Fury es uno de los filmes que se filtraron en la red tras el escandaloso ataque virtual sufrido por Sony. Si bien se había estrenado en algunos festivales, la compañía estaba a punto de lanzarlo para la temporada de los Oscar justo cuando fue atacada por vaya uno a saber quien - el sentido común dice "Corea del Norte", pero nunca se sabe-. Las primeras críticas no fueron demasiado bondadosas con el filme escrito y dirigido por David Ayer y protagonizado por Brad Pitt, el gran nombre que brilla en el póster promocional que sirve al día de hoy como fondo de este blog. Lo que se repitió hasta el hartazgo era que Fury no superaba la media de cualquier otro filme de guerra y que no por ser bien explícito y sangriento dejaba de ser plano y aburrido. Siendo una de las películas que más esperaba para esta excitante parte de la temporada, las malas críticas me dieron muchas más ganas de verla. En especial si en algunos de los sitios que más respeto y leo a diario, a pesar de ser duros en varios aspectos centrales de la trama, terminaron dándole el sello de aprobado al filme.
Estamos en Abril de 1945, en los últimos suspiros de la Segunda Guerra Mundial. Las Fuerzas Aliadas pelean en el corazón de Alemania, buscando eliminar los focos finales de resistencia en los pueblos que aún confían en su salvador y líder, por lo que tratan de expulsar al enemigo a sangre y fuego. Hitler declara la "Guerra Total" y con esto da pie a la movilización masiva de toda la población alemana - sean hombres, mujeres, niños o ancianos- a defender a la Patria (es decir, a él y a sus delirios). Los tanques Aliados que recorren el interior del país no son mejores que los alemanes, siendo más pequeños y mucho menos avanzados en el aspecto tecnológico. Aquí nos encontramos con un pelotón que se encuentra varado tras líneas enemigas y sin demasiadas proyecciones de supervivencia. Uno de los tanques está muy averiado y se encuentra bajo consistentes bombardeos. Los miembros de esa compañía son Don "Wardaddy" Collier (Brad Pitt), Boyd "Bible" Swan (Shia LaBeouf), Trini "Gordo" García (Michael Peña) y Grady "Coon-Ass" Travis (Jon Bernthal) y a cada segundo se debaten entre la posibilidad de morir en esa expedición.
Logran sobrevivir con mucha pericia y regresan a la improvisada base como los únicos que pudieron salir de todo el batallón que fue a luchar a aquella zona. Entrará en escena Norman Ellison (Logan Lerman) un joven tipista con apenas ocho semanas en el Ejército de los Estados Unidos. Tras la muerte del conductor de la compañía de "Wardaddy", es asignado como reemplazo ante la inexistencia de soldados más capacitados en ese momento. El muchacho será tratado hostilmente por sus nuevos compañeros, que lo consideran demasiado flojo para la guerra. Ellos conocen la cara del horror y de la muerte, del conflicto bélico en su máxima dimensión, y él apenas si sabe algo de la vida misma debido a su corta edad. Al estar en territorio enemigo, las hostilidades pueden venir desde casi cualquier punto cardinal lo cual torna la situación mucho más complicada que lo que de por sí ya es. La compañía es velozmente asignada en una nueva misión y tras un error de Norman, su tanque terminará siendo la punta de lanza para barrer con las milicias locales y los resabios de las SS y llegar a Berlin para terminar con la guerra.
Fury posee una ambientación sublime y un vestuario esplendido. Las batallas están filmadas con una crudeza absoluta, esa que muestra la realidad de la guerra sin ahorrarse nada ni auto censurarse: la sangre, los cuerpos mutilados por las balas y aplastados por los tanques, la desesperación e incertidumbre que genera cada disparo que pasa cerca...Demás está decir que la parte técnica en lo que respecta a los enfrentamientos es impecable, muestra de una gran habilidad con las cámaras y de un gran trabajo de edición.
Tal vez lo que a muchos les molestó es que no hubiese lugar en ningún momento - ni siquiera un simple minuto- para ningún tipo de debate moral. Todo es matar o morir, la famosa "Ley de la Selva" y - por qué no- de la vida misma. El enfoque es similar al de Platoon (1986), esa obra maestra de Oliver Stone que tampoco se andaba con rodeos éticos y mostraba lo que la muerte, la contradicción y la locura de una guerra pueden hacerle a un hombre. Decimos que es parecido porque Norman es también un muchacho muy joven que llega desde la burocracia misma y con una batería de nociones y valores que poco le servirán si desea llegar al otro día con vida. Los ideales y la historia se enfrentan en Fury, la utopía y la esperanza contra la violencia descarnada e irracional - porque lo es, en todas sus formas y no necesariamente solo en una guerra- de la realidad misma.
Fury es por sobre todas las cosas un drama humano, y ciertamente uno de los peores como lo es la guerra. Las miserias de cada uno de los personajes está muy bien retratada, luces y sombras en cada uno de ellos que a su manera intenta manejar el sufrimiento y el miedo de no saber si van a poder contarle la historia a sus hijos y a sus nietos. Claro que también es un cuadro de la hermandad que se genera en una situación tan angustiante y extrema, de como más allá de todo nunca nadie es dejado atrás. A la hora de transmitirle al espectador todo esto, Fury se muestra muy eficaz y es por ello que me sorprendió que muchos la desecharan como "otro filme bélico". Sabemos que lo es, pero no por ello es chato y poco interesante, algo que se justifica en la manera en la que exhibe y cuenta la historia. Sin solemnidad barata ni discurso pro Norteamérica; simplemente la lucha de un grupo de valientes, cansados y asustados soldados por tratar de llegar al día siguiente vivos.
