viernes, 27 de diciembre de 2013

Paranoia

Robert Luketic supo entregarnos una gran película como Legally Blonde, pero tanto antes como después de su gran éxito no pudo redondear un trabajo al menos razonable. Paranoia está basada en el libro homónimo escrito por Joseph Finder. El producto literario me gustó bastante y el cinematográfico no tanto. Pero atención, porque esto no significa que el filme sea malo. Lo que trato de remarcar es que no logra alcanzar la estatura del libro en el que basa su historia. Cuando vi la lista de actores que protagonizarían la película, me pareció que iba a poder verla dejando de lado que el director hace años que filma un fracaso comercial y crítico tras otro. Quedé satisfecho a medias, más que nada por el trabajo de los actores que levantan un thriller que no tiene ni una pizca de suspenso ni emoción.

Adam Cassidy (Liam Hemsworth) es un joven talentoso que ingresa en una compañía de telefonía móvil llamada Wyatt Corporation. Lo que comenzó como un trabajo promisorio termina siendo uno rutinario y sin posibilidades de ascenso. Él - como miles de talentos cooptados aún antes de terminar la universidad- ve como su carrera se estanca. Al mismo tiempo la situación de salud de su padre es complicada y él no consigue los ingresos suficientes como para cubrir los costos. Con su equipo, decide presentarle al dueño de la empresa Nicholas Wyatt (Gary Oldman) un proyecto que apunta a cambiar la cara de su negocio que se halla en franca decadencia ante el ascenso de su principal competidor Eikon. Esta compañía está dirigida por Jock Goddard (Harrison Ford, tan cool que encandila), su ex socio y mentor, que le ha logrado sacar una considerable ventaja en lo referido al software. Pero el ego y la personalidad arrolladora de Adam lo llevan a un encontronazo con Wyatt que - con desprecio- descarta su proyecto y despide a todo el equipo. Al otro día recibe una visita de un hombre que lo lleva al edificio central nuevamente. Wyatt descubrió que él le había sacado dinero y lo fuerza a infiltrarse en Eikon para conseguir los datos del nuevo celular que preparan que promete ser una revolución en las comunicaciones. Le darán una fachada llena de lujos y dinero pero lo mantendrán vigilado constantemente. Conocerá a Emma Jennings (Amber Heard), un viejo amorío de una noche, que casualmente trabaja en la compañía. Ese será su punto de entrada a una vida que de a poco comienza a gustarle demasiado. Pero deberá pensar antes de dar un nuevo paso adelante, pues nadie es inocente en este juego y alguien siempre está observando. Se ha metido demasiado profundo en algo que no es lo que el cree. Ahora todos sus seres queridos están en peligro, en manos de dos personas dispuestas a hacer lo que sea por destruir al otro.


El filme toca por arriba el tema de la privacidad ¿Cuan protegidos están nuestras datos y actividades personales? La realidad, que se puede comprobar hoy día, es que estamos completamente expuestos a diversos sistemas de vigilancia biotecnológica. La privacidad no existe y eso es lo que nos intenta decir Paranoia. Luketic trata de imprimirle al filme la sensación de persecución constante, algo que brilla por su ausencia. También se filtra una leve crítica al capitalismo como lo conocemos hoy: sin ética y sin respeto, donde solo importa ganar y a cualquier costo. La vuelta de tuerca es muy buena y se la logra reflejar con bastante fidelidad. El joven que comienza como peón en una guerra ajena, termina haciendo ese conflicto algo propio.

Las actuaciones son lo mejor de la película. A contramano de muchos críticos yo vi buena química entre Amber Heard y Liam Hemsworth. Ella cumple muy bien con su papel y convence como una mujer en el medio de dos lealtades. Él logra otro muy buen papel tras la excelente Empire State y demuestra que es uno de los actores con mayor futuro en la industria. Es el Golden Boy del momento, habrá que ver si logra sostenerse o si su estrella tiene vuelo corto. Pero la verdadera conversación comienza cuando entran en escena Gary Oldman y Harrison Ford. Hay que rendirles reverencia a estos dos enormes actores, a estas leyendas vivas del cine. Cada vez que entran en escena, todo lo demás desaparece. Y cuando chocan, se sacan chispas. Logran que el filme entero valga la pena ser visto, más allá de ser mediocre y previsible - a diferencia del libro, que es todo lo contrario-.


