Muy lejos de las luces y el glamour pretencioso de los Premios Oscar, es hora de volver a hablar de las grandes películas que como siempre han sido dejadas de lado por gran parte de los críticos - no por los mejores, claro- y por los entregadores de galardones de cada comienzo de año. Camp X-Ray se llama el filme del que nos vamos a ocupar aquí y lo primero que tenemos para decir es que ha sido de lo mejor del pasado 2014. El tema de Guantanamo ha sido abordado en numerosos documentales y en algunas películas, aunque no de manera directa en estas últimas. Lo que suele abundar son las menciones a la polémica e ilegal cárcel que los Estados Unidos tienen en la pequeña bahía de Cuba antes que una mirada desde adentro de lo que sucede en el día a día en ese pequeño gran infierno. Dirigida por Peter Sattler y protagonizada por la gran Kristen Stewart y Peyman Moaadi, es una de las gratas sorpresas de la temporada por la manera precisa y dolorosa en la que relata lo que es sobrevivir en esa prisión y lo irracional que es mantener un esquema completamente inhumano y represivo.
Las primeras escenas el filme son un cliché del género pos 9/11: la imagen de las Torres Gemelas cayendo como palotes en un noticiero árabe, en una casa en algún lugar del mundo. Las tropas abordan los helicópteros en Afganistán y da comienzo a la mayor cacería de brujas y de petróleo de la historia mundial también denominada "Guerra contra el Terror". Vemos que en esa casa hay una persona, que deja varios celulares sobre la mesa y acto seguido se pone a rezar. Alguien ingresa al lugar, lo encapucha y se lo llevan en un barco en esas denigrantes condiciones hasta la Bahía de Guantanamo. Un flash forward nos lleva ocho años hacia adelante y vemos que un grupo de nuevos reclutas ingresa por primera vez a la base naval norteamericana, específicamente al Campo de Detención Temporaria "X-Ray". Son instruidos con dureza y claridad para que no permitan que ningún preso los domine en base a juegos mentales y demás artilugios. Su principal tarea es simple: evitar que los cautivos se mueran durante su estadía. Luego de que esto queda en claro, proceden a explicarles que son "Detenidos" y no prisioneros de guerra (o de cualquier otro tipo), por lo que la puerta está completamente a la arbitrariedad e ilegalidad absolutas. Un vacío legal - créalo o no- es lo que permite que una atrocidad así se mantenga en pie.
La Soldado Cole (Kristen Stewart) está dentro de estos ingresantes y es la primera que se ofrece para ir a solucionar un problema que ha surgido en otro sector. Termina siendo escupida y golpeada por un hombre que trataba de escapar, pero con sus nuevos camaradas consiguen contenerlo y volverlo a encerrar en la zona de aislamiento. De a poco, Cole se amolda a la perfección a su entorno, a las personas en él y a su misión en esa solitaria prisión. Todo parece en orden, pues si bien el choque cultural es notable, los prejuicios de ambos lados del mostrador respecto del otro se mantienen firmes en las primeras semanas. Una isla tan pequeña e insignificante, sede central de la colisión desenfrenada entre Occidente y Oriente Medio.
Pero a medida que pasan los días, Cole comienza a sentir que se está volviendo loca. Ve ciertas cosas con las que no acuerda para nada, que la molestan mucho pero que no son suficientes para eliminar su lealtad hacia todos los clichés patrióticos y pelotudos del Ejército y de los Estados Unidos. Al fin y al cabo, es una Soldado de su país, una persona que fue moldeada para responder a un cierto perfil. Hasta que un buen día, todo esto cambia: conocerá a Ali (Peyman Moaadi) en su habitual ronda de repartición de libros y verá como todos sus prejuicios y esquemas mentales se caen a pedazos. Alí es un profesor universitario, habla inglés a la perfección y posee una simpatía y un carisma innegables. Su relación con él ira en ascenso y logrará que todo lo que ella creía correcto sea puesto en duda, en un giro cartesiano interesante que la lleva a reflexionar acerca de los abusos que su país comete en todo el mundo.
Camp-X Ray además de ser una gran historia, muestra ciertas cosas que se escapan a simple vista. Lo primero es la complicada convivencia en pleno Siglo XXI de los sexos masculino y femenino en el Ejército y como los hombres siempre se salen con la suya. Los avances son reales, se ha mejorado un poco, pero las mujeres siempre están expuestas a todo tipo de abusos y de maltratos apenas menos atroces que los que reciben los prisioneros. Luego tenemos ante nosotros la brutalidad del Ejército en todo su esplendor; un retrato de la bestialidad a la que son sometidos desde hace más de una década los presos en Guantanamo. Una ventana a la barbarie y un mensaje preocupante pues queda claro que nadie va a ceder, y las primeras en la lista son las grandes potencias mundiales con EEUU a la cabeza.
El director pone sobre la mesa la hipocresía de los Estados Unidos y deja que nos hagamos un festín con ella. Contundencia pura a la hora de plantear quien es el verdadero terrorista en toda esta historia de nunca acabar. Los miedos de los prisioneros, su nula certeza respecto de su futuro no ya lejano sino cercano - digamos, las siguientes dos horas- y de si alguna vez van a salir vivos de esa mole de cemento en el medio del Caribe. Es interesante que los cuestionamientos vengan de parte de los nuevos reclutas, que no ven como algo lógico que la prisión siga funcionando. Pero no todo es positivo ya que hay también una certeza que queda en el aire, esa que nos dice que más allá de todo van a continuar hasta que el límite legal lo permita.
Camp X-Ray muestra también el choque entre quienes ven el mundo solo dos tonos y aquellos que pueden distinguir todos los grises. Estos últimos son los importantes, pues son los que se dan cuenta que no tiene sentido seguir así y que hay una gran injusticia utilizada como lógica rectora de los EEUU para afuera. Un filme maravilloso, con una actuación magistral de parte de Kristen Stewart que comienza a ser valorada dentro de la industria de una vez por todas. Sus expresiones y su manera de sobrellevar todo lo que va experimentando son dignas de cualquier premio y la química con el hilarante Peyman Moaadi es genial. Los dos logran hacernos reír en medio de la oscuridad y también se prestan para hacernos llorar de la emoción y de la bronca. La dirección de Peter Sattler es muy buena y el guión - también a su cargo- es tan efectivo que logra transmitir todo lo que hemos mencionado en los párrafos de arriba.
Camp X-Ray tiene dos momentos centrales: la analogía con el zoologico, que es tan simple como brillante y esa escena final en la que es imposible no romper en llanto. Emoción y tensión que atraviesan toda la trama para darnos un cierre memorable. Otro paso hacia la consagración para Kristen Stewart y un sólido trabajo de Peyman Moaadi. Un filme que no se debe perder, entre tanta basura sobrevalorada por un par de señores aburridos que tienen la potestad de decidir que es bueno y que no lo es según su muy dudoso criterio y gusto. Una crítica mordaz del Ejército Norteamericano y de todo lo que está mal en la política exterior de ese país desde hace décadas. Definitivamente, no apto para premios ni publicidad.
Puntaje: 10+/10