sábado, 21 de febrero de 2015

Foxcatcher

Bennett Miller es un director muy interesante - y a mi juicio en extremo talentoso- que estuvo detrás de dos filmes que sinceramente me encantan: Capote (2005) y Moneyball (2011). No conocía la historia que estaba detrás de su nuevo proyecto, pero cuando leí acerca de ella me cautivó al instante. La parábola desde la gloria hasta la tragedia que recorrió la vida del ex luchador olímpico y medallista de oro junto a su hermano Dave en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, en los World Championships de 1985 y 1987, en los Panamericanos de 1987 y en la Copa del Mundo de 1982. El otro día, Ezequiel Fernández Moores publicó en La Nación un muy buen artículo que ahonda sobre el lado oscuro del atletismo y que explica en tono social la parte deportiva que el filme omite para centrarse en las relaciones entre sus personajes. Se los dejo aquí antes de que nos adentremos en el análisis de esta candidata a los Oscar en cinco categorías, aunque ignorada muy injustamente en la de Mejor Película: http://canchallena.lanacion.com.ar/1769205-sueno-americano. Les aviso que una vez más lo que sigue está lleno de "spoilers", por lo que si no quieren seguir leyendo están más que invitados. Más allá de esta aclaración, les recomiendo no ofenderse mucho si se revelan partes sensibles de la trama pues Miller decidió contar una historia que al ser real, y bastante mediática en su momento, es conocida por más de medio mundo literalmente.


Como ya anticipamos, Foxcatcher se basa en la historia real de un luchador norteamericano llamado Mark Schultz (Channing Tatum) y de su tortuoso vínculo con su hermano Dave (Mark Ruffalo) y el millonario John Du Pont (Steve Carrell), que un buen día decidió usar su dinero para esponsorear primero a Mark y luego a los dos luchadores, de cara a los Juegos Olímpicos de Seúl a celebrarse en 1988. Mark y Dave son dos hermanos que han triunfado en la lucha libre, disciplina sin nada de glamour a la hora de hablar de atletismo. Lo han ganado todo, hasta el Oro olímpico en Los Ángeles 84' y ahora se encuentran en dos frecuencias muy diferentes. Dave está tranquilo con su familia, compuesta por su mujer y sus dos hijas, y con una gran cantidad de obligaciones contractuales y vínculos con las autoridades olímpicas de los Estados Unidos. Mark en cambio, acaba de ser echado de su trabajo como entrenador en Stanford y se gana la vida dando charlas por literalmente dos mangos con cincuenta. Un hombre solitario, que lleva adelante una existencia más bien deprimente - las escenas de sus comidas en su casa son más tristes que la misma muerte- y que trata de recordarse todos los días que consiguió una medalla de oro en un juego olímpico. Lógicamente, resiente de su más exitoso, talentoso y carismático hermano que lejos de estar enfrentado con él lo adora y lo cuida en todo momento. La escena en la que Mark le rompe la nariz de un cabezazo en un entrenamiento y él le pregunta luego si está bien sin siquiera preocuparse por si mismo.


Mark es la brutalidad pura, el instinto por sobre todas las demás cosas. Dave es el talento y la racionalidad, el que sabe como preparar las peleas y el que los ha llevado hasta la cima. Las luces están todas sobre Dave y las nubes cargadas de lluvia parecen perseguir a Mark tal cual lo harían en un dibujito animado. Pero un día las cosas cambian: recibe un llamado de un tal John Du Pont, millonario por herencia de una de las familias más sucias y poderosas del establishment norteamericano, que le ofrece un vuelo en primera clase a Pensylvania para discutir una importante propuesta de trabajo. Mientras espera en su amplia y lujosa mansión, Mark ve cuadros y muchas cosas más que jamás había podido ver siquiera en una foto. Du Pont se presenta con su tono lúgubre y épico al mismo tiempo, y con unos elogios y lugares comunes acerca del deporte y el deber patriótico logra ponerse al ingenuo e inculto luchador en el bolsillo. Se declara fanático de la lucha libre y le promete que bajo su tutela va a ser el mejor del mundo sin duda alguna. El círculo se completa con el impresionante gimnasio que mandó a construir para que Mark conduzca a un equipo que él podrá elegir a dedo.


Lo que queda claro es que Du Pont por sobre todas las cosas quería una nueva mascota para poder satisfacer sus caprichos y engrandecer su ego. También para poder solucionar de una vez algunos serios problemas psicológicos que lo perseguían desde su infancia y que tenían como centro a su inconforme madre Jean (una implacable Vanessa Redgrave). El Team Foxcatcher, que apunta a dirigir la escuadra olímpica en Seúl, es un deliro desde su concepción pero ninguno de los involucrados osa decir algo ante el torrente de dinero que cae en sus manos. Mark no logra convencer a su hermano de mudarse con él a la mansión gigante (contratos que cumplir y cuidar a su familia) y da comienzo a una relación muy complicada con Du Pont que desembocará en una inevitable tragedia.


Lo que empieza como un intercambio constante de elogios y una entronización mutua - que potencia los celos que Mark tiene respecto de su hermano- irá virando hacia una muy nociva obsesión que terminará por sacar lo peor del joven luchador. Du Pont procederá a aislarlo, a absorber toda su energía, a llenarlo de presión a cada segundo hasta hacerlo reventar. Se apropiará de una manera muy burda de sus logros, demostrando que no es más que un infeliz con dinero. Un porta-apellido que jamás hizo nada más que heredar una fortuna y gastarla en un sinfín de idioteces (más allá de sus negociados con la industria armamentística, ver los tanques de guerra desfilar por la entrada de su casa da la dimensión de la enfermedad del tipo).


