando con mucho margen del cliché costumbrista que suelen ser las películas que retratan el día a día en el universo suburbano - que a la vez es muy interesante, atrayendo más que nada por las dosis disparejas de oscuridad y luz que proyecta sobre quienes viven allí-. 


Claro que el otro eje de Palo Alto, o tal vez el único, es la adolescencia en su punto culmine: la salida de la secundaria y la entrada a "la vida real". Todo lo que este cambio conlleva está muy bien explayado en el largometraje y los actores consiguen que nos sintamos identificados con sus respectivas situaciones. Es un esquema muy parecido al de la fenomenal Kids (1995) de la que sin dudas se ha llevado algunos consejos pero sin llegar nunca jamás a tamaña y radical explosión. Las fiestas, la droga, el alcohol, el sexo, el desenfreno - ese del cual a veces no podemos salir ni sabemos controlar-, las confusiones, la incerteza respecto a que es lo que sigue, la idea de que el futuro es solo el presente, las presiones del paso hacia la adultez, el miedo a la soledad...Todos problemas y reflexiones existenciales por las que cada uno de nosotros ha pasado en la vida y que ingresan como piezas de rompecabezas en una trama inteligente y que nunca se pierde en vueltas sin sentido. 


El manejo de cámaras es impecable y la edición es simplemente muy buena, con todo lo que esto significa. La estética es bien Indie, una mezcla perfecta entre Harmony Korine y Gus Van Sant. El tono es melancólico y desesperanzado, pero la puerta que dirige al buen camino nunca deja de estar presente. Todo termina siendo una cuestión de elecciones personales, algo que la escena de cierre deja bien en claro. 


Las actuaciones de James Franco y Emma Roberts son excelentes. Muy a gusto con sus roles y transmitiendo cada uno de sus matices. Las escenas que comparten poseen una tensión sexual y moral que termina por estallar en el peor de los momentos. Levin, Kilmer (los dos, esperen a la sorpresa) y Wolff acompañan muy bien y son partes importantes dentro del paisaje. Todos ellos poseen un alto grado de profundidad y varias capas que con el correr de los minutos van siendo descubiertas. Obviamente que no llegamos al centro (al corazón o la esencia) de cada uno y esto tiene su razón de ser en que el viaje nunca es el mismo para ninguno de ellos.  


Palo Alto es un filme de un nivel artístico y técnico difíciles de encontrar en el cine actual. No es para cualquiera y muchos van a decir que es otro "embole hipster" o "un proyecto de un niño mimado con dinero que muestra como viven los menos privilegiados". Ya hemos escuchado a muchos alzar sus voces contra películas mucho mejores - sí, tranquilos que se que las hay- que Palo Alto con estos mismos argumentos huecos, así que espero que nada de esto los espante y logren dar con una copia. La adaptación del libro funciona perfecto, las historias están todas relacionadas entre sí y se influyen mutuamente, más allá de que el cruce físico entre ellas sea casi imperceptible y en pequeñas pastillas. y las performances de los actores son más que optimas. El final es muy lógico - no diré previsible- pero esto algo malo sino que le sienta perfecto a una muy buena película en la que, justamente, lo que menos importa es como termina todo.



Puntaje: 8/10




martes, 23 de diciembre de 2014

22 Jump Street

21 Jump Street fue uno de los grandes éxitos de estos tiempos. Una comedia perfecta, que combinaba el bromance y el policial en la medida justa, y que contaba con dos actores impresionantes como Channing Tatum y Jonah Hill. Esta pareja dispareja exhibió ante el mundo su química y su talento para brillar sin que uno tape al otro en ningún momento, algo que suele ser la maldición de cualquier filme que involucra a dos protagonistas de renombre. También era una apuesta de riesgo, ya que hacer pivotear la trama - sin que sea una remake estricta ni mucho menos- sobre una vieja serie para adolescentes de los 80' (que lanzó a la fama a Johnny Depp) no parecía salirse demasiado de los moldes habituales. Para sorpresa y euforia nuestra, 21 Jump Street entrego mucho más de lo que se imaginaba que podía al punto de relanzar en la industria del cine a Ice Cube, que como un increíble Detective gruñon se comió la película de principio a fin. Lo que la cinta buscaba era simplemente hacernos reír sin parar y ese objetivo fue logrado con creces. Cuando se anunció hace más de un año que llegaría a las salas una secuela, no fueron pocos los escépticos que sostuvieron eso de que las segundas partes nunca son buenas. Y tampoco faltaron los que consideraron que el filme había sido muy bueno solamente porque los planetas se habían alineado correctamente, en un evento que nunca más iba a ocurrir. Por desgracia para los que siempre se quejan y esperan poco de casi todo en la vida, 22 Jump Street es un peliculón que se posiciona cómodamente en el Top 5 de los filmes del año 2014. 


Lo interesante de 22 Jump Street es que de entrada se propone como una parodia de su antecesora, que también era una parodia de las vieja serie a la que tomaba como base. El recurso de "Previously..." está muy bien utilizado y nos encontramos con los adorables y ahora policías sensación Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill) que deben infiltrarse en la universidad para conseguir desarticular - sí, otra vez- una red de tráfico de una droga nueva y muy peligrosa. La apertura es explosiva, con una operación encubierta que es tan fallida como hilarante en su desarrollo. No faltan las rápidas y breves menciones a las segundas partes y los guiños a filmes recientes en los que los dos actores principales fueron los protagonistas (el más claro es el de White House Down). Tampoco la metralla de chistes racistas que son particularmente divertidos. La mesa queda servida para todo lo que sigue: el centro dirigido por el Capitán Dickinson (Ice Cube) ahora se mudó a la iglesia de enfrente, que no es coreana sino vietnamita. Todo ha cambiado, el presupuesto aumentó considerablemente y vemos un lugar moderno lleno de pantallas LED y todo tipo de tecnología en contraste con la miseria en la que estaban sumidos antes de que estos dos policías destinados al fracaso diesen con el arresto de sus vidas. 


La primera parte es un calco de 21 Jump Street con alguna que otra leve modificación. El delirio se puede notar ya en las primeras secuencias dentro del establecimiento educativo, ya que la mayoría de los estudiantes que los rodean y se relacionan con ellos parecen haberse dado cuenta que son mucho más viejos de lo que dicen sus identidades falsas. El chiste es que no les importa demasiado ni tampoco les parece extraño. El escenario que plantea es irracional desde todo punto de vista y es justamente por eso que el filme es genial. Poder moverse como pez en el agua en una trama que debiera parecer forzada y demasiado agarrada de los pelos - pero que no lo será en ningún tramo- no es para nada simple, pero tanto Ice Cube, Tatum y Hill parecen conocer sus personajes y el rol que cada uno debe jugar más que a la perfección. Su recorrido por las diversas clases, una más desopilante que la otra, es un ejemplo claro de esto. La "sesión" de lectura libre de poesía a la que concurre Schmidt es una hermosa locura llena de referencias narcotizadas a la cultura pop y no hay un solo momento en el que algo parezca o suene fuera de los marcos convencionales dentro de los que el largometraje se desarrolla. La estructura es la de una comedia policíaca clásica, pero ya en la superficie aflora una anarquía cuidadosamente ejecutada que se escapa cuando quiere de sus ataduras de género para luego regresar, casi como un péndulo. 