Las actuaciones son excelentes y resaltan Brad Pitt y Shia LaBeouf por sobre el resto. Pitt se pone en la piel de un soldado de mil batallas que maneja a la perfección a sus compañeros y subordinados y que ha pasado por todos los escenarios de la batalla contra los Nazis. Nos muestra dos caras: la de la frialdad absoluta y la del buen hombre cuyo máximo objetivo es preservar las vidas de los miembros de su compañía. LaBeouf vuelve a demostrar que el chiste sobre su protagónico en Transformers ya quedó muy viejo, pues es un excelente actor. Su soldado es alguien muy sensible y con las emociones a flor de piel que al mismo tiempo utiliza el miedo para seguir adelante. Todas las escenas que lo tienen como protagonista son de una profundidad tal que no hace falta que el resto del guión sea demasiado filosófico (algo que se cumple). Jon Bernthal sigue dando buenos pasos tras el éxito que le trajo The Walking Dead y compone a una máquina de matar llena de contradicciones y dudas, que se esconde tras una fachada de amargura y pesimismo pero que no hace más que mostrar todas sus debilidades.
Más allá de estas menciones particulares, lo que los cinco actores logran transmitir - cada uno desde lo que su personaje le plantea- es el sufrimiento absoluto, el dolor, la naturalización de la masacre, la parcial deshumanización en la que todo soldado suele recaer tras vivir una larga experiencia en el frente de batalla. No tendrán demasiados matices y de a ratos podrán caer en el arquetipo que ya hemos visto decenas de veces en filmes de este género, pero es innegable que la potencia que tienen termina por hacerlos salir de la pantalla para que los sintamos al lado nuestro y nos internemos en el duro proceso que están viviendo.
Fury se trata de todo esto que acabo de mencionar. Más allá de algún que otro lógico cliché, el filme tiene muy buenas secuencias de combate, está actuado maravillosamente y explora la naturaleza humana en su punto más salvaje. El guión no es digno de enaltecimiento pero sin ningún golpe bajo logra llegar hasta el final sin baches ni incongruencias. La dinámica es muy buena, no hay un segundo en el que la película no se mueva pues hasta los momentos más tranquilos - como la comida en la casa de la madre y la hija- el conflicto sigue moviéndose. Muchos especularon con que este filme y The Interview serían los dos últimos de Sony. De haber sido así, no les quepa duda de que se habrían retirado con dos explosiones bien contundentes y soberbias. Busquen Fury online o esperen que en el algún momento se la estrene por estos pagos - creo que será a mediados de Enero-. Háganme caso que prometo no los voy a defraudar.
Puntaje: 9/10
lunes, 29 de diciembre de 2014
Fury
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viernes, 26 de diciembre de 2014
Palo Alto
No hay que ser muy inteligente ni saber demasiado de cine para darse cuenta que James Franco es uno de los mejores actores de la industria hace largo rato. Su estilo delirante y libre de prejuicios y ataduras, tanto delante como detrás o afuera de las cámaras, es una marca registrada que hemos sabido disfrutar en innumerables comedias que marcaron época para el género, como esas gemas que son Pinneaple Express y This Is The End. Pero cuidado, pues esto no nos debe llevar hacia conclusiones apresuradas respecto de un posible encajonamiento de este talentoso intérprete, ya que ha mostrado con creces habilidad para moverse con mucha comodidad en filmes de tono más serio. Hablamos del rango que va desde su oscuro Harry Osbourne en las 3 Spider Man, pasando por sus intensos e inquietantes roles en 127 Hours, Homefront y Spring Breakers, doblando en la festividad con sombras de Oz, The Great And Powerful y terminando en sus más recientes papeles en Child Of God, The Sound And The Fury y Good People. Claro que no podemos dejar de lado la polémica The Interview, pero está será reseñada aquí dentro de unos días. Hay una cuestión innegable: James Franco es un actor, director, escritor y productor en constante proceso de creación. Con decirles que en este momento entre grabaciones, post producción y proyectos terminados tiene 15 nuevos filmes en su maravilloso currículo, creo que dejo en claro mi punto. Nunca para de moverse y de buscar nuevas ideas, que pueden quedar plasmadas en un papel o resultar en un corto o hasta terminar siendo una película que juega en las grandes ligas viniendo desde el Indie más puro. Palo Alto es uno de los ejemplo más claros de lo bueno que es el trabajo de Franco, comenzando por el hecho de que el filme se basa en un libro de historias cortas suyo que es altamente recomendable. El nacido en justamente Palo Alto, California es un protagonista secundario en un filme que nos muestra lo que es crecer en los suburbios de los Estados Unidos, una especie de Lado B del American Dream que puede sonar a cliché pero que como veremos no lo es en absoluto. Podemos decir que estamos ante la gran película acerca de lo que significa - y se siente- ser un adolescente. Veamos de que se trata y si podemos comprobar esta pequeña hipótesis.
Palo Alto narra dos historias en paralelo que son el motor del filme. Dentro de ellas habitan varios personajes que pintan un retrato perfecto de lo que es la adolescencia en la típica clase media norteamericana. Claro que los dos protagonistas centrales son los ejes de ambos relatos y su relación es lo más importante. Por un lado está April (Emma Roberts), una alumna de quinto año que aún es virgen y que posee una relación doble muy complicada con su entrenador de fútbol Mr. B (James Franco) y un compañero suyo llamado Teddy (Jack Kilmer) que no es una combinación entre un buen muchacho y una inseguridad notable. Los dos se gustan y mucho, pero no es fácil para ellos poner sus sentimientos sobre la mesa; hablar francamente sobre lo que sienten respecto del otro. Los dos elementos que nos alistan para el desastre aparecen velozmente en escena: Emily (Zoe Levin), una chica que se ofrece sexualmente a todo lo que le pase por enfrente (Teddy incluìdo, así que imaginen lo que desata) y Fred (Nat Wolff) un alma en pena que vive al extremo cada momento de su vida y que no posee ningún filtro a la hora de actuar y de hablar. Tras una fiesta más bien salvaje que termina muy mal, las vidas de estos cuatro chicos cambiará para siempre dirigiéndolos hacia un muro que no todos podrán esquivar.
