viernes, 27 de diciembre de 2013

Big Sur

Ahora que con casi dos años de retraso llega a nuestras pantallas On The Road de Walter Salles, podemos especular con que Big Sur – y solo si es que llega a verse por estas pampas- estará disponible para ser exhibida en una sala de cine a fines de 2015. Ojala no sea así, aunque admito que mis expectativas no son muy altas. Como lector de su obra, soy un gran fanático de Jack Kerouac. Lo considero uno de los grandes escritores de la historia y, junto al poeta Allen Ginsberg, la piedra basal de lo que fue la Generación Beat. Sus textos son la voz de una generación que volvía de la guerra y se encontraba con que nada era lo mismo. Que todo había cambiado para siempre. En disconformidad con el sistema, muchos jóvenes decidieron lanzarse a la carretera – real o metafórica- para poder hacer su propio destino y encontrar de una vez por todas la verdadera libertad. Una especie de barajar y dar de nuevo ante un mundo y una sociedad de los que no se sentían parte (ni querían serlo). On The Road fue un éxito imprevisible, una crónica aguda y dolorosa de una Norteamérica que parecía escondida debajo de la alfombra. Pero para este escritor maldito, fue demasiado. Big Sur fue el libro que salió de todo el proceso que Kerouac vivió tras ingresar a la elite de la escritura. Y resultó ser aún más profundo y doloroso que su trabajo previo.


Tres años después de haber escrito su obra maestra, Jack Kerouac (Jean-Marc Barr) se encuentra agobiado por la fama. La presión de sus editores es muy nociva tanto física como intelectualmente para él. De a poco comienza a desarrollar una especie de fobia a la sociedad que lo lleva a recluirse en la cabaña de un amigo suyo en Big Sur. Pero lo que parecía ser la solución se convierte en una pesadilla; a las pocas semanas se vuelve loco ya que el aburrimiento y la rutina lo consumen por completo. Se ve a sí mismo como un fantasma de lo que fue pero con mucha más droga, alcohol y años sobre sus espaldas. Él sabe que todos los jóvenes que admiran a los muchachos Beat creen que el vive en el camino siempre, tratando de encontrar nuevas historias y por ello trata de no hacer que esa esperanza se pierda. Pero de a poco se va dando cuenta que todo ha cambiado, que Estados Unidos no es el mismo que hace unos años. Ya nadie levanta a los viajeros en la ruta, hay un aislamiento social mucho mayor. Una sensación de comunidad que ya está extinta casi por completo. En el medio de las dudas respecto a sí mismo y su talento, regresa a la ciudad para reencontrarse con dos viejos amigos. Juntos viajan a ver a Neal Cassidy (Josh Lucas) que ya tiene una amplia familia – tres hijos- con su mujer Carol (Radha Mitchelll). Más allá de la aparente felicidad, nos damos cuenta de dos cosas: la tensión sexual y sentimental entre Kerouac y Carol es imposible de esconder y que Neal sigue siendo un alma errante que no ha encontrado su camino. Sobrevuela la nostalgia, la idea de que no se puede volver el tiempo atrás. Cuando Neal pierde su trabajo, todos se van a Big Sur a pasar unos días. Los sobrevivientes de un movimiento que ya es apenas un recuerdo vuelven a juntarse: son una especie de guerrilla que resiste los embates de una sociedad que los ha criticado hasta destruirlos por no ser serios ni a imagen y semejanza del estereotipo dominante – y pacato- de la época. El tiempo que pasen en la cabaña será definitivo para todos y el escenario de la lucha entre un escritor y sus demonios internos.


Big Sur funciona como una reflexión existencialista. Kerouac es una persona cansada que no puede entregarse al amor o a ninguna sensación más que el dolor y la soledad. Los fantasmas que siempre lo acecharon finalmente logran dar con él y se le colocan enfrente. Si bien él quiere que todo sea como antes, en aquellos años de oro, no va a tener otra opción que lograr superar sus angustiosos asuntos inconclusos para poder seguir adelante. La adaptación del libro es muy buena, siendo muy fiel al original. Sin dudas que es un texto menos complejo y maratónico que On The Road, pero tiene sus pliegues a la hora de ser trasladado hacia cualquier otro formato.


Las interpretaciones son excelentes y llenan cada una de las escenas. No hay espacio que quede sin ocupar. Jean-Marc Barr como Jack Kerouac y Josh Lucas como Neal Cassidy son quienes resaltan. Kate Bosworth cumple con creces interpretando a la joven y enamorada amante del protagonista. La dirección a cargo de Michael Polish es buena y las imágenes son hermosas. El trabajo de edición del momento en el que Kerouac comienza a delirar es digno de mención. Ahora solo resta que Big Sur llegue a la Argentina, algo que no es tan simple como parece.


Puntaje: 8/10



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