Paranoia es una adaptación regular de un muy buen libro que logra ser rescatada por dos muy buenos actores y dos leyendas vivas de Hollywood. No hay mucho más que pedirle a un director que no ha logrado igualar siquiera su great hit (en singular sueña deprimente). El casting paga la entrada de un thriller bastante malo. Si tienen tiempo en sus manos y no hay nada mejor, vayan a verla. Y si no esperen a que salga el DVD solo para ver la contienda entre Ford y Oldman, que están maravillosos como siempre.


Puntaje: 6.5/10  

Machete Kills

Aún para quienes no son grandes fanáticos del Grindhouse, es muy difícil discutir el talento del polifacético y excéntrico director, productor y compositor Robert Rodríguez. El evil twin de Quentin Tarantino – con quien ha realizado un proyecto doble como homenaje al viejo cine Clase B del cual ambos son tanto exponentes como fanáticos- ha logrado estar siempre un paso adelante de nuestra imaginación con sus realizaciones de las cuales se pueden destacar unas cuantas: From Dusk Till Dawn, The Faculty, El Mariachi, Desperado, Once Upon A Time In Mexico, Sin City, Spy Kids, Planet Terror, Machete y Shorts. Hay pocos filmes de Rodríguez que puedan ser calificados como “malos”, aunque es verdad que hubo algunos productos como la saga de Spy Kids que demostraron su veloz agotamiento tras el éxito de la primera parte y otros como The Adventures Of Sharkboy And Lava Girl que directamente no parecía ser una película suya. Dejando de lado la parte más “infantil” (que en realidad no lo es tanto) de su filmografía, en sus largometrajes siempre tenemos el gusto de encontrarnos con un cruce entre el viejo y querido Western y el Clase B – con todo su humor negro e irreverencia- más burdo y sangriento que los estrictos pero ambivalentes cánones de Hollywood puedan tolerar. Cuando en 2007 junto a su amigo Tarantino decidió el Grindhouse Double Feature, entre los dos prepararon una serie de trailers falsos siendo uno de estos el de Machete. Se nos presentaba al actor fetiche de Rodríguez, Danny Trejo, como un ex Federal baleado por la mafia y dejado morir en un incendio que volvía por su venganza. Sus armas eran decenas de machetes y armas de toda clase. Al público le encantó la idea y comenzó a pedir que se convirtiese realmente en una película. Lo que comenzó como un chiste mutó en un muy buen filme estrenado en el año 2010 plagado de estrellas como Robert De Niro, Lindsay Lohan, Jessica Alba, Michelle Rodríguez y hasta Don Johnson que funcionó de maravillas. La secuela tardó tres años, pero para quien les escribe esta no fue ninguna decepción. Es más, hasta logró magnificar todo lo que se había visto en la primera parte y hacerla mucho más divertida.


El filme abre con otro falso trailer tras la cortina que todos los fanáticos de Tarantino y Rodríguez ya conocemos de memoria. Es el delirio total y si llega a materializarse sería la culminación de la locura del director. Machete Kills Again…In Space – un híbrido entre Machete y Star Wars, con espadas láser incluidas- apunta a ser una de las cintas más locas y bizarras que se haya visto en estos últimos años. La historia retoma desde donde había quedado antes y desde el vamos es pura sangre. Pero nada se compara al momento en el que el protagonista saca el famoso machete y comienza a matar enemigos (incluido un tipo partido al medio). La Agente Sartana (Jessica Alba) muere en un operativo en manos de un misterioso hombre enmascarado. Esto llena de ira y dolor a Machete que decide vengar la muerte de su compañera. En el medio de su cruzada, es secuestrado. Cuando está al borde de su muerte, recibe un llamado del mismísimo Presidente de los Estados Unidos (un enorme Charlie Sheen, presentado como Carlos Estévez) que tiene un trabajo para él y The Network, esa red de latinos dirigida por She (Michelle Rodríguez) con la que había luchado codo a codo poco tiempo atrás. Ayudado por Miss San Antonio (Amber Heard) y Mendez un revolucionario esquizofrénico (Demian Bichir) intentará salvar el mundo de las manos de un mesiánico traficante de armas llamado Voz (Mel Gibson).


