martes, 24 de febrero de 2015

Camp X-Ray


Muy lejos de las luces y el glamour pretencioso de los Premios Oscar, es hora de volver a hablar de las grandes películas que como siempre han sido dejadas de lado por gran parte de los críticos - no por los mejores, claro- y por los entregadores de galardones de cada comienzo de año. Camp X-Ray se llama el filme del que nos vamos a ocupar aquí y lo primero que tenemos para decir es que ha sido de lo mejor del pasado 2014. El tema de Guantanamo ha sido abordado en numerosos documentales y en algunas películas, aunque no de manera directa en estas últimas. Lo que suele abundar son las menciones a la polémica e ilegal cárcel que los Estados Unidos tienen en la pequeña bahía de Cuba antes que una mirada desde adentro de lo que sucede en el día a día en ese pequeño gran infierno. Dirigida por Peter Sattler y protagonizada por la gran Kristen Stewart y Peyman Moaadi, es una de las gratas sorpresas de la temporada por la manera precisa y dolorosa en la que relata lo que es sobrevivir en esa prisión y lo irracional que es mantener un esquema completamente inhumano y represivo.

Las primeras escenas el filme son un cliché del género pos 9/11: la imagen de las Torres Gemelas cayendo como palotes en un noticiero árabe, en una casa en algún lugar del mundo. Las tropas abordan los helicópteros en Afganistán y da comienzo a la mayor cacería de brujas y de petróleo de la historia mundial también denominada "Guerra contra el Terror". Vemos que en esa casa hay una persona, que deja varios celulares sobre la mesa y acto seguido se pone a rezar. Alguien ingresa al lugar, lo encapucha y se lo llevan en un barco en esas denigrantes condiciones hasta la Bahía de Guantanamo. Un flash forward nos lleva ocho años hacia adelante y vemos que un grupo de nuevos reclutas ingresa por primera vez a la base naval norteamericana, específicamente al Campo de Detención Temporaria "X-Ray". Son instruidos con dureza y claridad para que no permitan que ningún preso los domine en base a juegos mentales y demás artilugios. Su principal tarea es simple: evitar que los cautivos se mueran durante su estadía. Luego de que esto queda en claro, proceden a explicarles que son "Detenidos" y no prisioneros de guerra (o de cualquier otro tipo), por lo que la puerta está completamente a la arbitrariedad e ilegalidad absolutas. Un vacío legal - créalo o no- es lo que permite que una atrocidad así se mantenga en pie.


La Soldado Cole (Kristen Stewart) está dentro de estos ingresantes y es la primera que se ofrece para ir a solucionar un problema que ha surgido en otro sector. Termina siendo escupida y golpeada por un hombre que trataba de escapar, pero con sus nuevos camaradas consiguen contenerlo y volverlo a encerrar en la zona de aislamiento. De a poco, Cole se amolda a la perfección a su entorno, a las personas en él y a su misión en esa solitaria prisión. Todo parece en orden, pues si bien el choque cultural es notable, los prejuicios de ambos lados del mostrador respecto del otro se mantienen firmes en las primeras semanas. Una isla tan pequeña e insignificante, sede central de la colisión desenfrenada entre Occidente y Oriente Medio.


Pero a medida que pasan los días, Cole comienza a sentir que se está volviendo loca. Ve ciertas cosas con las que no acuerda para nada, que la molestan mucho pero que no son suficientes para eliminar su lealtad hacia todos los clichés patrióticos y pelotudos del Ejército y de los Estados Unidos. Al fin y al cabo, es una Soldado de su país, una persona que fue moldeada para responder a un cierto perfil. Hasta que un buen día, todo esto cambia: conocerá a Ali (Peyman Moaadi) en su habitual ronda de repartición de libros y verá como todos sus prejuicios y esquemas mentales se caen a pedazos. Alí es un profesor universitario, habla inglés a la perfección y posee una simpatía y un carisma innegables. Su relación con él ira en ascenso y logrará que todo lo que ella creía correcto sea puesto en duda, en un giro cartesiano interesante que la lleva a reflexionar acerca de los abusos que su país comete en todo el mundo.


Camp-X Ray además de ser una gran historia, muestra ciertas cosas que se escapan a simple vista. Lo primero es la complicada convivencia en pleno Siglo XXI de los sexos masculino y femenino en el Ejército y como los hombres siempre se salen con la suya. Los avances son reales, se ha mejorado un poco, pero las mujeres siempre están expuestas a todo tipo de abusos y de maltratos apenas menos atroces que los que reciben los prisioneros. Luego tenemos ante nosotros la brutalidad del Ejército en todo su esplendor; un retrato de la bestialidad a la que son sometidos desde hace más de una década los presos en Guantanamo. Una ventana a la barbarie y un mensaje preocupante pues queda claro que nadie va a ceder, y las primeras en la lista son las grandes potencias mundiales con EEUU a la cabeza.