Palo Alto es una brillante exposición de las miserias de cada uno de los personajes involucrados en su historia. La vida en los suburbios de Palo Alto es todo lo contrario a lo que las hermosas imágenes y reality shows de California nos muestran y la directora Gia Coppola junto con James Franco se encargan de dejarlo muy en claro. Lo que nos dicen es que la realidad es todo lo que escapa a nuestros ojos, que tenemos que vivirla para poder entenderla de manera íntegra. La visión es muy personal y al mismo tiempo estilística, escapando con mucho margen del cliché costumbrista que suelen ser las películas que retratan el día a día en el universo suburbano - que a la vez es muy interesante, atrayendo más que nada por las dosis disparejas de oscuridad y luz que proyecta sobre quienes viven allí-.
Claro que el otro eje de Palo Alto, o tal vez el único, es la adolescencia en su punto culmine: la salida de la secundaria y la entrada a "la vida real". Todo lo que este cambio conlleva está muy bien explayado en el largometraje y los actores consiguen que nos sintamos identificados con sus respectivas situaciones. Es un esquema muy parecido al de la fenomenal Kids (1995) de la que sin dudas se ha llevado algunos consejos pero sin llegar nunca jamás a tamaña y radical explosión. Las fiestas, la droga, el alcohol, el sexo, el desenfreno - ese del cual a veces no podemos salir ni sabemos controlar-, las confusiones, la incerteza respecto a que es lo que sigue, la idea de que el futuro es solo el presente, las presiones del paso hacia la adultez, el miedo a la soledad...Todos problemas y reflexiones existenciales por las que cada uno de nosotros ha pasado en la vida y que ingresan como piezas de rompecabezas en una trama inteligente y que nunca se pierde en vueltas sin sentido.
El manejo de cámaras es impecable y la edición es simplemente muy buena, con todo lo que esto significa. La estética es bien Indie, una mezcla perfecta entre Harmony Korine y Gus Van Sant. El tono es melancólico y desesperanzado, pero la puerta que dirige al buen camino nunca deja de estar presente. Todo termina siendo una cuestión de elecciones personales, algo que la escena de cierre deja bien en claro.
Las actuaciones de James Franco y Emma Roberts son excelentes. Muy a gusto con sus roles y transmitiendo cada uno de sus matices. Las escenas que comparten poseen una tensión sexual y moral que termina por estallar en el peor de los momentos. Levin, Kilmer (los dos, esperen a la sorpresa) y Wolff acompañan muy bien y son partes importantes dentro del paisaje. Todos ellos poseen un alto grado de profundidad y varias capas que con el correr de los minutos van siendo descubiertas. Obviamente que no llegamos al centro (al corazón o la esencia) de cada uno y esto tiene su razón de ser en que el viaje nunca es el mismo para ninguno de ellos.
Palo Alto es un filme de un nivel artístico y técnico difíciles de encontrar en el cine actual. No es para cualquiera y muchos van a decir que es otro "embole hipster" o "un proyecto de un niño mimado con dinero que muestra como viven los menos privilegiados". Ya hemos escuchado a muchos alzar sus voces contra películas mucho mejores - sí, tranquilos que se que las hay- que Palo Alto con estos mismos argumentos huecos, así que espero que nada de esto los espante y logren dar con una copia. La adaptación del libro funciona perfecto, las historias están todas relacionadas entre sí y se influyen mutuamente, más allá de que el cruce físico entre ellas sea casi imperceptible y en pequeñas pastillas. y las performances de los actores son más que optimas. El final es muy lógico - no diré previsible- pero esto algo malo sino que le sienta perfecto a una muy buena película en la que, justamente, lo que menos importa es como termina todo.
Puntaje: 8/10
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martes, 23 de diciembre de 2014
22 Jump Street

Lo interesante de 22 Jump Street es que de entrada se propone como una parodia de su antecesora, que también era una parodia de las vieja serie a la que tomaba como base. El recurso de "Previously..." está muy bien utilizado y nos encontramos con los adorables y ahora policías sensación Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill) que deben infiltrarse en la universidad para conseguir desarticular - sí, otra vez- una red de tráfico de una droga nueva y muy peligrosa. La apertura es explosiva, con una operación encubierta que es tan fallida como hilarante en su desarrollo. No faltan las rápidas y breves menciones a las segundas partes y los guiños a filmes recientes en los que los dos actores principales fueron los protagonistas (el más claro es el de White House Down). Tampoco la metralla de chistes racistas que son particularmente divertidos. La mesa queda servida para todo lo que sigue: el centro dirigido por el Capitán Dickinson (Ice Cube) ahora se mudó a la iglesia de enfrente, que no es coreana sino vietnamita. Todo ha cambiado, el presupuesto aumentó considerablemente y vemos un lugar moderno lleno de pantallas LED y todo tipo de tecnología en contraste con la miseria en la que estaban sumidos antes de que estos dos policías destinados al fracaso diesen con el arresto de sus vidas.
La primera parte es un calco de 21 Jump Street con alguna que otra leve modificación. El delirio se puede notar ya en las primeras secuencias dentro del establecimiento educativo, ya que la mayoría de los estudiantes que los rodean y se relacionan con ellos parecen haberse dado cuenta que son mucho más viejos de lo que dicen sus identidades falsas. El chiste es que no les importa demasiado ni tampoco les parece extraño. El escenario que plantea es irracional desde todo punto de vista y es justamente por eso que el filme es genial. Poder moverse como pez en el agua en una trama que debiera parecer forzada y demasiado agarrada de los pelos - pero que no lo será en ningún tramo- no es para nada simple, pero tanto Ice Cube, Tatum y Hill parecen conocer sus personajes y el rol que cada uno debe jugar más que a la perfección. Su recorrido por las diversas clases, una más desopilante que la otra, es un ejemplo claro de esto. La "sesión" de lectura libre de poesía a la que concurre Schmidt es una hermosa locura llena de referencias narcotizadas a la cultura pop y no hay un solo momento en el que algo parezca o suene fuera de los marcos convencionales dentro de los que el largometraje se desarrolla. La estructura es la de una comedia policíaca clásica, pero ya en la superficie aflora una anarquía cuidadosamente ejecutada que se escapa cuando quiere de sus ataduras de género para luego regresar, casi como un péndulo.
