La trama es bastante fácil de seguir, nada demasiado complejo o filosófico: Alex (Jeff Roop) y Jenn (Missy Peregrym) son una joven pareja que sale de su rutina ciudadana para tomarse un fin de semana en lo salvaje. Él es un amante de la naturaleza, pues ha crecido entre los árboles y recorriendo reservas naturales, y dice conocer al parque nacional canadiense donde se dirigen como la palma de su mano. Ella es claramente un bicho de ciudad, aferrada a su celular todo el tiempo pero dispuesta a lanzarse en brazos de lo desconocido. Sus miedos y precauciones son objeto de burla de su pareja, que parece desconfiar bastante de los movimientos de la mujer a la que ama - digamos que, más allá de no tener razones concretas, cree que ella se la pasa coqueteando con cuanto hombre le pasa por al lado-. Más allá de esto, el viaje tiene un propósito y el lugar para concretarlo es un pasaje llamado Backfoot. El supervisor del parque le explica que no puede ir porque esta temporada se encuentra cerrado al público y le ofrece un mapa que es rechazado con altanería por él. Cruzan a remo un hermoso y ancho lago, con la clásica panorámica del mundo sin edificios ni ruido, y llegan al punto de partida. Todo un cliché hasta el momento, bastante lento y sorpresivamente consumidor de demasiados minutos sin sentido alguno. La acción que tanto se promete tarda en llegar y esto es raro porque no hay nada en la historia que amerite un desarrollo demasiado profundo.
En apenas medio día, todos los problemas que Alex y Jenn poseen como pareja afloran e implosionan. Celos, rencores, conflictos bobos...cuestiones que la rutina frenética del trabajo y la ciudad no suelen dejar salir pero que se hacen presentes con un poco de silencio y momentos en soledad el uno con el otro. Un nuevo cliché argumental, pero que no molesta demasiado porque sabemos que a la vuelta de la esquina se encuentra un feroz oso que tratará de comerlos por haber invadido su territorio de forma accidental. Pero nada de esto sucede, porque en su primera noche cruzan camino con un irlandés bien turbio llamado Brad (Eric Balfour) que es invitado por Jenn a cenar y no para de tirarle los perros y de desafiar a Alex que no reacciona ni siquiera ante la mirada de susto de su novia. Cuando retoman el camino tras ese mal trago, el joven explorador se topa con una gran huella pero decide ocultar esta información para así poder seguir adelante con su plan romántico. Una segunda noche en vela tras escuchar ruidos extraños fuera de la carpa y una serie de destrozos en el perímetro son suficiente como para asustarlos, aunque no para detener su paso raudo hacia Backfoot. Alex se dispone a mostrar que controla la situación, que conoce el lugar mejor que nadie y que ni un león va a detenerlo en su intento de recomponer una pareja visiblemente estancada.
Backcountry llega a su clímax cuando los dos protagonistas en lugar de toparse con una gran laguna (que da comienzo al pasaje hacia el que se dirigen) encuentran una marea de árboles que no parece tener fin. Poco tardan en darse cuenta que sus vidas corren peligro, pues un oso grizzly adulto y muy agresivo - con toda la razón del mundo, si lo pensamos objetivamente- los está acechando hace varios días.
La tensión está sin dudas bien construida más allá de la pereza con la que se desenvuelve el guión. El modelo a seguir es el de Jaws sin lugar a dudas, sugiriendo mucho más de lo que finalmente se termina mostrando. La confrontación final es bien explícita y no apta para personas con un estómago y mente sensibles. Cualquier amante del gore como quien escribe estas líneas, se encontrará muy agradecido con este detalle. Backcountry es una cacería combinada con un drama sentimental que nada tiene que envidiarle a cualquier libro de Nicholas Sparks (esto dicho en el peor de los sentidos posibles). El ser humano termina siendo presa dentro de ese hermoso, peligroso e intrigante laberinto que es la naturaleza.
Más allá del ambiente tenso, no suceden demasiadas cosas hasta los minutos finales. La acción pura y dura es bastante poca en comparación con el bodrio que hay que aguantar hasta llegar a ella. Y a decir verdad, si bien es lo suficientemente sangrienta, tampoco posee una duración que compense el tiempo perdido con una historia de fondo que no es para nada interesante más allá de estar construida a un buen ritmo. El filme vira de un drama clásico a una Blitzkrieg donde la supervivencia lo es todo, aunque ya sepamos lo que le va a pasar a al menos uno de nuestros aventureros. Se pueden visualizar elementos de esa obra maestra del terror llamada Open Water (2003) y de la sólida 128 Hours (2010). Me niego a colocar a la gloriosa Into The Wild (2007) en esta lista porque sería un insulto, aunque sí pondré a la ya mencionada Grizzly Man (2005) solamente por la temática que comparten.
Backcountry posee una ambientación espléndida, con paisajes hermosos que ponen la piel de gallina de tan solo pensar en su existencia. Esta belleza hace de fondo a la batalla palmo a palmo entre la bestia y el hombre, aunque en realidad debería llamarlo una carrera de los protagonistas hacia la salvación pues en la pelea no tienen chance alguna. MacDonald muestra un muy buen manejo de cámara, con la dosis exacta de frenetismo y firmeza, y la edición de imagen y de sonido es optima. Las actuaciones son aceptables, nada del otro mundo pero pasan el examen sin demasiadas complicaciones.
Lo que enoja de Backcountry es que anuncia algo impresionante y lo único que termina entregando es una resolución a velocidad luz de todos los conflictos que plantea. Se le vende al consumidor un filme de supervivencia pura, cuando en realidad esta ocupa apenas 15' de los 92' de duración. El cierre es demasiado apurado y más bien obvio, poniéndole el moño a un show de previsibilidad que nunca consigue salirse del esquema. La labor técnica es muy buena, los actores más que decentes y la idea es interesante, pero para poder tener éxito hay que saber plasmar todo eso en la pantalla. Una verdadera lástima, una hora y media a la basura.
Puntaje: 4.5/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario