viernes, 28 de junio de 2013

Spring Breakers: El final de la adolescencia


Harmony Korine lo hizo de nuevo. Tras su ingreso en el mundo del cine con su crudo, polémico y brillante guión para la (gran) película "Kids" de Larry Clark, no ha dejado de entregarnos filmes que desafían la lógica vigente en el mundo cinematográfico. Sus producciones tienen un estilo indie y un gran contenido social. Su carta de presentación como director fue su aclamada "Gummo" donde ponía en escena la aburrida vida de un grupo de chicos de Xenia, Ohio. Era el retrato de la juventud perdida en medio de un pueblito ignoto que nunca había logrado recuperarse tras un feroz huracán 20 años atrás. Las desventuras de este grupo de niños fue elogiada por los críticos y elevada a clásico de culto. Pero fue con "Julien Donkey-Boy" que dos años más tarde consiguió el éxito definitivo y se asentó como uno de los grandes directores y guionistas de su generación. El filme es un viaje a la mente de un niño esquizofrénico llamado Julien, que vive en una familia disfuncional (atención al rol de Werner Herzog) y a la vez debe lidiar con su condición. Durante casi dos horas, vemos el mundo a través de los ojos de Julien y los niveles de violencia llegan a ser repulsivos. De sus últimos dos filmes - "Mister Lonely" en 2007 y "Trash Humpers" en 2009- lo que se puede rescatar es la experimentación y la constante provocación en la que incurre desde sus inicios Korine. Y su ingreso al mainstream, no podía ser de otra manera que provocando y a niveles impactantes.

Es evidente que lo trash ejerce un gran poder de atracción sobre el talentoso director norteamericano. En "Spring Breakers" decide tomar a Selena Gomez, Vanessa Hudgens y Ashley Benson (a las que se suman el enorme James Franco y la esposa del director Rachel Korine) tres estrellas surgidas de la factoría Disney y cambiar su imagen para siempre. La película se sitúa en el famoso Spring Break que se hace cada año en los Estados Unidos. La estética pop es lo que reina - un festival de colores fosforescentes y luces de neón- y asistimos a un bombardeo constante de imágenes y palabras que nos hacen recordar a los videoclips de MTV durante los 90'. La repetición en loop de la palabra Spring Break, las mismas imágenes superpuestas una y otra vez, la fiesta interminable, los excesos...Si hay algo trash en el mundo, es el pop y aquí se encuentra simbolizado en quien tal vez sea su máximo exponente: Britney Spears. La parábola de la vida de la artista norteamericana sirve para explicar el cambio, de niñas a adultas, que sufren - y de manera distinta en cada caso- las cuatro protagonistas femeninas durante la película. Estén atentos a la gran escena donde el personaje de Franco interpreta "Everytime" con las chicas en el piano. No se trata del escándalo de verlas en bikini, tomando alcohol y consumiendo drogas como muchos críticos y medios especializados dijeron, sino del descubrimiento de su verdadero ser.


Las cuatro protagonistas viven en un pueblo aburrido y sin movimiento que las agobia. No pueden soportar pasar otra vacación allí. Su sueño es poder ir al Spring Break en Florida y quedarse allí para siempre (el pedante "for eva" del personaje de Franco). Suponen que esta sería su última chance y que de ir sus vidas cambiarían para siempre. La única que parece distinta en el grupo es Selena Gomez (Faith) una chica muy creyente y retraída. Las otras tres - Candy, Brit y Cotty- son más salvajes en su esencia y ante la falta de dinero deciden robar el restaurante local para poder cumplir su objetivo. Equipadas con pasamontañas y buzos amplios, realizan un violento asalto donde no faltan las mesas rotas y los clientes amenazados de muerte. Ahora sí pueden costear el viaje y la estadía en Florida, aunque todavía no tienen idea de lo que les sucederá allí. Las imágenes se encadenan una tras otra y un soundtrack frenético nos lleva a través de la fiesta que nunca termina. El exceso adolescente está perfectamente retratado por un experto en la materia como Korine. Pero en un punto la fiesta se termina, y comienza un filme completamente distinto e inverso al que nosotros creímos estar presenciando.

La entrada de James Franco como Alien, un mafioso que es una cruza entre Tony Montana y el rapero Lil Wayne, es impresionante. Franco nos entrega una de sus actuaciones más exageradas y maravillosas; tras pagar la fianza de las jóvenes - que fueron encarceladas por involucrarse con unos dealers amigos de él- las lleva a vivir a su fastuosa casa, donde las encandila con el lujo y el dinero que posee. Les promete un Spring Break lleno de emociones y que les cambiará las vidas para siempre. Comienza así el derrotero criminal de las chicas, dispuestas a vivir al máximo y sin estar siquiera prevenidas de la magnitud de lo que esto significará en sus vidas. Es constante la conexión - aunque más difusa a medida que avanza la historia- con sus madres, con su niñez, por teléfono donde les cuentan lo bien que la están pasando y como ya no son la misma persona que antes. En la mencionada escena del piano, la canción "Everytime" (también un quiebre en la carrera de Britney Spears, cuando se alejó de su imagen de estrella pop de Disney) sirve de fondo a imágenes donde las tres jóvenes - la más inocente, Faith, se va asustada tras salir de la cárcel- acompañan a Alien en su recorrido habitual lleno de violencia, intimidación y muerte. Debo decir que esta magnífica escena me encontró aplaudiendo de pie al director y a los actores. La escena que cierra la película y la transformación de las jóvenes, eriza la piel. La potencia, la libertad y la oscuridad de este filme son algo pocas veces visto dentro del mainstream y hasta dentro del mismo género. Harmony Korine lo hizo de nuevo.

Puntuación: 10/10


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