Tras varios días de fiesta y casi ninguna pista, van a visitar a la cárcel a Eric (Dave Franco) y al entrenador Walters (Rob Riggle) - en una de las apariciones breves más graciosas que se pueden encontrar en estos días- y consiguen ponerse en el camino correcto. Sus caminos volverán a bifurcarse y esta vez el decepcionado y abandonado será Schmidt, que verá como su gran amigo de la vida comienza a llevarse muy bien con Zook (Wyatt Russell) un torpe pero simpático y talentoso aspirante a jugador profesional de fútbol americano que lo hará recordar sus grandes años de preparatoria. El caso quedará de nuevo en riesgo y lo único que podrá destrabarlo será la manera en que Jenko y Schmidt logren resolver el status de su relación personal y profesional, algo que suena ridículo pero que funciona muy bien.
22 Jump Street es el Lado B de su predecesora, y explora mucho más a fondo las analogías varias que se habían abierto anteriormente. La primera es la de una pareja que elige o que termina en una unión abierta y la segunda es la del despecho que uno de sus integrantes puede sufrir al ver que aunque haya sentimientos que todavía lo unan con el otro, este quiera elegir otro camino. Las parejas Schmidt-Maya y Jenko-Zook están muy bien jugadas y ante la crisis total que sufre la dupla encubierta, el guionista sale por encima del laberinto con una escena de terapia de parejas que es para alquilar balcones y llorar a carcajadas por varias horas.
Los chistes referidos a la edad, al sexo, a la homosexualidad, a las drogas y al cliché que es el universitario medio norteamericano - ese de los colleges privados que se la pasa de fiesta mientras paga para que le regalen un título o aquel que intenta conseguir una beca deportiva- son hilarantes y nunca cansan más allá de caer como una avalancha sobre el espectador. Todo lo que desde el discurso fílmico nos retrotrae a 21 Jump Street, sirve para conectar algunos puntos clave y para darle dinámica a la historia. El cierre es a pura risa y explosión, como debe ser acorde a lo que se promete desde la primera escena. La puerta queda abierta a mil secuelas más, el cielo es el límite para este proyecto que hoy se ha ganado a todo el mundo. El actor que aparece tras los créditos realiza con su presencia el chiste final; pero por lo bien que está ejecutado, no queda más que pensar en una muy esperada participación suya en la tercera parte.
22 Jump Street es uno de los filmes del año y de la década. Uno de esos que no pueden dejar de ver aunque odien profundamente a la nueva comedia norteamericana y todas sus ramificaciones. Jonah Hill y Channing Tatum poseen una química espléndida que solo se ha visto en muy pocos dúos a los largo de la historia del cine. Tanto juntos como por separado consiguen dar siempre en la tecla, pero es el momento en el que comparten la escena en el que se puede apreciar su máximo brillo. La nota final la da otra vez Ice Cube, que se muestra muy cómodo en este papel que sigue ostentando el título de "Gran Gema del Filme". El (¿Ex?) cantante de Hip-Hop potencia todo lo que hizo en la primera parte y tiene varias participaciones de antología dentro de una historia que lo involucra ahora directamente en el lugar de la investigación. Se puede hablar horas de 22 Jump Street, pero el secreto es que la vean por su cuenta y saquen sus propias conclusiones. Aunque en esta ocasión, les juro que hasta a los más engranados les va a costar remar contra la corriente.
Puntaje: 10+/10
The Babadook
Varias veces he escrito aquí que James Wan fue con su irrupción en 2007 una bocanada de aire fresco para el género de terror. Un maestro a la hora de crear atmósferas y un brillante contador de historias, que siempre sabe cuando llevarte de la calma aparente al máximo sobresalto. Wan se destacó por sobre la media simplemente por el hecho de no apostar a las historias zonzas y al susto fácil. Si bien es innegable que al director oriundo de Malasia le gusta ponerle la piel de gallina al espectador con esas subidas violentas de sonido - algo que no inventó sino que heredó del Giallo y lo adaptó a los tiempos que corren-, nadie puede decir que sus filmes sean cáscaras vacías. Hay personajes intensos e interesantes al mismo tiempo, con varias capas, y también dispone frente a nosotros un escenario complejo y esculpido con un detalle digno de las mejores obras de arte. El gran problema es que como todo estilo, la manera de filmar de James Wan posee varias marcas características; por lo que han sido muchos ya los directores que lograron convencer a un estudio de que son la próxima gran maravilla cuando en realidad son meros imitadores de su colega malasio. De a poco, el mismo Wan fue cayendo en una lógica espiral que se pudo confirmar con la mediocre Annabelle - que pareció hecha a desgano, solo por dinero- y de la que se espera pueda salir pronto. Mientras tanto, en medio de un océano de productos como mínimo de existencia inexplicable, en este bimestre se estrenó The Babadook. Y aquí hubo que detener la vista, porque desde el trailer daba la impresión de que nuevamente estábamos ante algo muy diferente y emocionante. La actriz, guionista y directora Jennifer Kent es quien se colocó tras las cámaras y escribió todo el libro de este más que inquietante y oscuro filme.
Amelia (Essie Davis) y su particular e inquieto hijo Samuel (Noah Wiseman) los protagonistas de la historia. Ella es una enfermera de geriátrico cuyo marido falleció en un trágico accidente automovilístico cuando iban camino al hospital para el parto que a pesar de las dificultades y riesgos pudo ser llevado adelante. Amelia se encuentra en un mal momento, agobiada por la vida misma y teniendo que cargar sobre sus espaldas todos los problemas psicológicos de Samuel. Él es un muchacho al que la contención maternal no le es suficiente simplemente por el hecho de que su madre no termina de cerrar el capítulo más doloroso de su vida. Las pesadillas lo persiguen constantemente y vive diciendo que en su cuarto se esconden monstruos que buscan dañarlos a los dos. Para repelerlos, inventa una serie bastante ingeniosa de armas que lo único que consiguen es hacer de la casa un caos y, por ende, irritar a Amelia cada día más. Una noche antes de ir a dormir, ambos encuentran un libro rojo en la cómoda de Samuel. Este cuenta la historia de un tal Babadook, una especie de demonio que aterroriza a las personas para quedarse con sus almas. Un material más bien tenebroso, que sobrepasa los límites del buen gusto y lo razonable aún para un adulto y que los deja perturbados a los dos. El terror de Samuel comienza a crecer de manera exponencial, pues afirma haber visto merodeando por la casa a la entidad malvada de la que habla el libro. Amelie no le cree al principio, pero al poco tiempo comienza a sentir que algo anda realmente mal; sus peores pesadillas y sus mayores miedos la acechan, dejándola sin razones para no creer en lo que dice su hijo.
The Babadook posee una historia muy bien desarrollada, que se va revelando en capas y que no aburre a pesar de que se toma su tiempo con cada uno de sus segmentos. No se salta ningún paso y va construyendo una atmósfera general que cuadro a cuadro se convierte en algo verdaderamente terrorífico para sus personajes y para el espectador. Es de esos filmes que consigue asustar en serio y con armas más que nobles, algo que lo coloca por encima de la mayoría de los de su propia especie. La transición de la densidad que genera el conflicto entre la madre y el hijo al terror absoluto que deberán enfrentar juntos, está lograda y además explota muy bien la ambigüedad que plantea desde las escenas iniciales. Hay un punto en el que no queda muy en claro si lo que vemos es producto de la imaginación de Amelia o si en serio es una presencia demoníaca que busca atacarlos. La delgada línea entre la alucinación y la pesadilla está presente durante casi toda la película y se disipa casi sin avisar.
Cruza entre un thriller psicológico-psiquiátrico y el más puro terror Clase B, The Babadook logra que el sub-género de la posesión demoníaca se inserte a la perfección en la trama y que no parezca que se lo utilizó solamente para robar un par de sustos más. Es diferente a Insidious más allá de compartir algunos elementos basales: construye el miedo de forma progresiva, pero no abusa de las subidas estridentes de la banda sonora. El susto repentino con esos agudos altísimos, algo tan característico de James Wan no es lo que reina y si aparece en algún momento lo hace de manera justificada - y no mecánica-.
La estética es impecable y cada escena se encuentra invadida por una oscuridad que petrifica. La definición de la imagen es excelente y el trabajo de cámaras es muy dinámico. El juego de sugestión es maravilloso: como en los filmes de la vieja escuela del terror, al misterioso y maligno Babadook (Tim Purcell) no lo vemos nunca por completo. Siempre aparece entre juegos de sombras y espejos, y solo mediante elementos que se acoplan de inmediato a la escenografía. Essie Davis y Noah Wiseman tiene una química excelente y cumplen con creces sus dificultosos roles. El joven actor es un calco del perturbado Danny Torrance de esa obra maestra llamada The Shining (1980) tanto físicamente como en la manera de interpretar al pequeño Samuel.
The Babadook tiene todos los boletos para ganarse el premio al mejor filme de terror de este años. Es un viaje al pasado en el mejor de los sentidos, a las grandes épocas de un género que, si bien repuntó en este último tiempo, hoy se encuentra una vez más al borde de una dura recaída. Con un guión terrorífico, progresivo e inteligente, una directora y escritora que promete y actores que lograron ponerse en la piel de sus personajes, The Babadook no ha parado de recibir nominaciones en diversos festivales y de cosechar premios sin parar. La nueva sensación dentro del Terror se llama Jennifer Kent y es una distinción muy merecida. Los fanáticos del género y la industria deberán seguir con atención sus próximos pasos, porque no es fácil encontrar semejante talento y audacia en una opera prima. Si quieren dos palabra para definir este filme, aquí tienen: horroríficamente magnífico.
Puntaje: 9/10
Amelia (Essie Davis) y su particular e inquieto hijo Samuel (Noah Wiseman) los protagonistas de la historia. Ella es una enfermera de geriátrico cuyo marido falleció en un trágico accidente automovilístico cuando iban camino al hospital para el parto que a pesar de las dificultades y riesgos pudo ser llevado adelante. Amelia se encuentra en un mal momento, agobiada por la vida misma y teniendo que cargar sobre sus espaldas todos los problemas psicológicos de Samuel. Él es un muchacho al que la contención maternal no le es suficiente simplemente por el hecho de que su madre no termina de cerrar el capítulo más doloroso de su vida. Las pesadillas lo persiguen constantemente y vive diciendo que en su cuarto se esconden monstruos que buscan dañarlos a los dos. Para repelerlos, inventa una serie bastante ingeniosa de armas que lo único que consiguen es hacer de la casa un caos y, por ende, irritar a Amelia cada día más. Una noche antes de ir a dormir, ambos encuentran un libro rojo en la cómoda de Samuel. Este cuenta la historia de un tal Babadook, una especie de demonio que aterroriza a las personas para quedarse con sus almas. Un material más bien tenebroso, que sobrepasa los límites del buen gusto y lo razonable aún para un adulto y que los deja perturbados a los dos. El terror de Samuel comienza a crecer de manera exponencial, pues afirma haber visto merodeando por la casa a la entidad malvada de la que habla el libro. Amelie no le cree al principio, pero al poco tiempo comienza a sentir que algo anda realmente mal; sus peores pesadillas y sus mayores miedos la acechan, dejándola sin razones para no creer en lo que dice su hijo.