Tras varios días de fiesta y casi ninguna pista, van a visitar a la cárcel a Eric (Dave Franco) y al entrenador Walters (Rob Riggle) - en una de las apariciones breves más graciosas que se pueden encontrar en estos días- y consiguen ponerse en el camino correcto. Sus caminos volverán a bifurcarse y esta vez el decepcionado y abandonado será Schmidt, que verá como su gran amigo de la vida comienza a llevarse muy bien con Zook (Wyatt Russell) un torpe pero simpático y talentoso aspirante a jugador profesional de fútbol americano que lo hará recordar sus grandes años de preparatoria. El caso quedará de nuevo en riesgo y lo único que podrá destrabarlo será la manera en que Jenko y Schmidt logren resolver el status de su relación personal y profesional, algo que suena ridículo pero que funciona muy bien.


22 Jump Street es el Lado B de su predecesora, y explora mucho más a fondo las analogías varias que se habían abierto anteriormente. La primera es la de una pareja que elige o que termina en una unión abierta y la segunda es la del despecho que uno de sus integrantes puede sufrir al ver que aunque haya sentimientos que todavía lo unan con el otro, este quiera elegir otro camino. Las parejas Schmidt-Maya y Jenko-Zook están muy bien jugadas y ante la crisis total que sufre la dupla encubierta, el guionista sale por encima del laberinto con una escena de terapia de parejas que es para alquilar balcones y llorar a carcajadas por varias horas. 


Los chistes referidos a la edad, al sexo, a la homosexualidad, a las drogas y al cliché que es el universitario medio norteamericano - ese de los colleges privados que se la pasa de fiesta mientras paga para que le regalen un título o aquel que intenta conseguir una beca deportiva- son hilarantes y nunca cansan más allá de caer como una avalancha sobre el espectador. Todo lo que desde el discurso fílmico nos retrotrae a 21 Jump Street, sirve para conectar algunos puntos clave y para darle dinámica a la historia. El cierre es a pura risa y explosión, como debe ser acorde a lo que se promete desde la primera escena. La puerta queda abierta a mil secuelas más, el cielo es el límite para este proyecto que hoy se ha ganado a todo el mundo. El actor que aparece tras los créditos realiza con su presencia el chiste final; pero por lo bien que está ejecutado, no queda más que pensar en una muy esperada participación suya en la tercera parte.


22 Jump Street es uno de los filmes del año y de la década. Uno de esos que no pueden dejar de ver aunque odien profundamente a la nueva comedia norteamericana y todas sus ramificaciones. Jonah Hill y Channing Tatum poseen una química espléndida que solo se ha visto en muy pocos dúos a los largo de la historia del cine. Tanto juntos como por separado consiguen dar siempre en la tecla, pero es el momento en el que comparten la escena en el que se puede apreciar su máximo brillo. La nota final la da otra vez Ice Cube, que se muestra muy cómodo en este papel que sigue ostentando el título de "Gran Gema del Filme". El (¿Ex?) cantante de Hip-Hop potencia todo lo que hizo en la primera parte y tiene varias participaciones de antología dentro de una historia que lo involucra ahora directamente en el lugar de la investigación. Se puede hablar horas de 22 Jump Street, pero el secreto es que la vean por su cuenta y saquen sus propias conclusiones. Aunque en esta ocasión, les juro que hasta a los más engranados les va a costar remar contra la corriente.



Puntaje: 10+/10

The Babadook

Varias veces he escrito aquí que James Wan fue con su irrupción en 2007 una bocanada de aire fresco para el género de terror. Un maestro a la hora de crear atmósferas y un brillante contador de historias, que siempre sabe cuando llevarte de la calma aparente al máximo sobresalto. Wan se destacó por sobre la media simplemente por el hecho de no apostar a las historias zonzas y al susto fácil. Si bien es innegable que al director oriundo de Malasia le gusta ponerle la piel de gallina al espectador con esas subidas violentas de sonido - algo que no inventó sino que heredó del Giallo y lo adaptó a los tiempos que corren-, nadie puede decir que sus filmes sean cáscaras vacías. Hay personajes intensos e interesantes al mismo tiempo, con varias capas, y también dispone frente a nosotros un escenario complejo y esculpido con un detalle digno de las mejores obras de arte. El gran problema es que como todo estilo, la manera de filmar de James Wan posee varias marcas características; por lo que han sido muchos ya los directores que lograron convencer a un estudio de que son la próxima gran maravilla cuando en realidad son meros imitadores de su colega malasio. De a poco, el mismo Wan fue cayendo en una lógica espiral que se pudo confirmar con la mediocre Annabelle - que pareció hecha a desgano, solo por dinero- y de la que se espera pueda salir pronto. Mientras tanto, en medio de un océano de productos como mínimo de existencia inexplicable, en este bimestre se estrenó The Babadook. Y aquí hubo que detener la vista, porque desde el trailer daba la impresión de que nuevamente estábamos ante algo muy diferente y emocionante. La actriz, guionista y directora Jennifer Kent es quien se colocó tras las cámaras y escribió todo el libro de este más que inquietante y oscuro filme.

Amelia (Essie Davis) y su particular e inquieto hijo Samuel (Noah Wiseman) los protagonistas de la historia. Ella es una enfermera de geriátrico cuyo marido falleció en un trágico accidente automovilístico cuando iban camino al hospital para el parto que a pesar de las dificultades y riesgos pudo ser llevado adelante. Amelia se encuentra en un mal momento, agobiada por la vida misma y teniendo que cargar sobre sus espaldas todos los problemas psicológicos de Samuel. Él es un muchacho al que la contención maternal no le es suficiente simplemente por el hecho de que su madre no termina de cerrar el capítulo más doloroso de su vida. Las pesadillas lo persiguen constantemente y vive diciendo que en su cuarto se esconden monstruos que buscan dañarlos a los dos. Para repelerlos, inventa una serie bastante ingeniosa de armas que lo único que consiguen es hacer de la casa un caos y, por ende, irritar a Amelia cada día más. Una noche antes de ir a dormir, ambos encuentran un libro rojo en la cómoda de Samuel. Este cuenta la historia de un tal Babadook, una especie de demonio que aterroriza a las personas para quedarse con sus almas. Un material más bien tenebroso, que sobrepasa los límites del buen gusto y lo razonable aún para un adulto y que los deja perturbados a los dos. El terror de Samuel comienza a crecer de manera exponencial, pues afirma haber visto merodeando por la casa a la entidad malvada de la que habla el libro. Amelie no le cree al principio, pero al poco tiempo comienza a sentir que algo anda realmente mal; sus peores pesadillas y sus mayores miedos la acechan, dejándola sin razones para no creer en lo que dice su hijo.

