Con mucha felicidad podemos afirmar que hasta el día de la fecha, la mayoría de grandes estrenos de la temporada han sido todo menos decepcionantes. Furious 7 tenía que superar tres duras pruebas: lograr al menos equiparar a su - genial y gigante- antecesora, demostrar que el enroque de directores (entra James Wan, sale Justin Lin) no iba a empeorar el producto final y enfrentar el duro adiós a un emblema de la saga como Paul Walker que falleció en un trágico accidente automovilístico - mientras se dirigía junto a un amigo, que iba al volante, hacia una gala de su organización de caridad- cuando le faltaban apenas dos o tres escenas para completar el rodaje. Con una carga emotiva muy grande a cuestas - pues todos esperamos ese homenaje aún sin saber como es que Brian O'Conner se va a despedir para siempre-, podemos decir que tanto el nuevo director como los actores lograron salir más que airosos de esta experiencia. Con la parte número ocho de la saga anunciada para dentro de un par de años, Furious 7 hizo lo imposible: pudo colocarse por encima de Fast & Furious 6 (2013), que había roto con todos los parámetros del cine sobre ruedas y llevado la historia hacia el máximo de acción, potencia, combustible y locura posible colocándola en la cima del universo cinematográfico. Claro que nunca le faltaron las críticas de quienes consideran que el cine debe ser un espejo de la realidad y algo hiper-artsy, cuestión que retomaremos en el párrafo final. Más allá de todo esto, ya hablamos en su momento de esta gran franquicia y la realidad es que desde que Justin Lin decidió comenzar todo de nuevo con la injustamente poco valorada tercera entrega - una que recién ahora ve como todos los cabos que dejó sueltos son atados-, como espectadores no hemos parado de recibir dosis tras dosis de cine puro y duro. De ese que hace tanta falta en un sistema lleno de remakes dudosas, copias baratas, efectos especiales de pésima calidad y actuaciones desganadas sin ningún tipo de compromiso.
La historia retoma en el punto (casi) exacto donde nos había dejado la escena tras los créditos del filme anterior. Vemos como Deckard Shaw (Jason Statham) un ex Black Ops convertido en un asesino a sueldo sanguinario, visita a su hermano Owen Shaw (Luke Evans) en el hospital donde yacía detenido con vigilancia máxima tras haber quedado al borde de la muerte debido pos enfrentamiento contra Toretto y sus amigos. Le promete que se va a vengar de todos los que lo dejaron prácticamente inválido y a su salida termina de matar a los últimos que quedaron vivos tras su intempestiva entrada al complejo de salud.
Un flashback nos lleva a una visita a la vieja pista en el desierto, de Dom (Vin Diesel) junto a una Letty (Michelle Rodríguez) que todavía no recuerda demasiado de su pasado pero que de a poco se va aclimatando a la compañía de quien hasta hace poco era el amor de su vida. Tras ganar una carrera con mucha facilidad, Letty es felicitada por todos sus viejos conocidos y amigos pero termina entrando en shock y escapando del lugar en su auto. Frente a la lápida que tiene su nombre pero no su cuerpo, le explica a Dominic que debe irse para poder primero encontrarse a ella misma. Del otro lado del país, Shaw confronta a las trompadas y a los tiros, bombas y demás a Hobbes (Dwayne Johnson) en su oficina. El agente norteamericano queda muy maltrecho tras una dura pelea y haber salvado a Elena (Elsa Pataky) de una muerte segura, en una caída espectacular. Con la información que robó de la computadora de Hobbes, Deckard consigue lo que necesita y procede con su plan: primero asesina a Han en Tokyo y luego con una bomba hace volar la casa de Brian (Paul Walker) y Mia (Jordana Brewster) y su pequeño hijo. Quedan cerca de morir, pero sobreviven más allá de la tristeza que les genera ver caer la casa donde todo comenzó.
La conexión con Tokyo Drift llega a su punto final, con la charla entre Dominic y Sean (Lucas Black) tras esa carrera que significó el regreso del peso pesado a la saga. Trae el cadáver de su amigo y le da un entierro con su familia, para en ese mismo momento comenzar un enfrentamiento con su nuevo enemigo. La primera lección que aprende es que para poder vencerlo, tendrá que salir de la calle pues Shaw es directamente invisible y no juega ni vive con sus mismas reglas. Para ello aparece un muy buen amigo de Hobbes, Mr.Nobody (Kurt Russell) que le provee todo lo que necesita para atrapar a un criminal que él también anda buscando hace mucho tiempo.
En Furious 7, la trama no es en absoluto lineal algo que rompe un poco el molde de las 6 películas previas. Consigue estabilidad narrativa a pesar de ir y venir, muchas veces sin anuncio previo, en el tiempo. La acción pura sin ningún tipo de vueltas está presente desde el primer cuadro, sin tregua ni humildad alguna lo cual es admirable y muy disfrutable. Quien se siente a ver el filme, estará recibiendo una bomba atómica cuyo contenido es la guerrilla automovilística llevada a un extremo que - hace rato- supera lo posible. La testosterona no ha parado de aumentar desde la llegada de Justin Lin y no hay razón para que eso termine en este séptimo capítulo. La calidad, la ferocidad y la espectacularidad continúan en ascenso y no parecen dispuestas a detenerse ni en los momentos más tranquilos y divertidos de la película. La velocidad es la de siempre, pero potenciada con autos que son más estrambóticos, rápidos y militares que nunca. Furious 7 tiene su base en el delirio total, con un trabajo de cámaras impactante que da como resultado un trabajo visualmente hermoso, que posee su cumbre en la escena de los rascacielos en Dubai. Una que si no le saca a uno los ojos de órbita, sería interesante que esa persona se replantee cual es la razón por la cual le gusta el cine.
La familia sigue en el centro de la trama, algo que no sorprende y que cobra aún mayor relevancia por razones obvias. Tyrese Gibson, Kurt Russell y Ludacris además de realizar un muy buen trabajo, son quienes cargan con la responsabilidad de hacer reír y lo logran con mucho éxito. De todos los productos fílmicos de esta saga, es el más directo en el mejor de los sentidos: el preludio, la introducción, consiste en dos o tres escenas de acción y persecución impecables e implacables, no hay un solo momento en el que la trama se quede quieta. James Wan, que algo sabe del tema, maneja muy bien la tensión. Nos vemos obligados a estar atados al borde de la butaca de la mano de los recursos estilísticos que le conocemos al malasio pero con una inyección de anabólicos y varias capas de la influencia de una serie a la que recién se ha incorporado como un elemento más en la cadena de montaje. Si uno mira bien, la huella de James Wan está más que presente en cada escena, pero no es su intención que esto resalte sino que más bien se funda con todo lo demás.
La épica llega hasta alturas que ni los más fanáticos se pudieron llegar a imaginar alguna vez. Lo que es digno de resaltar es que la subida es progresiva y está impresa dentro de la trama, algo que se lo debemos a la mano de James Wan. El camino es duro y está pavimentado con trompadas, autos de guerra, explosiones, saltos interminables e imposibles, maniobras enfermizas, lealtad, emoción y un amor inquebrantable por el cine. El clímax no podría ser mejor: un retorno a casa, a las calles de Los Ángeles tras haber viajado sin parar por el mundo con cuanta persona existiese tratando de matarlos y/o capturarlos. Su casa como campo de batalla, su lugar en el mundo para dirimir que es lo que va a suceder en el futuro.
Las actuaciones son muy parejas y cada uno en su rol se luce (y con ganas). Jason Statham brilla como el sin dudas mejor villano de la saga. Demostrando que es un actor de primer nivel y el mejor dentro del cine de acción clásico y moderno, pone al servicio de la historia su mejor cara de enojado con la vida y una postura tan rígida que genera tensión con tan solo mirarlo. Un trabajo físico lógicamente espectacular, puro músculo y agilidad para antagonizar con otros dos pesos pesados. Vin Diesel y Dwayne Johnson siguen matando prejuicios y además exhiben una química de aquellas. Energía, potencia y sentimiento, con una simpatía - distinta en cada personaje- ante la que no se puede no caer rendido. Otra buena noticia: el retorno activo de Michelle Rodríguez como Letty, dejándonos una pelea para el recuerdo con Rhonda Rousey y el reencuentro con el amor de su vida. Ludacris y Tyrese Gibson, como ya se comentó, juegan perfecto su rol de comediantes y le ponen el pecho a las balas en todas las escenas donde es necesario. Nathalie Emmanuel decidió que no era suficiente sorprender y maravillar en Game Of Thrones y se mudó un rato a la saga más exitosa del mundo como una joven hacker llena de carácter que va a dar que hablar en lo que sigue. Por si se preguntaban, les confirmo la duda: hay un homenaje jamesbondiano que la tiene como protagonista.
El gran Kurt Russell la rompe como un agente muy inusual e ingresa con bombos y platillos a la historia. No se sabe si va a participar en el nuevo proyecto, pero su chispa y talento levantan cada una de las escenas en las que está presente.
Párrafo aparte para la muy buena labor de Paul Walker, cuya presencia fue rellenada con sus hermanos y un poco de CGI para el homenaje final. Un cierre perfecto que logra rendirle tributo tanto dentro como fuera de la historia. Los personajes y los actores se despiden y es imposible no largarse a llorar como un desgraciado. Todo el dolor por la pérdida de un gran amigo, de un hermano, canalizado de la mejor manera posible con una escena final llena de lágrimas contenidas, un repaso por varios momentos de un personaje que a los fanáticos nos marcó a fuego y una última carrera con Vin Diesel diciendo unas palabras desde el corazón para decirle adiós a su amigo del alma. Ah y la excelente canción - "See You Again"- a cargo de Wiz Khalifa y Charlie Puth que de por sí hace llorar para acompañar este momento.
Mientras se me vuelve a caer alguna que otra lágrima, les dedico unas palabras a quienes desde una falsa superioridad artística e intelectual suelen despedazar a estas películas. Lo voy a hacer con un argumento muy simple: lo que se le achaca a Fast & Furious es que las persecuciones y las escenas no son "realistas". Mi pregunta es ¿Que es realista en el cine, a fin de cuentas? Justamente para esto para esto nos sentamos como niños sin importar la edad que tengamos, ante una pantalla gigante. La "realidad" en crudo la tenemos ante nuestros ojos todos los días, y la verdad es que a veces agota. El cine es otra cosa que combina elementos de ella y otros que solo son posibles por eso que llamamos "la magia del cine", una que nos lleva bastante lejos de lo cotidiano - si el filme es bueno, claro- por varias horas. La "realidad" en esta saga no se encuentra en las escenas donde vuelan autos sino en el corazón de la historia y el de sus personajes. En el vínculo que generaron con el espectador, y en todo lo demás también sin lugar a dudas. Pero si no me creen, tómense el tiempo de ver la escena donde se recuerda a Paul Walker y después me cuentan.
Puntaje: 10+/10