The Babadook posee una historia muy bien desarrollada, que se va revelando en capas y que no aburre a pesar de que se toma su tiempo con cada uno de sus segmentos. No se salta ningún paso y va construyendo una atmósfera general que cuadro a cuadro se convierte en algo verdaderamente terrorífico para sus personajes y para el espectador. Es de esos filmes que consigue asustar en serio y con armas más que nobles, algo que lo coloca por encima de la mayoría de los de su propia especie. La transición de la densidad que genera el conflicto entre la madre y el hijo al terror absoluto que deberán enfrentar juntos, está lograda y además explota muy bien la ambigüedad que plantea desde las escenas iniciales. Hay un punto en el que no queda muy en claro si lo que vemos es producto de la imaginación de Amelia o si en serio es una presencia demoníaca que busca atacarlos. La delgada línea entre la alucinación y la pesadilla está presente durante casi toda la película y se disipa casi sin avisar.
Cruza entre un thriller psicológico-psiquiátrico y el más puro terror Clase B, The Babadook logra que el sub-género de la posesión demoníaca se inserte a la perfección en la trama y que no parezca que se lo utilizó solamente para robar un par de sustos más. Es diferente a Insidious más allá de compartir algunos elementos basales: construye el miedo de forma progresiva, pero no abusa de las subidas estridentes de la banda sonora. El susto repentino con esos agudos altísimos, algo tan característico de James Wan no es lo que reina y si aparece en algún momento lo hace de manera justificada - y no mecánica-.
La estética es impecable y cada escena se encuentra invadida por una oscuridad que petrifica. La definición de la imagen es excelente y el trabajo de cámaras es muy dinámico. El juego de sugestión es maravilloso: como en los filmes de la vieja escuela del terror, al misterioso y maligno Babadook (Tim Purcell) no lo vemos nunca por completo. Siempre aparece entre juegos de sombras y espejos, y solo mediante elementos que se acoplan de inmediato a la escenografía. Essie Davis y Noah Wiseman tiene una química excelente y cumplen con creces sus dificultosos roles. El joven actor es un calco del perturbado Danny Torrance de esa obra maestra llamada The Shining (1980) tanto físicamente como en la manera de interpretar al pequeño Samuel.
The Babadook tiene todos los boletos para ganarse el premio al mejor filme de terror de este años. Es un viaje al pasado en el mejor de los sentidos, a las grandes épocas de un género que, si bien repuntó en este último tiempo, hoy se encuentra una vez más al borde de una dura recaída. Con un guión terrorífico, progresivo e inteligente, una directora y escritora que promete y actores que lograron ponerse en la piel de sus personajes, The Babadook no ha parado de recibir nominaciones en diversos festivales y de cosechar premios sin parar. La nueva sensación dentro del Terror se llama Jennifer Kent y es una distinción muy merecida. Los fanáticos del género y la industria deberán seguir con atención sus próximos pasos, porque no es fácil encontrar semejante talento y audacia en una opera prima. Si quieren dos palabra para definir este filme, aquí tienen: horroríficamente magnífico.
Puntaje: 9/10
jueves, 4 de diciembre de 2014
Ouija
Recuerdo haber visto con un par de amigos cuando apenas tenía trece años un filme - bastante fallido pero divertido- que versaba acerca de los horrores que escondía el tablero de la Ouija. Digamos que el tema no es original y que existen toneladas de series, documentales, cortos y largometrajes que tratan de explicarnos la naturaleza macabra de este viejo "juego". Cuando leí que se estrenaría para este Halloween un filme titulado Ouija, no pude evitar buscar el trailer pues es un tema que a pesar de su repetición siempre me cautivó. Además ustedes saben que soy fanático de un buen filme de horror clase B y tras ver el avance y un par de escenas sueltas promocionales, sinceramente quedé sorprendido porque la protagonista era la genial Olivia Cooke (búsquenla en Bates Motel, la rompe) y por el hecho de que la producción no era en absoluto barata.
Ouija comienza con dos niñas jugando con el tablero en cuestión, pero no llegamos a ver mucho más que esto. Un flashforward nos sitúa ya muchos años después en la casa de una de ellas, donde en la chimenea se consume un viejo tablero ante la mirada atenta de esta muchacha. Antes la habíamos visto murmurar algunas palabras al pedazo de madera para finalmente decidirse a destruirlo. Su mejor amiga Laine (Olivia Cooke) pasa a buscarla para ir a una fiesta, pero la encuentra demasiado perturbada y sin ganas de salir. Escucha como le explica que estuvo jugando sola a la Ouija y que por esa noche prefería quedarse en su casa pues no estaba con muchas ganas de salir. Cuando al otro día Laine reciba la noticia de que su amiga se ha colgado del techo con las luces de navidad, empieza a preguntarse que fue lo que la llevó a un destino tan trágico. Los padres de la difunta joven deciden irse por unos días y ella se ofrece a pasar por la casa cada tanto para chequear que todo este bien. Pero a medida que pasan los días, empieza a sentir que algo no está bien allí dentro. Todas las pistas parecen conducir a ese maldito juego y por ello con su novio y sus amigos intentarán buscar respuestas en lo que al comienzo a todos les parece un chiste pero que se va revelando como un camino al terror que nunca imaginaron posible.
La tensión en las escenas más importantes de Ouija está bien construida. El sonido está en perfecta sincronización pero hay un notorio abuso de los saltos extremos de volumen, algo que en su momento fue novedoso pero que hace tiempo es solamente molesto. Intenta imitar sin demasiado éxito el estilo James Wan, que de a poco comienza a ver como todos los productos que involucran una casa embrujada toman sus dos o tres elementos principales y los usan sin asco. La transición de la no creencia a la creencia absoluta en lo sobrenatural - la naturalización de lo fantasmagórico si se quiere- es muy veloz y no posee mucho desarrollo. Esta falencia reside en una introducción demasiado larga que deriva en una transición demasiado rápida entre el nudo y el desenlace. El suspenso y la sorpresa brillan entonces por su ausencia, dejando de lado que desde el título la película nos cuenta casi todo.
