Tras el desastre que hizo Roland Emmerich en 1998, al que inexplicablemente se prestaron dos fenómenos como Matthew Broderick y Jean Reno, la vara para el próximo que tomase la posta de Godzilla en el cine iba a estar muy alta. Tal vez esto suene extraño pues si la versión previa es muy mala por lo general alcanza con muy poco esfuerzo para superarla, algo que es verdad pero que no necesariamente hace de un filme uno muy bueno. Tras muchos años de idas y venidas, Gareth Edwards fue elegido para reivindicar a este legendario y adorado monstruo en la pantalla grande. La única película que este director tenía en su haber era la dispareja- pero interesante sin dudas- Monsters (2010), que partía de una muy buena idea pero con el correr de los minutos terminaba desdibujándose lo suficiente como para dejar al espectador con esa mueca de desencanto ante un proyecto que tenía todo para ser muy bueno pero que eligió conformarse con lo más simple. Esta nueva visión de Godzilla tiene mucho de ese primer largometraje de Edwards y para su desgracia no me refiero a los elementos positivos. La idea y los primeros 25' son muy buenos pero luego el filme entra en una curva descendente que apenas si levanta sobre el final.
El acierto inicial es re situar la historia en Japón (más allá de su posterior traslado lógico a los Estados Unidos), acercarla un poco más a su versión original y además el utilizar como columna vertebral la explosión nuclear sucedida en el país asiático hace tres años. Joe Brody (Bryan Cranston) es un ingeniero norteamericano que trabaja en la central nuclear de Janjira y que hace varios meses persigue un pulso electromagnético extraño y peligroso. Advierte acerca de los peligros que tamaños niveles de radioactividad conllevan pero no es escuchado. La destrucción de su lugar de trabajo no tarda en llegar y la ciudad que le hacía de marco es evacuada debido a los extremos niveles de radiación. Joe pierde a su mujer y colega en el accidente, quedando fijado en ese doloroso momento. Desaparece de la vida de su hijo Ford (Aaron Taylor Johnson) y se dedica a realizar incursiones a esta suerte de Chernobyl japonés para dar con la verdad. Tras 15 años se va a producir el reencuentro entre padre e hijo, ya que un recién llegado Ford - que ahora es Oficial de la US Navy- debe acudir en su auxilio luego de que en su enésima entrada ilegal a Janjira lo hayan capturado. Las asperezas no tardan en resurgir ya que uno sigue hablando de que aquella explosión no fue un accidente y el otro desea cerrar ese capítulo de su vida para siempre. Aun así Joe termina arrastrando a su hijo a la zona de la tragedia pues sospecha que el gobierno está ocultando algo allí. Tras descubrir que la radiación no es tal y que se puede respirar sin necesidad de una máscara, Ford comienza a entender a su padre y a unir los puntos. Lo que descubrirán en la vieja planta nuclear va más allá de cualquier explicación científica y representa un grave riesgo para la humanidad. Ambos verán como esta criatura gigante y poderosa se libera de sus ataduras y empieza su sendero de destrucción. La única solución parece ser otro monstruo legendario, que en un principio parece otra amenaza para el planeta tierra y por ello es atacado con todo el poder de fuego disponible. Pero no todo es lo que parece: Godzilla podría ser la única esperanza que el hombre posee para no ser borrado de la faz de la tierra.
Primero hay que decir que la introducción de Godzilla es excelente. El efecto de las bengalas en la oscuridad es utilizado a la perfección y la atmósfera creada es fenomenal debido al muy buen trabajo de edición que mezcla el punto de vista de los paracaidistas que se lanzan para rodearlo y diversos planos medios que nunca lo muestran por completo. No es lo mismo que en Cloverfield (2008) por ejemplo, en la cual apenas si veíamos al monstruo que destruía Nueva York pero hay un giro de 180° respecto al filme previo y termina siendo un acierto el exhibirlo lo justo y necesario. Desde la mitad en adelante, la película se convierte en un showdown entre los dos gigantes con los humanos como un accesorio que mira desde el costado sin molestar. El diseño del protagonista excluyente del filme es muy bueno y más si se lo compara con esa especie de lagartija cruzada con un T-Rex que nos había mostrado el bueno de Roland en el 98'. El contendiente de Godzilla es un enigma para quien les escribe porque más que un experimento que salió mal parece salido de un videojuego - y uno muy muy malo-. Creo que uno de los grandes errores del filme fue el no haber cuidado el diseño de un personaje tan importante para la trama y que está en pantalla en la mayoría de sus 123' de duración.
El mensaje contra el militarismo y en contra de la explotación de la naturaleza por parte del hombre está firme desde el primer minuto. La parte "humana" o actuada parece estar demás, sin ningún tipo de sentido ni mucho menos conexión con la cacería-lucha que se desarrolla por abajo y encima de ellos. Ayuda a esto también que las actuaciones sean muy chatas, solo resaltando lo hecho por Bryan Cranston y Elizabeth Olsen (como la esposa sufrida de Ford) en los exagerados pocos minutos que tienen de protagonismo. Mirando todo en perspectiva, tal vez lo ideal habría sido irse realmente a las bases y recortar las partes donde intervinieron los actores. Hacer una larga y rimbombante pelea, con el mundo como premio, de los dos colosos. Tal vez sea demasiado dura mi perspectiva, pero el argumento tan solo es una tediosa excusa para llegar a la pelea que cierra la película.
Lo bueno de Godzilla ya lo enumeramos unos párrafos más arriba: un acercamiento más eficaz y verídico a la historia original y mostrar solamente a cuentagotas al monstruo. Más allá de que es poco lo verdaderamente rescatable - y elogiable-, Godzilla logra revivir a una franquicia que parecía muerta tras la burda incursión de Emmerich. Gareth Edwards redondea una buena labor tras las cámaras y construye un filme apto para nostálgicos, aunque recomiendo que no vayan con demasiadas expectativas. La muy buena batalla final y las (pocas) virtudes que acabo de mencionar le dan el aprobado a una película sin guión, ni actuaciones convincentes y con un ecologismo más bien barato. La magia del cine le llaman algunos...
Puntaje: 6/10
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