El director pone sobre la mesa la hipocresía de los Estados Unidos y deja que nos hagamos un festín con ella. Contundencia pura a la hora de plantear quien es el verdadero terrorista en toda esta historia de nunca acabar. Los miedos de los prisioneros, su nula certeza respecto de su futuro no ya lejano sino cercano - digamos, las siguientes dos horas- y de si alguna vez van a salir vivos de esa mole de cemento en el medio del Caribe. Es interesante que los cuestionamientos vengan de parte de los nuevos reclutas, que no ven como algo lógico que la prisión siga funcionando. Pero no todo es positivo ya que hay también una certeza que queda en el aire, esa que nos dice que más allá de todo van a continuar hasta que el límite legal lo permita.


Camp X-Ray muestra también el choque entre quienes ven el mundo solo dos tonos y aquellos que pueden distinguir todos los grises. Estos últimos son los importantes, pues son los que se dan cuenta que no tiene sentido seguir así y que hay una gran injusticia utilizada como lógica rectora de los EEUU para afuera. Un filme maravilloso, con una actuación magistral de parte de Kristen Stewart que comienza a ser valorada dentro de la industria de una vez por todas. Sus expresiones y su manera de sobrellevar todo lo que va experimentando son dignas de cualquier premio y la química con el hilarante Peyman Moaadi es genial. Los dos logran hacernos reír en medio de la oscuridad y también se prestan para hacernos llorar de la emoción y de la bronca. La dirección de Peter Sattler es muy buena y el guión - también a su cargo- es tan efectivo que logra transmitir todo lo que hemos mencionado en los párrafos de arriba.


Camp X-Ray tiene dos momentos centrales: la analogía con el zoologico, que es tan simple como brillante y esa escena final en la que es imposible no romper en llanto. Emoción y tensión que atraviesan toda la trama para darnos un cierre memorable. Otro paso hacia la consagración para Kristen Stewart y un sólido trabajo de Peyman Moaadi. Un filme que no se debe perder, entre tanta basura sobrevalorada por un par de señores aburridos que tienen la potestad de decidir que es bueno y que no lo es según su muy dudoso criterio y gusto. Una crítica mordaz del Ejército Norteamericano y de todo lo que está mal en la política exterior de ese país desde hace décadas. Definitivamente, no apto para premios ni publicidad.



Puntaje: 10+/10





sábado, 21 de febrero de 2015

Foxcatcher

Bennett Miller es un director muy interesante - y a mi juicio en extremo talentoso- que estuvo detrás de dos filmes que sinceramente me encantan: Capote (2005) y Moneyball (2011). No conocía la historia que estaba detrás de su nuevo proyecto, pero cuando leí acerca de ella me cautivó al instante. La parábola desde la gloria hasta la tragedia que recorrió la vida del ex luchador olímpico y medallista de oro junto a su hermano Dave en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984, en los World Championships de 1985 y 1987, en los Panamericanos de 1987 y en la Copa del Mundo de 1982. El otro día, Ezequiel Fernández Moores publicó en La Nación un muy buen artículo que ahonda sobre el lado oscuro del atletismo y que explica en tono social la parte deportiva que el filme omite para centrarse en las relaciones entre sus personajes. Se los dejo aquí antes de que nos adentremos en el análisis de esta candidata a los Oscar en cinco categorías, aunque ignorada muy injustamente en la de Mejor Película: http://canchallena.lanacion.com.ar/1769205-sueno-americano. Les aviso que una vez más lo que sigue está lleno de "spoilers", por lo que si no quieren seguir leyendo están más que invitados. Más allá de esta aclaración, les recomiendo no ofenderse mucho si se revelan partes sensibles de la trama pues Miller decidió contar una historia que al ser real, y bastante mediática en su momento, es conocida por más de medio mundo literalmente.


