miércoles, 25 de marzo de 2015

What We Do In The Shadows


Tanto el cine noecelandés como el australiano, se encuentran en un período muy dulce. En pleno ascenso y siempre sorprendiendo, cosechando premios y elogios al por mayor a cada nueva temporada. La innovación es una de las características principales del cine proveniente de Oceanía y este filme titulado What We Do In The Shadows no es la excepción a la regla. Dirigido por Jemaine Clement y Taika Waititi, que también se ponen en la piel de dos de los protagonistas, obtuvieron nominaciones y victorias en premios locales y también internacionales. Entre las más destacados se encuentran el popular y revulsivo "Midnight Madness" dentro del Festival de Toronto, el "Feature Filme" en Varsovia y estar en la terna para el Oso de Cristal en el Festival de Berlín. No es poco para una película con tan poco presupuesto, una nula cantidad de publicidad (el cartel es desconocido) y con muy pocas pantallas en los Estados Unidos el día de su estreno - ni que hablar de su recaudación, apenas encima del millón de dólares-. Veamos de que viene la cosa en What We Do In The Shadows para entender porqué es una de las mejores comedias de los últimos tiempos.

What We Do In The Shadows es un mockumentary, osea que simula ser un documental pero en realidad es una sátira del género. Sin demasiadas introducciones, nos encontramos con una grabación exclusiva que un grupo de documentalistas humanos realiza acerca de unos milenarios amigos que residen en Nueva Zelanda. Se trata de Viago (Taika Wititi), Vladislav (Jemaine Clement) y Deacon (Jonathan Brugh), tres vampiros que hace ya demasiados años como para contarlos con los dedos viven juntos en una vieja casona neocelandesa. La intención de los realizadores es documentar la preparación de este trío para la gran fiesta que los no-vivos celebran año a año en el país. Todos reciben un crucifijo y la protección garantizada de estos simpáticos y atormentados vampiros.


Lo que vemos a continuación es la cotidianidad absoluta, desde el despertar de Viago a las 6PM - sí, con el ataúd y la levitación incluidas- y su recorrida para sacar de la cama a sus otros compañeros. Rápidamente entra en escena un cuarto integrante de esta peculiar familia llamado Petyr (Ben Fransham), el más antiguo de la casa que vive en el sótano y es el más arisco del grupo. Todos los clichés del universo cinematográfico vampírico se reúnen bajo un mismo techo: el rockero melancólico y agresivo, el que es idéntico a Nosferatu, el rebelde sin causa y el simpaticón que siempre busca solucionar todo con una sonrisa. Las primeras imágenes los muestran debatiendo acerca de la división de tareas cotidianas como cualquier hijo de vecino y luego se abocan a contar sus historias de vida. Cada uno se sienta frente a la cámara y en el formato documental clásico - grabaciónes viejas con las entrevistas intercaladas- explica como llegó a ser una de estas criaturas de la noche. El pasado sale a la luz y nos encontramos con esclavistas, soldados nazis y demás. Una sucesión de fotos de ellos tres desde el día en que se conocieron hasta la actualidad, como un álbum familiar, nos introduce de lleno en la segunda parte del filme.


La idea de What We Do In The Shadows es francamente sensacional y original en una era donde el género se hunde la repetición y en el fenómeno de los vampiros que enamoran adolescentes y comen pocos humanos. Es hilarante ver como los protagonistas se ríen porque no tiene manera de saber como se ven antes de salir a conquistar chicas al centro de la ciudad. Sus intentos de ingresar a los bares con la invitación necesaria, las burlas que reciben por sus anticuados y particulares atuendos, los otros grupos de vampiros con los que se cruzan, las peleas con unos hombres lobo, su manera de lidiar con los Van Helsing del siglo XXI...Todo esto dentro de un marco de "normalidad" muy bien armado por los directores y actores, que desde sus personajes deciden burlarse del género con autoconciencia plena. Es refrescante ver a vampiros reírse de los propios clichés del cine que los ha retratado desde hace casi 100 años.


What We Do In The Shadows es un filme sangriento e incorrecto que supera todos los límites. Y lo hace de la mano de un humor negro que se estrella contra el espectador generándole una satisfacción absoluta. Lo más hilarante es ver como entre la organización de emboscadas a seres humanos (con la infaltable ayuda de una entusiasta aliada humana a la que le prometieron la vida eterna pero hasta el momento no se la dan bajo excusas ridículas), estos tres amigos inseparables pelean contra sus propios fantasmas y enfrentan una rutina que al fin y al cabo los enloquece. Debajo de esta superficie llena de humor, reside un deseo reprimido por siglos: las ganas de volver a ser humanos, de despojarse de la maldición que los hace distintos. El problema de identidad está muy bien abordado por los directores y guionistas (sí, también son ellos dos), pues la condición de vampiro no es más que una condena a vivir para siempre en las sombras y negándose a uno mismo.


What We Do In The Shadows es - además de una comedia que hace reír a carcajadas- una poderosa reflexión a través del humor más oscuro y loco posible acerca de la vida misma y del precio que estos queribles personajes deben pagar para ver como generación tras generación ellos siguen idénticos al momento en el que fueron transformados. Si bien es un mockumentary y una sátira, se mueve dentro de las paredes del género de vampiros sin demoler sus estructuras más básicas.


Las actuaciones son muy buenas, el vestuario exuda moho y tanto la luz como los planos están usados con mucha precisión. La dirección y el guión le dan impulso a una película que bien podría ser otra más dentro del sub-género de cámara en mano, pero que se muestra como una novedad dentro de la comedia. What We Do In The Shadows se define por sobre todas las cosas como una excelente sátira de las películas clásicas de vampiros - con menciones sutiles a las más nuevas y no tan buenas como aquellas- que entrecruza varios géneros que según la lógica no tienen demasiados puntos de contacto. El resultado es una mezcla que termina por ser eficaz, ya que logra entretener y hacer reflexionar al mismo tiempo. Si logran conseguir este filme, sepan que no se lo pueden perder.




Puntaje: 8.5/10


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