The Babadook posee una historia muy bien desarrollada, que se va revelando en capas y que no aburre a pesar de que se toma su tiempo con cada uno de sus segmentos. No se salta ningún paso y va construyendo una atmósfera general que cuadro a cuadro se convierte en algo verdaderamente terrorífico para sus personajes y para el espectador. Es de esos filmes que consigue asustar en serio y con armas más que nobles, algo que lo coloca por encima de la mayoría de los de su propia especie. La transición de la densidad que genera el conflicto entre la madre y el hijo al terror absoluto que deberán enfrentar juntos, está lograda y además explota muy bien la ambigüedad que plantea desde las escenas iniciales. Hay un punto en el que no queda muy en claro si lo que vemos es producto de la imaginación de Amelia o si en serio es una presencia demoníaca que busca atacarlos. La delgada línea entre la alucinación y la pesadilla está presente durante casi toda la película y se disipa casi sin avisar.

Cruza entre un thriller psicológico-psiquiátrico y el más puro terror Clase B, The Babadook logra que el sub-género de la posesión demoníaca se inserte a la perfección en la trama y que no parezca que se lo utilizó solamente para robar un par de sustos más. Es diferente a Insidious más allá de compartir algunos elementos basales: construye el miedo de forma progresiva, pero no abusa de las subidas estridentes de la banda sonora. El susto repentino con esos agudos altísimos, algo tan característico de James Wan no es lo que reina y si aparece en algún momento lo hace de manera justificada - y no mecánica-.

La estética es impecable y cada escena se encuentra invadida por una oscuridad que petrifica. La definición de la imagen es excelente y el trabajo de cámaras es muy dinámico. El juego de sugestión es maravilloso: como en los filmes de la vieja escuela del terror, al misterioso y maligno Babadook (Tim Purcell) no lo vemos nunca por completo. Siempre aparece entre juegos de sombras y espejos, y solo mediante elementos que se acoplan de inmediato a la escenografía. Essie Davis y Noah Wiseman tiene una química excelente y cumplen con creces sus dificultosos roles. El joven actor es un calco del perturbado Danny Torrance de esa obra maestra llamada The Shining (1980) tanto físicamente como en la manera de interpretar al pequeño Samuel.


The Babadook tiene todos los boletos para ganarse el premio al mejor filme de terror de este años. Es un viaje al pasado en el mejor de los sentidos, a las grandes épocas de un género que, si bien repuntó en este último tiempo, hoy se encuentra una vez más al borde de una dura recaída. Con un guión terrorífico, progresivo e inteligente, una directora y escritora que promete y actores que lograron ponerse en la piel de sus personajes, The Babadook no ha parado de recibir nominaciones en diversos festivales y de cosechar premios sin parar. La nueva sensación dentro del Terror se llama Jennifer Kent y es una distinción muy merecida. Los fanáticos del género y la industria deberán seguir con atención sus próximos pasos, porque no es fácil encontrar semejante talento y audacia en una opera prima. Si quieren dos palabra para definir este filme, aquí tienen: horroríficamente magnífico.



Puntaje: 9/10


jueves, 4 de diciembre de 2014

Ouija


Recuerdo haber visto con un par de amigos cuando apenas tenía trece años un filme - bastante fallido pero divertido- que versaba acerca de los horrores que escondía el tablero de la Ouija. Digamos que el tema no es original y que existen toneladas de series, documentales, cortos y largometrajes que tratan de explicarnos la naturaleza macabra de este viejo "juego". Cuando leí que se estrenaría para este Halloween un filme titulado Ouija, no pude evitar buscar el trailer pues es un tema que a pesar de su repetición siempre me cautivó. Además ustedes saben que soy fanático de un buen filme de horror clase B y tras ver el avance y un par de escenas sueltas promocionales, sinceramente quedé sorprendido porque la protagonista era la genial Olivia Cooke (búsquenla en Bates Motel, la rompe) y por el hecho de que la producción no era en absoluto barata. 

Ouija comienza con dos niñas jugando con el tablero en cuestión, pero no llegamos a ver mucho más que esto. Un flashforward nos sitúa ya muchos años después en la casa de una de ellas, donde en la chimenea se consume un viejo tablero ante la mirada atenta de esta muchacha. Antes la habíamos visto murmurar algunas palabras al pedazo de madera para finalmente decidirse a destruirlo. Su mejor amiga Laine (Olivia Cooke) pasa a buscarla para ir a una fiesta, pero la encuentra demasiado perturbada y sin ganas de salir. Escucha como le explica que estuvo jugando sola a la Ouija y que por esa noche prefería quedarse en su casa pues no estaba con muchas ganas de salir. Cuando al otro día Laine reciba la noticia de que su amiga se ha colgado del techo con las luces de navidad, empieza a preguntarse que fue lo que la llevó a un destino tan trágico. Los padres de la difunta joven deciden irse por unos días y ella se ofrece a pasar por la casa cada tanto para chequear que todo este bien. Pero a medida que pasan los días, empieza a sentir que algo no está bien allí dentro. Todas las pistas parecen conducir a ese maldito juego y por ello con su novio y sus amigos intentarán buscar respuestas en lo que al comienzo a todos les parece un chiste pero que se va revelando como un camino al terror que nunca imaginaron posible.


La tensión en las escenas más importantes de Ouija está bien construida. El sonido está en perfecta sincronización pero hay un notorio abuso de los saltos extremos de volumen, algo que en su momento fue novedoso pero que hace tiempo es solamente molesto. Intenta imitar sin demasiado éxito el estilo James Wan, que de a poco comienza a ver como todos los productos que involucran una casa embrujada toman sus dos o tres elementos principales y los usan sin asco. La transición de la no creencia a la creencia absoluta en lo sobrenatural - la naturalización de lo fantasmagórico si se quiere- es muy veloz y no posee mucho desarrollo. Esta falencia reside en una introducción demasiado larga que deriva en una transición demasiado rápida entre el nudo y el desenlace. El suspenso y la sorpresa brillan entonces por su ausencia, dejando de lado que desde el título la película nos cuenta casi todo. 