Como ya anticipamos, Foxcatcher se basa en la historia real de un luchador norteamericano llamado Mark Schultz (Channing Tatum) y de su tortuoso vínculo con su hermano Dave (Mark Ruffalo) y el millonario John Du Pont (Steve Carrell), que un buen día decidió usar su dinero para esponsorear primero a Mark y luego a los dos luchadores, de cara a los Juegos Olímpicos de Seúl a celebrarse en 1988. Mark y Dave son dos hermanos que han triunfado en la lucha libre, disciplina sin nada de glamour a la hora de hablar de atletismo. Lo han ganado todo, hasta el Oro olímpico en Los Ángeles 84' y ahora se encuentran en dos frecuencias muy diferentes. Dave está tranquilo con su familia, compuesta por su mujer y sus dos hijas, y con una gran cantidad de obligaciones contractuales y vínculos con las autoridades olímpicas de los Estados Unidos. Mark en cambio, acaba de ser echado de su trabajo como entrenador en Stanford y se gana la vida dando charlas por literalmente dos mangos con cincuenta. Un hombre solitario, que lleva adelante una existencia más bien deprimente - las escenas de sus comidas en su casa son más tristes que la misma muerte- y que trata de recordarse todos los días que consiguió una medalla de oro en un juego olímpico. Lógicamente, resiente de su más exitoso, talentoso y carismático hermano que lejos de estar enfrentado con él lo adora y lo cuida en todo momento. La escena en la que Mark le rompe la nariz de un cabezazo en un entrenamiento y él le pregunta luego si está bien sin siquiera preocuparse por si mismo.


Mark es la brutalidad pura, el instinto por sobre todas las demás cosas. Dave es el talento y la racionalidad, el que sabe como preparar las peleas y el que los ha llevado hasta la cima. Las luces están todas sobre Dave y las nubes cargadas de lluvia parecen perseguir a Mark tal cual lo harían en un dibujito animado. Pero un día las cosas cambian: recibe un llamado de un tal John Du Pont, millonario por herencia de una de las familias más sucias y poderosas del establishment norteamericano, que le ofrece un vuelo en primera clase a Pensylvania para discutir una importante propuesta de trabajo. Mientras espera en su amplia y lujosa mansión, Mark ve cuadros y muchas cosas más que jamás había podido ver siquiera en una foto. Du Pont se presenta con su tono lúgubre y épico al mismo tiempo, y con unos elogios y lugares comunes acerca del deporte y el deber patriótico logra ponerse al ingenuo e inculto luchador en el bolsillo. Se declara fanático de la lucha libre y le promete que bajo su tutela va a ser el mejor del mundo sin duda alguna. El círculo se completa con el impresionante gimnasio que mandó a construir para que Mark conduzca a un equipo que él podrá elegir a dedo.


Lo que queda claro es que Du Pont por sobre todas las cosas quería una nueva mascota para poder satisfacer sus caprichos y engrandecer su ego. También para poder solucionar de una vez algunos serios problemas psicológicos que lo perseguían desde su infancia y que tenían como centro a su inconforme madre Jean (una implacable Vanessa Redgrave). El Team Foxcatcher, que apunta a dirigir la escuadra olímpica en Seúl, es un deliro desde su concepción pero ninguno de los involucrados osa decir algo ante el torrente de dinero que cae en sus manos. Mark no logra convencer a su hermano de mudarse con él a la mansión gigante (contratos que cumplir y cuidar a su familia) y da comienzo a una relación muy complicada con Du Pont que desembocará en una inevitable tragedia.


Lo que empieza como un intercambio constante de elogios y una entronización mutua - que potencia los celos que Mark tiene respecto de su hermano- irá virando hacia una muy nociva obsesión que terminará por sacar lo peor del joven luchador. Du Pont procederá a aislarlo, a absorber toda su energía, a llenarlo de presión a cada segundo hasta hacerlo reventar. Se apropiará de una manera muy burda de sus logros, demostrando que no es más que un infeliz con dinero. Un porta-apellido que jamás hizo nada más que heredar una fortuna y gastarla en un sinfín de idioteces (más allá de sus negociados con la industria armamentística, ver los tanques de guerra desfilar por la entrada de su casa da la dimensión de la enfermedad del tipo).


La espiral hacia el infierno que experimentará Mark será absoluta. La inicial adicción al alcohol y las drogas, impulsadas por Du Pont y por sentirse día a día menos que Dave, logran mermar casi por completo su rendimiento y sus posibilidades de competir tanto en los futuros JJ.OO como en los torneos de preparación. De a poco verá como su relación con el millonario es peor que la droga, pues se encuentra con un espejo amplificado de lo que le pasó toda la vida con Dave, alguien a quien más allá de todo quiere y necesita con toda su alma. El tener que ser entrenador de Du Pont en sus patéticos torneos de lucha pagos lo hace sentirse un mero accesorio; alcanza con ver la pinta de este ridículo millonario en calzas para darse cuenta lo bajo que ha caído el otrora glorioso campeón.