La espiral hacia el infierno que experimentará Mark será absoluta. La inicial adicción al alcohol y las drogas, impulsadas por Du Pont y por sentirse día a día menos que Dave, logran mermar casi por completo su rendimiento y sus posibilidades de competir tanto en los futuros JJ.OO como en los torneos de preparación. De a poco verá como su relación con el millonario es peor que la droga, pues se encuentra con un espejo amplificado de lo que le pasó toda la vida con Dave, alguien a quien más allá de todo quiere y necesita con toda su alma. El tener que ser entrenador de Du Pont en sus patéticos torneos de lucha pagos lo hace sentirse un mero accesorio; alcanza con ver la pinta de este ridículo millonario en calzas para darse cuenta lo bajo que ha caído el otrora glorioso campeón.


Y aquí un punto clave de Foxcatcher, pues Du Pont detrás de toda su megalomanía y su supuesto poder, profundiza su trauma familiar hasta el punto de no retorno. Cuando la madre decide, con mucho asco, bajar a ver como su hijo en teoría entrena a estos luchadores (deporte que odia) es desgarrador. Du Pont en calzas toma la posta - Dave ya era parte del equipo y dirigía todo- y con uno de los muchachos "enseña" unos movimientos tan básicos como inútiles. Ver su cara cuando ella le pide a la enfermera que retire la silla de ruedas del lugar en medio de su "demostración", es triste más allá de lo deleznable que pueda haber sido Du Pont. Él cree que es el mentor y el ejemplo, el admirado por estos profesionales, pero no es más que un chiste con dinero de sobra para financiar una aventura olímpica.


La tensión está muy bien manejada de la mano de sus tres actores principales y de un director inteligente a la hora de los silencios y los primeros planos. El filme es en líneas generales oscuro, pero transita una curva descendente desde una relativa luminosidad hasta la total falta de luz. Hay un punto, digamos que ya entrando en los últimos 40 minutos, en los que cualquier espectador avezado se dará cuenta que hay algo que va a salir muy mal. Ni el reconstruido y encarrilado vínculo entre Dave y Mark va a terminar haciendo que sonriamos al menos una vez en todo el filme.


El trabajo de Channing Tatum es impresionante y digno de un reconocimiento total. En un rol mucho más serio de los que nos tiene habituados (consideren que es uno de los grandes actores de comedia hace varios años), compone a un luchador sin dudas habilidoso y muy fuerte, con mucha energía pero también con demasiados complejos personales que lo atan y despegan continuamente de su hermano. Una persona que sin ninguna razón siempre se sintió menos que él - a ver, ser distinto no significa ser peor o mejor- sin jamás serlo realmente. Su Mark Schultz va del entusiasmo inicial y la simbiosis con Du pont al odio puro contra una persona que lo destruyó física y psicológicamente con mucha maldad.


Steve Carrell solamente falla en la parte que no le corresponde: el excesivo maquillaje para imitar la cara caída y la nariz de águila de John Du Pont. Hay similitudes con el desastre que fue la máscara que le armaron a Anthony Hopkins en Hitchcock, pero al no ser una caricatura como en aquel caso esto queda matizado. Carrell da en la tecla porque logra mostrarnos a un niño rico que nunca se esforzó para llevar su vida de lujo, a un megalómano total que cree ser prácticamente Dios pero que debajo de todo eso es tan solo un pobre tipo. Un hombre enfermo de la cabeza y muy débil, que vive a la sombra de su dura y represiva madre. Sus devaneos y cambios de ánimo están muy bien interpretados, así como su gran acto final tras los juegos del 88'. La venganza contra Mark y Dave la concreta de la manera tal vez menos esperada, pero es un acto de crueldad digno de una persona así. Pero el gran triunfo de este gran actor reside en que, además de todo esto, logra generar odio en la persona que está mirando la película desde el primer segundo.


Un literal y simbólico párrafo aparte para Mark Ruffalo, que demuestra una vez más que es uno de los mejores actores de esta era. La nominación al Oscar como Actor de Reparto es completamente merecida, pues su labor está muy por encima de la de sus dos compañeros. Su Dave Schultz es una persona muy cálida, trabajadora, talentosa y bajada a la tierra. Ama a su conflictivo hermano y lo protege desde pequeños y lleva una vida familiar muy linda y sólida. También es un profesional de pura cepa, que jamás se pierde un solo detalle, que conoce a todos los luchadores y que se ha cansado de triunfar en su deporte.


El cierre de Foxcatcher es impactante sin duda alguna, también para los que lo saben de antemano. La escena del asesinato es tremenda y logra helar la sangre por la manera en que Du Pont le quita la vida a Dave. Conociendo o no la historia en la que el filme se basa, Bennett Miller nos lleva con recursos inteligentes hacia el desenlace trágico y previsible. Foxcatcher es una intensa, dura y silenciosa película que injustamente no ha sido nominada dentro de la categoría Mejor Película. Un retrato doloroso e intrigante del Lado B del sueño americano, de lo que sucede cuando las luces se apagan y la gran mayoría de los atletas olímpicos debe regresar a sus casas. De pie señores...




Puntaje: 9/10






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