Ouija va y viene con los sustos en un ritmo casi frenético al punto de aburrir. Matiza esta aceleración presentando algunas situaciones y luego escondiéndolas en el momento justo. La trama gana un poco de tiempo y permite que algunos de los personajes puedan tener vuelo propio. Hay una inevitable reminiscencia a Sinister (2012) y a The Conjuring (2013) - el productor es el de Insidious, con lo que por ahí tienen una punta para saber de que viene esto-, y soy bueno al afirmar esto pues Ouija es ni más ni menos que un pastiche de estos dos filmes. No se puede negar que sea didáctica a la hora de explicar el mito de la Ouija y todos los pasos a seguir si se quiere utilizar de manera óptima al tablero maldito. En el cuarto final, hay un buen giro que si bien refresca un poco el ambiente no logra ser tampoco demasiado novedoso para el género. 


La actuaciones son en su mayoría promedio, sirven para el tipo de cinta Clase B con pretensiones más grandes que es Ouija. La que sobresale obviamente es Olivia Cooke que de a poco empieza a probarse en el mainstream y es esperable que en estos años tenga muchos papeles en películas muchísimo mejores que esta. Con mucha seguridad les confirmo que su presencia logra que de a ratos Ouija sea atrapante y que la eleva un poco por sobre la media.

Ouija es un filme tranquilamente evitable, nadie se va a perder nada por no verla. Los sustos y la atmósfera están construidos de forma decente y muestra buenas intenciones, pero se queda allí sin progresar. Más allá de Olivia Cooke, no logra sumarle nada a un género que pide a gritos una reinvención y dejar de lado de una vez por todas la lluvia de clichés. Ouija podía elegir otro camino que no sea la clásica historia de la casa y el espíritu que acecha a quien se preste, pero prefirió ser efectista antes que de buena calidad. Y eso sí es un error en extremo grave.



Puntaje: 4/10

miércoles, 3 de diciembre de 2014

The Hunger Games: Mockingjay Part I

Si hay algo que no me gusta es esta nueva tendencia a partir la película final de una saga en dos partes. Creo que es un truco comercial demasiado barato pero que evidentemente funciona, pues los filmes que hacen esto suelen romper récords de recaudación con cada película. Los ejemplo recientes que tenemos son Breaking Dawn (estrenada una en 2011 y otra en 2012) y Harry Potter And The Deadly Hallows (la primera parte en 2010 y la segunda en 2011). La historia de J.K Rowling fue la que comenzó con esta nueva y molesta costumbre que les reparte muchas más ganancias a costa de ponerle los nervios de punta a los espectadores. Lamentablemente, todos sabíamos hace tiempo que la esperada conclusión de The Hunger Games iba a seguir este camino y los productores hicieron todo lo posible para no defraudarnos.

Suzanne Collins ha escrito una de las mejores novelas distópicas para adolescentes de estos tiempos. Creo que junto a Divergent de Veronica Roth - que también tiene su muy buena película y verá su final en dos partes- es la única de estas historias que posee la mezcla justa entre romance, acción y política. Todas las demás son apenas meras imitaciones y un bodrio absoluto para leer, a diferencia de estas dos nombradas que son fascinantes desde todo punto de vista. En la tercera entrega de la lucha de Katniss Everdeen contra el Capitolio, Francis Lawrence repite como director lo cual es una muy buena noticia. La razón principal es que de los dos filmes previos, el que es realmente bueno es el segundo que justamente está dirigido por él. Sin dudas que iba a ser una labor compleja encarar esta película, porque la vara había quedado demasiado alta tras una excelente secuela donde la política empezaba a predominar por sobre lo romántico.


Hacer un recuento del camino de nuestra heroína hasta el momento en el que ingresa definitivamente en el grupo de rebeldes es muy simple: en The Hunger Games (2012), Katniss se sacrifica para salvar a su hermana que había sido seleccionada para ser tributo en una nueva edición del macabro torneo organizado por el Presidente Snow. Así el represivo y tiránico Capitolio podía tener a raya a los Distritos, todos sumidos en la pobreza y el hambre, mientras en el palacio el lujo era lo que reinaba. Las clases altas vivían encerradas allí, usando la competición como una manera de divertirse y de mostrar una falsa caridad para con los otros, los distintos. El foco está solamente en los juegos y en como ella y Peeta, su par masculino e interés romántico, logran sobrevivir tras una cacería feroz. Apenas si hay destellos de las implicancias políticas de sus actitudes, pero con pequeños gestos Katniss genera simpatías en los Distritos que la comienzan a ver como la llamarada que puede encender todo. En The Hunger Games: Catching Fire (2013) vemos como Katniss y Peeta deben acomodarse a su nueva vida como Vencedores. En el medio de su gira por los Distritos, ven la represión y la opresión con sus propios ojos y también son testigos de la esperanza que han generado con esa amenaza que obligó al Capitolio a ceder para que ambos no se suicidasen. Ingresa un nuevo GameMaker, que no es lo que parece, y una edición especial de los juegos se arma para eliminar a la mayoría de los Vencedores que quedan vivos. El objetivo principal son ellos dos, claro está, pero tras superar los primeros días logran armar alianzas firmes con varios personajes clave para lo que se vendría más adelante. El filme termina con Katniss disparando una flecha conectada a un campo eléctrico al domo donde se proyectan los escenarios naturales de la competencia y con un helicóptero ingresando para extraerla del lugar y llevarla hacia el Distrito 13. El punto de origen de la lucha revolucionaria contra el dictador Snow.


Y aquí es exactamente donde retoma The Hunger Games: Mockingjay Part I. Tras haber desafiado ya abiertamente al Presidente Snow (Donald Sutherland) , Katniss (Jenniffer Lawrence) fue extraída del domo por Plutarch (Phillip Seymour Hoffman), que estaba trabajando para el enemigo como agente encubierto de los rebeldes. Los Distritos deciden levantarse contra el Capitolio y hay disturbios en toda Panem, que son reprimidos con todo el poder de fuego y la brutalidad posibles. Varios de ellos resultan completamente destrozados, como el 12 - su casa- que se ha convertido en una exhibición de cadáveres y escombros. Al despertar, se pone contenta de ver a Gale (Liam Hemsworth) y a Finnick (Sam Claflin) pero desespera cuando se entera que Peeta (Josh Hutcherson) no pudo ser rescatado. Los intentos de Plutarch para convencerla de que sea la cara de la revolución, filmando una serie de filmes de propaganda, son todos fallidos. Ni la legendaria - y amante de los mitines donde la vivan- Presidenta Alma Coin (Julianne Moore) puede motivarla, aunque ella no le tiene tanta paciencia ni confianza como los demás. Los años de resistencia bajo tierra contra el Capitolio están en riesgo y todo depende de conseguir que la chispa que Plutarch ve en Katniss vuelva a encenderse. Tras estar demasiado tiempo - uffff- concentrada en Peeta, recibe un cimbronazo cuando lo ve en el canal oficial pidiendo a los rebeldes que bajen las armas. No entiende que es lo que le pasa a su amigovio y de a poco comienza a ver con buenos ojos el servir como impulso para quienes están allí afuera luchando. Una visita a un hospital lleno de heridos en el Distrito 8 y un recorrido tortuoso por su viejo hogar sirven para llenarla de ira y convicción, para hacerla entender que la única manera de terminar con años de explotación y genocidio es tomar por asalto el centro de poder.


The Hunger Games: Mockingjay Part I es el filme más político de toda la saga, en consonancia con el libro que está muy bien llevado a la pantalla. El problema principal que tiene es que en los primeros 40' no suceden demasiadas cosas, algo que se debe al error de partir un producto innecesariamente en dos segmentos. El insert romántico es lo que lleva adelante la primera parte, con la negación de Katniss ante la posibilidad de que Peeta sea un traidor. Más allá de todo, ella nunca dejará de creer en él y esperará que el tiempo le de la razón. El foco en la opresión, la desigualdad y la revolución es total pero las escenas de acción pura y dura quedan reservadas estrictamente para el cierre que promete ser más que explosivo. La entrada de Gale es un respiro para la parte amorosa pues su relación con la protagonista no es en absoluto melosa - como si la que tiene con Peeta- y posee varios momentos de tensión y peleas con trapitos al sol. El regreso de Effie (Elizabeth Banks) y de Haymitch (Woody Harrelson) es perfecto, pues los dos saben como maniobrar sobre la difusa línea que separa el humor de lo dramático en sus dos personajes. La introducción de tres jugadores esenciales como Cressida (Natalie Dormer), Pollux (Elden Henson) y Castor (Wes Chatham) es buena y les provee el tiempo suficiente en escena como para desarrollar sus historias y acoplarse a la trama sin problemas. Ellos tienen la función de filmar en el campo de batalla las escenas para luego armar los cortos, además de claro tomar las armas y luchar.


Las actuaciones son muy buenas. Destaca obviamente Jennifer Lawrence en un papel que es el equivalente a lo que Wolverine es para Hugh Jackman. Nadie más puede interpretar a Katniss como ella, pues ella es Katniss Everdeen en todo su esplendor. Más allá de la actriz principal, Julianne Moore, Phillip Seymour Hoffman y Woody Harrelson nos entregan performances magistrales. Los tres intentando mantener el frágil equilibrio en el Distrito 13 y luchando para que Katniss de una vez por todas se convenza de que tiene todo lo necesario para guiar a los revolucionarios. Tal vez sea Moore la menos propensa a las sonrisas, pues su Alma Coin parece haber quedado sin tiempo para reír en esta vida. La ambigüedad en ella está muy bien jugada y a cada paso que da nos deja una sensación muy extraña. Harrelson y el difunto - como te extrañamos viejo- Seymour Hoffman le proveen mucho humor a la historia directamente desde la postura. Muy relajados los dos y dándose al máximo en la composición de sus roles, disfrutando de su trabajo. Es una pena que esto sea lo último que veremos del gran Phillip Seymour Hoffman, pero sin dudas que su trabajo final es de una enorme categoría. Liam Hemsworth tiene al fin un poco más de protagonismo y exhibe una paleta de expresiones más que interesante, lo que confirma mi opinión de que es uno de los mejores actores Sub-30. Natalie Dormer es una de las actrices del momento y no hay lugar donde no destaque por su precisa y suelta labor. Como Cressida nos da una puntada de lo que vendrá; vemos en ella una mujer luchadora y sin miedo, que es buena persona pero que también puede tener mano de hierro. Donald Sutherland chorrea maldad y cinismo como el Presidente Snow, nada que nos deba extrañar pues es la tercera vez que lo vemos en este rol. En sus breves apariciones deja su marca con esa cara de buen tipo que encierra la maldad más pura.


Lo que se le debe criticar a The Hunger Games: Mockingjay Part I es que de a ratos se hace un poco pesado, en especial en la parte en que Katniss está completamente fijada con Peeta y todo lo demás - las muertes, la represión, el hambre...cosas bastante relevantes- le chupa literalmente un huevo al punto de generar fastidio (bah, al menos eso me pasó a mí). Pero no teman, porque después de la visita al hospital, se desata un vendaval que culmina con una escena muy bien lograda que inevitablemente lo llena a cualquiera de ganas de ver la segunda parte. Ay, los genios del marketing.


En fin, la película logra captar la esencia revolucionaria del libro, está brillantemente actuada y pose un guión adaptado muy sólido. Los personajes conocidos son geniales, los que no tuvieron tantas chances de mostrarse encuentran un desarrollo total y los nuevos son tremendos. Si uno se puede abstraer de los baches en los primeros 40/45 minutos y del breve ataque de histeria de Katniss por Peeta, se encontrará con un filme muy potente que posee dos o tres escenas que a cualquiera le ponen la piel de gallina. Una mejora de su antecesora que es una gran película, pero no llega a la perfección simplemente porque debe incurrir en el estiramiento de escenas que NO son importantes (como la de las escaleras, ya verán) para poder llenar los minutos sin contar demasiado.



Puntaje: 9/10 

jueves, 27 de noviembre de 2014

Maps To The Stars

David Cronenberg tiene varios filmes que tranquilamente podrían entrar en un Top 100 de la historia del cine y que sin dudas son algunos de mis preferidos. Hablo de joyas como The Fly (1986), Naked Lunch (1991), Crash (1996), Spider (2002), History Of Violence (2005) y Eastern Promises (2007). Cualquiera de ustedes que conozca la filmografía del director o que sea un fanático de su trabajo, no dudará en coincidir conmigo en que este pequeño recorte contiene lo mejor que ha hecho Cronenberg a lo largo de su carrera tras las cámaras. Personalmente lo considero un maravilloso creador de atmósferas densas y oscuras, de esas que parecen salidas de una pesadilla pero no al estilo Tim Burton sino más bien tan reales que generan escalofríos. Algo realmente difícil de lograr, especialmente cuando sus trabajos no pertenecen al género del terror sino más bien al de la cruza entre el thriller y el suspense. Los últimos dos trabajos del canadiense fueron A Dangerous Method (2011) y Cosmopolis (2012), la primera una intensa mirada al nacimiento del psicoanálisis y la segunda una adaptación de la homónima - y genial, la recomiendo mucho- obra de Don DeLillo. En ambas se pueden notar las marcas de autor, pero es en Cosmopolis donde encontramos las raíces del nuevo filme de Cronenberg titulado Maps To The Stars. Oscuridad, crítica social, personajes más bien enfermizos, escenario real que parece salido de un muy mal sueño - y sin alterarlo vía CGI- y una cantidad de giros y cruces entre las historias que se cuentan que logran confundir hasta al más ávido espectador.


Maps To The Stars está - obviamente- localizada geográficamente en Los Ángeles y posee cuatro protagonistas principales. Todas sus historias poseen un punto en el cual se conectan y es allí donde la tensa calma que se sostiene desde la primera escena va a terminar por estallar. Primero tenemos a la familia Weiss: Strattford (John Cusack) es un psicoanalista que se ha hecho millonario en base a sus libros de autoayuda, Christina (Olivia Williams) es su mujer y la manager de su hijo Benjie (Evan Bird), una estrella juvenil estilo Macaulay Culkin que acaba de salir de un programa de rehabilitación tras tener una sobredósis con apenas 9 años de edad. Una de las clientes de Strattfod es Havana Segrand (Julianne Moore), una actriz que supo ver mejores años y que se encuentra en una carrera contra el tiempo - literal y biológico- para conseguir el papel principal en una película que está por comenzar a filmarse. Lo particular es que es una remake de una cinta en la que su madre (una leyenda de Hollywood) interpretó al personaje principal...Y es exactamente ese rol el que Havana busca conseguir. Para colmo de males, visiones de su difunta madre la persiguen por las noches logrando volverla completamente loca. Dará por accidente con Agatha (Mia Wasikowska), una joven con severas quemaduras en todo el cuerpo que llega a su puerta para ser su asistente. Esta no tardará en comenzar una relación amorosa con Jerome (Robert Pattinson), un chofer de limusina que aspira a ser guionista y que ve en Agatha una puerta para poder ingresar al mundo de las estrellas. De a poco, los caminos comenzarán a cruzarse y cada uno de ellos ingresará en una espiral de autodestrucción que amenazará con incendiar todo una vez más.


Maps To The Stars no es la mejor película de David Cronenberg, pero tampoco es su peor producto. Sigue la línea de Cosmopolis y no solo por tener a Robert Pattinson como personaje importante y a algunos otros actores que vuelven a estar presentes. Con el mismo tono lúgubre y misterioso, casi como si los diálogos tuviesen un mensaje cifrado por detrás, el director nos adentra en el corazón de Hollywood. Pero no de lo que se ve en las avant premieres y demás eventos sino en el día a día. Claro que hay mucho estereotipo, pero la realidad en muchos casos no está demasiado lejos de lo que se ve en la pantalla. Las obsesión por la fama, por ser alguien importante, por no envejecer nunca - que se pueden ver en Havana Segrand- son cuestiones que van de la mano con esa fijación por el dinero y por mostrar una familia perfecta aunque todo esté podrido hace demasiado tiempo que tiene Strattford. Cuando el pasado aparece para recordarle que lo que él creyó un capítulo cerrado aún no se ha terminado, por lo que se preocupa es por evitar que el escándalo se haga público y así poder salir de gira con su nuevo libro. Lo mismo sucede con su mujer Christina, que intenta a sobremanera volver a convertir a su hijo en una máquina de hacer dinero cuando lo que él chico necesita es contención y ayuda pues el abismo se encuentra mucho más cerca de lo que todos parecen suponer. Agatha es el pegamento que une todas las historias y la que las lleva hacia una tragedia - tan compleja como extraña- que se puede prever desde los primeros cuadros. Jerome es el típico wannabe, capaz de hacer lo que sea para escalar de la manera más simple posible, aun sirviendo como catalizador para un final explosivo que me trajo a la cabeza el baile de graduación de Carrie aunque por otros medios.


La línea fina entre la sátira y el thriller psicológico es difícil de distinguir. En especial en los momentos en que las macabras visiones del pasado - lejano y reciente- llegan para acechar a varios de los protagonistas. Para incitarlos a dar el paso final hacia el oscuro vacío que los ha perseguido por ya demasiado tiempo. Es un logro del director el confundir al espectador en el momento de las visiones, pues en ciertas escenas lo real y lo fantástico se combinan de una manera tan contundente que lo que reina es la ambigüedad absoluta. Maps To The Stars es un filme lleno de oscuridad, con una clara crítica al mundo de las estrellas de Hollywood que ya se ha convertido en un cliché. Tal vez sea por ello que la película pierde un poco de fuerza, por tratar con mucho empeño de desarrollar cada uno de los estereotipos que encarnan los diversos protagonistas. A favor de Cronenberg se puede decir que logró una construcción bastante verídica de la vida de los ricos y famosos, pues se nota que hay un estudio previo importante a la hora de realizar las caracterizaciones. Lo que puede parecernos una caricatura o una mera burla - por ejemplo, lo que vemos en Havana, Strattford o Benjie-, apenas si lo es, siendo este el verdadero terror que se encuentra por debajo de la trama.


En lo que refiere a las actuaciones hay que poner en el tope del podio a Julianne Moore. Su Havana Segrand es el retrato de una estrella perseguida por el brillo de su madre y que a medida que pasa el tiempo empieza a notar que ya no es aquella radiante joven que alguna vez supo ser. Hay escenas que son muy particulares, como la de la orgía, que termina siendo hasta graciosa y otras que bordean la internación en el psiquiátrico como esa en la que tras un hecho desafortunado comienza a cantar con Agatha en el patio de su mansión. Sufrimiento y locura tanto en el cuerpo como en la mirada, de principio a fin. Mia Wasikowska sigue demostrando que es ideal para los filmes más bien oscuros - en realidad para todo, es muy buena, pero sobresale más en este género particular-. Ya había brillado en Alice In Wonderland (2010), Jane Eyre (2011) y esa gema hitchcokeana llamada Stoker (2013). Su cara denota inocencia y oscuridad al mismo tiempo, algo bastante difícil de mantener durante todas las escenas, pero que esta actriz consigue hacer casi sin despeinarse. La complejidad de su personaje es muy grande y las diversas capas que posee se van saliendo hasta quedar solamente el resentimiento y la tristeza por lo que le tocó vivir desde el trágico incendio en el que casi mata a su hermano pequeño. John Cusack está maravilloso como una desagradable bolsa de locura, Robert Pattinson hace un muy buen trabajo en el poco tiempo que tiene dentro de la historia - hace rato que le dijo adiós a Twilight- y Olivia Williams y Evan Bird no descollan pero juegan muy bien los estereotipos y sus ataques de locura, por lo que se suman sin dificultad a la historia.


