
La historia es más bien simple: Zach (Dylan Minette) y su madre Gale (Amy Ryan) llegan a un pequeño pueblo desde Nueva York buscando superar la repentina y dolorosa muerte del padre de Zach. En medio de su vida rutinaria, con los toques de su muy particular tía Lorraine (Jillian Bell), conoce a su vecina Hannah (Odeya Rush). Tienen una química inmediata pero hay un problema grande: su extraño, gruñon y misterioso padre (Jack Black) le prohíbe que se acerque a ella y lo amenaza con denunciarlo a las autoridades si vuelve a siquiera mirarla. Tras escuchar una discusión a los gritos entre los dos desde su cuarto, Zach llama a la policía pero todo termina en la nada misma ya que no encuentran a nadie en la casa más que al hombre malhumorado.
Junto a su muy gracioso nuevo amigo Champ (Ryan Lee), Zach decide ir al rescate de Hannah y tras ingresar a la casa por el sótano descubren una gran librería que tiene todos los cuentos del misterioso y legendario R. L Stine. Cada libro está cerrado con candado y este par de muchachos no tiene mejor idea que abrir uno de ellos. De aquí en adelante, los monstruos se harán presentes en la pantalla dando lugar a un escenario de caos absoluto que amenaza con destruir la pacífica y saludable vida de este tranquilo pueblito alejado de todo.
Escalofríos es sin dudas un filme destinado a los más chicos, pero que hará reír a cualquiera de los que se sienten a verlo sin importar su edad. Las actuaciones son muy buenas, Odeya Rush juega muy bien el rol de adolescente valiente e idealista - ya verán porqué hace esto- y la dupla Dylan Minette-Ryan Lee provee una serie de gags que arrancan carcajadas. La química entre los tres jóvenes actores es óptima, pero quien lógicamente se lleva todas las miradas y aplausos es Jack Black con una nueva composición capaz de descostillar a una piedra. Comienza como un viejo delirante e insoportable y termina como un personaje tan loco como querible, el líder de una sin dudas gran aventura. Le pone la voz a varios de los monstruos y el foco debe estar puesto en uno de ellos: su némesis Slappy, al que logra darle desde lo vocal varias de sus características corporales e interpretativas.
No se le puede pedir demasiado a un guión muy previsible, sobre todo cuando empieza a llegar al final. Pero sí se puede destacar una gran virtud: que parece un gran y universal cuento escrito por R. L Stine donde él y todas sus creaciones son partícipes. Hay lugar - mucho- para el amor, para la aventura, para la amistad y para los sustos - claro, je- no mucho más que eso. Los efectos especiales son excelentes, los monstruos aparecen ante nosotros tal como los imaginábamos al escuchar las historias de R. L Stine y logran ese equilibrio entre el susto y la risa. A fin de cuentas, Escalofríos busca colocarse en esa delgada línea, objetivo que logra con total éxito. Las actuaciones son muy buenas y el tiempo de duración es el justo y necesario, hasta llegando a parecer mucho menos por el buen rato que uno pasa. Un filme para toda la familia, ideal para esta época del año y que por suerte no sucumbió ante el imperio del 3D, algo que sin dudas le habría quitado su esencia. Un triunfo y una reivindicación a un muy buen autor que siempre es olvidado por la crítica culta más allá de haber sido un bestseller en sus años. Atentos al cameo del mismísimo Stine.
Puntaje: 7.5/10
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