Charlie Sheen se roba la película en todas sus intervenciones. Su entrada es genial y sus escenas tomando tequila en el Despacho Oval, fumando como una chimenea, puteando cada dos palabras y en la cama con varias mujeres son hilarantes. Es una muy buena parodia de sí mismo realizada con mucho talento, humor y sin haber cobrado dos pesos. Danny Trejo demuestra que está hecho para ser Machete o lo que Robert Rodríguez le ponga adelante. Su personaje, un spin off inesperado de Spy Kids, es genial y duro como una roca. Su costado de sex symbol es muy gracioso y sigue sin pestañear a la hora de cortar en mil pedacitos a cualquiera que se interponga en su camino. Amber Heard está francamente muy bien en un papel no tan exigente y lo que más resalta es su química con Trejo. Sofía Vergara brilla como Desdemona, la cruel y sádica madama de prostíbulo cuyo staff es en realidad un grupo de asesinas implacables vestidas de cuero y látex. Dos elementos clave: el corpiño ametralladora y la pistola pélvica, además de la locura y los chillidos insufribles que emite cada vez que se enfrenta a nuestro héroe. Vanessa Hudgens interpreta a un personaje similar al de Lindsay Lohan en la precuela y confirma que no es más una chica Disney. Vuelve a hacer un buen trabajo y quedan ganas de que su participación sea un poco más larga. Demian Bichir juega muy bien la esquizofrenia de su personaje, que de a ratos es un revolucionario de izquierda y por otros es un narcotraficante implacable. La aparición de Lady Gaga como la asesina a sueldo La Chameleón y de los actores que conforman su disfraz (Antonio Banderas, Cuba Gooding Junior) no merece más que esta simple mención, aunque el personaje no desentona para nada. Mel Gibson como un grotesco mercader de la muerte continúa demostrando que la industria ha cometido un gravísimo error al darle la espalda por sus exabruptos públicos.


Machete Kills es un filme que resume a la perfección el Clase B y aún mejor que su antecesor. Está lleno de sangre y sexo, pero potenciado al infinito. Esto sucede porque trabaja en clave de auto parodia y uno de los efectos más prominentes es esta exageración del original. La estética sigue siendo la que nos acostumbra Rodríguez y debo decir que el efecto – tanto visual como en los cortes que parecen hechos a machetazos, je- de cinta de dudosa calidad cada día me gusta más. Las menciones continuas a la cultura popular mexicana le suman un mayor atractivo, al menos para mí que me encanta todo lo que tenga que ver con ese tema.


Machete Kills no defrauda en ningún momento y logra renovar exitosamente una historia que no parecía tener mucho más vuelo que un solo filme. La creatividad del director no parece agotarse nunca y la idea del espacio sirve como confirmación de esta premisa. Si buscan sangre, sexo y disparos pero multiplicados en cantidades inauditas, esta es su próxima parada. Impecable trabajo de Robert Rodríguez que al reírse de su propio trabajo, y para regocijo de todos nosotros, logra mejorarlo a sobremanera.


Puntaje: 9/10     

 



Assault On Wall Street

Me encontré con Assault On Wall Street de casualidad. No le presté demasiada atención pero me sorprendió que muchos críticos a los que sigo habitualmente la hayan puntuado bien. No parecía ser un filme con un gran presupuesto y en principio solo tenía una cara semi-conocida (Dominic Purcell, sí el grandote de Prison Break) como protagonista. Sin nada que perder y con un poco de tiempo en mis manos, me senté a ver de qué se trataba. El experimento de Uwe Boll es previsible pero no por ello deja de ser entretenido. Veamos las razones que sostienen mi argumento.