Y aquí un punto clave de Foxcatcher, pues Du Pont detrás de toda su megalomanía y su supuesto poder, profundiza su trauma familiar hasta el punto de no retorno. Cuando la madre decide, con mucho asco, bajar a ver como su hijo en teoría entrena a estos luchadores (deporte que odia) es desgarrador. Du Pont en calzas toma la posta - Dave ya era parte del equipo y dirigía todo- y con uno de los muchachos "enseña" unos movimientos tan básicos como inútiles. Ver su cara cuando ella le pide a la enfermera que retire la silla de ruedas del lugar en medio de su "demostración", es triste más allá de lo deleznable que pueda haber sido Du Pont. Él cree que es el mentor y el ejemplo, el admirado por estos profesionales, pero no es más que un chiste con dinero de sobra para financiar una aventura olímpica.


La tensión está muy bien manejada de la mano de sus tres actores principales y de un director inteligente a la hora de los silencios y los primeros planos. El filme es en líneas generales oscuro, pero transita una curva descendente desde una relativa luminosidad hasta la total falta de luz. Hay un punto, digamos que ya entrando en los últimos 40 minutos, en los que cualquier espectador avezado se dará cuenta que hay algo que va a salir muy mal. Ni el reconstruido y encarrilado vínculo entre Dave y Mark va a terminar haciendo que sonriamos al menos una vez en todo el filme.


El trabajo de Channing Tatum es impresionante y digno de un reconocimiento total. En un rol mucho más serio de los que nos tiene habituados (consideren que es uno de los grandes actores de comedia hace varios años), compone a un luchador sin dudas habilidoso y muy fuerte, con mucha energía pero también con demasiados complejos personales que lo atan y despegan continuamente de su hermano. Una persona que sin ninguna razón siempre se sintió menos que él - a ver, ser distinto no significa ser peor o mejor- sin jamás serlo realmente. Su Mark Schultz va del entusiasmo inicial y la simbiosis con Du pont al odio puro contra una persona que lo destruyó física y psicológicamente con mucha maldad.


Steve Carrell solamente falla en la parte que no le corresponde: el excesivo maquillaje para imitar la cara caída y la nariz de águila de John Du Pont. Hay similitudes con el desastre que fue la máscara que le armaron a Anthony Hopkins en Hitchcock, pero al no ser una caricatura como en aquel caso esto queda matizado. Carrell da en la tecla porque logra mostrarnos a un niño rico que nunca se esforzó para llevar su vida de lujo, a un megalómano total que cree ser prácticamente Dios pero que debajo de todo eso es tan solo un pobre tipo. Un hombre enfermo de la cabeza y muy débil, que vive a la sombra de su dura y represiva madre. Sus devaneos y cambios de ánimo están muy bien interpretados, así como su gran acto final tras los juegos del 88'. La venganza contra Mark y Dave la concreta de la manera tal vez menos esperada, pero es un acto de crueldad digno de una persona así. Pero el gran triunfo de este gran actor reside en que, además de todo esto, logra generar odio en la persona que está mirando la película desde el primer segundo.


Un literal y simbólico párrafo aparte para Mark Ruffalo, que demuestra una vez más que es uno de los mejores actores de esta era. La nominación al Oscar como Actor de Reparto es completamente merecida, pues su labor está muy por encima de la de sus dos compañeros. Su Dave Schultz es una persona muy cálida, trabajadora, talentosa y bajada a la tierra. Ama a su conflictivo hermano y lo protege desde pequeños y lleva una vida familiar muy linda y sólida. También es un profesional de pura cepa, que jamás se pierde un solo detalle, que conoce a todos los luchadores y que se ha cansado de triunfar en su deporte.


El cierre de Foxcatcher es impactante sin duda alguna, también para los que lo saben de antemano. La escena del asesinato es tremenda y logra helar la sangre por la manera en que Du Pont le quita la vida a Dave. Conociendo o no la historia en la que el filme se basa, Bennett Miller nos lleva con recursos inteligentes hacia el desenlace trágico y previsible. Foxcatcher es una intensa, dura y silenciosa película que injustamente no ha sido nominada dentro de la categoría Mejor Película. Un retrato doloroso e intrigante del Lado B del sueño americano, de lo que sucede cuando las luces se apagan y la gran mayoría de los atletas olímpicos debe regresar a sus casas. De pie señores...




Puntaje: 9/10






miércoles, 18 de febrero de 2015

The Imitation Game

En este último tiempo, digamos desde el cambio de siglo hasta este 2015, hemos visto renacer al género de las biopics. Siempre eficaz a la hora de emocionar y de indignar en iguales cantidades al público - por lo general tratan de matizar el bronce del personaje que retratan con la vida de mierda que tuvo, casi siempre por factores ajenos a su persona-, hoy tiene a dos filmes nominados para la categoría "Mejor Película" en los ya muy cercanos Premios Oscar. The Theory Of Everything y The Imitation Game son los dignos representantes del género en la noche más relevante de Hollywood. Hoy nos toca hablar de la segunda de esta pequeña lista, del filme que retrata la vida - digamos, la parte importante de esta- de Allan Turing. Un matemático brillante que logró descifrar el Código Enigma en la Segunda Guerra Mundial y proveerle a los Aliados una veloz victoria sobre los Nazis. Un camino que no estuvo exento de sacrificios, pero que fue el paso inicial (y algo más también) para la creación de lo que hoy llamamos "computación" en plenos años 40', y que terminó en una tragedia demasiado previsible y cruel. Ah y no me vengan con eso de que no les "espoilee" el final, porque equivaldría a un pedido de no revelar como termina la película Titanic.