Maps To The Stars es un filme que no está destinado a enamorar a todo el mundo. Es una intrincada y pegajosa pesadilla que se desarrolla por debajo de una crítica zonza al estereotipo de la estrella de Hollywood. Si hablamos hace poco de "cine de autor" con Lucy de Luc Besson, este es otro ejemplo de ese estilo. La atmósfera oscura, húmeda y asfixiante, los personajes complejos, la crítica social, el tono dantesco, el prolijo desorden en el manejo de cámara, un guión con demasiadas vueltas de tuerca...Todas marcas de autor que suelen ser elogiadas en películas más amistosas que esta. Recomiendo que la vean, ya que más allá de su lentitud en la mitad, es muy interesante y en extremo rara. A mi este tipo de películas me gustan, por eso será que adoro Cosmopolis cuando la mitad o más de los críticos que la reseñaron la consideraron un embole monumental. Y en el peor de los casos, es decir que realmente les parezca aburrida, sus actuaciones pagan la entrada con mucha comodidad. Ni lo mejor ni lo peor de David Cronenberg, simplemente él en toda su dimensión para bien y para mal.



Puntaje: 7/10  



    

martes, 25 de noviembre de 2014

Relatos Salvajes

Ya bien lejos del momento de efervescencia de esta sin dudas buena película de Damian Szifrón, me dispongo a contarles mis opiniones al respecto. Empecemos por lo que considero lo más importante: no quedan dudas de que ha sido una película que generó amores y odios, pero desde ambos lados del mostrador todos coincidieron en que había venido demasiado inflada por su participación en Cannes y por el hecho de tener una productora sensacional como "El Deseo" (Almodóvar). Esto significó un salto de calidad en lo que refiere a las cuestiones técnicas y varios kilos de publicidad por todo el mundo. La respuesta de los argentinos fue excelente y el filme sigue al día de hoy en cartelera y ha superado con comodidad los 3 millones de espectadores. A muchos les sorprendió que tras dos semanas de haberse estrenado, Relatos Salvajes siguiese al tope de la taquilla. Sin embargo si tomamos en consideración todo lo que acabo de decir - más el simple hecho de que un filme argentino con un director y actores conocidos suele vender por más que sea una porquería (caso de las nefastas Metegol o Bañeros 4 o Socios por Accidente, aunque en otro plano estas dos últimas)- esto no nos parecerá en absoluto extraño. Por suerte para quienes la fuimos a ver, la película no es en absoluto mala como algunos dijeron. Yo creí que me iba a encontrar con un par de buenos cortos y bien gracias, pero dentro de todo la estructura es buena, está brillantemente filmada y los tramos aburridos/malos pasan rápido y no llegan a ofuscar al espectador. Pasando en limpio: Relatos Salvajes es un buen filme, posee un par de muy buenos momentos, muestra sin pudor su generoso presupuesto y deja en claro que su director posee mucha habilidad en el manejo de cámaras. Vayamos a la película para contar un poco de que se trata y exponer los errores que le impidieron ser un excelente producto.


Relatos Salvajes consiste en 6 pequeñas historias que están conectadas entre sí por una misma temática. Hablamos de la violencia que genera la injusticia, que en todos los casos se basa en los horrores de un sistema que ya no da para más. Si pudiésemos graficar la curva que recorre cada uno de estos "relatos salvajes", nos encontraríamos con las mismas etapas por la que pasa el agua para llegar al hervor en una pava silbadora. Szifrón es inteligente y va directo al punto; en vez de aburrirnos con el camino que llevó a los protagonistas a su momento de quiebre, nos sitúa en sus cercanías. Se nos explica un poco el contexto inmediato y luego todo vuela por los aires - algunas veces, literalmente-. Esta estructura no es un invento del director sino un estilo muy utilizado hace ya varios años. En mi opinión, Szifrón eligió quedarse en lo más simple. No quiso ir más allá y buscar un tipo de historia como las de la magnífica trilogía de González Iñárritu (Amores Perros, 21 Gramos y Babel), algo que bien podría haber hecho pues contaba con muchísimos recursos para impactar pero desde otro lugar que el estallido clásico.


En el resto del mundo donde fue exhibido, llovieron sobre el filme muchos elogios y risas por ciertas situaciones que para cualquier argentino son más que normales. En esto también reside el éxito de Relatos Salvajes tras la frontera, pero antes de que me salten a la yugular voy a decir que me reí y mucho en la sala el día que fui a verla. Tal vez no con lo que para mí es lo habitual en el cine nacional, pero no se puede negar que un efectivo humor negro de tinte almodovariano invade cada rincón de Relatos Salvajes. Cada una de las partes en las que se divide el filme no posee demasiada profundidad ni mucho menos complejidad, pero en su mayoría logran su cometido que es ser prolijos, divertir y generar cierta toma de conciencia respecto a lo malo e injusto que es el sistema - más allá de que nunca plantea una solución potable o siquiera imaginable-. La ira tras el hecho que provoca el desborde total (y que se justifica en el esquema explotador pisotea a explotado) es un terreno muy bien explorado en esa gema irreverente y anárquica llamada Falling Down, de la que Damian Szifrón prácticamente toma todo y lo reconfigura dentro de otro tipo de producto.


Relatos Salvajes tiene en "Pasternak" y "Las Ratas" un comienzo más bien flojo. Si bien en el primero el humor está muy bien manejado, su brevedad deja en evidencia que solo iba a ser utilizado para los créditos de apertura. El segundo es un desperdicio, porque tiene una muy buena base y termina desilusionando por precipitarse demasiado rápido y forzosamente hacia su cierre. Rita Cortese es una actríz de lujo que no está bien aprovechada en una historia que diez minutos más le habrían dado el espesor justo para dejarnos satisfechos.


Luego sigue "El Más Fuerte" en el que ya se divisa la estructura narrativa del Western Clásico. La edición y la musicalización son excelentes y el manejo de la edición logra tensar al máximo posible la cuerda hasta el momento en el que el equilibrio se termina de romper. Actuaciones muy sólidas de Pablo Sbaraglia y Walter Donado, que se ponen en la piel de dos personas de clase social opuesta que se enfrentan en un duelo a muerte. Lo que inicia todo es el simple prejuicio y el desenlace muestra lo enfermo que es el ser humano, pues de algo que en apariencia es simplemente una ofensa se puede terminar en una tragedia. El segundo mejor corto de Relatos Salvajes sin duda alguna y con una escena de cierre que es demasiado divertida e ingeniosa. No profundizaremos en lo de las chapas UIA y ZGT, pero el mensaje a favor de los trabajadores es más que claro.