La película comienza con varios noticieros superpuestos de los días en los que Lehman Brothers quebró y comenzó la enésima crisis de Wall Street en 2008. El director nos muestra hacia donde apunta su mensaje con la escena inicial: el directorio de una empresa a punto de quebrar, Lehman claro está, se encuentra reunido y en estado de emergencia. Los ejecutivos dicen que no importa cuantos clientes lo pierdan todo, que solamente hay que salvar a la compañía. Los socios y accionistas son los que merecen la salvación pues los clientes siempre están felices cuando ganan especulando. Es decir, ahora que perdieron se tienen que joder. Claro que es mucho más profunda la cuestión, ya que no necesariamente fueron las personas dueñas del dinero las que apostaron todo en activos tóxicos sino sus brokers. Pero para las altas esferas de Wall Street, todo es un círculo vicioso en el que siempre salen ganando ellos a costa de los ciudadanos comunes. Jim (Dominic Purcell) y Rosie (Erin Karpluk) son una pareja que se encuentra pasando muchas turbulencias económicas debido a los problemas de salud de ella. Su tumor en el cerebro desapareció pero debe continuar con su tratamiento pues es muy probable que haya dejado graves secuelas. Más allá de trabajar a sobreturno en varios trabajos, Jim no logra juntar el dinero suficiente para pagar un seguro que cubra todo este procedimiento. Es el símbolo de muchos de los que perdieron su dinero en 2008: buena gente y honesto, un trabajador que fue embaucado por la persona que manejaba sus ganancias. Su pensión y ahorros de toda la vida, como los de tantos otros, se fueron al tacho de basura tras la quiebra de Lehman Brothers. A medida que los días pasan, todo parece empeorar. Ante un sistema injusto hay dos opciones: agacharse o tomar el toro por las astas (metáfora más que válida en este caso). Primero se somete y trata de ir por el buen camino, pero cuando el amor de su vida se suicida por considerarse la culpable de todo lo que les sucede, comienza el camino de la venganza.


Purcell está muy bien en un rol simple donde solo se necesita tener músculos y disparar varias armas. Logra erigirse convincentemente como un soldado del pueblo, como la voz de todos los arruinados por la avaricia y la corrupción de Wall Street. Sin duda alguna, a cualquiera de nosotros se nos pasó por la cabeza hacer lo que Jim hace en la segunda mitad del filme. Los demás actores acompañan bien - tenemos a Keith David, un secundario famoso a esta altura- y como perlita tenemos el regreso de Edward Furlong (sí, sí el jovencísimo John Connor en Terminator 2: Judgement Day) que con varios kilos demás vuelve a la pantalla con una actuación razonable y simpática. La secuencia de acción final, esencial en este género, no decepciona y por suerte evita la moralina.


Assault On Wall Street no es una obra del séptimo arte, pero si un frenético thriller. No hay gran profundidad en el guión ni actuaciones descollantes, pero si una historia bien armada y sólidas interpretaciones. Las escenas de acción son buenas, pero lamentablemente se amontonan sobre el final. Los diálogos están bien llevados y la crisis muy bien descripta. Los actores tienen química entre sí y Furlong resalta sobre todo por el tiempo que llevaba lejos de los flashes y los sets de filmación. Más allá de hasta haberme parecido un poco larga (le sobra casi media hora), logró entretenerme bastante. Si eso es lo que cuenta, bienvenida sea. Échenle una mirada que sirve para pasar el rato y hasta un poco más.