Será el mismo Turing (Benedict Cumberbatch) quien nos lleve por todo el filme como el lógico narrador omnisciente de su propia historia. Lo primero que queda claro es que la ambientación y el vestuario de época son impecables. Todo comienza con el momento exacto en el que Gran Bretaña ingresa en la Segunda Guerra Mundial. Turing es un emérito del King's College y ha logrado enseñar allí teniendo menos de 30 años de edad. Impulsado por un sentimiento patriótico, se dirige hacia la Blatchett Radio Manufacturer - central de telecomunicaciones del Ejército- para ofrecer sus servicios al gobierno. La primera impresión que genera es la de un genio absoluto, alguien sin dudas demasiado introvertido e ingenuo pero con una personalidad más bien poderosa. También el guionista se encarga de dejarnos en claro cada vez que puede que nuestro protagonista es homosexual, algo que a la larga atenta contra la estructura y la idea de la película. Más allá de esto, lo relevante es que Turing tras una muy particular entrevista con el Comandante Denniston (Charles Dance) se dispone a realizar el trabajo de su vida dentro del "Proyecto Enigma".


Este consiste en un reducido grupo de especialistas de diversas áreas que estarán abocados a descifrar la Máquina Enigma de los Nazis. Un aparato de ingeniería simplemente brillante, que cambia de código cada 18 horas y que encierra dentro de su aparente simplicidad - si uno la mira, es una máquina de escribir común y silvestre- 159.000.000.000.000.000.000 variable posibles por día. Lo que Turing y sus colegas deben hacer es lograr cambiar solamente una de ellas, tarea a la vista posible pero en la práctica irrealizable. Más allá de poder decodificar algunos mensajes por azar, los avances reales se obtendrían con el trabajo de 20.000.000 de año si una persona chequease cada 10 minutos una sola de estas finitas variables. 


Los primeros pasos nos muestran el trabajo a contrarreloj de una mente brillante, de un ser humano lleno de intensidad y pasión cuando hace lo que más ama. Millones de vidas se encuentran en sus manos y Turing está más que dispuesto a ayudar a a vencer a los enemigos de la única manera que él supone posible: mediante la lógica absoluta. No quiere conocer dos o tres mensajes cifrados, sino decodificar por completo el código para así poder tener en la palma de la mano toda la información disponible. Tras una pelea con sus compañeros justamente por una diferencia en lo que refiere a ambiciones - y también ante la presión que reciben desde arriba por obtener resultados inmediatos- logra con la ayuda de Stewart Menzies (Mark Strong) del MI6 que el mismo Churchill lo ponga a cargo del equipo. Tras despedir a dos personas que considera inútiles, sale a buscar nuevos reclutas por todo el país para así poder cambiar la historia. Aquí es donde aparecerá Joan Clarke (Keira Knightley), una joven muchacha que se impone en todas las pruebas y logra vencer el prejuicio de época para convertirse en una de las principales arquitectas del triunfo Aliado sobre El Eje.


Constantes flashbacks nos llevan hacia su juventud, con especial énfasis en su relación con su mejor amigo Christopher. Un vínculo muy estrecho, prácticamente romántico aunque ambiguo, que marcará su vida y determinará gran parte de lo que Turing terminó siendo cuando adulto. El otro gran foco está puesto en su relación con Joan, un hecho que ayudó a destrabar el código de forma definitiva. Turing movió cielo y tierra para que fuese aceptada dentro del equipo, pues la consideraba una persona igual o más brillante que él mismo. 


El contexto bélico es explicado correctamente con el clásico recurso del video de archivo, que se acrecienta cuando el filme llega a su clímax. Las tensiones dentro del equipo están manejadas a la perfección, sobre todo porque el director delega casi todo el peso sobre los hombros del genial Benedict Cumberbatch. Con sus expresiones faciales y corporales lo dice todo, en una personificación sensacional de una mente tan grande como perturbada y perseguida por los fantasmas del pasado. Luces y sombras de un genio, una mimetización absoluta, con sus tradicionales marcas de estilo. Matthew Goode y Keira Knightley (dos fenomenales actores siempre poco valorados a pesar de que siempre están como mínimo a la altura de las exigencias) acompañan a la perfección a quien hoy es para muchos el gran actor del momento y logran una química particular con él: uno desde el rechazo inicial a la amistad final y la otra de la fascinación-amistad a la decepción absoluta. Las dos curvas son bien claras en ambos casos y nunca llevan al filme hacia un intolerable melodrama lleno de conflictos zonzos y lacrimógenos entre personajes. Un detalle respecto de sus escenas con la actriz birtánica: ambos logran sacarnos una sonrisa en cada una de ellas.


