domingo, 9 de agosto de 2015

Mission Impossible: Rogue Nation

Si hay una saga que ha honrado desde su primera entrega hasta la más reciente al cine, es la de Misión Imposible. Cualquiera podrá decir que todos los filmes que la componen son más bien diferentes, que no siguen una línea y que tienen distintas marcas de autor merced del hecho de no contar con el mismo director. Todo esto es correcto, pero hay dos factores que hacen de las MI grandes películas: primero, el gran Tom Cruise y, segundo, el tener un tronco común y una conexión que las convierte en un coctail entre James Bond, John Le Carré y Rambo. Tras una buena tercera parte, que había conformado sobre todo por el duelo entre Cruise y Phillip Seymour-Hoffman, la cuarta (Mission Impossible: Ghost Protocol) había servido como un relanzamiento, uno lleno de potencia, humor y acrobacias sensacionales. Como era de esperarse, Mission Impossible: Rogue Nation, fue presentada ya desde los afiches promocionales como un redoble en la apuesta.  

La historia retoma justo donde había dejado en la entrega previa, con Ethan Hunt (Tom Cruise) y su equipo cazando a The Sindicate, esa misteriosa organización que opera en las sombras cometiendo atentados en todo el mundo con el objetivo de destruir el sistema. La escena de apertura con Hunt colgado de un avión militar ruso es para verla un millón de veces y termina con el robo exitoso de un importante cargamento nuclear. Luego de esto, el agente regresa a Londres para obtener instrucciones de la agencia y ver que pasos tendrá que seguir de allí en más. El problema es que la I.M.F está en graves problemas políticos, pues el Director de la C.I.A, Alan Hunley (Alec Baldwin), está decidido a sepultar a la organización. Alegando su poca transparencia y sus varios choques con el FBI, convence al tribunal de que hay que cerrarla. Dunn (Simon Pegg) y Brandt (Jeremy Renner) pasan automáticamente a integrar las filas de la central de inteligencia y son utilizados como carnada para atraer a Hunt, que tras ser emboscado por el líder de The Sindicate - y logrado escapar gracias a la ayuda de una misteriosa mujer- se encuentra prófugo. Corre con la ventaja de saber que T.S no es un invento suyo sino que verdaderamente existe y que representa un gran peligro para el mundo ¿El problema? Que a cada paso que de, tendrá enemigos de ambos lados del mostrador, que harán todo lo posible para asesinarlo. 


Como nunca antes, M.I: Rogue Nation nos entrega humor y acción en continuado. Es una versión anabolizada del filme anterior, que ya tenía varios de estos elementos debido a la introducción de Renner y Pegg como sidekicks de nuestro protagonista excluyente. La química entre los actores es muy buena, elevando el término "compinches" hacia niveles pocas veces vistos en el cine moderno. El director, Christopher McQuarrie (que es responsable de esa gema titulada Jack Reacher), prueba su gran manejo de cámaras a lo largo de los 131' de duración. Hay tres momentos bien diferentes entre sí que sirven para graficar esto: el plano de la ópera en Viena, la secuencia tras bambalinas en esa misma escena y la inmersión en la base de datos que yace bajo el agua. Técnica pura sin importar si se le agrega o no el recurso del CGI, que cuando surge siempre está justificado. 


Los gadgets y las armas son las de siempre, pero con un tamaño mucho más impactante. El ritmo es excelente, la película nunca para salvo en los descansos creados por un guión inteligente que contrarresta la intensidad y la adrenalina en la que nos sumergimos apenas inicia el filme. Volviendo al guión, los misterios y los giros de tuerca lo hacen interesante pero es la idea de un "anti-I.M.F" la que le da a M.I: Rogue Nation un marco más clásico dentro del género de espionaje. Como ya dijimos, los diálogos hacen que la carcajada salga disparada de forma automática, ideal para cuatro intérpretes que manejan muy bien sus roles. 


Tom Cruise realiza un trabajo magistral. Físicamente es una locura y en lo demás, sigue agregándole cosas a un personaje que hace tiempo es solamente suyo. Es extraño que un actor pueda mejorar lo que ya es casi excelente, pero aquí queda claro que esto es posible. Es sorpresiva la cantidad de acrobacias que realiza y que una sea más difícil e impresionante que la anterior; Ethan Hunt es el super-espía del siglo, pero esta vez lo vemos desencajado y desesperado como nunca antes frente a un rival que es igual/mejor que él y logra sacar su lado más oscuro. 


Simon Pegg brilla otra vez, ahora con mucho más protagonismo. Codo a codo con Cruise durante casi toda la película, no desentona ni en los momentos más extremos. Jeremy Renner es otro que gana más minutos y saca a relucir todo su talento y capacidad para hacer reír. Le toca ser el compañero de ruta de uno que regresa: Ving Rhames, que tras varios años repite su rol como el elegante y serio Luther. Rebecca Ferguson se pone en la piel de Ilsa Faust, agente del MI6, que termina cruzando caminos con Hunt casi por casualidad. Gran trabajo físico de la sueca y su conexión con Cruise deja varias puertas abiertas de cara al futuro. Por último llegamos al malvado de turno, Solomon Lane, interpretado por Sean Harris. Sin dudas que es un personaje intrigante, de las mejores némesis que se construyeron en mucho tiempo. Detrás de su apariencia de geek, esconde a un terrorista frío y calculador que no suele cometer errores. Su mensaje político es poderoso y mueve el pensamiento del espectadores. Grandes actuaciones sin duda alguna, pero la frutilla del postre es Alec Baldwin, que agrega mucho humor y sarcasmo como la cabeza de la C.I.A. Sus diálogos con Renner son imperdibles, estando a la altura de su nombre en cada una de sus apariciones frente a cámara. 


M.I: Rogue Nation es un gran filme, un blockbuster de los buenos. Hay abuso del CGI de a ratos, pero la gran labor de los actores hace que ni siquiera moleste un poquito. Como todas las películas de la saga, es eficiente para combinar los momentos serios con los cómicos y así lograr que la casa siempre quede en orden. El cierre es muy bueno, aunque bien podrían haber acortado un poco una secuencia bastante previsible y falta de ritmo. Todos los cabos sueltos quedan atados y se abre paso a una nueva aventura para unos personajes que seguirán en el ruedo por mucho tiempo más. 



Puntaje: 9/10

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