domingo, 9 de noviembre de 2014

Lucy

Comenzaré diciendo que soy un gran fanático de todo lo que ha hecho el francés Luc Besson a lo largo de su interesante carrera. Considero que es de los pocos cineastas de estos tiempos cuyos productos pueden ser considerados "de autor" y alguien que desde su irrupción en 1983 con la intensa y brillante Le Dernier Combat (un filme que retrata el pos apocalípsis a puro montaje, sin que sus protagonistas emitan una sola palabra) no deja de sorprender y de entretener. Su estilo es demasiado poco ortodoxo, una combinación entre la acción más explosiva y las tramas más fantasiosas y extravagantes posibles. Siempre nos sitúa en un punto intermedio, una especie de purgatorio, entre el presente y el futuro donde lo que reina es la desolación y nunca sobran las mujeres con carácter fuerte para salvar el día. Lucy llegó rodeada por una estúpida polémica científica, tal cual lo hizo una película de la cual toma ciertos elementos: esa desilusión llamada Limitless (2011) que tenía una gran idea pero una pésima ejecución. La comunidad expresó su disgusto por el trato banal al mito (miren hasta donde llegamos de lo aburridos que estamos a veces como especie) de que los seres humanos solamente usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral. Lo que estas dos películas planteaban era que si pudiésemos acceder al funcionamiento total, nos convertiríamos prácticamente en superhombres, aunque terminaríamos en un estado mil veces peor que el de un adicto a la heroína sin posibilidades de recuperación.


Lucy (Scarlett Johansson) es una joven que debe hacerle un favor a regañadientes a un amigo. Este muchacho la convence de ir a entregar una valija, cuyo contenido es un misterio, a un misterioso personaje que en teoría bajará al lobby de un hotel céntrico a recibir el paquete y luego se retirará. La solución parece veloz, pues un grupo de hombres trajeados y con anteojos oscuros se acerca rápidamente para completar la operación. Las imágenes mezcladas de un leopardo cazando a un ciervo nos dan a entender que algo anda mal. Terminarán asesinando a este conocido suyo y llevándosela al piso más alto del edificio. Allí la espera Mr. Jang (Min-sik Choi) un sanguinario mafioso que la obliga a traficar una nueva droga en sus intestinos. En paralelo, el Profesor Norman (Morgan Freeman) explica a una nutrida clase acerca del famoso uso del 10% del cerebro. Y desde este momento en adelante, se instala una dualidad entre Lucy y Norman que siempre amenaza con hacer colisionar sus caminos más adelante. Cuando tras una golpiza esta droga azul ingrese en su organismo, las cosas se pondrán más que interesantes. Con un poder que va creciendo con el correr de las horas, Lucy se embarca en un camino lleno de violencia y muerte para poder vengarse de la persona que le arruinó la vida.


Lucy es un nuevo enfoque ya clásico de la heroína fuerte y con mucha voluntad que Luc Besson nos suele entregar. Scarlett Johansson está impecable y logra que la mutación de su personaje sea tan intensa como sufrida. A su presencia habitual, le suma una cuestión que la está llevando a un nivel realmente alto: el interpretar roles que son una mezcla entre lo humano y lo inhumano, algo que se puede apreciar en toda su magnitud en la casi experimental - y genial en mi opinión- Under The Skin donde juega el papel de una extraterrestre que llega a Escocia y debe seducir a todo hombre que se cruce en su camino para poder sostener su identidad secreta. Lucy es un unipersonal de esta gran actriz, y Morgan Freeman y Min-sik Choi acompañan con con su solidez habitual. La voz de Freeman, esa ideal para todo documental, inunda la pantalla desde el primer minuto y logra no ser pedante. Su actuación es buena más allá de que su papel sea uno de esos que "se hace de taquito". Choi, a quien conocen por su espeluznantemente sensacional labor en Oldboy (2003), da en la tecla como un criminal amoral y lleno de maldad.


Todas las marcas de autor están en cada rincón de la trama y en los detalles técnicos. El énfasis en la mujer, el realismo mágico (esa mezcla de alucinación y realidad), la máxima velocidad tanto en la trama como en los movimientos de cámara y la violencia total sin concesiones ni pedido de disculpas - que es como debe realmente ser-. También hay una articulación perfecta de la acción con la banda sonora, la locación en un presente que tiene dentro de sí rasgos difusos de un futuro en el que el humano está al borde de su autodestrucción, una serie de desplazamientos espacio-temporales precisos aunque abrumadores por su cantidad. Completan el cuadro la conexión limpia de partes que en un principio parecían desconectadas y un humor negro más que delicioso. Vuelvo por dos líneas a la relación con Under The Skin (2013) en un par de puntos: la idea central de la trama y el camino del personaje de Scarlett Johansson.


Lucy es un gran filme de Luc Besson, otro que escala en pocos minutos de la calma total al delirio supersónico, en la medida en que la protagonista va adquiriendo un mayor acceso a la funcionalidad de su cerebro. El inusual tiempo de duración, algo debatido también entre los críticos, es compensado con el mix perfecto entre velocidad y claridad. No tiene la pretensión grandilocuente de los filmes de Nolan, por ejemplo, sino que apunta a encerrar todo en poco más de una hora y media y en ser una única explosión con intensidades variables desde el inicio. Mucha potencia y muchísimo ruido en una película en la que hasta los viajes a los tiempos donde el humano todavía no existía no terminan por desentonar. Es Luc Besson señoras y señores...Tómenlo o déjenlo.



Puntaje: 8.5/10

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