Vemos a un hombre perseguido por su carácter, por la sospecha que levantaba ante las autoridades, que dudaban de su orientación sexual. Porque es mentira que hayan alguna vez pensado que Turing era un espía soviético; simplemente veían su homosexualidad como un crimen - literal, era ilícita- y querían arruinarle la vida, algo que terminaron logrando con mucho éxito. También queda claro que en nuestra historia hay un predominio lamentable de los brutos, de los que nunca leyeron un libro y se creen omnipotentes, por encima de las mentes que tienen las verdaderas soluciones.


The Imitation Game es un filme sencillo en su estructura pero muy profundo, intenso, angustiante y emotivo a la vez. Un retrato y homenaje a una mente como las hubieron pocas en nuestra larga historia. Desnuda a un ser humano excepcional que logró dar vuelta uno de los peores conflictos bélicos que vivimos apelando a la matemática y a la lógica y dejando de lado todo lo relacionado con el instinto. Al mismo tiempo funciona como un doloroso y fehaciente retrato de nuestra naturaleza como especie y de varias de las razones por las cuales hemos fracasado rotundamente a la hora de construir una sociedad y un mundo mejores. Grandes actuaciones de sus tres actores centrales y un guión que mecha con inteligencia elementos básicos del género de espionaje para así agregarle movimiento e intriga a la trama. Merecida la candidatura al Oscar más allá de algunos fallos, siendo el más grave de estos el énfasis que el director Morten Tyldum le da a las preferencias sexuales de Turing. Por lo demás, una película que vale la pena ser vista para conocer una vida sin lugar a dudas fascinante. 



Puntaje: 8/10








viernes, 6 de febrero de 2015

American Sniper


No hay nada que me guste y me apasione más que un buen debate político. No hablo de los tediosos monólogos enfrentados que suelen realizar los candidatos presidenciales o legislativos, sino de esas discusiones en cualquier lugar que pueden durar horas. Algo de eso generó el nuevo filme de Clint Eastwood y no es malo que por un rato se haya puesto lo político por encima de lo cinematográfico. Liberales de izquierda como Michael Moore destrozaron a American Sniper, diciendo que era una asquerosa propaganda fascista y muchos del otro lado la usaron para decir que la política de guerra de Barack Obama había sido mucho peor e inhumana que la del brutal George W. Bush Jr. Si es para poner el granito de arena en este debate, digamos que American Sniper no es ni una cosa ni la otra. Clint Eastwood es un Republicano de la vieja escuela, ninguna novedad - como olvidar su ataque de histeria con la silla vacía en la convención de hace 2 años-, pero ha sabido filmar obras con fuertes mensajes en contra de la guerra como las brillantes Flags Of Our Fathers (2006) y Letters From Iwo Jima (2006). No debemos dejar de lado que en American Sniper, hay un enaltecimiento del héroe americano por excelencia de esta década: el francotirador Chris Kyle, un sureño pura cepa, bien Red Neck, que se pasó matando enemigos sin parar durante los 9 tours que estuvo en Irak. Dicen que mató a 160 milicianos enemigos, y que podrían ser varios más si se cuenta a los que no se anotaron. Él lo consideraba hacer el bien y hasta le parecía entretenido, por lo menos eso es lo que dice en su auto biografía que lleva el mismo nombre que esta película que ha sido nominada para 6 Oscar (incluido el de Mejor Película) y ya ha recogido 20 nominaciones y 9 premios hasta aquí.


No es un hecho menor que el director haya realizado una adaptación directa del libro de Kyle, pues esto lo exime de varias de las críticas que recibió. El filme deja en claro que es la transcripción de la visión que este Navy Seal, asesinado en 2013 bien lejos de la guerra, tenía de sí mismo, de su país, de los irakíes y del conflicto que inició en el año 2003. Lo que se tendría que decir es que esa "pieza literaria" es una basura de principio a fin; una visión maniquea de la guerra, en la que el enemigo siempre es horrible y un animal y los norteamericanos son los bondadosos que llegan para instalar la civilización en esa jungla. Y no se debe olvidar lo principal: él mismo Chris Kyle, que evidentemente se consideraba un fenómeno y el brazo de Dios en la región. Se ha dicho que muchas de las cosas que el difunto soldado relata son falsas y que su pomposidad para hablar de sus logros es francamente insultante. Dos cuestiones con las que acuerdo por completo, pero que solo forman parte del plano político de American Sniper. Tratemos de no olvidarnos del cine y veamos que es lo que hace de este nuevo experimento de Clint Eastwood algo más bien disfrutable, muy bien actuado y muy bien filmado.