Puntaje: 6.5/10

Big Sur

Ahora que con casi dos años de retraso llega a nuestras pantallas On The Road de Walter Salles, podemos especular con que Big Sur – y solo si es que llega a verse por estas pampas- estará disponible para ser exhibida en una sala de cine a fines de 2015. Ojala no sea así, aunque admito que mis expectativas no son muy altas. Como lector de su obra, soy un gran fanático de Jack Kerouac. Lo considero uno de los grandes escritores de la historia y, junto al poeta Allen Ginsberg, la piedra basal de lo que fue la Generación Beat. Sus textos son la voz de una generación que volvía de la guerra y se encontraba con que nada era lo mismo. Que todo había cambiado para siempre. En disconformidad con el sistema, muchos jóvenes decidieron lanzarse a la carretera – real o metafórica- para poder hacer su propio destino y encontrar de una vez por todas la verdadera libertad. Una especie de barajar y dar de nuevo ante un mundo y una sociedad de los que no se sentían parte (ni querían serlo). On The Road fue un éxito imprevisible, una crónica aguda y dolorosa de una Norteamérica que parecía escondida debajo de la alfombra. Pero para este escritor maldito, fue demasiado. Big Sur fue el libro que salió de todo el proceso que Kerouac vivió tras ingresar a la elite de la escritura. Y resultó ser aún más profundo y doloroso que su trabajo previo.


Tres años después de haber escrito su obra maestra, Jack Kerouac (Jean-Marc Barr) se encuentra agobiado por la fama. La presión de sus editores es muy nociva tanto física como intelectualmente para él. De a poco comienza a desarrollar una especie de fobia a la sociedad que lo lleva a recluirse en la cabaña de un amigo suyo en Big Sur. Pero lo que parecía ser la solución se convierte en una pesadilla; a las pocas semanas se vuelve loco ya que el aburrimiento y la rutina lo consumen por completo. Se ve a sí mismo como un fantasma de lo que fue pero con mucha más droga, alcohol y años sobre sus espaldas. Él sabe que todos los jóvenes que admiran a los muchachos Beat creen que el vive en el camino siempre, tratando de encontrar nuevas historias y por ello trata de no hacer que esa esperanza se pierda. Pero de a poco se va dando cuenta que todo ha cambiado, que Estados Unidos no es el mismo que hace unos años. Ya nadie levanta a los viajeros en la ruta, hay un aislamiento social mucho mayor. Una sensación de comunidad que ya está extinta casi por completo. En el medio de las dudas respecto a sí mismo y su talento, regresa a la ciudad para reencontrarse con dos viejos amigos. Juntos viajan a ver a Neal Cassidy (Josh Lucas) que ya tiene una amplia familia – tres hijos- con su mujer Carol (Radha Mitchelll). Más allá de la aparente felicidad, nos damos cuenta de dos cosas: la tensión sexual y sentimental entre Kerouac y Carol es imposible de esconder y que Neal sigue siendo un alma errante que no ha encontrado su camino. Sobrevuela la nostalgia, la idea de que no se puede volver el tiempo atrás. Cuando Neal pierde su trabajo, todos se van a Big Sur a pasar unos días. Los sobrevivientes de un movimiento que ya es apenas un recuerdo vuelven a juntarse: son una especie de guerrilla que resiste los embates de una sociedad que los ha criticado hasta destruirlos por no ser serios ni a imagen y semejanza del estereotipo dominante – y pacato- de la época. El tiempo que pasen en la cabaña será definitivo para todos y el escenario de la lucha entre un escritor y sus demonios internos.


Big Sur funciona como una reflexión existencialista. Kerouac es una persona cansada que no puede entregarse al amor o a ninguna sensación más que el dolor y la soledad. Los fantasmas que siempre lo acecharon finalmente logran dar con él y se le colocan enfrente. Si bien él quiere que todo sea como antes, en aquellos años de oro, no va a tener otra opción que lograr superar sus angustiosos asuntos inconclusos para poder seguir adelante. La adaptación del libro es muy buena, siendo muy fiel al original. Sin dudas que es un texto menos complejo y maratónico que On The Road, pero tiene sus pliegues a la hora de ser trasladado hacia cualquier otro formato.