Ouija va y viene con los sustos en un ritmo casi frenético al punto de aburrir. Matiza esta aceleración presentando algunas situaciones y luego escondiéndolas en el momento justo. La trama gana un poco de tiempo y permite que algunos de los personajes puedan tener vuelo propio. Hay una inevitable reminiscencia a Sinister (2012) y a The Conjuring (2013) - el productor es el de Insidious, con lo que por ahí tienen una punta para saber de que viene esto-, y soy bueno al afirmar esto pues Ouija es ni más ni menos que un pastiche de estos dos filmes. No se puede negar que sea didáctica a la hora de explicar el mito de la Ouija y todos los pasos a seguir si se quiere utilizar de manera óptima al tablero maldito. En el cuarto final, hay un buen giro que si bien refresca un poco el ambiente no logra ser tampoco demasiado novedoso para el género.
La actuaciones son en su mayoría promedio, sirven para el tipo de cinta Clase B con pretensiones más grandes que es Ouija. La que sobresale obviamente es Olivia Cooke que de a poco empieza a probarse en el mainstream y es esperable que en estos años tenga muchos papeles en películas muchísimo mejores que esta. Con mucha seguridad les confirmo que su presencia logra que de a ratos Ouija sea atrapante y que la eleva un poco por sobre la media.
Ouija es un filme tranquilamente evitable, nadie se va a perder nada por no verla. Los sustos y la atmósfera están construidos de forma decente y muestra buenas intenciones, pero se queda allí sin progresar. Más allá de Olivia Cooke, no logra sumarle nada a un género que pide a gritos una reinvención y dejar de lado de una vez por todas la lluvia de clichés. Ouija podía elegir otro camino que no sea la clásica historia de la casa y el espíritu que acecha a quien se preste, pero prefirió ser efectista antes que de buena calidad. Y eso sí es un error en extremo grave.
Puntaje: 4/10
miércoles, 3 de diciembre de 2014
The Hunger Games: Mockingjay Part I

Suzanne Collins ha escrito una de las mejores novelas distópicas para adolescentes de estos tiempos. Creo que junto a Divergent de Veronica Roth - que también tiene su muy buena película y verá su final en dos partes- es la única de estas historias que posee la mezcla justa entre romance, acción y política. Todas las demás son apenas meras imitaciones y un bodrio absoluto para leer, a diferencia de estas dos nombradas que son fascinantes desde todo punto de vista. En la tercera entrega de la lucha de Katniss Everdeen contra el Capitolio, Francis Lawrence repite como director lo cual es una muy buena noticia. La razón principal es que de los dos filmes previos, el que es realmente bueno es el segundo que justamente está dirigido por él. Sin dudas que iba a ser una labor compleja encarar esta película, porque la vara había quedado demasiado alta tras una excelente secuela donde la política empezaba a predominar por sobre lo romántico.
Hacer un recuento del camino de nuestra heroína hasta el momento en el que ingresa definitivamente en el grupo de rebeldes es muy simple: en The Hunger Games (2012), Katniss se sacrifica para salvar a su hermana que había sido seleccionada para ser tributo en una nueva edición del macabro torneo organizado por el Presidente Snow. Así el represivo y tiránico Capitolio podía tener a raya a los Distritos, todos sumidos en la pobreza y el hambre, mientras en el palacio el lujo era lo que reinaba. Las clases altas vivían encerradas allí, usando la competición como una manera de divertirse y de mostrar una falsa caridad para con los otros, los distintos. El foco está solamente en los juegos y en como ella y Peeta, su par masculino e interés romántico, logran sobrevivir tras una cacería feroz. Apenas si hay destellos de las implicancias políticas de sus actitudes, pero con pequeños gestos Katniss genera simpatías en los Distritos que la comienzan a ver como la llamarada que puede encender todo. En The Hunger Games: Catching Fire (2013) vemos como Katniss y Peeta deben acomodarse a su nueva vida como Vencedores. En el medio de su gira por los Distritos, ven la represión y la opresión con sus propios ojos y también son testigos de la esperanza que han generado con esa amenaza que obligó al Capitolio a ceder para que ambos no se suicidasen. Ingresa un nuevo GameMaker, que no es lo que parece, y una edición especial de los juegos se arma para eliminar a la mayoría de los Vencedores que quedan vivos. El objetivo principal son ellos dos, claro está, pero tras superar los primeros días logran armar alianzas firmes con varios personajes clave para lo que se vendría más adelante. El filme termina con Katniss disparando una flecha conectada a un campo eléctrico al domo donde se proyectan los escenarios naturales de la competencia y con un helicóptero ingresando para extraerla del lugar y llevarla hacia el Distrito 13. El punto de origen de la lucha revolucionaria contra el dictador Snow.