La escena inicial ya fue comentada por todo el mundo: Chris Kyle (Bradley Cooper) se encuentra apostado en un techo en vaya uno a saber donde de Irak. Una madre le da a su hijo de apenas cinco años una bomba para que corra hacia el convoy que Kyle debe defender. Una vez allí, su padre lo detonará vía control remoto con el fin de masacrar a los soldados. De inmediato un flashback nos lleva a sus primeros pasos en la caza junto a su padre. El que estén apuntando y luego maten a un ciervo constituye una de las menciones/homenaje más obvios de la historia del cine, pero nos sirve para que vayamos entendiendo cual será el argumento conductor del filme. Como buen tejano, fue criado por un padre duro y una madre dulce pero sumisa al mandato patriarcal. La intención de su papá es que no sea una oveja sino un lobo, que nunca se deje pisotear por nadie.


Su ámbito de crianza es el camino más recto hacia el Ejército. Familia muy religiosa y patriota, Dios y las armas, que moldea a otro Red Neck de los tantos que pueblan esa latitud de los Estados Unidos. Tras perder el tiempo en el rodeo profesional, recibe el llamado sagrado de su país cuando ve por televisión la noticia de un atentado a una embajada norteamericana en Medio Oriente. Esto es un cliché puro, pero no por ello es falso; es más, la mayoría de los reclutas llega por razones idénticas o como mínimo demasiado parecidas a las de nuestro protagonista. El duro entrenamiento por el que pasa, todas las pruebas que logra superar y su gran habilidad con el rifle de larga distancia, le hacen ganar un lugar dentro de los Navy Seals.


En otro cliché insoportable, conoce a Taya (Sienna Miller) mientras celebra en un bar con varios de sus nuevos compañeros el haber ingresado en el cuerpo de élite de la Marina. La pantalla prácticamente se divide entre su entrenamiento diario y el avance de su relación con esta joven muchacha que terminará siendo su esposa y la madre de sus hijos. Cuando todo marcha de la mejor manera, llega el 11 de Septiembre. Los dos miran atónitos y angustiados como los aviones se estrellan contra el World Trade Center y lo dejan hecho polvo. Comienzan así sus tours por Medio Oriente y al mismo tiempo el cambio radical tanto en su personalidad como en su conexión con Taya. Nada vuelve a ser igual que antes durante esos largos 9 años en los que Chris se la pasa en Irak matando personas. Ni la llegada de sus hijos, con largos embarazos vividos a la distancia, logra evitar el derrumbe de toda perspectiva de futuro familiar.


Clint Eastwood nos pone ante un hombre que de a poco se obsesiona por completo con la guerra y que en su enfermedad no concibe su vida cotidiana sin ella. Esto lleva a que arruine todo y a que se encuentre con situaciones incómodas al hablar con compañeros heridos y con otros soldados que no quieren volver nunca más al campo de batalla. El horror toca la puerta de su casa para no irse nunca más, la imagen de las Torres Gemelas cayendo bien podrían simbolizar lo que fue su vida desde la primera ronda en Irak hasta que finalmente pudo asentarse definitivamente con su familia e intentar rehacer todo lo que había destruido. Chris Kyle vivió esos tiempos de plomo con la presión alta a todo momento - hasta cuando se encuentra comiendo algo o leyendo revistas o contemplando el techo- por esa necesidad adictiva de estar en acción con las balas pasando por encima de su cabeza.


Digamos que American Sniper representa lo que es la visión Republicana/Norteamericana media de la guerra. Todos los terroristas son muy pero muy malos, parecen sacados del mismísimo averno mientras que los soldados son por poco la bondad hecha persona, los que vienen a hacerle un favor a una población tan oprimida como atrasada. Para graficarlo mejor: "Salvajes" es la manera con la que Kyle y sus colegas se refieren a quienes intentan matarlos del otro lado. Mayor claridad que esa es imposible de conseguir.