Las interpretaciones son excelentes y llenan cada una de las escenas. No hay espacio que quede sin ocupar. Jean-Marc Barr como Jack Kerouac y Josh Lucas como Neal Cassidy son quienes resaltan. Kate Bosworth cumple con creces interpretando a la joven y enamorada amante del protagonista. La dirección a cargo de Michael Polish es buena y las imágenes son hermosas. El trabajo de edición del momento en el que Kerouac comienza a delirar es digno de mención. Ahora solo resta que Big Sur llegue a la Argentina, algo que no es tan simple como parece.


Puntaje: 8/10



miércoles, 18 de diciembre de 2013

Haunter

Vicenzo Natali no es alguien de renombre en Hollywood. Su labor ha pasado por debajo de mi radar, y eso que suelo buscar mucho dentro del circuito Indie que es el lugar donde siempre encuentro las mejores películas. Las críticas ambivalentes me hicieron dudar al respecto de si ver o no ver Haunter pero su actriz principal es la excelente Abigail Breslin, que se encuentra en pleno ascenso, lo que me bastó para elegir la opción positiva. El resultado fue que tuve el gusto de ver una película muy interesante y bastante original más allá de poseer un guión predecible desde el momento en el que logramos descifrar la misteriosa situación inicial.

La historia funciona como un loop eterno en el que la adolescente Lisa (Abigail Breslin) vive junto a su familia el mismo día de manera constante. Todos los días se va a dormir y al despertar vive exactamente las mismas situaciones que el día anterior. Esto genera una gran intriga en ella, que además no puede entender por qué su familia no se da cuenta de la situación. Tampoco puede salir de su casa que está rodeada por una espesa niebla y parece estar destinada a una oscuridad eterna. Pero a medida que va avanzando sobre los hechos, comienza a recibir mensajes que parecen provenir desde el más allá. Muy pronto se dará cuenta que lo que ella vive continuamente es el último día de su vida, perdida en manos de un macabro asesino que siempre se encuentra en la búsqueda de nuevas víctimas. Lisa comenzará a contactarse con el lado de los vivos para poder salvar a otra muchacha de sufrir el mismo destino que ella y tantas otras adolescentes en el pasado.


La dirección es muy buena y los diferentes mundos se entrecruzan de una manera impecable. El juego de planos temporales es un lujo y vemos siempre el filme desde los ojos de su protagonista. No hay lugar para la confusión y eso que los escenarios y las épocas se mezclan en todo momento. Hay algún que otro susto, pero no es el objetivo central de Haunter el asustar de manera frenética. El guión, como ya explique, es más bien predecible - combina elementos de The Others y The Amityville Horror- pero no por eso deja de ser eficaz. Una atmósfera densa como la niebla que circunda la casa y oscura hacen que sea una película que sostiene la tensión de principio a fin.


Abigail Breslin vuelve a entregarnos una muy buena actuación y confirma que el crédito que se le ha dado no es en vano. Stephen McHattie demuestra que nació para hacer personajes tenebrosos, como su recordada actuación en la más que perturbadora y magnífica Pontypool. No hay mucho más que decir de Haunter, una muy buena película que sorpresivamente no tuvo mucha prensa ni fue muy elogiada por la crítica internacional. La recomiendo para algo más que pasar el rato. Si les gustan los filmes de fantasmas y misterio, Haunter debería ser su próxima elección.


Puntaje: 8/10

The Last Days On Mars

En estos últimos años, hubo pocos filmes de ciencia ficción transcurridos en el espacio que llamaron mi atención. Desde Alien, esa obra maestra de Ridley Scott, me sucede que no logro engancharme en serio con ninguna película de este difícil género. Ni siquiera Prometheus - ideada como una precuela de Alien, aunque no logra despejar ningún interrogante de los verdaderamente importantes- me tuvo al borde de la butaca. Hasta puedo decir que me pareció bastante estúpida siendo lo único rescatable la imagen, que es hermosa aún para quien más deteste la película. Y este es el punto al que pretendo llegar: no se puede construir una buena historia solamente en base a un impacto visual. Apollo 18 fue otra de las apuestas del año pasado y su fracaso fue más que rotundo por ser aburrida y lenta. Dentro de este contexto tan pesimista, hay que partir una lanza en favor de Alfonso Cuarón por Gravity y una por Sebastian Cordero y su hermosa - y demasiado underrated en mi opinión, así que si pueden véanla- Europa Report. Con esta levantada más que bienvenida, llegó a mis manos The Last Days On Mars. Si bien no es ninguna maravilla, tampoco llega a aburrir y logra crear una incómoda tensión que se sostiene a lo largo de sus 98 minutos de duración.