Y aquí es exactamente donde retoma The Hunger Games: Mockingjay Part I. Tras haber desafiado ya abiertamente al Presidente Snow (Donald Sutherland) , Katniss (Jenniffer Lawrence) fue extraída del domo por Plutarch (Phillip Seymour Hoffman), que estaba trabajando para el enemigo como agente encubierto de los rebeldes. Los Distritos deciden levantarse contra el Capitolio y hay disturbios en toda Panem, que son reprimidos con todo el poder de fuego y la brutalidad posibles. Varios de ellos resultan completamente destrozados, como el 12 - su casa- que se ha convertido en una exhibición de cadáveres y escombros. Al despertar, se pone contenta de ver a Gale (Liam Hemsworth) y a Finnick (Sam Claflin) pero desespera cuando se entera que Peeta (Josh Hutcherson) no pudo ser rescatado. Los intentos de Plutarch para convencerla de que sea la cara de la revolución, filmando una serie de filmes de propaganda, son todos fallidos. Ni la legendaria - y amante de los mitines donde la vivan- Presidenta Alma Coin (Julianne Moore) puede motivarla, aunque ella no le tiene tanta paciencia ni confianza como los demás. Los años de resistencia bajo tierra contra el Capitolio están en riesgo y todo depende de conseguir que la chispa que Plutarch ve en Katniss vuelva a encenderse. Tras estar demasiado tiempo - uffff- concentrada en Peeta, recibe un cimbronazo cuando lo ve en el canal oficial pidiendo a los rebeldes que bajen las armas. No entiende que es lo que le pasa a su amigovio y de a poco comienza a ver con buenos ojos el servir como impulso para quienes están allí afuera luchando. Una visita a un hospital lleno de heridos en el Distrito 8 y un recorrido tortuoso por su viejo hogar sirven para llenarla de ira y convicción, para hacerla entender que la única manera de terminar con años de explotación y genocidio es tomar por asalto el centro de poder.
The Hunger Games: Mockingjay Part I es el filme más político de toda la saga, en consonancia con el libro que está muy bien llevado a la pantalla. El problema principal que tiene es que en los primeros 40' no suceden demasiadas cosas, algo que se debe al error de partir un producto innecesariamente en dos segmentos. El insert romántico es lo que lleva adelante la primera parte, con la negación de Katniss ante la posibilidad de que Peeta sea un traidor. Más allá de todo, ella nunca dejará de creer en él y esperará que el tiempo le de la razón. El foco en la opresión, la desigualdad y la revolución es total pero las escenas de acción pura y dura quedan reservadas estrictamente para el cierre que promete ser más que explosivo. La entrada de Gale es un respiro para la parte amorosa pues su relación con la protagonista no es en absoluto melosa - como si la que tiene con Peeta- y posee varios momentos de tensión y peleas con trapitos al sol. El regreso de Effie (Elizabeth Banks) y de Haymitch (Woody Harrelson) es perfecto, pues los dos saben como maniobrar sobre la difusa línea que separa el humor de lo dramático en sus dos personajes. La introducción de tres jugadores esenciales como Cressida (Natalie Dormer), Pollux (Elden Henson) y Castor (Wes Chatham) es buena y les provee el tiempo suficiente en escena como para desarrollar sus historias y acoplarse a la trama sin problemas. Ellos tienen la función de filmar en el campo de batalla las escenas para luego armar los cortos, además de claro tomar las armas y luchar.
Las actuaciones son muy buenas. Destaca obviamente Jennifer Lawrence en un papel que es el equivalente a lo que Wolverine es para Hugh Jackman. Nadie más puede interpretar a Katniss como ella, pues ella es Katniss Everdeen en todo su esplendor. Más allá de la actriz principal, Julianne Moore, Phillip Seymour Hoffman y Woody Harrelson nos entregan performances magistrales. Los tres intentando mantener el frágil equilibrio en el Distrito 13 y luchando para que Katniss de una vez por todas se convenza de que tiene todo lo necesario para guiar a los revolucionarios. Tal vez sea Moore la menos propensa a las sonrisas, pues su Alma Coin parece haber quedado sin tiempo para reír en esta vida. La ambigüedad en ella está muy bien jugada y a cada paso que da nos deja una sensación muy extraña. Harrelson y el difunto - como te extrañamos viejo- Seymour Hoffman le proveen mucho humor a la historia directamente desde la postura. Muy relajados los dos y dándose al máximo en la composición de sus roles, disfrutando de su trabajo. Es una pena que esto sea lo último que veremos del gran Phillip Seymour Hoffman, pero sin dudas que su trabajo final es de una enorme categoría. Liam Hemsworth tiene al fin un poco más de protagonismo y exhibe una paleta de expresiones más que interesante, lo que confirma mi opinión de que es uno de los mejores actores Sub-30. Natalie Dormer es una de las actrices del momento y no hay lugar donde no destaque por su precisa y suelta labor. Como Cressida nos da una puntada de lo que vendrá; vemos en ella una mujer luchadora y sin miedo, que es buena persona pero que también puede tener mano de hierro. Donald Sutherland chorrea maldad y cinismo como el Presidente Snow, nada que nos deba extrañar pues es la tercera vez que lo vemos en este rol. En sus breves apariciones deja su marca con esa cara de buen tipo que encierra la maldad más pura.
Lo que se le debe criticar a The Hunger Games: Mockingjay Part I es que de a ratos se hace un poco pesado, en especial en la parte en que Katniss está completamente fijada con Peeta y todo lo demás - las muertes, la represión, el hambre...cosas bastante relevantes- le chupa literalmente un huevo al punto de generar fastidio (bah, al menos eso me pasó a mí). Pero no teman, porque después de la visita al hospital, se desata un vendaval que culmina con una escena muy bien lograda que inevitablemente lo llena a cualquiera de ganas de ver la segunda parte. Ay, los genios del marketing.
En fin, la película logra captar la esencia revolucionaria del libro, está brillantemente actuada y pose un guión adaptado muy sólido. Los personajes conocidos son geniales, los que no tuvieron tantas chances de mostrarse encuentran un desarrollo total y los nuevos son tremendos. Si uno se puede abstraer de los baches en los primeros 40/45 minutos y del breve ataque de histeria de Katniss por Peeta, se encontrará con un filme muy potente que posee dos o tres escenas que a cualquiera le ponen la piel de gallina. Una mejora de su antecesora que es una gran película, pero no llega a la perfección simplemente porque debe incurrir en el estiramiento de escenas que NO son importantes (como la de las escaleras, ya verán) para poder llenar los minutos sin contar demasiado.
Puntaje: 9/10
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