Entre aquella maravilla que hizo Steven Spielberg en 1993 y la ridiculez que intentaron - con el regreso del Dr. Grant y todo- en 2001, parecía que la saga de Jurassic Park estaba destinada al cajón de los recuerdos. Pero 14 años después, de la mano de Colin Trevorrow llega la cuarta parte que logra mejorar dos secuelas olvidables - y muy mal enfocadas desde el vamos- y traer de vuelta algo del mojo perdido en el camino.
Lo primero que nos encontramos es que el sueño de John Hammond se ha convertido en realidad. En la Isla Nublar, sobre las ruinas del primer Jurassic Park - sí, el destruido por el T-Rex y los velocirraptors- brilla "Jurassic World". A primera vista es una mezcla entre Mundo Marino y un Zoológico, pero con la salvedad de que las atracciones son dinosaurios criados por InGen a partir de cepas originales de ADN. Dos hermanos, uno pequeño y el otro un adolescente, son puestos por sus padres en un avión para pasar un fin de semana en el afamado parque que es dirigido por Claire (Bryce Dallas Howard), la tía de los muchachos que por estar obsesionada con su trabajo no los ve hace demasiados años. Ella manda a su asistente a recibirlos y luego les da pulseras con acceso total para poder disfrutar del parque a pleno. El homenaje al filme original es bastante claro, pues la estructura es la misma que la ideada por Hammond pero elevada a la potencia máxima. La remera de uno de los operarios con el viejo logo y la discusión con Claire acerca de cual parque era mejor sirven como referencia pop.
El gran problema es que los muchachos de InGen, en una clásica patinada de las suyas, crearon un nuevo dinosaurio para levantar las visitas al parque. Le pusieron de nombre Indominus Rex y es algo así como la peor pesadilla de un niño. Hasta allí todo normal, pero eso no es lo único: los científicos decidieron proveerlo de una inteligencia mayor a la del promedio, una que se ha desarrollado con una velocidad inesperada llegando a niveles prácticamente humanos. Aparecerá en escena Owen (Chris Pratt), un ex Marine que se dedica a entrenar velocirraptors - al punto de haber logrado una conexión con ellos- y se resiste a que las corporaciones militares los utilicen como armas de guerra. Cuando Claire lo lleva a ver a la nueva atracción, todo sale mal y el Indominus Rex logra escapar. Jurassic World se encuentra bajo asedio del depredador más inteligente del mundo, uno que no mata por hambre sino por el mero placer de ver morir al otro.
Jurassic World es un show de efectos especiales y gadgets tecnológicos de hoy y mañana. Las estrellas son los dinosaurios y a decir verdad, mejoran a medida que pasa el tiempo. El Indominus Rex no decepciona, es el mejor monstruo de toda la saga sin ninguna duda, parece salido de una película de terror antes que de la naturaleza. En el ambiente sobrevuela una nostalgia bastante simpática, donde todo remite al primer filme tanto desde la trama como desde lo estético. La tensión está bien construida, algo complicado de lograr cuando desde el primer cuadro se anuncia quien es el malo y que es lo que va a pasar (seamos sinceros, no hay muchos escenarios posibles en este tipo de productos). La historia es dinámica y no se detiene demasiado, solo un poco cuando muestra el parque al comienzo, pero luego va directo a la acción. Es interesante que no haya ningún tipo de filtro en lo referido a la violencia explícita y a los ríos de sangre resultantes de ella, algo novedoso para una saga que apenas si mostraba hilos rojos. Las secuencias de acción están muy bien filmadas y logran tensionar la cuerda al máximo.
Lo peor de Jurassic World son las partes donde el protagonismo lo tienen los hermanos perdidos. Desconectados de la historia, pero necesarios para darle un cierre definitivo al guión, un cliché forzado que resta bastante. Si no me creen, sepan que su relación con la trama se arma alrededor del drama de los padres a punto de separarse. Bryce Dallas Howard y Chris Pratt están muy bien en dos papeles que requieren más físico que otras cosas. Su química es óptima y sus diálogos le dan ese toque humorístico que no por ser zonzo deja de ser entretenido.
La crítica a los zoológicos y a la opresión que esas instituciones someten a los animales al hacerlos crecer en un ambiente que no es el natural, es muy contundente. Siempre pueden explotar, el caos está garantizado a todo momento. La escena final es bastante clara al respecto, no deja ninguna duda acerca de lo que se busca transmitir en Jurassic World.
El cierre de la película es un claro homenaje al original, de la mano de un choque colosal lleno de sangre y CGI. Muchos señalaron que es un filme hecho para vender diversos productos, algo que es cierto ya que toda la saga tiene ese objetivo. La verdad es que hay pocas películas de este género que no tengan por delante o por detrás la idea de ganar mucho más dinero de la mano del marketing. En fin, podemos decir que Jurassic World es una película disfrutable que supera con creces a los dos bodrios que la anteceden. No llega a los niveles de Jurassic Park (1993) pero es la que más se acerca, algo que no es en absoluto despreciable.
Puntaje: 7/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario