El australiano Joel Edgerton, gran actor por sobre todas las cosas y ahora también un muy interesante director, nos entrega esta joyita llamada The Gift. Luego de dos muy buenos cortometrajes, Edgerton dio el salto detrás de cámaras y sorprendió a todos con una opera prima llena de intensidad, sólidas actuaciones y giros argumentales inteligentes.
La historia es bastante simple de seguir: una pareja feliz se muda a California luego de vivir muchos años en Chicago. Este cambio se da gracias al ascenso de Simon (Jason Bateman) en su trabajo, algo que los tiene muy entusiasmados a él y a su pareja Robyn (Rebecca Hall). Un buen día, haciendo las compras para su nuevo y espacioso hogar, se cruzan con Gordon (Joel Edgerton), un viejo compañero de la secundaria de Simon que los saluda amablemente más allá de que es evidente que entre ellos hubo un conflicto de naturaleza complicada. Todo termina con una charla amistosa, apretón de manos y un intercambio de teléfonos para compartir una cena en el futuro cercano.
Al otro día, Robyn se encuentra sola en la casa y alguien toca el timbre pero cuando ella responde solo encuentra una botella de vino muy caro en el piso. La tarjeta está firmada por Gordon, en un gesto muy simpático pero que trae aparejado una cuestión particular: en su conversación previa, nunca le mencionaron en lugar exacto en donde vivían. De a poco, como espectadores nos vamos enterando de los claroscuros que posee la pereja: un año atrás, ella perdió un embarazo a pocos meses de concebir y ahora están lejos de la gran ciudad buscando reconstruir lo que se rompió.
Las sorpresas continúan, pues al otro día Gordon decide pasar por la casa a saludar cuando Simon se encuentra en el trabajo y tras ayudar a Robyn con un televisor nuevo, es invitado a cenar por ella. El evento inicia con total normalidad, pero a medida que el alcohol corre y los minutos pasan, queda claro que entre los dos hay una cuestión sin resolución. Simon termina la noche con la certeza de que su compañero de secundario no ha cambiado en nada y que está loco por pensar que alguna vez llegaron a ser buenos amigos.
De aquí en adelante la tensión aumenta, con los regalos de Gordon que siguen apareciendo en la puerta, generando algo de lástima y simpatía en ella - que lo considera una vía de escape para una realidad normal en la superficie pero asfixiante por debajo- y mucho enojo en Simon, logrando que surja lo peor de él, esa personalidad escondida detrás del hombre de negocios moderno que nunca dejó de ser ese muchacho altanero, pedante y abusivo que en la escuela le hizo la vida imposible a chicos como Gordon. Luego de una cena muy extraña ahora en la casa de él, Simon le exige que nunca más los visite ni les hable, que solucione sus fracasos en otro lado sin involucrarlos a ellos.
La existencia de Simon y Robyn se hará imposible de allí en más, con la presencia ahora invisible de un Gordon dolido que parece tener más de una razón para mantenerse cerca de la pareja. La tensión en The Gift está muy bien manejada por un Edgerton que no parece estar al comando de su primer trabajo como director. La atmósfera es siempre oscura en plena luz del día, con la sensación de que a todo momento hay alguien observando desde la penumbra, recurso muy carpenteriano. El trabajo impecable de las cámaras y la posterior edición completan un cuadro muy prolijo, con unos acercamientos a velocidad mínima muy bien logrados para generar la sensación de que hay dos ojos pegados a nuestra nuca.
El puente introducido en el medio del guión para evitar que el filme caiga en el lugar común es muy bienvenido, pues trae algo de luz a una trama muy oscura materializada en la posibilidad de formar una familia luego de tanta frustración y dolor. No tarda mucho la historia en desenvolverse, explicando cual es la razón de Gordon para buscar obsesivamente el contacto con Simon y Robyn. La idea de venganza, pero también la de aleccionamiento, un plan macabro urdido con mucha paciencia y con varios puntos ciegos que dejan pensando al espectador acerca de la posible influencia de Gordon en el momento de crisis de la pareja.
El bullying es puesto en escena de una manera muy cruda, con una advertencia clara: no hay pecado del pasado que no regrese para cobrar la cuenta. Llevado al extremo, el abuso puede llevar a un daño muy profundo con cicatrices que en lugar de sanar se ahondan y transforman al niño más inocente en un monstruo.
Jason Bateman se luce en un rol bien alejado de la comedia, demostrando que es un fantástico actor con un rango más bien amplio. La transformación que sufre su personaje a lo largo del filme de notable, todo mientras podemos ver como se encuentra al borde del estallido desde el primer momento en el que exhibe las partes más oscuras de su personalidad que lo hacen pasar de ser un marido cariñoso y un trabajador incansable a una basura sin escrúpulos y capaz de hacer lo que sea por conseguir sus objetivos. Rebecca Hall está muy sólida en el rol de una esposa llena de dolor y al borde de un colapso absoluto. El director, Joel Edgerton se pone con éxito en la piel de una víctima de los peores maltratos y humillaciones físicas y psicológicas que hace todo lo posible para ser el que ríe último.
La violencia en The Gift va in crescendo y en un punto los roles se dan vuelta por completo. Todo lo insinuado lentamente en la primera parte queda aplastado bajo un cierre lleno de intensidad. Para las escenas finales, la película se reserva un cartucho más: cuando todo parece encajar a la perfección, el giro de tuerca final provee una atmósfera excepcional que, como un thriller de calidad, da rienda suelta a un final muy bueno.
Puntaje: 8/10
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