De inmediato llega "Bombita", que si bien es muy bueno, no es a mi parecer el mejor segmento del filme. Ya todos saben de que viene la mano, lo han leído en mil críticas y hasta la misma Presidenta lo spoileo, pero hagamos una breve descripción de la trama. El tópico central es la cotidiana situación de abuso a la que el ciudadano se encuentra sometido debido al negociado entre la empresa de las grúas que acarrean autos - supuestamente- mal estacionados y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El actor protagónico es Ricardo Darín quien se pone en la piel de un ingeniero en un delicado momento personal y laboral. Primero se pierde el cumpleaños de su hija por tener que ir a buscar su auto que fue llevado por la grúa. Regresa tras pasarse el día entero haciendo el trámite - escándalo de por medio, con rotura del local donde se pagan las multas- y al llegar a su casa enfrenta el conformismo de su mujer con mucha indignación. La acusa de estar a favor del sistema y de criticarlo solo por no dejarse aplastar. Lo peor viene después: la firma en la que trabaja está vinculada con el Gobierno de la CABA y su caso llegó a la televisión. Despedido, con su matrimonio en llamas y lleno de ira: un coctail literalmente explosivo. Los planos y la música son brillantes; la escena a rescatar es su mirada al papelito rojo flameando en la alcantarilla sobre la que estaba su auto antes de ser llevado por vez número dos en la misma semana. Darín, como ya se hizo costumbre, cumple sin problemas y una vez más tenemos un cierre redondo.


Bajo el título "La Propuesta", la anteúltima parte es lo suficientemente razonable como para no ser descartada pero se queda a mitad de camino sin poder llegar a la muy buena calidad de sus dos antecesoras. Una historia clásica y recontra explotada por el cine desde sus primeros años de vida: un padre lleno de dinero bien ganado por su arduo trabajo, un hijo irresponsable e inútil - ergo, el típico niño rico- que sale borracho con el auto de papá y mata a una embarazada a punto de parir ya y el intento desesperado del padre por salvar a su hijo aun así sea rompiendo todos sus códigos éticos y morales. La actuación del gran Oscar Martínez es todo lo que debe importarnos aquí. La trama y los demás actores son apenas factores que flotan a su alrededor. Con sus expresiones logra transmitir todo el miedo, la angustia y el enojo que le provoca haber fracasado como padre. Inicialmente lo que se nos muestra es como los de arriba siempre pisotean a los que están abajo suyo - en este caso, el casero de la familia- pero de a poco la historia se desenvuelve en algo más oscuro. La corrupción es puesta en primer plano y Mauricio (así se llama el personaje de Martínez) quedará atrapado en una gigantesca bola de nieve conformada por los intereses personales de TODOS los participantes del (nuevo) delito que planean cometer. Uno no puede evitar saber como va a terminar este cuento breve, pero tampoco el sonreírse por lo bajo cuando el hecho que cierra el telón se consuma. Hay potencial y hay mayor desarrollo de la historia, pero al igual que "Las Ratas", se queda a mitad de camino porque pierde demasiado tiempo enredándose en los vericuetos del arreglo con el Fiscal y la Policía. Su protagonista principal es lo que le permite salir bien parada y no quedar en el fondo del mar.


"Hasta Que La Muerte Nos Separe" es la conclusión de Relatos Salvajes y para nuestra suerte es la mejor micro película de todas. Romina (Erica Rivas) y Ariel (Diego Gentile) están llenos de felicidad tras haberse casado. De la intensa y festiva entrada de los novios se va con un corte brutal a la calma absoluta de la cena. No es cuestión de seguir revelando detalles del filme, pero podemos decir que tras descubrir que Ariel le fue infiel, y que además invitó a su amante al casamiento y la fiesta, Romina decide confrontarlo mientras bailan el vals. Luego una escena impresionante, pura técnica de Szifrón y del editor: el uso maestro de las cámaras en el momento en el que escapa llorando y la culminación en el balcón con un plano picado que hiela la sangre. Erica Rivas carga todo sobre sus espaldas y prueba que además de ser una gran actríz puede pasar de un registro dramático a otro sin ningún problema. De una manera casi macabra se puede afirmar que estamos ante la mejor boda de la historia, un descenso al infierno en menos de media hora. En "Hasta Que La Muerte Nos Separe" vemos bien claras las marcas de estilo de Pedro Almodovar. En cada detalle se puede ver la sombra del español y eso - junto a un  excelente guión y la magistral performance de Rivas- es lo que pone a este segmento por encima de todos los demás. Y para finalizar, otra conclusión bien bizarra - de esas que indignan a muchos y hacen reír a tantos otros- pero que cuaja perfecto dentro de la historia.


Relatos Salvajes es un filme disparejo que posee dos cortos malos ("Pasternak" y "Las Ratas"), dos que son buenos y sólidos ("La Propuesta" y "Bombita"), uno muy bueno ("El Más Fuerte") y "Hasta Que La Muerte Nos Separe" que es simplemente brillante. Si leyeron la crítica, se pueden dar cuenta que la sucesión va prácticamente de menor a mayor, al punto de parecer hecha a propósito (algo que no es así, pero que siempre es divertido decirlo). No es ni la mejor película de la historia ni la peor, aunque sí se puede decir - y para bien- que es extraño ver un producto argentino filmado con tan buena calidad de imagen y tantos recursos técnicos de avanzada. Damián Szifrón es un director lleno de talento y con alma de gerente de márketing (revean en esta clave su paso por el programa de Mirtha Legrand, que no tiene desperdicio alguno). Juntó a los mejores actores nacionales, se asoció con "El Deseo" - todo lo que toca Almodóvar dentro del filme es oro y lo que deja a voluntad ajena es apenas bueno o mediocre-, escribió un interesante guión y se puso detrás de las cámaras para comenzar una carrera que finalizó en el Festival de Cannes. Desde allí en más, lo que le quedaba era vender entradas en el país y recibir premios en todo el mundo. Dos cuestiones en las que ha tenido éxito, algo que se comprueba tanto en las recaudaciones de taquilla como en el que al día de hoy se la utilice como inspiración para hablar desde un diario, la radio o la televisión - y de ambos lados de la contienda- de la dura situación social y política que vive la Argentina. Para concluir, digamos que Relatos Salvajes tiene muy buenas actuaciones y muy buenas historias, aunque peca por no buscar relacionarlas entre sí de forma directa y por apoyarse demasiado en el golpe de efecto. A mí me gustó bastante y eso lo verán en el puntaje que le voy a dar. Pero no por ello van a dejar de estar en mi cabeza todos estos planteos, que se pueden resumir en una sola frase: "Se lo infló en exceso a este filme, no era necesario semejante operativo publicitario. O tal vez sí, uno nunca sabe".



Puntaje: 7.5/10