El cine belga sigue demostrando además de vigencia, una notable vitalidad a la hora de renovar géneros en los que no parece haber muchas más cosas para inventar. Jonas Govaerts es el director de este interesante filme titulado Cub que explora un camino no demasiado transitado: el del terror para niños. No me refiero solamente a que sean jóvenes de menos de 12 años quienes protagonizan la película sino a que más allá de su componente gore, apunta a un público no tan grande en lo que a edad se refiere. Claro que todos pueden disfrutarlo, pero tengo la sensación de que es un producto más bien pensado para asustar a un determinado target y no a todos los espectadores que tengan la posibilidad de verlo.
La trama no posee demasiada complejidad: un grupo de Boy Scouts que responde al nombre del filme, va a pasar un fin de semana de campamento a un territorio en el medio del bosque. Los dos líderes, Peter (Stef Aerts) y Chris (Titus De Voogdt), se la pasan todo el camino hablándoles del misterioso y terrorífico "Kai" que según cuenta la leyenda es una bestia poderosa que se esconde en lo salvaje. Para agregarle un poco de pimienta al asunto y tener a los chicos entretenidos, les avisan que muchos testigos avistaron a esta criatura justo en las inmediaciones del lugar al que se están dirigiendo tan inocentemente. La relevancia que le dan es nula pero uno de los chicos, Sam (Maurice Luijten), se lo toma bastante en serio al punto de que desde la camioneta que los transporta cree ver algo moviéndose entre los árboles.
En una parada, Peter entra en conflicto con dos muchachos que están jugando con un auto en el terreno donde en teoría debían acampar los Boy Scouts. Se terminan yendo tras un par de trompadas y no escuchan la advertencia desesperada de uno de estos, pidiéndoles que se mantengan alejados del peligro. Una vez que se asientan en el lugar, Sam se encuentra cavando un gran pozo a metros del campamento. Siente una presencia detrás suyo y sale corriendo hacia donde están sus compañeros, avisando que el "Kai" está cerca. Lo que recibe son golpes y burlas de parte de la mayoría así como también de Peter, que parece tener un ensañamiento particular con el chico. Este escenario es habitual para Sam, huérfano y rescatado por Chris del orfanato hace ya varios años.
Cuando cree que todo es producto de su imaginación, se encuentra con una enorme guarida construida con ramas, que cuelga de un enorme árbol. Antes de poder siquiera inspeccionarla, el supervisor del grupo lo lleva de las narices de vuelta hacia las carpas. No pasará mucho tiempo para que Sam se de cuenta que la historia del "Kai" no es ningún chiste y que tal vez sea necesario empezar a dormir con un ojo abierto y su navaja en la mano.
Cub es una película interesante, no tanto por la trama sino más bien por la manera en que lo real y lo imaginario no poseen una frontera tan claramente demarcada. El director de a ratos nos confirma que todo es parte de la realidad, pero aún así logra confundirnos pues todo es demasiado extraño. El terror es construido de una forma progresiva y sin abusar del susto fácil, aunque la primera parte es demasiado extensa y no posee ningún tipo de acción más que verlo a Sam ser sometido al bullying más básico posible.
Los interrogantes que se van generando son respondidos con buen timing, por lo que el interés en la historia jamás se pierde. Si bien la naturaleza de la amenaza es revelada antes de la mitad de la película, esto termina siendo tan solo una ínfima parte del peligro que se cierne sobre estos Boy Scouts. Sorprende que dentro de esta temática haya tanta violencia y sangre en estado puro, crudeza total, sin importar que sea un filme protagonizado por niños. La crítica político-social - algo que nunca falta y que muchas veces sobra- está en los pliegues del guión y sirve como justificación para el particular juego macabro que se desarrolla en ese bosque europeo.
Cub funciona como un raro espécimen que se mueve entre el gore y el slasher - a sabiendas de lo borrosa que es la frontera entre estos dos géneros, imaginen- y que posee influencias variadas. Desde Friday The 13th (1980) hasta Joy Ride (2001) nos podemos encontrar con filmes de los que Cub supo extraer algunas buenas herramientas. El cierre de la historia es buena, no deja cabos sueltos y resuelve el intrigante flashback que da inicio al filme con sobriedad, lo cual en estos tiempos no es poca cosa.
Cub posee un guión simple pero no por ello tonto y una dirección óptima. Las dosis de gore son perfectas y la atmósfera es creada de manera progresiva sin saltar ningún paso. El salto del espectador es buscado en algunas ocasiones, pero no en abundancia y las actuaciones son más que razonables. Los clichés dan el presente pero el Govaerts se encargó de reducirlos al mínimo posible y/o de darles una vuelta original. Cub logra aprobar porque dentro de un ámbito en el cual la repetición es ley, al menos busca ser una bocanada de aire fresco. Hay detalles, claro ¿Pero que es la vida sin esos detalles?
Puntaje: 6.5/10
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