Ron Howard es un director que tiene varias perlas en su filmografía. No puedo decir que lo adoro pero tampoco que lo odio. Hay varias de sus películas que me parecen muy buenas como es el caso de Cocoon (1985), Backdraft (1991), Far And Away (1992), Apollo 13 (1995), The Grinch (2000), The Da Vinci Code (2006) y Angels & Demons (2009). Luego están sus filmes que rozan el status de grandeza: la fenomenal Ed TV (1999), la demasiado underrated The Missing (2003) y la emotiva Cinderella Man (2005) que dan pie para sus dos mejores películas - y que sí pueden entrar tranquilamente en el salón de la fama-: A Beautiful Mind (2001) y Frost/Nixon (2008). En esta última, Howard retrata de una manera magistral un duelo entre dos personalidades muy fuertes como lo fueron Richard Nixon y su entrevistador más famoso, David Frost quien logró - con sudor y lágrimas- sacarle al ex-Presidente de los Estados Unidos una disculpa pública y una confesión a medias tras el escándalo de Watergate en una serie de memorables entrevistas. El año pasado, este director nacido en Oklahoma decidió tomar otra gran rivalidad y llevarla a la pantalla grande. El enfrentamiento entre Niki Lauda y James Hunt en la Temporada Mundial de Fórmula 1 de 1976 fue uno de los más emocionantes y trágicos en la historia del automovilismo. Estamos hablando de una época en la que la F-1 no había sido destruida en su esencia, en la que el piloto lo era todo y no había tanta ayuda de parte de la tecnología. Lauda y Hunt se odiaban y se respetaban al mismo tiempo. Y sabían lo que era dejar el alma en la pista y entregar un gran show. Una carrera de las viejas, de esas que solían ponerle la piel de gallina a cualquiera - fuese o no aficionado- que se sentase a verla.
Howard centra todo en lo opuesto de las personalidades del británico James Hunt (Chris Hemsworth) y del austriaco Niki Lauda (Daniel Bruhl). El primero un playboy talentoso y encantador al mismo tiempo. Guapo, extrovertido, carismático, amante de las fiestas, el alcohol y las mujeres. Pero por sobre todo esto un gran corredor con mucha hambre de gloria, una habilidad al volante pocas veces vista y una filosofía de vida que respetó hasta el final de sus días: vivir cada momento como si fuera el último. El segundo un joven nacido en una cuna de oro pero con una familia que nunca lo apoyó a la hora de perseguir sus sueños. No era ni por asomo como Hunt: minucioso, obsesivo, introvertido, talentoso desde lo técnico más que nada y con el solo objetivo en la vida de ganar. Eso era lo que le daba placer y a decir verdad en esto los dos coincidían, solo que el británico tenía una vida por fuera de las glamorosas pistas de la Fórmula 1. Los dos protagonistas se van a repartir durante todo el filme la narración de su rivalidad desde sus primeros choques en la F-3 hasta su inolvidable enfrentamiento en la F-1. Otra cuestión que los unía entre tantas diferencias fue el ser la oveja negra de su familia, algo que los persiguió toda la vida y que los impulsó a demostrar que podían ser los mejores del mundo.
Tanto Lauda como Hunt eran muy virtuosos y no le temían a los peligros que venían acarreados con su profesión. Había otra cuestión que los hacía distintos, además de su ya mencionada personalidad: el austriaco llegó a la máxima categoría pagando por su puesto - que luego revalidaría con títulos y carreras brillantes- y se ganó el lugar haciendo que los autos de Ferrari sean más veloces, mientras que el inglés debió luchar desde abajo para ganar su lugar en Williams, una escudería competitiva pero claramente inferior a la italiana. De entrada Lauda parece una máquina incapaz de sentir algo. Su inhumanidad es sorprendente y contrasta demasiado con Hunt, que es puro instinto. Más allá de ser aceite y agua, ambos eran dos ególatras que no tenían límites a la hora de alcanzar sus objetivos. Si bien desde lo mecánico Lauda corrió siempre con ventaja, desde lo técnico eran los dos mejores pilotos. Comienzan a intercalar victorias y monopolizan por completo ese recordado campeonato mundial de 1976.
Aunque frente a las cámaras se mostraba como alguien al que no le importaba nada más que el éxito, la fiesta y las mujeres, James Hunt era una persona muy sensible que vivía acechado por sus demonios internos. La separación compleja y dolorosa de su mujer Suzy Miller (una brillante Olivia Wilde) es un ejemplo de lo turbulenta que era su vida tanto dentro como fuera de las pistas. Su "némesis" tampoco era lo que se podía observar por televisión. Más allá de parecer perfecto y de convencer a todos de que no había nada capaz de afectarlo, cuando Hunt resurge de una manera brillante y comienza a vencerlo en varias carreras consecutivas la presión y la posibilidad del fracaso lo abruman. El solo pensar en perder lo llevará a cruzar todos los límites humanos y personales que hasta allí respetaba a rajatabla.
Luego, lo que todos conocemos. El accidente en el GP de Alemania que venía además precedido de un pedido - razonable y fundado- de suspensión previo a la carrera por parte de Lauda. La lluvia era incesante y la pista no estaba en buenas condiciones, pero Hunt - con la sangre en el ojo por una situación vivida algunas carreras atrás- presionó para que se corriese igual. A pesar de haberse quemado la cara y algunas partes del cuerpo de manera muy grave, el corredor de Ferrari sobrevive al choque. Desde la cama del hospital vio como su rival arrasa en todas las fechas y se dirigía sin obstáculos hacia el campeonato, hacia su sueño. Esto terminará siendo el combustible que lo impulse para regresar en tiempo récord a las pistas y pelear hasta la última vuelta algo que parecía estar perdido de antemano.
Chris Hemsworth está impecable y continúa su ascenso en Hollywood. Físicamente tuvo que reducir mucho su imponente musculatura para obtener un físico más espigado - aunque fibroso- como el que tenía Hunt por aquellos años. Su construcción del británico es muy buena y el personaje es interesante en sí mismo. Pura potencia, talento y carisma con una enorme sensibilidad. Hunt se sintió responsable por el accidente de Lauda y nunca pudo perdonárselo. Lo de Daniel Bruhl es digno de aplauso pues nuevamente entrega una maravillosa actuación. Su Niki Lauda es una máquina que de a poco comienza a romperse cuando la presión lo sobrepasa. Más allá de las apariencias y su poca sociabilidad, era una persona noble y sin maldad alguna. El motivo gesto del final lo enaltece como persona y lo hace completamente humano. La química entre los dos actores es óptima y sus cruces son chispeantes. Están en el mejor momento de sus carreras y aquí lo dejan bien en claro.
La filmación de las carreras es impresionante y de un gran dominio de cámaras. El trabajo de Ron Howard es excelente y resulta en una de las mejores películas de los últimos años. Técnicamente es de lo mejor dentro de su género y te mantiene atado a la butaca en todo momento. La recreación de época es otro punto a favor y las emociones no faltan en ninguna escena. Las actuaciones son muy buenas en general pero las que importan son las de Bruhl y Hemsworth que se transforman en estos dos gigantes y recrean una de las batallas más intensas y emocionantes de la historia de la F-1.
Rush es un filme lleno - lógicamente- de adrenalina. La velocidad es lo que predomina aunque también se hace lugar para el drama humano que es parte central de la historia. El guión es muy efectivo y está a la altura de las dos leyendas que llenan sus páginas. Es una verguenza que la mayoría de los grandes premios lo haya ignorado a la hora de los galardones, más allá de que nominaciones no le faltaron. Bueno, una sí le faltó pero a esta altura es un elogio eso. No fue considerada siquiera para los premios Oscar. Al fin y al cabo mejor para nosotros, ellos son los que se la pierden.
Puntaje: 10/10
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