Aunque ustedes no lo crean, la crítica a la paranoia y la muerte que trajo el 11 de Septiembre se encuentra en American Sniper. Es más bien solapada y rebuscada, pero se puede leer en todos los soldados - algunos en en el medio de la misión- que le plantean al protagonista su no creencia en el papel que están jugando en Medio Oriente. Lo que le valió tantas críticas al viejo Clint es que siempre se impone el patriota, el G.I Joe que está personificado en Chris Kyle con su cara de texano buenito y su discurso de que ellos obran correctamente pues "están aniquilando el mal". Hasta tiene un francotirador bien sucio y malo que es su contraparte y con el que entabla un surreal duelo lleno de persecuciones y cálculos que no suelen realizarse en pleno combate (alimentando la idea de que gran parte del libro es un gran verso). Más allá de esto, las contradicciones están todas allí para quien desee verlas y nos explican que no todo es blanco o negro, que el mundo se compone de grises que en mayoría de casos están lejos de ser bonitos y luminosos.


American Sniper se centra desde la primera escena en un tema que tiene en vilo a los Estados Unidos desde hace mucho tiempo: el de los soldados que nunca vuelven, esos que se quedan hasta el final de sus vidas encerrados en el horror y la tragedia que vivieron en su servicio. Y deriva con mucha lógica en las secuelas que cualquier conflicto bélico deja en el ser humano, que en mayoría de casos es aplastado por las circunstancias y sufre daños psíquicos y físicos que terminan siendo irreparables.


Clint Eastwood sabe mucho de cine, para empezar sin dudas que mucho más que la media de los mortales que nos encargamos de criticar sus filmes, y es por ello que eligió tres películas bélicas de gran calidad y las combinó usando como base el libro en cuestión. The Deer Hunter (1978), The Hurt Locker (2008) y Enemy At The Gates (2001) convergen con mucha precisión para darle cuerpo a American Sniper. La guerra y sus consecuencias humanas ante nosotros sin intermediarios, con una crudeza desgarradora que no puede dejar indiferente a nadie. Un cuadro macabro de sangre, fuego y muerte que nunca parece encontrar su fin. La parte técnica es impecable, no hay ninguna sorpresa en esto. Las escenas de batalla están muy bien filmadas, con un manejo de cámaras vertiginoso pero firme que nunca - por suerte- cae en los temblores innecesarios. Los planos y la edición sirven para darle dinámica a los momentos en los que lo único que vemos es al francotirador esperando a encontrar una nueva presa. La musicalización, así como el uso de los silencios, son lo que le da el toque final a un coctail de dramatismo, profundidad y adrenalina en estado puro.


La actuación de Bradley Cooper bien lejos está de sus habituales personajes sacados de quicio que necesitan demostrar lo locos que están. Por ende, es realmente buena ya que Cooper es un excelente actor que urgentemente debe tomarse a sí mismo en serio. Este filme es un muy buen primer paso para despegarse del galancito de comedia y comedia dramática, cediendo el paso al talentoso graduado del Actor's Studio. Con su performance logra darle a Kyle una profundidad que suele pasarse por alto, pero que sin dudas tenía este implacable francotirador. Un desafío físico y mental muy complicado para el que estuvo más que a la altura. Nos logra meter en la piel de Kyle y hacer que sintamos exactamente lo mismo que él a cada momento. Su confianza, su adrenalina, sus miedos, su amor por la guerra, su compleja relación familiar, todo el proceso por el que pasa desde su ingreso como postulante a los Navy Seals...El resultado es acojonante y relanza una carrera que había ingresado en un peligroso bache. Sienna Miller acompaña muy bien y su química con su co-protagonista es fantástica, dejando de lado esas escenas bizarras donde en lugar de estar discutiendo con una niña de carne y hueso en brazos lo hacen con una muñeca.


American Sniper podrá ser pura basura propagandística con tintes más bien fascistas o el retrato solemne de un hombre complejo y mentiroso o una crítica a la guerra. Dependerá de cada espectador el decidir cual de estas posibilidades es la correcta y si el producto es o no digno de un elogio. No hay verdades absolutas en el mundo y a pesar de coincidir con varias de los ataques que American Sniper recibió, no puedo evitar pensar que todo van dirigidos principalmente a su difunto protagonista. Es mi opinión que el filme es una combinación de las tres variables que acabo de escribir y que por ello no puede ser objeto de lecturas superficiales y/o absolutas. El trabajo de Clint Eastwood y de los actores es muy bueno y la experiencia es muy llevadera. Uno podrá indignarse ante lo que ve o aplaudirlo de pie - cada cual con su gusto- pero si hay algo que no va a hacer es aburrirse. Si quieren les dejo una pista para que demos vuelta la página con este tema de una vez: en el trágico final de Chris Kyle reside el gran mensaje político del filme. Cortemos ahí, de la guerra y cuestiones geopolíticas - todas muy apasionantes sin dudas- hablemos en otro lado; en este blog siempre se hablará pura y exclusivamente de cine.



Puntaje: 8/10