Situada en un futuro no tan lejano, la primera misión tripulada a Marte se encuentra allí recolectando especímenes y monitoreando los índices del planeta rojo. La conquista no esta materializada, pero los avances logrados han acercado a la humanidad un paso más cerca de Marte. Vincent Campbell (Liev Schreiber) es uno de los líderes del equipo, que está transcurriendo sus últimos días antes de partir de regreso a la tierra. Cuando uno de sus compañeros encuentra una bacteria que está viva, decide quedarse con todo el crédito. Para ello va al mismo lugar donde encontró el primer ejemplar para así poder recolectar más de estos. Pero un profundo y oscuro cráter se abre debajo suyo haciéndolo desaparecer sin dejar rastro. El resto del equipo queda devastado y va a ser la búsqueda empecinada de su compañero la que los lleve a a enfrentarse con una fuerza misteriosa y maligna que los acecha e irá atacándolos uno por uno. La misión deja de ser el principal objetivo, que pasa a ser sobrevivir y llegar a la nave que los va a depositar nuevamente en el planeta tierra.


Como se puede apreciar, no estamos ante una historia novedosa sino más bien ante un collage de Alien - varias escenas son un calco-, Prometheus, Apollo 18The Thing. La idea de que en el espacio nadie te escucha y una amenaza o epidemia que va creciendo y acorralando a los humanos no es original. Pero si está bien llevada adelante, como en este caso, puede generar una atmósfera densa y sombría que no deje lugar alguno para la esperanza. Los pocos que sobreviven de a poco se van dando cuenta que están solos, que no tienen a nadie que los pueda salvar más que ellos mismos y que tampoco pueden correr hacia ningún lugar. Lo que sobresale en The Last Days On Mars es el planteo de que más allá del ente que no quiere dejarlos regresar vivos a la tierra, el verdadero centro del conflicto es el grupo de seres humanos que hace meses conviven en una aparente armonía y trabajando en equipo. Pero es sabido que ante una situación de crisis todas las miserias humanas quedan expuestas siendo este el momento en el que uno se da cuenta que el mayor peligro puede ser la persona que está al lado suyo. El manejo de esta cuestión es impecable y logra sumarle unos puntos ya que si bien no es algo que no hayamos visto, no hay dudas de que es algo muy complicado de lograr.


La trama está muy bien llevada adelante por Liev Schreiber que cubre todos los baches de los demás actores demostrando su talento y su flexibilidad. Me sorprendió ver semejante estrella en un filme que no está a su altura ya desde el cartel publicitario pero - y para el beneficio del filme- su performance es muy buena tal como nos tiene acostumbrados hace un largo rato. Otro punto favorable es que la sub-trama romántica no es pegajosa ni termina siendo clave con lo que el desarrollo de la historia gana en agilidad. Como ya se mencionó, la atmósfera está bien construida y sostenida. La tensión y la desesperación son constantes y logran contagiar al espectador. Demás está decir que la imagen es impactante, requisito fundamental para este tipo de largometrajes.


The Last Days On Mars es una razonable película de ciencia ficción. Más allá de que su argumento es una mezcla entre varios de los más grandes exponentes del género, a uno nunca le dan ganas de dejar de verla. Si quieren pasar el rato y ver como un grupo de personas lucha por sobrevivir en un laberinto que no parece tener salida, les recomiendo que la miren. Y si no, tan solo denle una oportunidad por ser un poco más interesante que el plomazo de Prometheus.


Puntaje: 5/10